Capítulo 77: Rescate IV

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Cuando Rasticore se unió a la pelea se creó un combate dividido: Star se centró en Ludo, y Marco en el septario. No le venía mal enfrentarse a uno de ellos. Pese a que luchaba para salvar a Jackie, una parte de él tenía ganas de desquitarse con ese monstruo que pertenecía a la misma especie que Toffee.

Rasticore utilizaba movimientos precisos y mortales. Su cuerpo fornido y musculoso le daba algo de envidia al muchacho, recordando a su antiguo yo adulto en la dimensión X-103. Sin embargo, toda esa musculatura hacía que sus movimientos fueran lentos y predecibles para alguien con la agilidad y el entrenamiento de Marco. Era capaz de evitar los golpes mientras se concentrase en ellos. Aprovechaba las aperturas para atacar, pero Rasticore se defendía interponiendo su brazo mecánico entre la katana y su carne. Se notaba que era alguien con experiencia.

Mientras retrocedía para recuperar el aliento y marcar distancias, echaba un vistazo rápido a la batalla entre Star y Ludo. Pese a que la chica estaba en su forma Butterfly, Ludo se defendía bastante bien. Lo que más le preocupaba a Marco era que, hasta ahora, Ludo no había utilizado la varita. Eso lo atemorizaba y confundía a partes iguales. ¿Por qué alguien que tiene un gran poder en sus manos no lo usa para derrotar a sus enemigos, o para defenderse siquiera? ¿Acaso Ludo era incapaz de usar la varita?

No podía distraerse demasiado porque Rasticore volvía a cargar contra él, y comenzaba una vez más el baile de aceros.


Tom luchaba contra esa mujer de piel roja con fiereza. A diferencia de su pelea contra los licántropos, contra esa chica no se contenía. Con su cuerpo mejorado le daba golpes violentos que le partían los huesos y le arrancaban extremidades. Jackie se llevaba las manos a la boca, incrédula de que su amigo actuara con tanta violencia sin preocuparse por la chica. Pensó que la iba a matar, pero cada vez que era herida, su cuerpo se regeneraba de forma milagrosa. Los huesos volvían a su sitio y los miembros perdidos se reconstruían en cuestión de segundos.

—Esa es una regeneración demasiado potente, hasta para ti —dijo Tom.

—Consumí sangre y carne de un septario —respondió la mujer mientras forcejeaban—. Ahora, dame de la tuya.

—En tus sueños.

Tom aumentó de tamaño y musculatura y con sus nuevas fuerzas lanzó a la chica hacia arriba, atravesando el techo de la torre. Usó sus llamas para propulsarse y llevó el combate a los cielos.

—Jackie, creo que deberías irte mientras puedas —dijo Astrid junto a Ulrik.

Jackie asintió y caminó hasta las escaleras. Antes de abandonar la habitación dirigió una última mirada a la pareja.

—Gracias.

Acto seguido bajó por los escalones, dispuesta a abandonar ese sitio de una vez.


Tenía el cuerpo cubierto de sudor. Respirar le costaba bastante, y mantener el ritmo también, pero su oponente estaba en condiciones similares. Rasticore levantó un muñón recién cercenado, sonrió con arrogancia y la mano le volvió a crecer. Esa regeneración era un problema. Necesitaba dejarlo inhabilitado para poder echarle una mano a Star.

Intercambiaron miradas mientras respiraban con pesadez. Rasticore tragó saliva, levantó su espada y corrió hacia él. Marco estudió bien a su oponente, se puso en posición, y esperó al momento indicado. Un tajo descendente se le vino encima, Marco flexionó las rodillas y cargó hacia adelante, evadiendo el corte, y golpeando el abdomen del septario, lo cual lo hizo doblarse. Con un movimiento volvió a cortar la mano del lagarto, luego le dio un puñetazo en la quijada y le cortó ambas piernas de forma rápida y precisa, provocando que cayera de bruces al suelo. Marco tomó la espada pesada de Rasticore y se la enterró en la espalda, atravesando carne, huesos y tierra, dejándolo empalado en ese sitio.

—Te arrepentirás cuando salga de aquí.

—Tranquilo, tómate tu tiempo —dijo Marco con la katana alzada sobre su cabeza.

Cuando Rasticore se giró hacia él, Marco descargó el filo de su hoja en el cuello del septario, decapitándolo. Acto seguido, corrió hacia Ludo. Star le estaba lanzando varios disparos de energía que su oponente bloqueaba con dagas. Cuando este se percató de que Marco se dirigía hacia él, le lanzó dagas en un vago intento por detenerlo, pero consiguió desviarlas.

—Star, Marco —gritó alguien desde los cielos.

Marco alzó la mirada y vio a Tom dándole una patada a alguien y luego impulsándose hacia abajo, directo a Ludo. Este también se percató de ello. Iba a ser un ataque triple. Saldrían vivos de esa y recuperarían la varita.

—¡Suficiente! —gritó Ludo.

Star cargó un ataque de energía, Tom comenzó a generar una bola de fuego y Marco se preparó para realizar un corte certero.

—¡Levitato! —Ludo alzó la varita.

La tierra bajo sus pies se elevó con fuerza. Los árboles y plantas alrededor de ellos fueron arrancados como un montón de hierba seca. Y la torre de vigilancia se deshizo en un montón de escombros y aquellos que estaban en su interior salieron volando también. En un segundo todos se encontraron suspendidos en el aire, como si estuviesen en gravedad cero. Las nubes estaban a sus lados, y los árboles eran apenas un montón de motas pintadas a kilómetros y kilómetros por debajo de sus pies.

