8. VICTUS

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<<Tengo que hacer algo.>>

Merodeaba por mi habitación como un león enjaulado, respirando agitamentemente y con un dolor de cabeza de otro mundo. Raven me había dejado sola, y había vuelto a la sala con Corbin o Madness o ya no sabía. ¿Cómo podía dormir?

Madness estaba justo ahí en mi sala....

Ese afirmación hizo que mi sangre se enfriará con puro miedo, él estaba en mi apartamento, hablando con mi hermana. Era él, estaba segura; vi cómo le cambiaban los ojos. No estaba alucinando, me negaba a creer eso. No me importaba si Raven pensaba que estaba loca. No permitiría que Madness la lastimara, imaginario o no, Raven era mi única familia.

Me sostuve la frente y dejé salir un largo suspiro de frustración. ¿Qué se suponía que debía hacer? Comencé a morderme las uñas. Era tan difícil pensar, tenía que calmarme. Dejé de caminar como loca y me quedé quieta. Quizas debía salir de aquí y no dejarlos solos, pero ¿cómo? Raven culparía la fiebre de nuevo.

Alucinaciones...

El dolor que había sentido cuando Madness me marcó había sido real. Eso era imposible de imaginar. Entonces, ¿por qué Raven no me creía? ¿Madness le había lavado el cerebro o algo así? Después de todo lo que había presenciado, no parecía una idea tan extraña que pudiera hacerle eso. Mi respiración se volvió visible al dejar mi boca, ¿por qué estaba tan frío? Me había asegurado de encender la calefacción. Me abracé, frotándome los brazos con las manos para entrar en calor. Aún tenía fiebre.

Despues de un rato de silencio absoluto, decidí salir, tenía que cuidar a mi hermana. Caminé por el pasillo y pasé al lado de un espejo de cuerpo completo. Con el rabillo del ojo me pareció ver algo moverse dentro del espejo y me detuve en seco. Tragué con dificultad para mirar mi reflejo y no había nada.

Solo mi cuerpo cubierto por una un pijama blanca corta que no cubría mucho. Volví a mi habitación para cambiarme, si había que luchar, no lo haría en estos trapos mínimos, ademas, mi apartamento estaba helado. Me puse una sudadera con capucha, un par de vaqueros desgastados oscuros y metí los pies en el calor de mis zapatos. Sintiéndome un poco más caliente, salí de mi habitación una vez más. 

Cuando llegué al final del pasillo, giré a la derecha en dirección a la sala de estar. Un pequeño grito me congeló.

Raven.

Corrí a la sala de estar. Sólo podía ver la espalda ancha de Corbin y sus hombros desde donde estaba de pie; estaba encima de mi hermana en el sofá.

No...

Me apresuré hacia el con largas zancadas y le agarré del hombro.

—¡Déjala! —grité, tirando de él hacia atrás. Corbin se cayó del sofá, aterrizando con un sonido apagado por la alfombra en el suelo. Raven se enderezó, y me dio una mirada extrañada.

—¿Qué demonios, Ann? —exclamó, revisando a Corbin—. Oh Dios, ¿estás bien?

—Sí, estoy bien, —respondió Corbin obviamente irritado. Él me miró a los ojos; sus ojos parecían ser cada vez más oscuros.

—Yo...

Sentí un fuerte tirón en mi brazo y Raven me arrastró a la cocina. La molestia clara en su expresión.

—¿Qué es lo que te pasa? —inquirió en un susurro.

—Escuché un grito y yo...

—Me estaba haciendo cosquillas, por el amor de Dios, Ann. Es mi novio, no un asesino en serie —dijo Raven entre dientes.

Pero es un demonio... Quería decirlo, pero no pude.

—No es una buena persona —afirmé con franqueza. Ni siquiera era una persona, así que mi declaración no podía ser más verdadera.

—¿Cómo es posible que sepas eso? —Puso las manos sobre sus caderas.

—Solo lo sé.

—Lo acabas de conocer.

—Yo... él es... —me incliné hacia adelante para susurrar en su oído—. Es Madness.

Raven dejó ir un largo suspiro de frustración.

—Me estás diciendo que, ¿crees que Corbin es el demonio que te está cazando? —levantó una ceja. Asentí, la expresión de Raven se ablandó—. Sólo estás enferma, necesitas dormir, Ann.

—Deja de decir que debo dormir. Estoy diciendo la verdad.

—Bien, vamos, vamos a llevarte de vuelta a la cama —me guió al pasillo.

—¡No! —Le abofeteé las manos—. No te dejaré a solas con él. Puede hacerte daño.

