Capítulo 18-Chocolatito

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   Niels abrió la puerta de su solitaria casa. Los aliens se habían escapado nuevamente, ya estaba agotado de perseguirlos, se encontraba enojado pero a la vez frustrado. El siempre había tratado de impresionar a sus padres, aunque normalmente no lo lograba, ¿cómo se sentirían orgullosos con un hijo que no sentía manejar su empleo?

   Su casa era bastante pequeña comparada con el hogar de su infancia (una casona con amplios ambientes y gran parque heredada de los ancestros de la su madre) Le resultaba tan incomoda, que hasta la consideraba igual de grande que un monoambiente. Había cocina, baño y un par de cuartos, pero todos estos no tenían mucho espacio entre sí.

    Se dirigió a su habitación con desgano, estaba arto y frustrado, por eso pensó en tomar una siesta. Su cuerpo se sentía débil por el estrés y el enojo que su preocupación le causaba.

   Se sentó en su cama y comenzó a sacarse los zapatos lentamente, pero sin más, su celular sonó.

" Just a castaway, an island lost at sea, oh
Another lonely day, with no one here but me, oh
More loneliness than any man could bear
Rescue me before I fall into despair, oh

I'll send an S.O.S to the world
I'll send an S.O.S to the world (...)"

    Niels normalmente colocaba sus canciones favoritas como tono de llamada y de alarma, no le importaba si estas eran recientes o no, de hecho, tenia mucha más importancia lo que la melodía le trasmitía, lo calmaba, como sí de una canción de cuna se tratase. Y aunque esta canción hablara de un hombre volviéndose loco por estar atrapado en una isla y no recibir ninguna respuesta a sus botellas, a Niels le resultaba tranquilizante.

   De todas formas, en este momento en específico, el tono de llamada le fue molesto.

— ¡Hola mi pequeño chocolatito! — Saludó una voz femenina a través del celular.

   Niels gruñó entre dientes y pensó: "Cierra tu endiablada y sucia boca, madre."

— ¿Qué quieres ?— Respondió de la manera más "suave" posible aunque bruscamente y de malísima gana.

— No deberías hablarle así a tus mayores.

—Bueno, es que estoy nervioso por el trabajo, tengo mucha responsabilidad...

— No te hagas el maduro porque no lo eres, tu trabajo es lo que vos querías ahora no te quejes. Tu padre y yo te advertimos de tus chiquilinadas y no nos escuchaste. Tendrías que ser agradecido en vez de quejarte hijito. Hubieras agarrado el puesto que te consiguió tu padre en el banco, pero no, siempre con los caprichitos.

— Estoy cansado, quiero irme a dormir

   Su mamá se quedó en silencio y luego se despidió secamente

—Descansa

    Un sonido cortante marcó el fin de la llamada

    Niels suspiró aliviado y finalmente se recostó en su cama, mas al haberse comunicado con uno de sus parientes, se sintió mal y el cansancio se desvaneció. Ahora se sentía aun más frustrado.

   El adulto de pelo inexistente se levantó, ingresó en la cocina, abrió la heladera y sacó un galón de leche, que bebió completamente desde la boquilla del envase. Refunfuñó y a la media hora salió de su casa.

    Sus pasos eran robustos y su desquicio era evidente. Niels caminaba por la vereda y se dirigía a la locación de un vago y viejo recuerdo de su niñez.

   Y al llegar, entre dos hoteles gigantes, antes se encontraba el edificio en el que había forjado sus mejores recuerdos, ahora estaba disipado, y un lote desocupado se encontraba en su lugar.

   El amargado hombre buscó en su memoria nuevamente, ¿se había confundido? No, sus recuerdos no le fallaban. Con impotencia, buscó en su dispositivo móvil el nombre del local, pero su celular no le ofrecía resultados relacionados, cargó nuevamente la página, una y otra vez, hasta que apareció el resultado de un foro. El local había sido cerrado para siempre.

