Nuevo acompañante

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-¿Cómo dices? ¡¿Qué significa que algo malo ha pasado?! -preguntó Macarona entrando en pánico.

    -No lo sé... -respondió Froze cerrando los ojos y devolviendo el móvil a su bolsillo- Pero es cierto que Kcalb parecía agobiado...

    Todas se levantaron y empezaron a hablar a gritos, obviamente preocupadas. Entonces, Yosafire se dio cuenta de que Gris aún estaba en el suelo, con la mirada fijada en el infinito. Le temblaba el labio inferior y más que preocupada, parecía... ¿nerviosa?

    Yosafire se alejó del resto de las chicas y se agachó junto a su líder.

    -¿Grisita, pasa algo? -preguntó, pasando su mano por delante de la cara de Gris- ¡Eh, Tierra llamando a Gris!

    Ella sacudió la cabeza y se levantó de golpe, asustando a la peli-verde.

    -¡N-no pasa nada! -exclamó, temblando notablemente- Sólo tenemos que calmarnos. En cuanto... Kcalb venga, lo tendremos todo claro, ¿sí? -Había resaltado un poco las palabras "Kcalb venga" sin darse cuenta.

    El resto del grupo se volvió a ella. Todas se pudieron dar cuenta de que a la chica le pasaba algo, pero decidieron quedarse en silencio y calmarse, como ella había ordenado.

    Volvieron a sentarse y a esperar al Diablo. Gris cada vez parecía más nerviosa, y de vez en cuando miraba de un lado a otro, como si esperara que algo raro ocurriera. Leila no dejaba de mirarla con una ceja arqueada, preguntándose qué le ocurría a su amiga. Justo iba a preguntárselo, cuando un brillo a sus espaldas la hizo girarse. Según el resplandor iba desapareciendo, Kcalb se hacía más visible.

    -¡Viejo, por fin! -gritó Yosafire- ¡Nos tienes preocupadas! ¿Qué diantres ha sucedido...? -Pero se calló al darse cuenta de que Kcalb no tenía muy buena pinta- ¿... Viejo?

    El Diablo no llevaba puesta la capa que siempre llevaba con él, pero eso no era lo más extraño, sino que parecía haber estado llorando. Los rastros de lágrimas en sus mejillas lo delataban, además de su mirada alicaída y sus labios apretados.

    Froze se acercó algo a él y dijo con toda la delicadeza que pudo:

    -¿Qué ocurre, señor Kcalb?

    El demonio alzó un poco la vista, lo suficiente como pare ver a Froze. Un par de lágrimas traicioneras salieron de sus ojos negros. Se sentía ridículo, llorando ante unas niñas, pero no podía evitarlo.

    -Se la han llevado... -sollozó con voz ronca- Alguien tiene a Etihw.

    Se hizo el silencio. Froze había abierto los ojos como platos y había comenzado a temblar como un flan. Tragó saliva y dijo con un hilo de voz:

    -¿A-a qué se refiere?

    Él no respondió, sino que volvió a agachar la cabeza y cerró los ojos.

    Yosafire apartó a Froze y se colocó frente al Diablo, con el ceño fruncido y manos temblorosas.

    -¡Viejo, ¿qué ha ocurrido?! -exclamó.

    Kcalb la miró, también con el ceño fruncido.

    -Ya te lo he dicho -respondió-. Le han hecho algo a Etihw. Quiero ir con vosotras porque pienso que es posible que la hayan retenido en el lugar al que os dirigís.

    De nuevo silencio. Leila miró de reojo a Gris, esperando a que ella hiciera o dijera algo que las animara. Pero para su sorpresa, ella se encontraba mirando al suelo, con el pelo tapándole toda la cara y toqueteándose los dedos. Leila suspiró y decidió que iba a ser ella la que debía tomar la palabra.

    -Está bien... -dijo- Kcalb, antes de precipitarnos... será mejor que nos cuentes todo lo que ha ocurrido.

    Kcalb la miró esta vez a ella. Con la manga de su traje se limpió las lágrimas de la cara.

    -De acuerdo... -dijo- Os lo contaré todo.


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