—Está bien, está bien —repitió Raven mientras envolvía un brazo alrededor de mis hombros—. Vamos a hacer un poco de té para calentarte y calmarnos un poco.

Simplemente asentí y me senté en la mesa de la cocina, me quedé mirando el bombillo mientras Raven estaba haciendo el té. No había moscas, ¿por qué? Él estaba en la sala. Las otras veces que él había estado aquí... en su forma de demonio. ¿A caso las moscas solo aparecían cuando él estaba en su estado normal? Eso me hizo pensar que quizás Corbin era un humano común y corriente, que solo estaba poseído por Madness.

—Aquí tienes —Raven colocó la taza de té delante de mí. Vapor humeaba del líquido, manzanilla... mi favorito. No pude evitar sonreir—. Te gusta el olor, ¿eh?

—Gracias —respondí antes de tomar un sorbo, su sabor era muy bueno. Nos quedamos en silencio por unos minutos mientras bebía mi té.

—Hace frío aquí —se quejó Raven, apretando su chaqueta a su cuerpo—. ¿Se daño tu calefacción, Ann? Con razón, te enfermaste.

—No sé cual es el problema, hace unos días funcionaba bien —contesté, lamiéndome los labios. Me encantaba este té.

—Tienes que reportarlo al edificio.

—Sí, el técnico vino hace unos días, para hacer el servicio de mantenimiento y dijo que todo estaba bien.

Me sentí muy relajada. Mis párpados empezaron a sentirse tan pesados. ¿Por qué tenía sueño otra vez? Parpadeé varias veces.

—Raven —susurré, bostezando y frotándome los ojos.

—Shh, está bien. Te llevaré a la cama ahora.

—Tengo tanto sueño —murmuré, bostezando de nuevo.

—Lo sé.

—¿Lo sabes? —la ojeé. Ella tenía la expresión de 'lo siento' que conocía tan bien en su rostro. Y luego su mirada bajó a la taza de té y lo entendí—. ¿Qué le echaste al té?

Ella apartó la mirada.

—Es un calmante, Fred me lo dejó por si era necesario.

—Raven, ¿cómo pudiste... —sentí la boca muy seca de pronto.

—No quería hacerlo, Ann, lo siento, pero necesitas descansar para curarte —la oía como si estuviera lejos—. Fred dijo que —ella continuó hablando, pero todo lo que podía oír eran susurros suaves que parecían estar demasiado lejos para que yo pudiera captarlos.

—Raven... —luché, abriendo los ojos con mucha fuerza, sin embargo, mi cabeza ya se estaba comenzando a colgar hacia adelante. Tenía las manos frente a mí sobre la mesa. Parpadeé varias veces y vi una mano blanca ensangratada sobre la mía en la mesa. El grito quedó ahogado en mi garganta y quise girarme para ver, pero recordé las palabras del sirviente:

Cuando sea demasiado, cierra los ojos, no mires.

Cerré los ojos y dejé de luchar para caer en la oscuridad.

—¡Mamá! ¡Espera! —rogué intentando alcanzar a mi madre, pero ella corría demasiado rápido—. ¡Mamá! ¡Espérame! ¡No me dejes aquí! —imploré. Mis pequeñas piernas no me ayudaban mucho. El suelo rocoso de este bosque hacía que me dolieran los pies a pesar de que llevaba mis sandalias moradas favoritas.

<<¿Por qué huyes de mí, mamá? ¿He hecho algo malo?>>

—¡Mamá! —exclamé sin aliento de tanto correr.

Mi pequeño pecho subía y bajaba; Sólo podía ver el cabello dorado de mi madre volando hacia atrás con el viento mientras ella corría y se alejaba, la luz del atardecer rodeando su silueta. Lágrimas me llenaron los ojos. Quería ir con ella.

—Por favor, llévame contigo —Le rogué y empecé a sollozar—: Mamá, por favor, me comeré mis verduras y me comportaré, lo prometo —mi madre me miró por encima del hombro. Su cabello le cubría parte de la cara, sus ojos azules sostenían una tristeza sin fin.

—Lo siento, nena —susurró en voz baja. Corrió más rápido y pronto se perdió de vista. Estaba sollozando más fuerte que nunca, observando todo el bosque a mi alrededor, solo veía arboles y más arboles. Todo estaba tan silencioso, me sentí observada. Mi miedo creció cuando empezó a oscurecer.

—¿Mamá? —murmuré mientras me limpiaba las lágrimas.

Ella me había traído aquí y ahora se iba. ¿Dónde estaba? Tenía tanto miedo de la oscuridad. Me senté en el frío suelo, tirando de mis piernas para ponerlas contra mi pecho y mantenerme en calor. Mamá iba a volver por mí. Estaba segura, me amaba, me lo había dicho tantas veces.

