A veces mi cabeza se encuentra callada.
A veces el cielo solo es el cielo, una escalera es una escalera, una mesa es una mesa, una persona es una persona...

El silencio no te lleva a sobrepensar, a analizar, el silencio tan solo te permite estar ahí, cerrar los ojos y sentirlo en lugar de analizarlo.

A veces el cielo no es un recuerdo feliz que se vuelve tortuoso.
A veces una persona no es el monstruo que te hirió en el pasado, a veces no eres infeliz y desdichado, a veces tan solo... Estas ahí, en ese momento, en ese lugar, en el presente, sin pesos extras, sin cargas físicas ni mentales, sin heridas ni daños, a veces solo eres un ser humano.

Pero en ocasiones el cielo se vuelve tan infinito que te achica de sobremanera, la persona que te hizo daño inunda tu mente con emociones complicadas, las escaleras son los transportes a aquellos lugares profundos y oscuros de tu ser, y la mesa es amplia y solitaria como la vida que llevas.

A veces la alegría aparece con la facilidad de una fría brisa y refrescante, y a veces la tristeza llega fría y pesada con la fuerza de una tormenta sorpresiva.

A veces la balanza se inclina a la felicidad, otras veces se inclina a la tristeza, y la mayoría del tiempo somos simples acróbatas trepando las cuerdas de la balanza para caminar sobre la barra hacia un destino diferente.