   "¡Tendría que haber venido antes, maldita sea!" Pensó Niels con enojo y pena.

    Ese antiguo edificio le correspondía a una librería, especializada en ciencia ficción y cómics.

    Niels recordaba leer allí todos los días luego de su horario escolar, allí había entablado un vínculo muy estrecho con el viejo Don Pepe, el dueño de la librería, un científico jubilado apasionado por la ciencia ficción. Niels solía preguntarle sobre los escritos que despertaban su curiosidad de aprender y Pepe con gran vocación docente, le explicaba y aconsejaba, encontrando en Niels un pequeño admirador de su experiencia.

    El niño se sentía escuchado y tenido en cuenta, cosa que no le sucedía en su casa y sentía devoción por las anécdotas de Pepe. Una tarde el pequeño se encontró con la librería cerrada y un cartel en la puerta que anunciaba el cierre temporal. Sin saber la causa con exactitud volvía regularmente para tratar de encontrar al viejo Pepe, no consiguiéndolo, transcurrido un tiempo supo que Don Pepe estaba delicado de salud y se había mudado a otro sitio y si bien la librería volvió a reabrir a cargo de su hijastro , ya no fue lo mismo para Niels.

   En eso recordó, algo en específico, no estaba relacionado con la librería, pero si con los libros:

   El día era lluvioso, pero los libros lo alegraban.

   A Niels le gustaba tanto la ciencia ficción, que en ese mismo momento leía una historia de Isaac Asimov. La biblioteca de la escuela estaba casi vacía, los largos pasillos llenos de libros hasta el techo y el olor a madera de los mubles le generaba una gran satisfacción. La coloración amarillenta de las páginas de ciertos libros le daba que pensar en el tiempo transcurrido desde la fecha de publicación, en quiénes leyeron ese ejemplar...Esta experiencia le otorgaba a Niels la puerta de salida del mundo y lo compenetraba en un espacio donde se sentía a resguardo de tantas cosas que le abrumaban.

   Estaba embobado por la trama y el vocabulario, la historia le resultaba impresionante.

   Pero sin más, una bibliotecaria interrumpió su lectura:

— Pequeñín, deberías irte, pronto va a terminar el recreo.

   Niels la observó, y refunfuñó levemente.

— ¡¿Por qué el tiempo pasa tan rápido?! ¡Aun no terminé ni el primer capítulo!

— Lo sé pequeño, lo sé. Pero no sería bueno que te metieras en problemas

— Mis compañeros llegan tarde al salón siempre

— No me importan tus compañeros, no quiero que te metas en problemas, para que mañana puedas venir a leer igualmente y terminar tu capítulo.

   El joven Niels le sonrió, finalmente entendiendo, asintió con la cabeza, y le dio su libro a la empleada.

   Niels salió de la biblioteca y caminó por el corredor lleno de personas, sintiéndose algo alterado. La vuelta a su salón de clases le generaba descontento, incertidumbre y pánico, puesto que era sometido diariamente a burlas y vejaciones de sus compañeros que lo catalogaban como una persona extraña y desprovista de virtudes sociales.

    Sus padres estaban al tanto de esta situación pero para ellos eran cosas de niños y boberías de Niels para faltar a la escuela, y eso no le permitían.

    El establecimiento era de los mejores por la zona con formación en idiomas y artes y su madre creía que esto le daba cierto status social y una buena formación académica. Aunque el joven tuviera otros intereses, sus padres no le daban lugar para elegir y desacreditaban sus logros en un campo diferente al que ellos habían elegido para el.