Marco pudo ver a Jackie. Ya no estaba encadenada. No muy lejos de ella se encontraban Astrid y Ulrik. Entre él y ellos había un montón de árboles, trozos de tierra y escombros de la torre. Marco quiso acercarse a Jackie mientras siguieran suspendidos, pero, más pronto que tarde, las nubes comenzaron a alejarse de ellos, y el suelo era su próximo destino.


Era ridículo. Ni siquiera ella hizo algo tan grande cuando tuvo la varita en su poder. Star vio como Ludo también se asombraba de su propia obra, sin embargo, reaccionó rápido a la situación. Con la varita volvió a realizar un hechizo, y de pronto algo brillante bailó entre todos los destrozos del cielo hasta llegar a él: las tijeras.

Las utilizó sin sus manos, usando esa extraña telequinesis, y las llevó hasta Rasticore para abrirle un portal. El septario se metió en este y luego se cerró. Ludo hizo un gesto de esfuerzo, movió la varita, y las tijeras tomaron un nuevo rumbo. Fueron directas a una pareja de licántropos, no muy lejos de Jackie, e hizo lo mismo, sacándolos de allí. Luego lo vio fijar la mirada en Jackie, y Star tuvo un mal presentimiento. Las tijeras se dirigieron hacia la chica, pero antes de que Ludo pudiera abrir el portal, Star lanzó un rayo de energía similar al que usó con Mina, no tan poderoso, pero lo suficiente como para alejar a Ludo de allí. Tendría que seguirlo por el aire para evitar que consiguiera su objetivo, sin embargo, el resto seguía cayendo. Alzó la mirada y vio a Tom a punto de dirigirse hacia ambos humanos, pero una especie de mujer demonio se abalanzó sobre él. Por lo cual solo quedaba una opción. Star hinchó sus pulmones y puso el grito en el cielo.

—¡Marco! ¡Salva a Jackie!


Escuchó las palabras de Star. Y se giró hacia ella. Ludo, parado sobre un trozo de tierra, comenzó a lanzarle escombros a Star mientras ella los esquivaba y contraatacaba como podía. Arriba, Tom mantenía una batalla aérea con una mujer de piel roja que no se despegaba de él. No había más enemigos en el aire. Lo único que se interponía entre él y Jackie eran un montón de obstáculos y una caída libre. La piel se le erizó y el corazón le golpeó con fuerza, pero no sé iba a detener.

Envainó su espada, tomó el silbato que colgaba de su cuello y lo hizo sonar. El rugido de Nachos le respondió del otro lado de aquella tormenta de escombros, y de una sola mirada, trasmitió a su amiga aquello que tenían que hacer.

Un trozo de roca cayó detrás suyo y lo utilizó para impulsarse hacia adelante. Múltiples escombros se interponían entre él y Jackie. Los evitaría, sin importar qué.

Pisó un árbol para pasar al siguiente escombro. Un trozo del edificio, luego un trozo de roca. Esquivó un proyectil que iba hacia él, provocando que se cayera.

Nachos también estaba teniendo dificultades para acercarse. Vio a Jackie y pudo percibir en su mirada una expresión de horror puro. Marco sintió que el corazón se le encogía. Apretó los puños y los dientes. "No, no te dejaré caer", pensó.

Un enorme árbol cayó delante suyo y se sujetó a una de sus raíces, se apoyó en el tronco y corrió por encima de este, dando un salto antes de llegar a la copa. Saltó por varios escombros más, cuando un enorme trozo de tierra chocó contra él.

Rememoró el día que volvió a encontrarse con Jackie después de liberar la maldición. La felicidad que sintió al poder volver a dirigirle la mirada fue inolvidable.

Marco enterró los dedos con rabia en la tierra y trepó por esta hasta ponerse por encima. Notó sangre caerle por el ojo izquierdo. Le costaba respirar.

Recordó el día que fue a ver a Jackie al hospital después del accidente en el torneo. Se sintió triste por ella, pero también se sintió feliz de poder estar ahí cuando más lo necesitaba. Aún podía convertirse en una gran patinadora. Ese sueño aún era posible.

Se alejó de la roca y pasó por varios escombros, saltando de uno a otro. Ya estaba cerca. Nachos también parecía que iba a alcanzarlos. Entonces Marco miró hacia arriba y vio la enorme torre partida por la mitad, como un cilindro. Esta estaba cayendo justo encima de Jackie, como una trampa que la encerraría. Si lo hacía, no sería capaz de salvarla. Tenía que llegar antes.

—¡Jackie! —gritó, y la chica se giró hacia él.

Se impulsó hacia ella con un último escombro, contuvo la respiración y estiró la mano. Ella hizo lo mismo. Detrás de la chica: Nachos esquivando uno de los últimos escombros antes de ir hacia ellos.

Recordó la emoción en la sonrisa de Jackie el día que bailaron juntos en la fiesta monstruosa. La profundidad en sus ojos cuando se quedó mirándola durante el atardecer en la noria. El calor de sus labios cuando le dio su primer beso bajo la luna llena después de abandonar el baile de graduación. Y la ilusión que sintió el día que ella le pidió que fueran juntos al baile de fin de curso, cuando se dio cuenta de que tal vez, en ese momento, Jackie Lynn Thomas también pudiese querer a Marco Díaz. Una ilusión que no iba a dejar morir sin importar qué.

Estiró la mano todo lo que pudo. Iba a llegar a ella, pero la torre los acabaría por atrapar a ambos. Nachos estaba cerca, muy cerca, pero, ¿lo suficiente? En cuanto notó el tacto de Jackie, apretó su mano y la atrajo para sí. Ella cerró los ojos y se pegó a él antes de que la torre los devorara.

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El sentimiento de salvar a Jackie fue más fuerte que todos los obstáculos que la situación le puso en frente a Marco. No iba a rendirse en salvarla. O, al menos, no la dejaría morir sola.

Sigue leyendo para conocer el desenlace.

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