Plegarias

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En el mismo verano, las visitas de Gon a la montaña eran tan frecuentes como siempre. Jugar con Killua o entablar una conversación cualquiera con él se podría considerar ya una rutina.

Al igual que sentir el dolor del pasar de los días sobre ambos chicos.

Gon mantenía todavía sus inseguridades, se mostraba como una figura de alegría ante Killua, pero en la casa de su tía era todo lo contrario, se quedaba horas acostado en el suelo sin hacer nada, solo meditaba.

Mito y Abe obviamente notaban ese comportamiento, por lo que cada que podían trataban de sacarlo de su zona de confort.

—¡Gon! ¡Ven a comer sandía con nosotras! —, llamó Mito, desde la terraza.

—Claro —, frotando su rostro con sus manos, el ojimiel fue con su tía y abuela, sentándose en medio de ellas.

Luego de cederle un trozo de sandía, el lugar se mantuvo callado, hasta que cierta voz resonó.

—Sí que este verano ha estado más caluroso de lo habitual —, expresó serena Abe, mirando el cielo—. Tendremos un invierno muy frío este año.

Curioso, Gon observó a su abuela mientras masticaba la fruta, llenándose de cierta duda. ¿Los espíritus sienten frío? Jamás se lo había preguntado a Killua.

—Oh, por cierto, Gon, ¿tienes pensado dónde vas a estudiar la preparatoria? —, indagó Mito, tratando de romper el hielo.

—No lo he planeado todavía —, respondió para luego escupir una semilla.

—¿Por qué no decides estudiar aquí? —, propuso Abe-. Así podrás ir cada que quieras a la montaña, sabemos que te gusta mucho ese sitio.

—¿Quedarme... aquí? —. El corazón de Gon comenzó a palpitar más rápido de lo habitual, si su padre lo autorizaba, tendría la libertad de quedarse, visitar la montaña cada que lo desee y por supuesto, ver a Killua.

Sería lindo ese futuro...

—¿Qué es esto? —, cuestionó el albino, analizando con detenimiento una clase de tela que Gon le había obsequiado.

—Es una bufanda, para el invierno, yo la hice con la ayuda de mi tía —, confesó el moreno, un tanto avergonzado—. Tienes que cubrir tu cuello con ella.

Ligeramente intrigado, Killua colocó la prenda como el contrario indicó, sintiendo una leve picazón.

—Gracias —, mascullo el espíritu.

—No es nada, bueno, me tengo que ir, mi padre no tardará en llegar a la Isla —, comentó—. ¡Hasta el próximo verano!

—Nos vemos —, le despidió Killua, sonriendo con calidez.

Una vez más, se separaban, pero, si todo salía bien, este el último verano en el que Gon se tendría que marchar.

Si todo sale bien...

⏭️⏸️⏮️

La ciudad de Yorkshin lentamente comenzaba a adaptar un clima helado por el invierno, aún así, los estudiantes debían de ir al colegio.

Gon, inexpresivo, miraba el infinito a través del cristal de una ventana. No quería pensar en nada. Solo dejaba escapar su cálido aliento que conseguía empañar ligeramente el vidrio.

—Freeccs —, le llamó un chico desde la puerta—. ¿No piensas ir a la clase de biología?

Turbado, el moreno solo asintió ligeramente, recogiendo sus pertenencias de su pupitre.

—Iré en un momento —, pronunció.

—De acuerdo —. Suspirando, Leorio decidió dejarle. Él sentía una gran necesidad de estar vigilándolo, nunca ha tenido la curiosidad de averiguar porqué, y no requería esa respuesta por ahora.

⏮️⏸️⏭️

—Gracias por la comida —, vocifero sin ganas Gon, levantándose del comedor en dirección a su cuarto.

—Apenas y tocaste la cena, niño —, señaló Ging.

—No tenía hambre —, se defendió Gon, frente a las escaleras.

—Sí tu lo dices.

Y una vez más, Ging dejó pasar los pensamientos de su hijo, era un adolescente después de todo, los cambios de ánimo son bastante habituales en esta etapa, según él.

—Quizás deba hablar con él... ¡Mierda! —, descuidado, el ermitaño no notó que la punta de su bufanda estaba sobre su plato de arroz.

El ojimiel, en su habitación, soltó un bufido al cerrar la puerta tras de sí, acabó por dejarse caer lentamente a través de la madera.

Sí que estar enamorado era complicado.

Tan claro como el agua, Gon tenía sentimientos amorosos hacia el albino. Le gustaba Killua. Lo único malo es que habían muchos inconvenientes, podría hacerlos a un lado y disfrutar pero, la prohibición de tocarlo era su mayor impedimento.

Cayó en un abismo de dudas y temores.

Se abrazó a sí mismo para para confortarse, peor es nada.

—Killua... Me pregunto si yo también te gusto —, susurró hacia la nada Gon, formando una larga curva en sus labios-. Rezo para que sea así.

Recordar aquella mirada turquesa, junto a su voz melodiosa, le mantiene a flote.

Él está seguro en poder superar todos los obstáculos que tenga que enfrentar junto a Killua.

↘️⏺️↙️

Un martes por la mañana, Gon emprendió su caminata hacia la escuela, seguía sin ganas de hacer nada, su mirada era opaca y respiraba a través de su boca, dejando ver su aliento en el aire gracias al frío que hacía.

—¡Freecss! —, le llamó por enésima vez Leorio, su compañero de clase—. Junta tus pies, hay hielo en el piso.

El moreno, desconcertado, bajo su vista al suelo, afirmando la advertencia recién dada.

—Dios mío, de verdad que eres descuidado —. Bufando, Leorio sujeto el antebrazo de Gon para irlo guiando en el camino.

Parecían padre e hijo.

—Sabes Gon, he notado que últimamente haz estado más distraído de lo normal, o sea, siempre has sido así pero... —. Y siguió hablando y hablando, pero Gon no lo escuchaba.

La voz se perdía en el eco de sus pensamientos.

"Quiero ver a Killua".

En Isla Ballena el invierno fue mucho más brusco, en especial en las montañas, donde cierto chico albino descansaba en la entrada del bosque, cubriéndose el cuello con una linda y cálida bufanda color verde.

"Si todo sale bien, podremos tener un futuro juntos"

×|×|×|×|×|×

El dedo en el gatillo comienza a dudar su disparo
Pues es tu futuro al que estás apuntando
Quizá deba intentarlo, quizá deba rendirse
Porque cuando la bala sea libre y expies tus pecados
Tú no podrás jamás regresar al pasado

~TK~

¡Heya! ¿Qué tal? Este es el penúltimo capítulo de este libro (súper feo), yeah, el siguiente según yo estará listo en unos días, gracias por su paciencia.

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