Capítulo 19 - Estupor

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    El cielo nocturno estaba nublado y rosáceo, lo que provocaba una noche clara pero a su vez, una atmosfera confusa por la humedad que generaba una niebla espesa y penetrante.

    Los aliens, como prófugos, se escaparon de los empleados de Niels que a pesar de todo, no pudieron alcanzarlos.

    Elba, vivía en un departamento alquilado el cual estaba pronto a vencerse, por eso conocía algunas casas en alquiler que había estado buscando para prontamente mudarse, sabía cuales estaban momentáneamente desocupadas. Esto le provoco la idea de donde pasar la noche para resolver que hacer al amanecer. Le compartió al resto su pensamiento y concordaron con ella. Es así que se dirigieron hacía una pequeña casa, a la cual podría acceder con facilidad.

     En el camino, antes de llegar a la casa, vieron un auto rojo, se escondieron para no ser vistos. El conductor estacionó y se bajó. Mientras tanto, Oxio, lo observaba con atención.

Esto puede sonar ridículo, pero el conductor del auto no parece humano —Susurró Oxio, causando las miradas de desconcierto de sus compañeros.

¿Por qué crees eso? — Preguntó Quintillones.

— ¿No te acuerdas de la historia que te conté? — Indagó el alien de astas. El resto lo miraron confundidos, excepto el aldiaciano, el cual, rápidamente contestó.

Sí no me falla la memoria, trataste de camuflarte con los humanos, a través de su vestimenta, con el fin de aprender más de sus idiomas, pero, Niels te capturó

Basándome en mis antiguos errores, puedo deducir que el conductor, es un alienígena. El conductor está usando un casco Jet, en un automóvil. Además, está demasiado abrigado para la temperatura actual— Explicó Oxio. Su teoría tenía sentido.

Deberíamos revisar sus pertenencias— Sugirió Xilva, con la mirada fija en el auto. Oxio la miro, emocionado —De esa manera podríamos saber si estamos en presencia de un enemigo.

—No es una buena idea, ¿qué sucede sí los atrapan? Tendríamos que idear un plan de huida, nuevamente — Se quejó David, irritado.

David, es una buena idea. Sí la teoría de Oxio es verdad, podríamos conseguir información valiosa — Explicó Quintillones.

     La mayoría le da la razón al aldiaciano. Y Xilva (acompañada por Oxio), se dirige al auto. Quintillones los siguió con el fin de avisarles si el extraño salía del edificio. Los otros simplemente se quedaron escondidos, esperándolos.

     Xilva forzó una de las puertas y empezó a revisar la guantera, pero en ésta no había nada relevante. Oxio mientras tanto buscaba en el asiento trasero, encontrando dos bolsas grandes de cartón, al revisarlas distraídamente, notó que tenían comida.

— ¡Debemos irnos!— Exclamó Quintillones al escuchar un portazo.

     Oxio tomó las dos bolsas, y todos salieron corriendo.

...

      La casa en la que Elba había sugerido quedarse era nueva y con alumbrado público deficiente. Pertenecía a un barrio en construcción, además no tenía demasiada seguridad, por eso era un buen lugar en el cual pasar la noche.

      Allí no vivía casi nadie, porque, la mayoría de las casas no eran habitables aun.

— ¿Por dónde entramos, Elba? Tengo hambre— Preguntó Corpa, algo apurado

—Recuerdo que cuando vine no había rejas en el tragaluz del baño del primer piso—Explicó la humana— ¿Quién es el más pequeño?

— ¿Cuál es el chiste de esa pregunta?— Indagó David, confundido.

— El tragaluz no es muy grande, y por eso, no podemos entrar todos, necesitamos que alguien ingrese primero, y que nos abra la puerta desde dentro.

— Sink y Kimil son los de menor tamaño, pero Kimil es más liviana. — Añadió Xilva — Tendría que ir ella.

      La aldiaciana aceptó entrar por el tragaluz. La ayudaron a subir al techo, forzaron la traba, e ingresó.

      La casa era acogedora y tenía una escalera empinada y estrecha, Kimil bajaba, sintiéndose levemente mareada, le recordaba a la escalera del hogar de su planeta.

      Al llegar abajo se dirigió hacia la puerta y dejó entrar a sus compañeros.

...

      Una vez a salvo, el grupo se acomodó, tomaron las bolsas de alimentos, que Oxio había encontrado, y se dispusieron a comer. Pero a medida que sacaban la comida de la bolsa, se dieron cuenta que había algo más, debajo de unas manzanas y paquetes de galletas, una Notebook con su respectivo cargador.

      Quintillones decide revisarla.

      El ordenador, pedía una contraseña, pero, para ingresar a ella, Quitillones usó sus artimañas para invalidarla y poder acceder al sistema operativo.

— ¡Wow! Eso fue rápido— Exclamó Elba.

—Sin duda— Agregó David.

      Sentado en una vieja mesa de madera, y rodeado por sus compañeros que no paraban de hablar y observar curiosos. En el escritorio se podían ver accesos directos de aplicaciones, carpetas y reproductores.

— ¿"Baby", quien escucha eso? Es basura— Opinó David, al notar las primeras canciones que aparecían al lado del reproductor de música.

