Capítulo 29: Fiesta monstruosa VI

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Escuchó a la gente en la habitación contigua y fue a ver. Janna estaba dando su espectáculo. Esta caminaba entre el público con un micrófono en las manos. Todos ellos se sentados en las mesas, mirando a la humana, intrigados.

—El ilusionismo consiste en hacer algo para llamar la atención de alguien y así poder hacer otra cosa totalmente distinta sin que se dé cuenta, como cuando tomé el piercing de la nariz del sujeto de la primera mesa cuando se estaba limpiando los mocos —dijo, mostrando el anillo entre sus dedos, sujetado por un pañuelo. El minotauro de la mesa se miró la nariz y se la palpó para ver qué ya no tenía su septum—. Por cierto, tu carta era el cuatro de diamantes —le dijo a un chico slime que tenía cerca, dándole una carta, y este la miró con sorpresa, pero Janna siguió con su exposición—. Todo consiste en atraer la atención. Cómo con un chasquido —dijo, acompañando la palabra con el gesto—, algo tan simple como eso. El resto es cuestión de habilidad y velocidad —dijo, ella, devolviéndole la pulsera a la dríade de la mesa junto a ella—. Ah, y tu carta era el rey de tréboles. —Entregó la carta correspondiente y la dríade se mostró dos veces sorprendida—. Recuerden, la clave siempre está en aquello que no se ve —se paró delante de la mesa de un príncipe con cuernos en los hombros—. Tu carta era el siete de picas.

—No —respondió el príncipe.

El público se conmocionó ante el error de Janna. Y esta pareció ponerse nerviosa.

—Entonces es el as de diamantes.

—Tampoco.

La gente comenzó a hablar entre ellos, y Janna parecía ponerse aún más nerviosa que antes.

—Esperen, esperen, lo tengo en la punta de la lengua. —Janna abrió los ojos de golpe y miró al príncipe—. Espera, ¿no será la reina de corazones que te has guardado?

—No me he guardado ninguna carta.

—¿Seguro? ¿Sabes dónde te has sentado?

El príncipe levantó una ceja, confundido, y luego se puso de pie y hurgó en su retaguardia, hasta hallar algo. Con manos temblorosas sacó la carta que había encontrado y la miró antes de enseñarla al público: la reina de corazones.

—Era mi carta —gritó el príncipe, incrédulo.

—¡El engaño! Señoras y señores —gritó Janna con orgullo.

El público estalló en vítores y aplausos.

—Brujería —decía el príncipe con las manos en la cabeza y los ojos desorbitados. No daba crédito a lo que había ocurrido—. Artes oscuras, se los digo.

Jackie rio, divertida desde la esquina. Janna también parecía estar pasándoselo bien.

Escuchó a la gente aclamar en la pista, y se giró para ver. Star estaba subida en la tarima, junto al DJ. Tenía el micrófono entre sus manos.

—Y ahora presentamos al grupo de los esqueletos —dijo ella, mientras se habría un hueco en la pista, dejando entrever a cuatro esqueletos—. Los cuales bailarán —Star hizo una pausa para leer una tarjeta que tenía mano— "La balada de los esqueletos".

La música comenzó a sonar, y el grupo literalmente movió sus huesos al ritmo de la música de forma sincronizada. A Jackie le costaba creer que todos se movieran de la misma forma y al mismo tiempo. Ni los profesionales del mundo real habían llegado a tal nivel. Solo desincronizaban para realizar otro movimiento de baile. Al parecer, todo estaba planeado.

—Eso fue increíble —dijo Star—. Y al público parece que le encanta. Ahora vamos a ver al grupo de los aulladores, los cuales interpretarán el baile de la resurrección.

El DJ puso la pista y la canción le resultó muy conocida a Jackie. Era de la tierra. Y venida de nada más ni nada menos que las más grandes estrellas del pop.

El grupo estaba interpretado por cinco integrantes. El principal, el del medio, era un hombre lobo en su forma híbrida. Este movía sus garras a un lado, caminado y luego las movía al otro y volvía a su sitio. Luego aplaudía y se deslizaba hacia un lado acompañando el paso con un movimiento de cabeza. Luego lo hacía hacia el otro lado, y todos sus compañeros le seguían.

De nuevo, el público gritó encantado. La música se animó y también lo hizo la gente.

—Todo el mundo, estilo libre —gritó Star, alzando el puño y saltando la pista, abandonando el micrófono.

Marco y Tom dejaron sus puestos por un momento y pusieron un cartel que decía que volvían en cinco minutos. Jackie corrió directo al castaño y lo tomó del brazo antes de que pudiera darse cuenta. De un segundo a otro ambos estaban girando de un lado a otro, riéndose y mirándose entre sí. Su vestido se movía como las alas de una mariposa. Marco seguía sus pasos de cerca y la hacía girar. Se acercaba a ella y la tomaba de la cintura y luego la levantaba cuando ella daba un salto. Era como si estuviese en la pista, practicando con su patineta.

—Bailas bien, Díaz —gritó ella por encima del ruido de la música—. ¿Dónde habías guardado esos pasos?

—Mi madre me enseñó. Estaba esperando a la situación indicada para sacarlos a relucir.

—Recuérdame darle las gracias.

