❧ 6 ☙

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Termino de trenzar mi cabello para después encender la computadora. Solo he pasado unas horas sin mi celular y ha sido un infierno. Me preocupa lo dependiente que soy de esa pequeña máquina. Ingreso con rapidez en Instagram, debido a que es el único lugar por donde me puedo comunicar con Mateo

Una leve sonrisa se posa en mis labios al ver que Mateo me ha enviado varios mensajes. Entro a su chat para poder leerlos.

Niego con la cabeza, me causa gracia la forma en que me ha llamado. Sin dudarlo, le respondo.

Podría ser hoy mismo, pero aún estoy en casa de Emil y no tengo interés en marcharme. Así que lo mejor será dejarlo para el día siguiente. Aunque cuando llamé Carmen para informarle que estaba bien, me dijo que mis padres llegan mañana y quieren cenar conmigo. Diría en la tarde, pero mañana hay juego de básquetbol en la escuela y no puedo faltar.

Aunque, me lo podría llevar allí, ¿no? Puedo llevarlo y luego marcharme. Así le haré entender que no tengo interés en volver a pasar tiempo con él.

«Lo cual no es cierto. Te encantaría volver a verlo».

Tal vez. Pero algo que he aprendido es que a los hombres hay que complicársela un poco. Para que no pierdan el interés.

Golpeo el escritorio con mis dedos mientras decido si dejarlo en visto o mandarle otro mensaje. Una voz que reconozco al instante interrumpe mi debate interno.

—¿Por qué no fuiste a la escuela?

Giro mi cabeza hacia la puerta de la habitación y me encuentro con mi mejor amiga, quien tiene sus brazos cruzados sobre su pecho. Sus cejas están arrugadas y sé que va a gritarme.

Mi vista vuelve a la computadora, notando que el chat de Mateo sigue abierto. Así que en un ágil movimiento cierro la ventana donde se encuentra mi Instagram abierto. No necesito que se entere de esto ahora. Vuelvo a mirarla y noto que ya ha entrado, detrás de ella lo hace Emil, lo cual me hace fruncir el ceño.

—Eres un chismoso —expreso.

—¿Crees que le mentiría a ella por ti? —dice Emil sentándose sobre su cama.

—¿Dónde estabas? ¿Y con quién? —grita mientras camina de un lado a otro—. Sabes que no puedes faltar así a la escuela.

—Ya, mamá. —Blanqueo mis ojos.

Levanto un poco mis manos indicando que no es necesario su discurso. Lo había escuchado más de una vez, no hacía que lo hiciera una vez más.

—Carolina. —Ella se acerca a mí y noto que trata de relajarse—. Me preocupo por ti, no quiero que te pase nada.

—Lo sé, y no me va a pasar nada. Tranquila, sé lo que hago y con quién lo hago. —Sé que mis palabras no le causan ni una gota de confianza—. Ayer hasta pasé la noche con alguien que aprobarías —agrego, esperando que se tranquilice.

—Lo dudo —comenta entre dientes Emil.

—Nadie te preguntó. —Tomo un cojín y se lo lanzo.

Su gruñido me hace sonreír, le he logrado pegar. Él toma el cojín y está a punto de lanzármelo de vuelta, pero Celeste se coloca en frente de mí.

—Basta los dos. No actúen como niños —suplica ella.

—Ella empezó.

—Para nada, fue él.

Ella niega con su cabeza y masajea su sien. Nuestro trabajo siempre ha sido estresarla, y el de ella evitar que nos matemos. Es una dinámica que había funcionado por los últimos cuatro años.

—A ver, ¿por qué piensas que me agradaría? —Ella toma asiento junto a Emil mientras peina un poco su cabello castaño, eso siempre la ha relajado—. ¿Acaso lo conozco?

—¿Le vas a creer? Solo lo dice para que no la regañes. —Las palabras de Emil me hacen querer golpearlo de nuevo.

—Pues sí, lo conoce —digo sin pensar y veo a ambos abrir sus ojos con sorpresa.

Joder, ¿por qué abrí mi boca? No quería decirle a ninguno de los dos. Suelo decirles luego de que todo se haya acabado con esa persona, no antes. Además, hay un gran detalle y es que es su primo. No sé cómo lo tomaría en realidad.

—¿Quién es? —cuestiona ella.

Ahora odio tanto no saber mentirles a estos dos. Nuestra amistad ha funcionado durante estos años porque cosa que nos preguntemos entre sí, cosa que respondemos con sinceridad. Suelto un leve suspiro y apoyo mi cabeza en el respaldo de la silla giratoria, que es donde me encuentro sentada. Me encanta lo cómoda que es.

—Mateo —digo en un tono casi inaudible.

El silencio inunda toda la habitación y no sé si es porque no creen en mis palabras, o porque no han escuchado.

