XIII

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–¡Golden!

–¡Eak!– ambos dioses se dieron un caluroso abrazo de "machos", mientras reían a carcajadas, cosa que realmente estaba confundiendo a los presentes. Y más cuando Eak le despeinaba "cariñosamente" el cabello a Golden– ¡Oye! Sabes que es difícil desenredarlo.

–Lo sé, y por eso lo hago– rió. Una vez que dejó en paz el cabello del rubio, ambos se percataron que todas las miradas estaban posados sobre ellos– ¿Qué?

–Ustedes... ¿Son buenos amigos?– preguntó curioso el peli-morado.

–Creí que no se llevaban bien– le siguió el elfo.

–A veces si, a veces no, dependiendo de la situación– explicó Golden, con tono divertido.

–Así es como la familia se trata, ¿No?– golpeo suavemente al brazo del oji-gris con su codo, sacándole una risa.

–¿¡Acaso ustedes son hermanos!?– exclamaron sorprendidas ambas kodamas, provocando más risas en los dioses.

–Pocos lo saben... Pero si.

–En realidad, todos los dioses elementales somos hermanos. Es algo que no nos gusta hacer público.

–Ustedes son de los pocos en saberlo. Siéntanse privilegiados– Eak los miró con una sonrisa arrogante, pero, como respuesta, recibió un ramazo en la cabeza– ¡Oye!

–¡Eso te pasa por no informarnos!– alegó Mai con una rama en sus manos. Acto seguido, golpeó también a Golden– ¡Nos conocemos desde hace un siglo! ¿¡Y hasta ahora nos lo dicen!?

–Si... Lamentamos eso– el rubio, mientras sobaba la zona en la que fué golpeado, rió con nerviosismo, al igual que Eak. Puede que ambos sean dioses elementales, pero vamos, estamos hablando de Puppet y Mai, nunca es bueno hacerlas enojar, pues nunca se sabe como pueden reaccionar.

–¡Idiotas!– esta vez, fué Puppet quien los golpeo, también con una rama. Los demás simplemente retrocedieron– ¡Y tú!– señaló a Towntrap– ¿¡Porque nunca me lo dijiste!?

–¡Hasta ahora me entero! ¡A mí no me culpes!– respondió alarmado. Después de todo, nadie desea ser el objetivo de desahogo de ira de las hermanas.

–¡Mas te vale, gato súper desarrollado!

–¡No me llames así, espíritu de cara chueca!– al defenderse, logró ver como el infierno se reflejaba en los ojos de la peli-blanca– ¡No dije nada, no dije nada!– se apresuró a decir, mientras se ocultaba detrás del peli-morado. Vaya método de defensa se le ocurrió.

–Muy bien, vamos a relajarnos– comenzó a decir el de mirada esmeralda– solo respiren, relájense, y todo estará bien...– y ¡Bam! Otro ramazo, justo en la cabeza del peli-celeste.

–¡Estamos calmadas!– ambas hermanas miraron furiosas al chico, quién simplemente se ocultó detrás de Bonnie, al igual que Town.

–Yo no he dicho ni he hecho nada– el oji-rojo levantó sus manos en señal de paz. Por suerte, ninguna de las kodamas decidió golpearlo.

–¿¡Qué rayos está pasando aquí!?– un voz diferente resonó en el lugar, lo que puso a todos en alerta. Formaron un circulo, con Bonnie, Fred y Freddy en medio; Puppet con su arco, Mai con lo que al parecer eran dos abanicos, Bon con su espada, Golden con sus puños envueltos en fuego, Eak con lo que al parecer eran unas telas envueltas en sus brazos, las cuáles habían aparecido de la nada, y Town en su forma de león.

–¿Vas a utilizar la asfixia?– el rubio, al ver los brazos de su hermano, se sorprendió.

–Solo si es necesario– respondió, con una sonrisa de lado. Resulta que, las telas que Eak tenía en los brazos, le daban la habilidad de "asfixia", la cuál le permite eliminar todo el oxígeno dentro de su víctima, acabando con su vida. Como había dicho, solamente utiliza esta habilidad si es realmente necesario.

–¡Muéstrate, quién quiera que seas!– ordenó la de cabellosblancos y cortos.

–¡No tienen porque estár aquí!– se escuchó aquella voz femenina nuevamente– ¡Perjudican el bienestar del bosque!

–¿El bienestar del bosque?– repitió en voz baja el castaño, para luego mirar a su alrededor. Antes no lo habían notado, pero todas las plantas a su alrededor se encontraban de un color opaco, sin vida, algunas flores marchitas, y los árboles no poseían su perfecta postura de siempre, se encontraban algo inclinados.

–¡Deben marcharse ahora mismo! ¡O yo misma los obligaré!

–¿¡Ah sí!? ¿¡Y como, según tú!?– el elfo gritó desafiante, recibiendo una risa burlona como respuesta.