    Niels, llegó a la puerta de su aula, pero algunos de sus compañeros se acercaron y lo miraron con cara odiosa, el joven se apresuró por entrar pero fue cuando uno de ellos lo tomó del cuello de su camisa arrojándolo al piso, para entrar ellos primero. Niels los miró, furioso, pero sin hacer nada más, cualquier movimiento lo podría perjudicar, ya les había gritado con anterioridad y las autoridades lo señalaban como insolente. El joven se desbordaba con frecuencia, debido a su gran perfeccionismo y la presión que esto causaba lo dejaba sin herramientas frente a los que en vez de comprenderlo solo lo juzgaban y dejaban de lado provocando en él inseguridades y desamparo.

    Dueño de una gran voluntad, Niels, intentó superarse y sus experiencias le forjaron el carácter aunque éste lo impulsó a ser poco empático.

    Un estruendoso trueno lo sacó de su recuerdo, unas enormes gotas comenzaron a mojar su rostro y corrió debajo del toldo de un bar, decidiendo quedarse en él hasta que la lluvia aminore. Pidió un submarino, su bebida favorita desde pequeño, y una torta de chocolate y nuez. Mientras esperaba la orden se acordó de otra cosa, específicamente de una de las conversaciones con su padre.

...

     Niels acababa de llegar a su casa. Estaba emocionado y eufórico, e inocentemente decidió compartir una noticia con su padre.

— ¡Papá, papá! ¡Don Pepe me contó que estuvo trabajando con un grupo de Ufólogos!

     Su papá no contestó, se encontraba leyendo una carpeta con información de su trabajo, aunque sí había escuchado

— ¡Papá, papá! ¡Don Pepe me contó que estuvo trabajando con un grupo de Ufólogos!— Repitió Niels, creyendo que el oído del adulto no había captado su habla.

—Los ufólogos son idiotas, en consecuencia, el tipejo del que me hablas debe ser lo igual— Respondió de mala gana _____

— ¡Don Pepe no es tonto!, fue científico y además...— Defendió Niels, sin razonar las posible consecuencias.

— Sí, lo digo yo, sí. Tienes que creerme, yo soy el adulto aquí

— Pepe también es un adulto

—Tu padre soy YO, no se habla más del asunto. Andá a practicar saxo que mañana viene tu tía Rebecca y quiero que vea que por lo menos eres útil para algo.

     La tía, era una vieja cascarrabias que había sido miembro de una orquesta muy prestigiosa y como chelista había viajado por el mundo. Su grado de exigencia condicionaba a Niels que debía tocar excelente para que la crítica de la octogenaria no lo destruyera por completo.

—Pero, quería terminar de contarte...

—No me importa, tengo mucho trabajo. En el banco estamos atareados de trabajo y vos me venís con boberías.

— ¡No quiero tocar el saxo! ¡No me gusta!

—Entonces toca el piano.

—Es lo mismo

— ¡BASTA YA! ¡A TU CUARTO!

    Niels sintiendo una gran desilusión, se encerró en su cuarto sin poder contener sus lágrimas, y comenzó a dibujar naves espaciales, sistemas planetarios y bichos verdes, hasta que se quedó dormido sobre su tablero de dibujo.

     Niels comprendió ese día que no podría hablar con sus padres de ciertos temas y que no valorarían nunca todo lo que investigaba para aprender aquello que le apasionaba.

...

     El mozo le alcanzó el submarino y el postre, que prácticamente se devoró

     De a poco su ansiedad fue amainando como también lo hizo la lluvia y más relajado, pagó su cuenta y emprendió su regreso a casa.

     Unos instantes antes de conciliar el sueño, recibió una llamada:

—Hola chocolatito

     Niels se agarró el cabeza, irritado y bufó.

—Hola ¿qué sucede?

— ¿Qué estás haciendo?

—Intentando dormir, estoy cansado

— ¿Cansado de qué? Fíjate en la tele que están pasando unos dibujitos de aliens, a vos que te gustan.

— No estoy para ver dibujitos animados mamá.

— Que desagradecido, encima que me preocupo por avisarte...

     Niels finalizó la llamada, frustrado.

https://youtu.be/eS_korRhTDk

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