En cierto punto, Marco tuvo que volver a su puesto, pero Jackie siguió en la pista y bailó con Star. Hasta pudo ver a Janna metiéndose, pero no estaba bailando, sino que se colocaba en un punto en concreto. Un chico decapitado de vestimenta negra de tipo victoriana tropezó con alguien, y la cabeza que tenía entre sus manos salió volando. Janna atrapó la cabeza en el aire y luego miró al chico a los ojos. Estos eran muy peculiares. La zona blanca en los humanos era de un tono gris oscuro, el iris celeste y la pupila blanca. Su piel era tan pálida como la de un muerto y el cabello bastante largo y arreglado para ser de un chico. Janna sonrió y le apartó un mechón de la frente.

—Parce que alguien ha perdido la cabeza por mí —dijo ella, como si todo hubiese estado calculado.

El chico se sonrojó y su cuerpo apareció detrás de él para tomar la cabeza. Era alto. Más alto que Janna si su cabeza estuviera en su sitio.

—¿Qué me dices, decapitado? —preguntó ella, extendiendo una mano—. ¿Te gusta el peligro?

Él tomó la mano de Janna, embobado.

—Me llamó Erless —dijo él, y ella sonrió.

—Janna.

No dejó tiempo para más conversación. Tiró de él y se lo sacó a bailar.

Jackie y Star sonrieron y siguieron divirtiéndose. Tanto ellas como el resto de invitados perdieron la noción del tiempo. Ponyhead se dedicó a iluminar a las posibles parejas y decirles si les veía futuro o no, poniendo incómodo a más de uno, pero le prestaron poca atención.

En cierto momento, cuando el ambiente estaba más relajado, Jackie subió a la tarima y le susurró una idea al DJ, el cual asintió gustoso. El tipo arácnido le cedió el puesto y Jackie bajó el volumen de la música. Jackie tomó el micrófono y le dio un par de golpecitos para llamar la atención de la gente.

—Disculpen, ¿me permiten un momento de su atención? —todos se giraron hacia ella, y debió admitir que tener las miradas puestas en su persona la hizo sentirse nerviosa, pero tenía que hacerlo—. Aprovechando que estamos en un momento relajado, me gustaría agradecer a Star por hacer esto posible, y más importante, me gustaría que suba aquí para hablarle al público. —Los presentes se giraron hacia ella y esta sonrió y miró a Jackie—. Vamos, que sé que te mueres de ganas.

El público hizo una fila para que Star pasase y subiese junto a Jackie. Cuando lo hizo, Star apagó el micrófono por un momento.

—Jackie, ¿qué haces? —preguntó con una sonrisa.

—Darte la oportunidad que mereces. Vamos, Star, es tu momento. Diles lo que piensas. Lo que crees.

Star sonrió, agradecida, y le dio un fuerte abrazo. Jackie le cedió el sitio y dejó que toda la atención se centrase en ella. Star probó el micrófono y carraspeó su garganta. Nadie interrumpió en ningún momento.

—Buenas noches a todos. Antes que nada, me gustaría agradecerles por venir y darme su voto de confianza. No saben lo feliz que me hace estar parada aquí y poder ver a monstruos y mewmanos divirtiéndose juntos. Creo que este es un momento importante en la historia, porque hoy hemos demostrado que, pese a los años de guerra que ha habido entre nuestras razas, aún hay motivos para dejar todo eso atrás y velar por un nuevo futuro. Un futuro unido. Si pudiera pedirles un favor, no sería que hablen de esto a los demás, de lo cual estaría agradecida, pero lo que realmente quiero es que no dejen que las amistades que formen esta noche se rompan. Luchen por volver a verse entre ustedes, porque hay más cosas en común entre nosotros de lo que creemos. Es eso en lo que tenemos que centrarnos. Es eso por lo que he luchado —terminó con voz solemne.

Hubo silencio por un momento, y entre la ausencia de sonido, hubo un aplauso que rompió el momento. Todos se giraron y vieron a Letosh, aplaudiendo, con una gran sonrisa en su rostro peludo.

—Viva Star Butterfly —gritó—, futura reina de Mewni.

Jackie también comenzó a aplaudir, igual que Marco, Tom y Janna. Pronto todo el público estuvo aplaudiendo, y Star sonrió con las mejillas encendidas. Dejó que los vítores siguieran un poco más, y luego pidió silencio.

—Y, sobre todo, quiero dar gracias a Marco, Jackie, Tom, Janna, Kelly y Ponyhead, los cuales me ayudaron a que todo esto fuera posible —dijo, con los ojos enrojecidos—. Son los mejores amigos que una podría tener.

Jackie no lo soportó más, subió a la tarima y le dio a su amiga un fuerte abrazo. Pronto se le unieron los demás y formaron un enorme abrazo grupal.

—Los has conseguido, Star —dijo Jackie.

—Te lo has ganado —dijo Marco.

—Estoy orgulloso de ti, amor —dijo Tom.

—Por favor, tan cursis no —dijo Janna.

—Es la mejor fiesta de la historia —dijo Kelly.

—Sin mí esto no habría sido posible —dijo Ponyhead.

—Gracias a todos, chicos —dijo Star.

El público se conmovió y ellos se separaron. Star se aclaró la garganta y se acercó el micrófono.

—Eh, que esto sigue siendo una fiesta —gritó Star, subiendo el volumen—. Que no pare la música.

Todos gritaron de la emoción, pero un estruendo los interrumpió. Todos se giraron y vieron algo que los horrorizó.

—Hola —dijo una mujer musculosa de cabellos violetas flotando en el aire—, vengo a arruinarles la fiesta.

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Vaya, vaya. Ya era hora de que pasara algo. Bueno, esperemos que no muera nadie.

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