–¿Me estás desafiando?...– dicho esto, la copa de unos árboles frente a ellos comenzaron a sacudirse de sobremanera. Una sombra salió disparada hacia el cielo, para luejo caer frente a ellos. La figura de una chica se hizo presente, arrodillada, como si fuese un caballero presentándose ante su reina, y, fué allí, cuando sus enormes alas de dragón se extendieron; gigantescas y majestuosas alas de dragón, cubiertas por escamas negras como la noche misma, rodeadas de un aura de fuego negro, qué, al entenderse por completo, dejaron ver la apariencia de la chica. Su cabello era largo, blanco como la nieve, atado en coleta, con un mechón rosa cubriendo su ojo izquierdo; su piel era pálida, llevaba un atuendo de guerrera, con una cola de dragón, también de escamas negras, terminada en una especie de punta, similar a una lansa de cacería. Levantó la mirada, dejando ver su ojo color ambar– porque yo nunca rechazo un desafío...

–Ay... – por motivos obvios, las manos del chico temblaban de los nervios, no es algo de todos los días que una chica mitad dragón. Y haber sido tú quién la provocó te hace temblar hasta los huesos.

–Asombroso– un brillo se notaba en los ojos del castaño y el peli-morado, pués les parecía genial ver una "chica dragón guerrera", Fred simplemente veía la escena sin entender nada.

–No queremos problemas. No estaremos aquí por mucho tiempo, nos iremos rápidamente– habló Town de la mamera más pacífica posible. La chica dragón se incorporó.

–No, deben irse ahora. Su presencia aquí afecta de alguna manera la salud... De...– sus palabras se quedaron en el aire, lo que solo provocó que los otros afirmaran su postura– un momento... ¿Eak? ¿Golden?– los mencionados parpadearon un par de veces, confundidos, hasta que la realidad les dió un buen golpe.

–Hola Meg...– rieron nerviosos, mientras sus "armas" desaparecían. Nuevamente, los demás presentes no entendían un carajo.

–Ustedes... ¡Par de inútiles!– rápidamente, voló hacia los mencionados, logrando atraparlos antes de que huyeran– ¡Menudas horas de aparecerse!– alzó el vuelo, a unos 10 metros de altura, sosteniendo a ambos dioses de sus camisas– ¿¡Qué tienen que decir en su defensa!?

–Am... Te ves increíble hoy, Meg– Eak le hizo una seña "coqueta", mientras que el rubio simplemente se dió un golpe en la frente.

–Si así lo quieren...– sin más que decir, la oji-ambar lanzó hacia abajo al par de inútiles, digo, dioses, por lo que no les dió tiempo de tomar su forma de ave, cayendo estrellados contra el suelo. Ella simplemente descendió, mirando con indiferencia a los pobres, casi inconcientes. Afinó su garganta– como veo que conocen a este par, puedo asegurarme de que no son una amenaza para el bosque ni para sus habitantes, así que me presentaré como es debido– comenzó a hablar de una manera más tranquila y formal– mi nombre es Meg, como pueden notar, soy en parte dragón. Soy la encargada de proteger este bosque y a todas y cada una de las criaturas que lo habitan. Es un gusto– hizo una rápida reverencia, para luego retomar su postura firme. Los demás lograron relajarse.

–El gusto es nuestro– comenzó a hablar la kodama mayor– mi nombre es Puppet, ella es mi hermana Mai– la mencionada saludó alegre– y ellos son Bon, Bonnie, Fred y Freddy, y creo que ya debes de conocer a Town.

–Así es, ya nos conocemos. Y, en cuanto a los demás, es un gusto conocerlos– sonrió de lado.

–Igualmente– respondieron los demás amablemente.

–Tiempo sin verte, Meg– el peli-naranja se acercó a ella.

–Sin duda. Es bueno volver a ver un rostro familiar por estos rumbos de vez en cuando– ambos sonrieron amistosamente, hasta que cierto par comenzaron a levantarse, atrayendo la mirada furiosa de la mitad dragón– y ustedes...– ambos dioses se tensaron– deberían sentir vergüenza. Su hermano mayor está que se lo lleva la fiebre y ustedes ni siquiera han visto por dónde visitarlo, lo entiendo de los otros dos, pués realmente deben proteger sus áreas a toda costa, ¿Pero ustedes? Realmente me decepcionan– Eak y Golden simplemente bajaron la mirada. Meg soltó un suspiro– ya qué. Ahora que están aquí, no tienen escapatoria, deben ir a verlo sí o sí, él los necesita.

–Lo haremos– soltaron ambos, con seguridad. Pero, de un pronto a otro, varios árboles colapsaron, y otras plantas se secaron de golpe.

–Oh no... Está empeorando– preocupada, la oji-ambar alzó el vuelo– ¡Rápido, síganme!– sin decir más, se adentró aún más en el bosque, siendo seguida por el resto del grupo. Cuando el dios de la naturaleza enferma, los bosques también lo hacen, afectando el equilibrio de todo el reino, provocando la muerte, incluso la extinción, de algunas especies, tanto de plantas como de animales, lo cuál, es completamente irreversible...

[…]

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