IX

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Todos ya estaban reunidos, realizando los últimos preparativos para poder comer. Golden, por motivos obvios, se encargaba del fuego de la fogata, mientras Mai cocinaba.

Bon y Bonnie charlaban alegremente. Fred y Puppet se conocían mejor. Y Freddy... Bueno, él ni siquiera prestaba atención a su alrededor. Estaba sentado en el suelo, perdido en su mundo. Atrayendo la atención de cierto Dios.

-Espera un momento, ya vuelvo...- dicho esto, se dirigió hacia Freddy. Quién estaba algo separado de los demás- ¿Estás bien?- no recibió respuesta. Se arrodilló frente a él, colocando una mano en su hombro. Ocasionando que al fin reaccionara- Freddy, ¿sucede algo?

-¿Ah?... Oh, no, no. Estoy bien. No pasa nada- su mentira sonó tan poco creíble, que él mismo se maldijo en sus adentros.

-Freddy ¿Qué tienes? Puedes decírmelo- sus ojos, su piel, su cabello, su voz... Todo su ser... Era exactamente igual a Golden. El corazón del castaño se estrujó al recordar al cantante. Tantas veces que intentó captar su atención, tantos intentos fallidos... Tantas lágrimas derramadas... Todo le dolía. Le dolía que aquél rubio le recordara al Golden que lo hirió. Ya que... Aún se negaba a aceptar aquél rechazo.
'Lo siento, Freddy. Pero... No siento lo mismo' esas palabras eran fuego quemando su corazón. Estaba en negación. Se negaba a aceptar que el amor de su vida no sentía lo mismo por él.

-D-de verdad... Estoy bien...

-No. No lo estás. Freddy, sé reconocer cuando alguien está mal. Y tú lo estás. Anda, confía en mí. Dime que es lo que te molesta- su sonrisa y su mirada demostraban la verdadera comprensión.

-Mi corazón...- dijo en suspiro, sorprendiendo al rubio.

-¿Tú corazón? ¿Qué hay de malo con él?

-Bueno... Me dá falsas ilusiones- confesó. Golden se enfadó al instante.

-Es por el otro Golden, ¿No es así?- Freddy se sobresaltó. ¿Cómo sabía sobre él?

-¿C-como lo...?

-Freddy, escucha- el castaño calló al instante, al ver la seriedad del chico frente a él- puede que no conozca mucho de los humanos, o de ese tal Golden, o incluso de ti. Pero sé algo muy bien, y es reconocer un corazón noble y puro. Freddy, si ese chico no reacciona y no ve la maravillosa persona que eres, no vale la pena. Eres alguien muy especial, y lo sabes. Ese estúpido no merece tus lágrimas. No te merece. Debes dejarlo ir, y seguir adelante. Porque, si no lo haces, te perderás muchas cosas maravillosas a tu alrededor. Ese es mi consejo. Es tú elección seguirlo o ignorarlo- debía admitirlo. Él tenía toda la razón. No debía seguir sufriendo. Ese estúpido no lo merecía. Lo que lo llevó a pensar... ¿Por qué no darle una oportunidad a este Golden?

-Tienes razón... Debo seguir adelante. ¡No sufriré por ese estúpido nunca más!- gritó decidido, causando una gran sonrisa en el Dios.

-¡Así se habla!- lo apoyó. Tal vez, si lo intentaba, lograría que Freddy le dé una oportunidad. ¿Quién sabe? Tal vez funcione.

-¡La cena está lista!- avisó Mai triunfal, llamando la atención de todos- Que lo disfruten- le sirvió a cada uno su porción de su... ¿Estofado?

-¿Esto es estofado?- curioseo el peli-morado.

-Es mucho más que eso- respondió Mai.

-¿A qué te...?

-No preguntes- la Kodama mayor interrumpió al de ojos sombríos- solo cállate y come. Creeme, no querrás saber lo es- y sin más, comenzó a comer. Los demás la miraron extrañados, para luego comenzar a comer. Si Puppet dice que no preguntes, créeme, NO PREGUNTES.

~~~

Todos estaban acurrucados en sus hamacas hechas por las hermanas Kodamas. Bueno, casi todos.

-Muévete- refunfuñó el de ojos azules.

-Muévete tú, estás en mi burbuja personal- se quejó su hermano. Por simple desición de las hermanas, ambos debieron compartir hamaca. Iniciando una silenciosa pelea entre los mellizos.

-Quita su mano de ahí, pervertido- le regañó Freddy.

-¿Qué? Yo no soy pervertido- se defendió Fred, ofendido.

-¿Entonces qué hace tu mano 'allí'?

-Am... ¿Lo siento?- retirando su mano, sonrió a su hermano, quién, técnicamente, lo asesinaba con la mirada- ¿Por qué rayos tenemos que compartir hamaca? Esto es ridículo- se quejó.

-Mai dijo que no había hojas suficientes o algo así.

-¿Hojas insuficientes? Sí, claro, y yo soy un caniche. Estamos, técnicamente, en una selva. Esa excusa no sirve aquí. Para mí que simplemente le dió flojera- argumento Fred.

-Creo que esta vez tienes razón.

-Siempre la tengo- el silencio reinó por un rato, hasta que Freddy hizo un comentario que fastidio mucho a su hermano.

-Tengo que ir- dijo con un puchero en sus labios.

-No inventes, ¿Ahora?- Freddy asintió con la cabeza- ¿Por qué no vas tú sólo?- el castaño lo miró con ojos suplicantes. Al principio intentó negarse. Pero vamos, es Freddy, él sabe como ser adorable y conseguir lo que quiere- Ag, está bien. Pero no tardes demasiado- dicho esto, ambos hermanos se levantaron para alejarse un poco del grupo, para que Freddy tenga más "privacidad"

-No mires- ordenó Freddy detrás de un árbol.

-¿Y por qué lo haría?- Freddy levantó una seja, cruzándose de brazos- Bien, bien, no miraré- dijo mientras se volteaba. Después de unos minutos, Freddy lo llamó.

-Oye, Fred, ven a ver esto.

-No.

-Tienes que verlo. Es increíble- insistió.

-Ag, está bien- caminó hacia dónde estaba su hermano- te juro que si es algo asqueroso, te voy a...- se calló al instante al ver lo que había frente a ellos. Simplemente... Increíble. Había varias criaturitas luminosas flotando por el lugar.

-Wow...- Fred estába sin habla. Las criaturas los rodeaban.

-¿Qué crees que sean?- Freddy acariciaba la cabeza de uno de los muchos que se les habían acercado- Son muy tiernos.

-Son Finleyros- aclaró una voz detrás de ellos, al voltearse, notaron que solamente se trataba del rubio.

-¿Finleyros?- curioseo el azabache.

-Así es. Son pequeñas criaturas mágicas. Son inofensivas- se colocó en medio de los dos hermanos- son lindos ¿Verdad?

-Son adorables- los mellizos estaban rodeados por estas pequeñas criaturas. Golden los miraba enternecido.

-Sí. Debo admitir que son... Adorables- los Finleyros flotaban por todo el lugar, como si de luciérnagas se tratasen. Pero, algunos, se apartaron del grupo para rodear a los hermanos. Unos estaban en los hombros de Fred, y otros en los castaños cabellos de Freddy. Golden luchaba por no morir de ternura en ese mismo instante. Era la escena más tierna que había presenciado en toda su vida. Un lindo momento.

[…]

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