XV

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–Los deseos del emperador serán cumplidos sin importar las consecuencias...

–Spring, ¿Qué rayos haces?

–¡Spring, deténte!– la mitad dragón intentaba desesperadamente liberarse. Intentó con su aliento de dragón, pero una raíz cubrió por completo su boca, impidiéndole abrirla–¡Ump!

–Gumba gumba, gumba gumba– el muto se acercó al dios, posicionándose a su lado.

–¡Spring! ¡No te dejes controlar!– ambas kodamas intentaban liberarse desesperadamente del agarre de aquellas plantas. Si no se hace algo cuando alguien es poseído por un muto, puede llegar a ser muy tarde para el poseído; desde la corrupción total, hasta la muerte.

–No seguiré otras ordenes que no sean las de mi emperador...

–¡Spring, debes reaccionar! ¡No permitas que te controle esa cosa!– gritó el de orbes esmeralda, desesperado, pués él ya sabía lo que era ser poseído por un muto– ¡Puedes liberarte y salvarte, solo debes luchar contra él! ¡No te dejes vencer, o te corromperas!

–Tus palabras no son nada para mi, elfo...

–¡Spring!– el dios del aire logró cortar la planta que lo tenía atrapado con una fuerte ráfaga de viento, liberando a los demás– Bon, llévate a los humanos lejos, puede ser peligroso para ellos estar cerca de Spring estando poseído.

–De acuerdo. Síganme– dicho esto, se marcharon de allí.

–¿Qué planeas hacer?– el rubio menor se acercó a su hermano.

–Debemos alejar esa cosa de Spring, antes de que logre corromperlo.

–¿Como lo haremos? ¡Están unidos!– las kodamas, ya con sus armas invocadas, se acercaron a ellos.

–¡Si dañan a mi Spring, los dañaré a ustedes!– se apresuró a decir la chica dragón, provocando que ambos hermanos dioses tratarán en seco. ¿Qué es peor que una Meg de mal humor? Una Meg definitivamente furiosa.

–No es necesario atacar directamente a Spring– la kodama mayor tomó la palabra– Mai y yo podríamos hacer un hechizo de purificación y separarlos, pero necesitaremos tiempo.

–Distraremos a Spring, ustedes hagan lo que deban hacer– dicho esto, los tres restantes se dirigieron hacia el mencionado.

–¡Por aquí!

–¡No, por aquí!

–¡Intenta atraparme!– cada uno iba por una dirección diferente, distrayendo al poseído. Al tener tantos blancos y en constante movimiento, se le hacía difícil lograr atinarle a uno.

–¡Suficiente!– intentaba atraparlos controlando las raices y plantas, pero lograban evitarlas o destruirlas. Poco a poco se iba quedando sin energía.

–¡Su energía disminuye! Si utiliza mucho su poder, quedará agotado. ¡Obligenlo a controlar las plantas!– ordenó la de orbes ambar, mientras quemaba algunas raíces con su aliento de dragón.

–¡Entendido!– ambos chicos destrozaban las plantas, obligando Spring a crear y controlar más, lo que lo debilitaba rápidamente.

–M-mi energía...– intentaba mantenerse en pié mientras seguía creando y controlando plantas para atacar a los demás, pero sus ataques ya eran de poca intensidad– d-disminuye...– no pasó mucho tiempo para que cayera de rodillas, totalmente exhausto.

–Gumba gumba, gumba gumba– el muto parecía furioso.

–N-no puedo s-seguir... E-estoy muy d-débil...– respiraba de manera agitada, mientras apoyaba también sus manos en el suelo.

–Debiste pensar mejor antes de enfermarlo y luego poseerlo– ambas kodamas se colocaron frente al muto– hasta nunca~– dicho esto, soltaron una bola de energía, la cuál explotó en una segadora y potente luz. Cuando desapareció, el muto ya no estaba. Spring cayó completamente.

–¡Spring!– rápidamente, Meg corrió hacia él, tomándolo entre sus brazos, apoyándolo en su regazo.

–M-meg... ¿Q-qué... Qué pasó?– abrió lentamente los ojos. Estaba débil.

–Tranquilo, tranquilo... Ya todo pasó... Ahora debes descansar, llegaste muy pronto a tu límite– acarició dulcemente sus cabellos, mientras él cerraba sus ojos, para finalmente dormir y descanzar.

–Deberá descansar mucho...– el de cabellos grisáceos se acercó a ellos– es el más poderoso de nosotros, está agotado.

–Si... Lo sé– logró cargar al dios, pués, al ser dragón, tiene mucha fuerza. Se fué de allí, para dejar al rubio olivo en un lugar más tranquilo, para que así pudiese recuperarse.

–Creo que lo mejor es que pasemos la noche aquí. Fué un día muy... Agitado– razonó la kodama mayor. Los otros tres asintieron. En eso, entró Bon con Freddy en su espalda y Bonnie en sus brazos.

–Ayúdenme... Pesan mucho– habló en sufrimiento, pués tener a ambos chicos encima, dormidos, es un gran esfuerzo– cayeron dormidos hace rato, y no quieren despertar. En serio, pesan mucho.

–Freddy y Bonnie tienen el sueño pesado. Suerte al despertarlos– habló burlón el de cabellos negros, mientras miraba al de piel morena.

–Freddy es tu hermano, ¡Cargalo tú, al menos!

–Lo siento, no puedo. Estoy sin fuerzas– dramatizó, para luego alejarse de él.

–¡Alguno de ustedes, ayúdenme!– miró al resto. Pero, para su sorpresa, ninguno se encontraba allí. Todos se habían adentrado en el templo, en busca de sus "habitaciones"– ¡Traidores!

[…]

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