— No lo sé, suena como algo que escucharías— Se burló Xilva

— ¡Hay una canción de un hueso! ¿Podemos oírla?— Preguntó Corpa, con asombro.

—No hay nada sobre un hueso en la pantalla...— Indicó Kimil, confundida.

— ¡Pero hoy vi un cartel sobre un artista llamado hueso!— Gritó frustrado, Corpa.

      Mientras el resto hablaba, Quintillones, comenzó a revisar las carpetas, no solo las visibles también las ocultas, una de ellas contenía links de diferentes sitios, uno de ellos lo dirigió a un sitió web privado que mantenía la sesión abierta. Todo allí estaba cifrado en un lenguaje, que Quintillones entendía muy bien, pero que no era propio del planeta Tierra. Encontró evidencia de aquello que Oxio, sospechó desde el primer momento. Se hizo un silenció profundo pero momentáneo y luego un alboroto con mil preguntas y conjeturas a la vez.

—Ohhh ¿Qué es eso?— Inquirió Elba.

—Parece un sitio creado para planear una revuelta, digo, probablemente es algo malo—Consideró Xilva.

— Uh, ¿por qué ves todo como una guerra?— Discutió David.

— No lo sé ¿qué te importa?— Se defendió la de tentáculos.

— ¡Dejen de pelear! Estoy anotando algunas expresiones de la página, esta es información valiosa e innovadora para mi planeta. Sus palabreríos me impiden concentrarme en la escritura de...— Alegó Oxio, de manera extendida.

— ¡Ya, BASTA!— Chilló Quintillones, perturbado. El resto lo miraron, sorprendidos— Normalmente, no me molesta el ruido, pero en vez de opinar sobre cosas estúpidas, tendrían que prestar atención.

      Todos hicieron silencio, y el aldiaciano continuó inspeccionando el sitio. Este contaba con una interface sumamente simple. Al ingresar se veía un texto en un dialecto universal (pero desconocido para los humanos). Abajo del texto de bienvenida aparecían dos links, que a plena vista no aportaban demasiada información. Quintillones leyó el texto:

— "Bienvenidos a la página de conexión"— Tradujo.

      El grupo se miró entre sí.

      El primer link llevaba a una página que solo decía una fecha próxima: "12/6"

      Después se dirigieron al segundo link. Esta llevaba a un tipo de fichero online, con muchos nombres dividido en pestañas. Quitillones probó abriendo una:

"Nombre: Mizabl

Fallecido

Razón de encarcelamiento: Colocamiento de bombas en escuela y homicidio

Cárcel: Segunda prisión Jesnehs"

      De a poco, Quintillones, fue abriendo cada pestaña, todos eran convictos de diferentes cárceles interplanetarias, algunos estaban muertos, otros vivos y unos pocos en estados entre el medio.

      Hasta que llegó un punto en donde al abrir una foto de uno de ellos Kimil , quedó pálida y en silenció:

"Nombre: Shiners Arc "Arcoíris"

Vivo

Razón de encarcelamiento: Homicidio y falta de cordura

Cárcel: Cárcel Mundial Aldiaciana"

      Al ver la cara de uno de los criminales escapados de la cárcel, Kimil, no pudo hacer más que quedarse en silencio, nuevamente aturdida por los recuerdos. Presenciar una pequeña pieza de su pasado la confundía, al mezclar su vida con la del resto, su cerebro no llegaba a asimilar toda la información y se encontraba perdida en una laguna temporal, eso le causaba un gran dolor de cabeza, pero en vez de expresar lo que le sucedía, mantenía cerrada su boca, con una expresión tosca.

...

Hace un año atrás...

      Kimil se encontraba entrelazando los dedos de sus manos de forma nerviosa, mientras formaba un puño donde se frotaba ambas palmas.

      Sus dos hermanas estaban con ella, almorzando.

      Con una pantalla, veían las noticias en el canal Marengo.

— ¡Deja de hacer eso con tus manos, estamos tratando de escuchar!— Se quejó Cien (la hermana voladora). Kimil la observó y dejó de entrelazar sus manos.

—Cien, Quince mil no estaba haciendo ruido— Comentó Mil (la hermana poliglota).

Shhh, silencio— La calló, Cien.

      En la pantalla aparecía un famoso reportero de brillante cabellera roja, el cual no era demasiado importante en el recuerdo.

      Palabras entrecortadas, ¿amnesia? No, sobrecalentamiento. Cuando el cerebro de Kimil adquiere demasiada información, pareciera que empieza a desechar lo que considera inútil. Extrañamente, ese era su poder, pero, la dañaba. Ella nunca supo hablar del tema, pero su cabeza se sobrecalentaba, como una computadora al utilizar mucho RAM. El recuerdo estaba dañado, por eso no era recordado a la perfección, parecía una pesadilla, sin duda, una pesadilla para la aldiaciana que veía el pasado de las otras personas.

—El trió de criminales invadió el hemisferio norte. No sabemos lo que vaya a suceder, pero teorizamos, que pronto van a venir a nuestra ciudad... Espero equivocarme— Dijo el reportero de la noticia, antes de que pasaran las fotos de los criminales.

      La Kimil del recuerdo, empezó a acariciar sus trenzas ansiosamente y la Kimil del presente hizo lo mismo inconscientemente. Se sentía atrapada. Realmente no le gustaba recordar el pasado. 

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