15. Burst

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El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente.

-Lord Acton.

XV

Mi espalda todavía está contra la pared, mi respiración pesada y desigual. La sensación punzante aún corre por mis venas, por mi piel y mi abdomen bajo. Parpadeo un par de veces, tratando de organizar mis pensamientos. Shadow acaba de irse después de habernos besado.

Nos hemos besado.

«¿Qué pasa conmigo? Él es un Purasangre, mi enemigo natural».

Me froto la cara. Tal vez fue la sed de sangre, eso es normal cuando te estás alimentando. Exhalo un poco de aire, saboreando el aroma de Shadow en mi lengua.

—¡Ah! —golpeo la pared. Luego, observo cómo los raspones y dedos rotos sanan más rápido de lo que jamás he presenciado. Su sangre es así de poderosa, ¿eh?

Necesito enfocarme en lo que realmente importa ahora, no tengo tiempo para pensar en besos prohibidos. Mi hermano... necesito una explicación. Él dijo que nunca me odiaría porque yo era su hermana pequeña. Por lo tanto, ¿qué pasó que cambió su opinión? Sostengo mi cabeza, sintiendo mi cabello deslizarse entre mis dedos.

No importa lo mucho que intente centrarme en Milosh, es difícil olvidarme del beso cuando todavía tengo el sabor de Shadow en la boca. Su sangre es rica y cargada de poder antiguo. Los vampiros generalmente anhelan poder y sangre, por lo tanto, si las dos cosas se juntan es un paquete delicioso.

Desafortunadamente, también recuerdo la frialdad en el aroma del Purasangre; cómo ha disfrutado asesinando vampiros. La sensación de poder y superioridad que experimentó. Me pregunto cómo se sentiría ser tan poderoso, saber que puedes terminar con la vida de alguien en un abrir y cerrar de ojos y que nadie puede retarte.

Salgo a tomar aire fresco y me sorprende no ver a nadie en la playa. Lyla o Aidan tienden a pasar el rato allí, pero no esta noche. Hace un poco de frío, así que me abrazo y miro hacia el cielo, observando las estrellas. Un fuerte trueno resuena por todo el lugar, nubes oscuras comienzan a cubrir la luna, oscureciendo la noche. Una tormenta eléctrica se aproxima.

¿Qué fue lo que pasó, Milosh? ¿Qué hice para que me odiaras tanto?

Un ruido proveniente del bosque llega a mis oídos; me aventuro a través de los árboles, adentrándome más en ellos. El viento azota violentamente las ramas, levanta las hojas del suelo y las hace volar. Los rayos iluminan el lugar por un segundo, permitiéndome ver una figura a varios metros de mí. La oscuridad vuelve, pero puedo ver a través de ella. Es un vampiro, uno antiguo.

—Este es el territorio del clan de las Almas Silenciosas —informo con tanta seriedad como me es posible. El vampiro lleva puesta una capucha que no me deja ver su cara.

—Hmm, definitivamente has crecido. —Una voz femenina sale de esa capucha.

—¿Quién eres tú? —pregunto, cautelosa; ella da algunos pasos hacia mí.

—Recuerdo cuando eras solo una molesta niña pequeña. —La mujer baja su capucha, sorprendiéndome; es extremadamente hermosa, con un llameante pelo rojo y los ojos negros que acompañan unas facciones pulcras. Su vestido es del mismo color de su cabello, con un corsé que aprieta su pequeña cintura y hace que sus pechos casi salten de la tela. Cuando mi mirada se encuentra con su cuello, me congelo. Tiene esa marca circular en su pálida piel, lo que solo significa una cosa: es una Purasangre.

—¿Quién eres tú?

—Una vieja amiga. —Ella me sonrie, un colmillo mostrándose—. No debería estar aquí, pero tenía curiosidad sobre ti. —Le doy una mirada precavida. ¿Me conoce de antes? Recuerdo las palabras de Shadow: «Hay mucha gente que no recuerdas, Morgan».

—¿Te conozco? —Necesito preguntar incluso cuando tengo la sensación de que esa Purasangre no es buena. Ella mantiene su sonrisa mientras desaparece y luego la siento detrás de mí.

—¡Humm! El aroma de Shadow... —susurra en mi oído. Me doy la vuelta y pongo distancia entre nosotros— Qué afortunada eres. —Se lame el labio inferior. ¿Conoce a Shadow?

—No voy a preguntarte de nuevo. ¿Quién eres?

Ella me dedica una sonrisa que luce tan falsa como la amabilidad en su tono.

—Sandra.