—Se la pasa gritando y ahora le dan ganas de hablar en ese tono —expresa Emil mientras ríe, lo cual me hace cerrar los ojos para decirlo con más facilidad.

—Mateo.

—¿Qué Mateo? ¿El castaño con quien tomamos Biología? —cuestiona Celeste y niego con mi cabeza.

—¿El de Literatura? —pregunta Emil.

Vuelvo a negar y ambos permanecen en silencio por unos minutos, lo cual me hace abrir mis ojos. Los encuentro a los dos con sus celulares en sus manos, tal vez buscando en mis seguidores de Instagram.

—No me digas. —Veo sonreír a Emil y sé que sabe.

Quiero matarlo. Si no hubiera abierto la boca, no estaría en esta situación.

—¿Ya sabes quién es? —averigua Celeste.

—¿Le dices tú o yo?

—Tu primo —suelto sin más.

Sabiendo a la perfección que, si no lo decía yo, lo haría Emil.

—¿Mi primo? —interroga ella, sin creer en mis palabras—. Espera, ¿Mateo Anderson?

—El mismo. —Reconozco el tono burlesco de mi mejor amigo—. Mira que era cierto. Sí lo conoces, y muy bien.

—Espera, ¿qué? ¿Cómo? ¿Por qué? —interroga Celeste.

—Bueno, nunca quieren detalles de lo que hago. ¿Esta vez sí? —Me coloco de pie.

—Obvio —responde Emil de inmediato.

—¿No tienen hambre? Porque yo sí.

Muevo mis pies con rapidez hacia la puerta, antes de que alguno me pueda detener.

—No, espera, Carol —escucho decir a Celeste antes de salir totalmente de la habitación. Sé que no tendré forma de escaparme de esta conversación.

➳➳➳➳➳➳➳➳➳

Termino de contarles los detalles de la noche anterior, o más bien lo necesario. Hay muchas cosas que no necesitan saber, como que no me encontré con Mateo por casualidad en ese bar, sino que fue un plan para reunir a Oscar e Isabela. También me quedé para mí todo lo sucedido en aquella habitación. El silencio predomina en la cocina, mientras estos siguen devorando la merienda que había preparado para nosotros la madre de Emil.

—¿Entonces se van a volver a ver? —rompe el silencio Celeste.

—Puede ser.

—¿Por fin vas a permitirte tener más de tres encuentros con alguien? —indaga Emil.

—No.

—¿Por qué no? Mateo es buen chico y es alguien que en definitiva tus padres aprobarían —comenta Celeste.

Lo cual es cierto, a mis padres les encantaría que estuviera con alguien como Mateo, simplemente por el apellido que porta. Estoy segura de que si solo le presento a Mateo como un pretendiente mío, de inmediato hablarían de boda. Jamás perderían la oportunidad de unirse de manera oficial a los Anderson, porque sí, han trabajado por años con aquella familia surtiendo sus hoteles con el mejor vino. Pero si hubiera un matrimonio, eso les aseguraría que en cada proyecto que pongan en pie los Anderson, ellos serían los únicos proveedores de vinos. Además de que eso les abriría la puerta a muchos más hoteles.

Pero no tengo ningún interés en unirme a alguien en un matrimonio. No quiero a nadie que me controle, suficiente tengo con mis padres. Solo quiero terminar la escuela y luego la carrera de negocios para poder dirigir mi vida.

—No me interesa si mis padres lo aprueban o no. Solo no necesito un hombre en mi vida para que me diga qué hacer, estoy bien como estoy.

—¿Sola y triste? —cuestiona Emil.

Sin dudar le muestro mi dedo corazón.

—Qué agresiva estás —agrega él riendo.

—Además, si estoy sola y triste por estar soltera y no querer una relación, tú estás igual, ¿no? —suelto mientras lo miro a los ojos—.

—Golpe bajo. —Él asiente mientras bebe un poco de su jugo.

—Te lo buscaste —dice Celeste riendo por la situación.

—¿Tú no tienes problema con lo de Mateo? —indago con curiosidad, mirando los ojos miel de mi mejor amiga.

—¿Yo? —Se señala a sí misma—. Para nada. Mateo es un adulto y ambos son libres de hacer lo que quieran —dice ella con rapidez—. Solo cuídate, ¿sí?

—Sí, por favor, no queremos sobrinos por ahora —añade Emil, lo cual me hace asesinarlo con la mirada—. Aunque los suyos saldrían preciosos.

—Rubios y ojos claros —agrega Celeste, y no puedo evitar soltar un suspiro largo ante sus absurdas palabras.

—Siendo sincera, con ustedes no se puede hablar —digo negando con mi cabeza.

Mis palabras los hacen reír a ambos. Pero yo solo me limito a comer lo poco que quedaba en mi plato, tratando de ignorarlos.


------

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro