Kitty!

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—¡Mocoso, ven por tu mierda! —gritó la Bakugo mayor desde la entrada de la vivienda. Incluso Masaru fue víctima de su grito e inmediatamente oyó a Katsuki refunfuñando mientras bajaba las escaleras con mala actitud.

—¿Qué mierda?

—La mierda con la que venías jodiéndome desde hace años —ella dejó la caja que cargaba con sus antebrazos sobre el suelo, que por alguna extraña razón tenía... ¿agujeros?

El rubio se inclinó para recogerla. Su madre pudo habérsela simplemente pasado, pero la mierda ya estaba hecha. Y la dejó sobre el sofá. Había sentido cierto movimiento del interior del objeto en el trayecto, de hecho. La abrió con algo de dudas..., su vieja podría haber estado tramando algo.

Sin embargo, lo único que halló ahí adentro fue un molesto gatito con pelaje rizado de color verde y una apariencia que para nada llamaba la atención del molesto Katsuki.

—¡¿Qué mierda es esto, bruja?! —gritó mirando a su progenitora, aguantando las inmensas ganas de patear la caja con el inocente felino en su interior.

—Dijiste que querías una mascota, mocoso, y ahí la tienes. 

—¡Quería un pitbull, no un gato inútil!

—La vida es injusta, mocoso. Además, el gato estaba en oferta, ni de coña iba a endeudarme comprándote un mísero perro.

—¡Podías adoptarlo!

—¡Me vale mierda, mocoso!

Una discusión de gritos inundó la sala. El felino miraba entre sorprendido y asustado la escena, incluso parecía capaz de entender la situación, aunque cualquier ser vivo reaccionaría de tal forma ante una pelea entre madre e hijo. El pobre Masaru intentó de forma fallida calmar un poco el ambiente, pero de alguna u otra forma ambos acabaron culminando con la discusión y Katsuki terminó resignándose al hecho de quedarse con el felino.

—Puto gato de mierda —musitó mientras acariciaba el —sin querer admitirlo— suave pelaje del gato. Lo había llevado a su habitación y justo en aquel momento estaba recostado en su cama con el animal a su lado. No podía ser tan malo... ¿después de todo?

De tal forma empezaron a transcurrir los días, con Katsuki no queriendo admitir hacia su madre que se había encariñado con el animal mientras secretamente lo acariciaba, alimentaba, limpiaba su popó y hasta jugaba con él. No negó el hecho de haber intentado convertirlo en un gato más rudo, pero la frustración y la molestia fue grande cuando no solo falló, sino que el animal lo miraba con sus grandes ojos demostrando que no sería capaz ni de matar una mosca.

Katsuki un día decidió sacar a Deku a pasear —lo llamó así por lo inútil que le parecía— junto a su mejor amigo Kirishima. Sabía que el hombre no lo molestaría por no tener un pitbull o un gato rudo, bueno, tal vez sí, pero Kirishima era el menos molesto de todo el montón de perdedores que se llamaban sus amigos.

Desafortunadamente, se distrajo en un momento y perdió a Deku de vista. Kirishima era mucho más distraído y obviamente  mucho menos se dio cuenta. Cuando se percataron ya fue muy tarde para empezar a buscarlo.

—En serio te importa ese gato —soltó el pelirrojo por el hecho de que Katsuki buscara con desespero al felino y el rubio simplemente no lo golpeó por el estrés y desespero ante la situación.

No lo encontraron ese día. Ni el siguiente. Ni el siguiente a ese. ¿Había acaso pasado ya una semana?

Katsuki solo se dio cuenta de que los comentarios de su madre molestándolo por el cariño que el gato se ganó de su parte dejaron de ser molestos. Extrañaba al maldito gato. Mierda.

Tras un par de búsquedas más, decidió empezar a pegar carteles de se busca en su vecindario y tal vez un par más, no estaba seguro, solo de que extrañaba al inútil. Esperaba con la poca paciencia que poseía por alguna llamada de alguien que hubiera visto a Deku, incluso salió algunas veces más para buscarlo por su cuenta. Hasta su madre pidió a conocidos que alertarán si veían al gatito.

No sabía si agradecer o romperle el culo al bastardo que lo encontró.

Fue en otra de sus búsquedas en la que se dio cuenta de que había algo raro con sus carteles. Alguien había pegado carteles sobre la mayoría de sus carteles. Bueno..., eso sonó menos confuso dentro de mi cabeza, pero ojalá capten, sino comenten. En fin, continuemos.

En los nuevos carteles aparecía un muchacho de cabello —ridículamente— bicolor y con la mitad de su rostro cubierto con lo que parecía un cubrebocas. En la imagen cargaba a Deku con sus manos ¡y el maldito gato parecía muy contento con el desconocido!
El anuncio decía: ¿Has visto a tu gato? Es mío ahora. Lo amo.

¡Mierda, mierda y más mierda!

Además de desquitarse con la mayoría de objetos cercanos que tenía, lo siguiente que hizo fue contactar a Kirishima para saber si conocía al bastardo raro de los carteles. Su amigo dijo que lo había visto algunas veces y que si no mal recordaba, vivía a un par de casas de la suya.

Inmediatamente salió corriendo a encontrarse con Kirishima en cuanto recibió su respuesta. El pelirrojo lo guio hasta la casa donde había visto al bicolor salir aquellas veces.

Katsuki gruñó y tocó el timbre con todo el maldito enojo en su ser. Si no fuera porque Kirishima lo estaba controlando, ya habría tumbado la puerta por su cuenta.
Para su suerte, el bastardo no fue quien salió, sino una muchacha albina con algunos mechones rojizos en su cabello.

—¡¿Dónde está?!

La chica ladeó su cabeza totalmente confundida. Kirishima regañó a Katsuki y le dio amablemente la descripción a la chica sobre el tipo que probablemente tenía al tierno gatito del rubio. Inmediatamente ella fue a buscarlo y Kirishima se preparó físicamente para detener a Bakugo por si intentaba cometer un asesinato en pleno vecindario.

—¿Los conozco? —preguntó el chico bicolor al salir a la puerta, después de haber dado un largo bostezo.

Aquello le molestó de sobremanera a Katsuki y si no fuera porque Kirishima lo sostenía ya se habría lanzado a romperle su somnolienta y desinteresada cara.

—¿Reconoces a este gato? —como pudo, el pelirrojo sacó uno de los carteles que Katsuki había estado colgando y se lo entregó al chico.

—Sí, es mi gato —dijo como si nada.

—¡Es mío, imbécil de mierda! —gritó el rubio queriendo en serio partirle la cara—. ¡Devuélvemelo!

—No quiero.

—¡Dámelo, bastardo!

—No quiero.

Kirishima suspiró e intentó calmar la discusión, o bueno, mayormente al rubio por obvias razones. Le propuso a Shoto —que no supo en qué momento les dijo su nombre— que trajera a Deku y que el mismo gatito decidiera con quién quedarse. El chico se alzó de hombros y aparentemente confiado de que él sería el escogido, fue por el felino. Al regresar, lo dejó en medio de ambos, aunque en un inicio el pobre estaba algo confundido y más porque Katsuki había empezado a gritarle.

—¡Ven aquí, Deku imbécil!

Eso llamó la atención del animal y se giró ante la voz de su antiguo dueño. Se emocionó al reconocerlo y corrió hacia él. Kirishima creyó que estaría calmado y lo soltó para que tuvieran su encuentro.

Katsuki lo cargó en sus brazos y le dijo al tipo con arrogancia:—. Es mío. Toma esa, bastardo.

Kirishima empezaba a sentir pena por el gatito y porque lo empezaran a tratar como si fuera un objeto.

Sin embargo, cuando el rubio estaba dispuesto a irse con Deku en sus brazos, este saltó de ellos y salió corriendo de vuelta al tipo bicolor. Este le sonrió victoriosamente y antes de que Katsuki pudiera saltarle a la cara, Shoto le cerró la puerta en el rostro.

Katsuki estaba literalmente intentando tumbar la puerta, pero Kirishima tuvo que detenerlo antes de que causara un escándalo en el vecindario. No sabía si podía reportar el caso como robo, pero de hecho, había visto al tipo con Deku en un par de ocasiones más y si no fuera por Kirishima lo habría dejado herido y robado su gatito, pero lamentablemente se había dado cuenta de lo feliz que el condenado gato era con el bastardo.

Sin embargo, meses después Kirishima encontró un contacto que estaba ofreciendo un pitbull, pero el rubio se negó a la propuesta —parecía no haber terminado de superar lo de Deku—, y el pelirrojo se había hecho amigo de Shoto, por lo que por su cercanía pudo volver a encontrase con Deku. Con ganas aún de romperle la cara tanto al gato como a su nuevo dueño por tan humillante anécdota.


aaaaaAaA. No saben la vergüenza que me da esto, lo he estado escribiendo desde mayo más o menos y cada uno o dos meses lo releía para corregirlo y así. Nunca había sido tan perfeccionista con algo y aun así siento que no está tan bien, pero tampoco pretendo que sea perfecto.

Después de leer tantas cosas de BNHA, ya venía siendo mi turno, supongo. Una cosa muy cortita, con intentos de humor, nada más. La idea surgió por esta imagen:

Admito que he intentado escribir más cosas aparte de este OS, pero este es el mejor de todos lol. En fin, ya hasta me están dando ganas de volver a escribir un fanfic, pero últimamente me da mucha pena y no sé por qué xD

Bueno, muchas gracias por leer, se siente bien volver con algo nuevo después de tantos meses. Y eso, hasta la próxima, si es que hay próxima 💞

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