De repente, la mujer emite una ola de poder de su cuerpo y me envía volando hasta que me estrello contra un árbol; mi espalda hace un sonido quebradizo espantoso, arde y duele.

—Pero todavía eres débil. —Puedo escuchar la satisfacción en su tono.

Parpadeo un par de veces, tratando de aclarar mi vista, y la veo dirigirse hacia mí. Necesito levantarme, pero me cuesta, así que lo hago lentamente. Ella me está haciendo sentir débil con sus poderes. ¡Malditos Purasangre y sus habilidades mentales!

En un movimiento rápido la mujer envuelve su mano alrededor de mi cuello y me levanta del suelo. Ella lo aprieta y puedo ver la sonrisa malvada en sus labios rojos. Luego me lanza a un lado, y vuelo en el aire hasta que aterrizo sobre mi espalda. Me siento, mareándome.

—¿Por qué eres tan débil? —Se arrodilla frente a mí y me levanta por el pelo. Siento su aliento en mi oreja—. Porque eres patética —murmura con un tono sádico.

—¡No me toques! —exijo mientras trato de patearla y alejarla de mí, pero su agarre en mi cabello se afianza.

—Eres una pequeña criatura patética. —Es evidente el desprecio en su tono antes de que me empuje al suelo.

Algo duro golpea mi cabeza; me pongo de pie tan rápido como puedo, lo cual es más lento de lo que espero. Un líquido caliente baja por el lateral de mi cara hasta mi cuello.

«Sangre», pienso, y toco entre las hebras de mi cabello para confirmarlo. Extiendo la mano frente a mi visión borrosa y observo con dedos temblorosos la sangre carmesí manchando mi pálida palma.

Una sensación horrible recorre mi cuerpo cuando veo mi propia sangre. Mis músculos comienzan a palpitar y a temblar. Un familiar dolor frío se enciende dentro de mi pecho. Mi garganta arde, quema y duele como si hubiera tenido sed durante semanas, mis labios se secan.

¿Qué está pasando? Parpadeo una y otra vez ,porque todo lo que puedo ver es oscuridad y sangre. Sostengo mi pecho, tratando de respirar, y me lamo los labios desesperadamente. Los rayos iluminan el lugar por un segundo y miro a Sandra parada frente a mí, luciendo confundida.

El dolor dentro de mi pecho aumenta y me hace soltar un grito, así que lo sostengo con más fuerza.

Cierro los ojos tratando de controlar las sensaciones que me invaden. Pero empeora... Imágenes sangrientas pasan rápidamente a través de mis párpados cerrados.

—¡No! —grito cuando abro los ojos y no veo nada; es como si estuviera ciega. El dolor sigue latiendo dentro de mí, expandiéndose por mi cuerpo.

—¡Mierda! —Escucho a Sandra decir en alguna parte—. ¡Cálmate!

Ella sigue gritando cosas, pero sus palabras no tienen sentido para mí. Es como si estuviera hablando un idioma que no entiendo. Todo mi cuerpo está frío y temblando. Cada vez que parpadeo, mi vista cambia a imágenes horribles.

Sangre...

Gritos aterrorizantes...

Dolor...

Quiero cerrar los ojos, pero no puedo. Las imágenes comienzan a ser más claras.

Veo a una mujer cubierta de sangre con un vestido blanco y largo que sonríe y baila sobre cadáveres. A algunos les faltan partes del cuerpo; veo brazos y piernas mutilados por todo el suelo.

—¡No! —exclamo, tratando de quitar esas imágenes de mis ojos. Dolor real y cruel está invadiendo cada parte de mí. Lágrimas cálidas y sangrientas ruedan por mis mejillas—. Duele... —logro decir. Es como si recuerdos borrosos atacaran mi mente. Escucho voces y gritos dentro de mi cabeza.

«Es peligrosa...», dice la voz de una mujer.

«Debemos matarla».

«¡Padre!». Mi propio grito desesperado dentro de mi cabeza me sorprende. «Por favor, deténganse». Mis súplicas hacen que mi corazón se encoja.

«Mi hija. Mi legado», su tono es glacial. «Recuerda, el amor solo te debilita». Niego con la cabeza tratando de detener las voces y los recuerdos. Me cubro los oídos, pero no funciona. «¡Odia! ¡Morgan, odia! Y serás más fuerte».

—¡No! ¡Detente, por favor! —grito cuando el dolor en mi pecho parece quemarme desde adentro hacia afuera. Caigo de rodillas, apretando los puños con desesperación. Siento olas de energía dejando mi cuerpo. Aprieto mis ojos, pero las imágenes no me abandonan.

Destrucción...

Incendios...

