Capítulo 30: Fiesta monstruosa VII

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De todas las cosas que podían ocurrir, ¿qué probabilidades había de que Mina Loveberry los encontrase? La lógica le decía que ninguna. Y, sin embargo, estaba allí.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Star.

—Vine a matar monstruos —respondió con naturalidad.

—Quiero decir, ¿cómo es que estás aquí? ¿Cómo sabías que estábamos aquí?

—¿Por qué te diría algo como eso?

—No creía posible que Mina tuviese momentos de lucidez —comentó Star tras apartar el micrófono.

—¿Qué hacemos? —preguntó Marco.

—Hay que sacar a los invitados —dijo ella—. ¿Algún plan?

Cuando Star hizo la pregunta, todos lo miraron a él, provocando que se sintiera más observado que nunca. Soltó un suspiro de cansancio.

—Está bien. Tom —le señaló—. Eres el más fuerte de nosotros. Intenta distraer a Mina mientras ponemos a salvo a los invitados.

Tom miró a Mina por unos segundos, estudiando las posibilidades que tenía, luego se volvió hacia él.

—Sí, creo que puedo distraerla —dijo, nervioso—, pero no tarden.

—Perfecto —le dijo antes de que Tom saliera volando—. Chicas, ustedes intenten evacuar a los presentes, sobre todo a los monstruos. Mina no está interesada en los príncipes.

Todas asintieron.

—¿Y tú qué harás? —preguntó Star.

Marcó sacó sus tijeras dimensionales.

—Buscaré mi espada y le echaré una mano a Tom.

—Oh, no. No lo harás. Yo ayudaré a Tom.

—Star, no tienes la varita contigo —le recordó él.

—Sí, pero me puedo transformar en mi forma Butterfly.

—Ah, ¿sí? ¿Puedes hacerlo ahora?

—Claro, solo necesito un momento —dijo ella, haciendo un esfuerzo para transformarse, pero no consiguiéndolo.

—No puedes hacerlo, ¿verdad? —preguntó Janna.

Tom cayó sobre la tarima, destrozando la madera y el equipo de música.

—¿Siguen aquí? —preguntó el demonio, entre incrédulo y molesto.

—Suficiente —dijo Marco—. Star, evacúa a la gente, yo iré por mi espada. —La chica iba a protestar—. Sin peros.

Tom volvió a lanzarse al aire. Marco abrió un portal, fue a su habitación en el castillo, tomó la espada, y volvió en un santiamén. El pánico cundía entre los presentes. Las chicas ya se estaban dispersando para resguardar al público. La pista se estaba despejando, dejando un gran hueco en el medio. Perfecto para la batalla.

Miró hacia arriba y vio a su compañero. Tom luchaba envuelto en un manto de llamas, lanzando golpes y patadas. Mina los bloqueaba con ese par de troncos que tenía por brazos. Los golpes eran contundentes, los oía resonar, y cada uno de ellos hacía que se desprendieran llamas en el aire, las cuales se extinguían en un suspiro. Los impactos no parecían hacerle daño, aunque el fuego la molestaba, mas no la quemaba. Tom intentó cargar hacia Mina con sus puños hacia delante, pero ella lo atrapó por ambos brazos y luego le dio un cabezazo que lo hizo caer. Marco guardó la espada y atrapó a Tom, cayendo ambos al suelo.

—Por el amor de... es la segunda vez que me pasa —se quejó, quitándose de encima de él.

—Te tomaré el relevo —dijo Marco.

Mina aterrizó con el puño, agrietando el suelo. Marco se liberó de su chaqueta y corbata, dio un par de pasos al frente y desenvainó su hoja, dejando la vaina a un lado.

—¿De verdad? ¿Un humano? Me siento hasta mal. —Hubo silencio por un momento—. Solo que no es cierto.

Estaba claro que esa mujer era un coloso con el aspecto de una mewmana. Era estúpidamente fuerte y resistente. Pero no tenía fauces que le perforasen el brazo. No tenía una cola que lo tomase desprevenido. No era Toffee.

Marco soltó aire con suavidad. El tiempo que había entrenado para fortalecer su cuerpo y recuperar su presteza con el arma había sido poco, pero la hoja que portaba era un arma específica, hecha justo para él. Un mes era más que suficiente para adaptar su cuerpo adolescente al manejo de la espada.

Mina se lanzó hacia él y Marco se preparó para interceptarla. La mujer llevó un puño hacia atrás, listo para conectar un golpe, pero, antes de que pudiera lanzarlo, Marco lo evadió y aprovechó el impulso para realizar un corte en el abdomen. Se giró rápido para ver a su oponente. Esta se sujetaba el vientre. Pensó que había conseguido dañarla, pero cuando mina apartó la mano, solo pudo ver un corte en la ropa, mas no en su piel. ¿Acaso era indestructible?

Mina volvió a cargar contra él y le lanzó un poderoso derechazo que hizo vibrar el aire, pero Marco consiguió evadirlo por debajo y realizar un corte en la axila y luego a la espalda. Pero mina se giró e intentó darle con el antebrazo. Marco se echó hacia atrás, evitando el golpe. Los cortes no le habían hecho nada.

Se preparó para intentarlo de nuevo, pero un torrente de fuego engulló a la mujer. Miró a su izquierda y vio a Tom con una mano levantada y restos de llamas extinguiéndose entre sus dedos.

—Buen disparo —dijo Marco.

—Viejo, ya me tenía harto, en serio.

Marco rio y miró el fuego. Esperó que eso la detuviera, pero vio movimiento entre las llamas.

—Mierda —dijo, poniéndose en guardia.

Mina salió de allí con los brazos en alto. Saltó hacia él y descargó ambos puños como si fuesen martillos. Marco tuvo que saltar hacia atrás para evitar ser alcanzado. El golpe de Mina dejó un pequeño cráter en el suelo, y Marco tragó saliva al pensar que podría haber sido él.

Mina cargó con los brazos en cruz y Marco la esquivó por poco, pero la mujer aprovechó para tomar una silla y lanzársela. El proyectil fue tan rápido que Marco apenas tuvo tiempo de cubrirse con la espada. Pero de poco sirvió. Cerró los ojos y sintió como la madera se partía contra su frente y una esquina se le clavaba en el pecho. Cayó al suelo con los brazos temblando y una imperiosa necesidad de toser.

Mina caminó hacia él con gesto severo, pero giró la mirada hacia la izquierda y detuvo el puñetazo de Tom impulsado por las llamas. Pero, lo que Mina no se había esperado era que Kelly le cayera desde el piso de arriba con su espada en alto. La chica soltó un poderoso grito de guerra y Mina se giró, solo para recibir un espadazo enorme en la frente, produciendo un sonido seco. El golpe la hizo trastabillar hacia atrás y llevarse una mano a la frente. Marco observó, esperanzado de que aquello hubiese servido de algo. Mina se reincorporó y se quitó la mano de la frente, mostrando un pequeño corte, similar al que alguien se haría con una hoja de papel. Un daño mínimo e insignificante, y una prueba que hizo a Marco darse cuenta de que sus esfuerzos eran inútiles.

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¿Pocas esperanzas? Yo también las tendría.

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