SANSMEO Y KETLIETA

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— ¡kétchup, espera! ¡no es lo que pareceeee!

Pero que nada, el condimento seguía corriendo. Más bien, daba como, no sé, saltitos. Porque no tiene patas pa' correr.

Y aun así, Sans no era capaz de alcanzarla/le, no sé cómo decirle ya. Le diremos de "ella".

Bueno, me he desviado del tema. El caso es que la muchacha corría como si la vida la fuera en ella hacia el final de Snowdin, directa a Waterfall.

— ¡por lo menos déjame explicarte...!

El kétchup, demasiado enamorada como para no escuchar las razones de Sans, paró en seco y se giró tímidamente, aún con lágrimas en los ojos. Asintió (no sé cómo. No preguntéis, usad vuestra imaginación) lentamente y dejó al esqueleto explicarse.

Sans también paró, y antes de empezar a hablar, se esperó cuarenta minutos para recuperar el aliento. Aún jadeando, relató:

—yo te amo, kétchup. y me encontré con esa mujer tan sepsy y nos enrollamos, porque vaya, está güenísima, mucho más que tú. y también la amo. pero te amo a ti, y sólo a ti.

Kétchup comenzó a llorar de nuevo.

Pero esta vez, sus condimentarias (? lágrimas eran de alegría.

Se lanzó sobre Sans para abrazarle y se besaron apasionada y tomatamente.

(-Iwik- inventando palabras extrañas para el fic desde tiempos inmemorables...)

Y justo cuando iban a partir a un hotel para que a Sans dejará de comerle por dentro la curiosidad de cómo leches un bote de kétchup podría hacer "eso", una voz los sorprendió por detrás...

— ¡Ahí están!

Ambos se giraron, para encontrarse con...

CONTINUARÁ.


































































AHORA MISMO.

¡Undyne, acompañada por el todo poderoso rey Asgore!

¡Asgorrrrrrrre!

El rey cabra apuntó a la pareja con su enorme tenedor rojo y dijo:

—Patata.

Di-digo, dijo:

—Ese kétchup no puede estar contigo, Sans... Patata.

Sísí, eso dijo.

— ¿p-por qué? ¿de qué habla...? —Sans miró a la señorita Arenque con ojos llorosos— andain... ¡por qué...!

Ella apartó la mirada dramáticamente y dijo:

—No podía soportar vuestra felicidad... Cuando fue todo lo que a mí me faltó...

Entonces, el esqueleto se giró a Asgore, sacudiendo en el acto su larga melena morena, y empezó a derramar lágrimas.

— ¿por qué no podemos...?

—Cuando mi mujer me dejó... Me busqué otra novia... —Sacó su cartera de cuero del bolsillo de su capa y le mostró una foto de él mismo abrazado a... un tarro de mostaza— Éramos tan felices... Hasta que un día, al levantarme por la mañana, sin querer la golpeé con la rodilla. Cayó de la cama, y... Y su tarro se hizo trizas, y el perro que no tengo se comió toda la mostaza... Desde ese entonces, no permito que nadie se enamore de condimentos... Para que no tengan que pasar lo mismo que yo.

— ¡pero kétchup está hecha de plást--¡

—ME DA IGUAL. O TE CALLAS O LA MATO.

Alejandro Sans se calló.

—Así que... despedíos. Ya.

Sans se volvió a kétchup. Ambos empezaban a llorar.

— kétchup, querida, yo...

—TE DIJE QUE NO HABLARAS O LA MATABA.

¡El tenedor de Asgore atravesó el pequeño cuerpo del condimento, manchando la nieve del suelo de un líquido rojo y espeso...! No, no era sangre. Era sólo kétchup, no os asustéis.

Asgore y Undyne invocaron sus alas de plumas blancas y salieron volando de allí en silencio.

Sans miró durante unos instantes al cadáver de su novia y se sorbió los mocos.

— ¿llegó a darme su número la mujer cabra esa...? —Rebuscó en sus bolsillos y encontró un papel garabateado— welp, chau.

Y se fue. Y luego se suicidó porque se acordó de que había perdido al amor de su vida.

Y estas es la trágica historia de Romeo y J--- Digodigo, de Sans y Kétchup, quienes sólo querían amarse, lo cual los llevó a la muerte...

PATATA.

Quiero decir...

FIN.


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