𝐯𝐢𝐢𝐢. rebellious gryffindors

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capítulo ocho
GRYFFINDORS REBELDES

—No puedes quedarte aquí para siempre.

En la Sala Común, a las nueve y cuarto, sólo había dos personas: Harry y Aurora. Aurora se había vuelto a quedar dormida en el sofá la noche anterior negándose a dormir en su propio dormitorio. A medida que pasaban los días en Hogwarts, no se hablaba más que de la presencia de su padre en los terrenos.

Apenas había asistido a una semana completa de clases. Estaba harta de oír hablar de él. La mayoría de los de su curso la compadecían y, para su disgusto, sus amigos también. Ella no quería su compasión.

—Dondequiera que voy, todo lo que oigo es su nombre o alguien mirándome...

—¡Dijiste que te gustaba la atención!

—Al principio —le dijo ella levantando la cabeza de la manta. Fue recibida por Harry, que estaba vestido y listo para empezar el día. A diferencia de ella que seguía vestida con su pijama de la noche anterior—. ¡Vale! Al principio me encantaba la atención, pero ahora es demasiado. Me gustaba cuando la gente pensaba en mí como Aurora, la preciosa chica de pelo negro. Ahora todo el mundo sólo piensa en mí como la hija de Sirius Black.

Harry frunció el ceño con simpatía.

—No has hablado mucho de ello. Sé que probablemente suene estúpido pero, ¿estás bien?

Se lo preguntaba mucho.

—Estoy bien —respondió ella con desesperación—, sólo estoy harta de que todo el mundo piense que me parezco a él. Ese estúpido artículo que salió la semana pasada no paraba de decir lo mucho que me parezco a él. No nos parecemos absolutamente en nada, es falso. Es como si el mundo quisiera que me pareciera a él.

Harry vio la foto y pensó que ambos eran sumamente parecidos.

—Sí. Lo sé, no te pareces en nada a él. Sé que esto puede no significar mucho, pero para mí no eres sólo la hija de Sirius Black.

Significaba mucho para ella. Cualquier cosa que él dijera significaba mucho para ella. Siempre lo era, aunque no lo demostrara.

—Gracias, Harry —dice Aurora, y le sonríe suavemente.

Aurora se inclinó hacia delante y tiró del chico hacia ella. Lo rodeó con los brazos y él la abrazó con suavidad. Durante unos instantes se permitió cerrar los ojos y relajarse. Apartó de su mente todos los pensamientos que la consumían y se concentró en él.

Ella se alejó y vio que sus mejillas estaban enrojecidas.

—Bien, voy a ir a vestirme —le informó con tranquilidad—. ¿Me esperas aquí?

Él asintió sin decir nada.

Ella sonríe y se levanta. Estiró las manos y gimió cuando oyó un crujido. Le dio la manta a Harry, que apoyó la cabeza en ella. Se quitó las migas de encima: llevaba unos pantalones cortos negros y uno de los jerseys de Gryffindor de Ron.

Cuando se dio la vuelta, Harry desvió los ojos rápidamente.

—Eh —empezó torpemente—. ¿Ese jersey es de Ron?

Ella asiente.

—Sí. La ropa de los chicos suele ser más cómoda que la de las chicas, ¿lo sabías? Se lo robé a Ron en segundo año. Creo que él lo sabe. Aunque nunca dijo nada al respecto.

—¿Tienes algo mío? —preguntó él con curiosidad.

—No, sé lo quisquilloso que eres con tu ropa así que no he querido molestarte —menciona, llegando al descansillo de la escalera—. Dame veinte minutos y estaré lista

Ella no esperó a que le respondiera, y entró en el dormitorio.

No le lleva mucho tiempo, pero sí alisarse el pelo, lo que le lleva casi cinco minutos; por suerte, utiliza una poción mágica que hace que sea más rápido que hacerlo ella misma. Rápidamente se calza las botas negras con un pequeño tacón y se pone la varita en la parte de atrás. Se echa un vistazo en el espejo antes de salir.

Cuando lo hace, Harry estaba saliendo de su propio dormitorio, y esta vez llevaba una prenda de ropa en las manos.

Él extiende sus manos y le da lo que parece ser un jersey.

—¿Para mí? —preguntó ella con dulzura.