Gente gritando...

Gente muriendo...

Sangre...

Dolor...

«El dolor es necesario, hija mía».

Dolor...

Odio...

«Deberás odiar y ser más fuerte».

Perdido...

Frialdad...

«Ninguna felicidad es eterna, así los vampiros no pueden experimentarla».

Necesidad...

Tristeza...

«Destruye, mi pequeño pájaro. Destruye».

Miedo...

Desesperación...

«Matar es un placer», sus frías palabras se repiten dentro de mi cabeza.

—¡No, por favor! —grito tan alto como mis pulmones me permiten. Puedo sentir la presencia familiar a mi alrededor, pero no veo nada más que imágenes horribles.

SHADOW

No me he alejado lo suficiente de la guarida de Morgan cuando siento ese poder tan familiar en el aire.

Aparezco dentro del bosque para encontrarme a Sandra aterrorizada y petrificada.

—¿Sandra? ¿Qué mierda estás haciendo aquí? —le pregunto, pero está demasiado asustada para hablar. Aidan aparece a mi lado.

—¿Qué ha pasado? —pregunto con urgencia.

Sandra no habla, solo señala con un dedo detrás de mí. Me volteo para ver a Morgan temblando; está extremadamente pálida, sus pupilas dilatadas y sus ojos... Están completamente rojos. Sangrientas lágrimas ruedan por sus mejillas.

—¡No! —grita, sacudiendo la cabeza como si estuviera tratando de quitarse algo de la mente—. Duele...

Oleadas de energía salen de ella y envían ramas y hojas al aire. El viento descontrolado y poco natural azota su cabello, y los destellos de rayos y la fuerza de los truenos aumentan a medida que su aura crece. Doy un paso adelante, pero Aidan me detiene.

—No podrás acercarte a ella. Tenemos que intentarlo al mismo tiempo, así, mientras su escudo intenta detener a uno de nosotros, el otro puede detenerla —me explica. Y tiene razón, pero no me gusta verla sufriendo, no cuando sé que los peores recuerdos de su existencia la atormentan.

—¡No! ¡Duele! ¡Duele! —grita ella, y una fuerte ola de energía hace que los tres demos varios pasos hacia atrás.

Morgan cae de rodillas, cerrando los puños, temblando. Sé que no puede vernos, el poder y los recuerdos la ciegan.

—Está empeorando. —Aidan me mira, es hora de tratar de llegar a ella antes de que se salga de control. Los árboles comiezan a crujir a nuestro alrededor.

—¡No! —Sus gritos están llenos de dolor y miedo, está sufriendo; tengo que detener su padecimiento, sus alaridos me atormentan.

Comparto una mirada con Aidan y él asiente, corre rápido hacia el lado derecho y yo hacia el izquierdo. Una ola de energía sale de ella, arrancando varios árboles de raíz y enviándolos hacia nosotros. Los esquivamos con dificultad. Aidan trata de tocarla, pero el escudo de Morgan lo aparta con fuerza. Esa es mi oportunidad; aparezco frente a ella.

Le sostengo la cara con ambas manos.

—Morgan —la llamo, pero ella no parece escucharme. Está inhumanamente fría al tacto—. Morgan. —Sus ojos rojos se encuentran con los míos por un segundo, pero ella no parece verme.

—¡No! —jadea de dolor de nuevo.

Sé lo que tengo que hacer, tengo que cubrir sus ojos. Su escudo me empuja y me hace dar un paso atrás. El poder que emana es extraordinario y antiguo. Aparezco detrás de ella para que su mirada no pueda usar su escudo contra mí. Envuelvo mis manos alrededor de su cintura y uso la otra para cubrir sus ojos. Siento su sangre caliente manchando mi mano; ella ha estado llorando demasiado. Su poder se intensifica, casi congelando mi piel, hiriendo. Morgan se estremece mientras trata de soltarse de mi agarre, pero la sostengo con más fuerza.

El viento, los rayos y los truenos comienzan a disminuir. La giro para hacer que me mire, está realmente débil. La tristeza que me atraviesa me sorprende. El rojo de sus ojos se desvanece, el color jade volviendo, pero su pequeño rostro está cubierto de sangre por todo lo que ha llorado. Ella levanta su mano lentamente y me acaricia la cara sobre mi máscara.

—La insipidez de la muerte nos brinda la solución —susurra, cerrando los ojos. Su cuerpo inerte cae en mis brazos.

Siento la ira correr por mis venas porque heescuchado esas palabras antes, de la boca de Brorian Von Buzten, el padre deMorgan. Él dijo eso antes de intentar matar a su propia hija.

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