Mi corazón se partió en millones de pedazos porque... Mamá nunca volvió por mí.

Ahí sentada, llorando, sentí el peso de una mano posarse sobre mi pequeño hombro.

Me desperté de golpe; tenía la frente y el cuello húmedos por el sudor. Sostuve mi pecho tratando de recuperar el aliento. Los lados de mi cara estaban empapados por mis lagrimas. No era la primera vez que soñaba con ella, sin embargo, eso no significaba que doliera menos cada vez. Era demasiado doloroso recordar que mi propia madre no me había querido, que me había abandonado fríamente en un bosque oscuro y solitario. Obviamente no le importaba mi seguridad, pude haber muerto ahí.

—Extrañas a tu madre, qué dulce —me congelé y moví la cabeza hacia la fuente de esa voz.

Corbin estaba sentado en una pequeña silla junto a la ventana. La luz del día rozaba la mitad de su cuerpo.

—Sabía que eras tú —dije amargamente.

—¿Cuándo lo averiguaste? Oh, ¿fue después de babear sobre mí? —Sonrió—. Soy el novio de tu hermana. No deberías haberme mirado así, tan inapropiado, Ángeles.

El bastardo se atrevió a burlarse de mí después de todo lo que me había hecho. Por alguna razón, no tenía miedo, tal vez porque se veía humano ahora y aún estaba medio dormida. Pero todavía estaba en alerta.

—No estaba babeando, ¿dónde está Raven?

—En la otra habitación, agotada después de nuestra sesión de besos —dijo y me ojeó como si estuviera esperando mi reacción.

—Sal de mi habitación.

—¿Por qué?

—¡Fuera!

—No.

—Estás loco.

—¿En serio? —levantó una ceja en mí—. Pensé que el nombre Madness era por otra cosa.

—Gracioso.

—Para ser tan joven, eres una humana muy amargada —puso sus manos detrás de su cabeza, manteniendo sus ojos sobre mí.

—¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué quieres?

Él suspiró con aburrimiento.

—¿Otra vez con las preguntas? Estás arruinando mi buen humor.

—¿Por qué no puedes simplemente decirlo? —supliqué queriendo saber la verdad.

—Porque no tengo que hacerlo —él bajo las manos y se inclinó hacia adelante—. No tengo que perder mi tiempo dándole explicaciones a mi comida.

—¿Comida?

Él se puso de pie y yo ya no me sentía tan valiente.

—No te acerques.

Él ignoró mi petición hasta que quedó frente a mí y se inclinó, su cara al nivel de la mía, un punto carmesí se extendió en sus ojos hasta que se volvieron completamentes rojos. No podía moverme. Su dedo acomodó un mechón de mi cabello sobre mi frente.

—Déjame ser claro, Angeles. Mi humor es inscontante, delirante y peligroso. Puedo ser esto y puedo ser el que te arranca la piel lentamente mientras imploras piedad —él ladeó la cabeza, su dedo deslizandose por la orilla de mi rostro con delicadeza—. Así que te recomiendo portarte bien, sobretodo cuando estoy de buen humor.

—Vete al infierno —mascullé entre dientes.

—¿En serio? ¿Así insultas a un demonio? 

—¿Qué es lo que quieres? —quité su mano de mi cara.

—¿Qué querrías tú con un plato de comida caliente frente a ti?

Tragué con dificultad y recordé lo que me había hecho en el balcón.

—¿Vas a...?

—Alimentarme de ti, sí.

—Por eso me he enfermado, ¿no es así? —comencé a unir las piezas—. Lo que sea que me quitas, me debilita y me enferma, ¿estoy en lo cierto?

—Puede ser.

—Ese es tu plan, alimentarte hasta dejarme sin nada.

Él no respondió, y solo me observó por unos segundos, como si estuviese buscando algo en mis ojos.

—Aún no lo recuerdas, ¿no es así? Ah, que divertido.

—¿No recuerdo qué?

—Nada, se acabó la charla, necesito alimentarme —él envolvió la mano alrededor de mi muñeca antes de ordenar—: Ahora di mi nombre, Ángeles. 


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Nota de la autora: Madness está loco, que shock -finjamos sorpresa- Los cambios de humor del demonio de la locura son entretenidos, peeero peligrosos, lol, en un momento te hace reír con algo y al siguiente de despelleja sin compasión, ah, que agradable sujeto. 

Ujum, ujum, se aclararon un poco las aguas, ¿qué teorías tenemos después de ese sueño? ¿De lo que pensado Ángeles de todo esto? 

Meme time:

muakatela, 

Ariana G. 

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