—Es lo justo, ya que tienes algo de Ron, también podrías tener algo mío

Cuando desenreda la ropa se da cuenta de que no era un jersey cualquiera. Era su jersey favorito. Él podría haber pensado que ella no lo sabía, pero lo sabía. Claro que lo sabía, él lo llevaba todo el tiempo. Era su jersey negro con dos rayas blancas a los lados. Ignoró el extraño sobresalto de sus latidos y, en su lugar, levantó la mirada para mirarle.

Aurora alzó una ceja.

—¿Quieres darme este jersey?

—Estoy seguro de que te quedará mejor a ti de todas formas...

«Lo dudo mucho», pensó, «Le quedaba muy bien a él...»

—No puedo aceptar esto. Este es uno de tus favoritos...

—Te lo presto —dijo Harry, empujando el jersey de nuevo en sus manos—. Si alguna vez lo quiero de vuelta te lo pido.

Ella le sonrió. Dejó el jersey en su dormitorio. No podía ponérselo hoy porque ya le habían advertido de que tenía que respetar la política del uniforme escolar. Además, si recibía más castigos esta semana, la expulsarían.

Ella se puso de puntillas, y presionó un beso contra la mejilla derecha de Harry.

—Gracias.

Él casi se cae y ella suspira ante su torpeza. Después de esto, los dos se dirigen a Defensa Contra las Artes Oscuras.

Cuando por fin llegaron al aula, la última persona que esperaban ver en el lugar del profesor Lupin era a Snape. Cuando los vio, entrecerró los ojos.

«La mayor decepción de mi vida», pensó ella.

—La clase ha comenzado hace diez minutos. Así que creo que descontaremos a Gryffindor diez puntos. Sentaos —gruñó enfadado. Señaló los dos asientos. Sin embargo ella se preguntó dónde estaba Lupin.

«Probablemente le envenenó», pensó.

—¿Dónde está el profesor Lupin? —preguntó Harry, parado en su sitio con una ceja alzada.

Ninguno de los dos se movió, poniendo a prueba su paciencia.

—No se encuentra bien para dar clase hoy —dijo Snape con una sonrisa contrahecha—. Creo que os he dicho que os sentéis.

—¿Qué le ocurre? —preguntó esta vez Aurora.

A Snape le brillaron sus ojos negros.

—Nada que ponga en peligro su vida —dijo como si deseara lo contrario—. Cinco puntos menos para Gryffindor y si os tengo que volver a decir que os sentéis serán cincuenta.

Aurora fue a hablar otra vez sólo para que Harry se deslizara en su sitio, haciéndole un gesto para que se sentara a su lado, cosa que ella hizo. Él la miró molesto mientras hacía gestos hacia Snape.

Harry odiaba a Snape más que ella.

Snape miró a la clase.

—Como decía antes de que nos interrumpiera Potter y Black, el profesor Lupin no ha dejado ninguna información acerca de los temas que habéis estudiado hasta ahora...

—Pero señor, hemos estudiado los boggarts, los gorros rojos, los kappas y los grindylows —informó Hermione rápidamente—, y estábamos a punto de comenzar...

Los ojos de Aurora recorrieron la sala y divisaron a Ron y a ella sentados juntos al frente.

—Cállate —dijo Snape fríamente—. No te he preguntado. Sólo comentaba la falta de organización del profesor Lupin.

—Es el mejor profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras que hemos tenido —dijo Dean Thomas con atrevimiento, y la clase expresó su conformidad con murmullos. Snape puso el gesto más amenazador que le habían visto.

—Sois fáciles de complacer. Lupin apenas os exige esfuerzo...

—No debería decirnos nuestras opiniones sólo porque claramente a usted no le cae bien el profesor Lupin —Aurora habló en voz alta. Enarcó una ceja—. ¿Es porque él es el profesor de Defensa...

El profesor Snape estaba ahora frente a Aurora con los ojos entrecerrados mientras sus manos descansaban sobre el escritorio de ella y Harry.

—Sal de esta clase inmediatamente y dirígete al despacho del profesor Dumbledore, no permitiré que un alumno me hable tan vulgarmente.

Aurora no se movió.

—¿No has oído lo que te he dicho, imbécil?

Todos se dieron la vuelta al oír el chirrido de una silla.

—No le hable así —advirtió Harry lanzándole una mirada fulminante.

—¡Vuelve a sentarte, Potter! Black, no vuelvas a hacer un comentario así en mi clase.

—Esta no es su clase —dijo ella en voz baja una vez que él se dio la vuelta.

Snape se dirigió al frente de la clase y encendió el monitor con un movimiento de muñeca.

Aurora soltó un pequeño gruñido y se golpeó la cabeza contra la dura mesa.

—Que alguien me traiga un cubo, pronto.

—Hoy veremos... —se detuvo un momento para hojear el libro de texto hasta llegar al último capítulo—... los hombres lobo.

«Hombres lobo», pensó. «Se suponía que no aprenderíamos nada sobre ellos hasta finales de año».

Parecía bastante ansioso por empezar a enseñarlo. Ella lo fulminó con la mirada y él le respondió con una sonrisa maliciosa.

—Id a la página trescientos nueva y cuatro.

Hermione fue inmediatamente a la página. Harry dejó escapar un pequeño suspiro antes de hacer lo mismo. Ron hojeó lentamente la página. Aurora ni siquiera sabía dónde estaba su libro.

—¿Quién de vosotros puede decirme cómo podemos distinguir entre el hombre lobo y el lobo auténtico?

La mano de Hermione se levantó de golpe, un segundo después la mano de Aurora también se levantó, sorprendentemente.

—¿Nadie? —preguntó Snape, sin prestar atención a Hermione y a Aurora. La sonrisa contrahecha había vuelto a su rostro—. ¿Es que el profesor Lupin no os ha enseñado ni siquiera la distinción básica entre...?

—Ya se lo hemos dicho —dijo de repente Parvati—. No hemos llegado a los hombres lobo. Estamos todavía por...

Parecía que todo el mundo estaba teniendo una especie de ola de confianza esta mañana.

¡Silencio! —gruñó Snape—. Bueno, bueno, bueno... Nunca creí que encontraría una clase de tercero que ni siquiera fuera capaz de reconocer a un hombre lobo. Me encargaré de informar al profesor Dumbledore de lo atrasados que estáis todos...

Por favor, profesor —dijo Hermione, que seguía con la mano levantada—. El hombre lobo difiere del verdadero lobo en varios detalles: el hocico del hombre lobo...

—Es la segunda vez que habla sin que le corresponda, señorita Granger —dijo Snape con frialdad—. Cinco puntos menos para Gryffindor por ser una sabelotodo insufrible.

Hermione se puso muy colorada, bajó la mano y miró al suelo, con los ojos llenos de lágrimas. Un indicio de hasta qué punto odiaban todos a Snape era que lo estaban fulminando con la mirada. Todos, en alguna ocasión, habían llamado sabelotodo a Hermione, y Ron, que lo hacía por lo menos dos veces a la semana, dijo en voz alta:

—Usted nos ha hecho una pregunta y ella le ha respondido. ¿Por qué pregunta si no quiere que se le responda?

Aurora sonrió, orgullosa.

—Te quedarás castigado, Weasley —dijo Snape con voz suave y acercando el rostro al de Ron—. Y si vuelvo a oírte criticar mi manera de dar clase, te arrepentirás.

Nadie se movió durante el resto de la clase. Siguió cada uno en su sitio,

El resto de la hora de clase estuvo bastante bien. Esto fue hasta que Snape les mandó hacer a todos una redacción, y le puso a Aurora un castigo por " descaro". Harry prácticamente había salido corriendo del aula antes de que pudiera ponerle uno.

—¿Sabéis lo que ese...

Harry, Hermione y Ron se estremecieron al oír cómo había llamado a Snape.

—... me ha obligado hacer? Tengo que lavar los orinales de la enfermería. Sin Magia. ¿Cómo se hace eso?

Harry le sonrió.

—Con productos de limpieza muggles —Cuando ella le lanza una mirada confusa, él añade—: Te lo enseñaré este fin de semana.

—¡Qué suerte! ¡Yo tengo que limpiar su despacho por un mes! —dijo Ron la respiración alterada. Tenía los puños fuertemente cerrados—. ¿Por qué no podía haberse ocultado Black en el despacho de Snape, eh? ¡Podía haber acabado con él por nosotros!

Las palabras de Ron recibieron un gran número de risas, excepto la de la otra Black presente.


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