Capítulo 19: Corazón

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Nagisa

-- ¡Mayu! ¿Qué haces aquí?, No escucho a tu padre... -- De repente ella solo me abrazó y de inmediato pude sentir su dolor y angustia.

La pequeña en mis brazos lloraba y no parecía querer separarse de mí. Respondí el abrazó y sobe su cabeza con cuidado, sintiendo el viento rodearnos. Era obvio que algo había pasado al igual que la primera vez que nos conocimos, su corazón estaba asustado y buscaba que alguien la protegiera, tenía una profunda tristeza y confusión, demasiados sentimientos negativos para una niña tan pequeña. La cargué con la poca fuerza que tenía y la llevé adentro para resguardarnos del viento que comenzaba a soplar.

Dejé que llorara un poco en mi regazo antes de limpiar sus lágrimas y mirarla a los ojos. Le sonreí de la forma más sincera que pude y junté nuestras frentes.

-- Estas a salvo – le susurré sin despegar nuestras frentes -- ¿Tienes hambre? Tengo un poco de Curry esperando por ti.

...

Mayu daba cucharadas pausadas y pequeñas, sus ojos estaban muy hinchados e hipaba por el llanto de vez en cuando, yo estaba frente a ella esperando a que terminara de comer. Cuando acabó su voz sonaba muy apagada y deprimida, incluso no quiso comer dulces lo cual me preocupó más.

-- ¿Te has peleado con alguien? – pregunté retirando sus platos.

-- ¿Quién te lo dijo? – preguntó muy bajito, casi inaudible.

-- Me lo contó un pajarito – me hinqué en frente de ella y tomé sus manos entre las mías.

-- Siento que hice algo malo, Nagisa...

-- Bien, veamos qué podemos hacer – dije poniéndome de pie y sentándome a su lado para escuchar su relato sin soltar sus manos.

Escuché con cuidado su situación y no pude evitar sentirme culpable por no haber estado con ella cuando necesitaba mi consejo. En verdad era un tema delicado y ninguno de los tres supo cómo manejarlo, al final ellos eran niños, incluso para un adulto eso era difícil de tratar o razonar. Mayu comenzó a llorar de nuevo y la abracé dejando que se sentara en mis piernas para comenzar a arrullarla.

-- Mayu – Ella me miró con sus ojos llenos de lágrimas y su cabello alborotado. Aparté su fleco dejando su frente descubierta -- ¿Tu quisiste lastimar a Asami?

-- ¡No! Es mi amiga, nunca haría eso.

-- Entonces está bien. Te diré una cosa que aprendí a lo largo del tiempo, Mayu. Las palabras son muy poderosas, tanto que han creado y destruido imperios enteros, muchas veces las palabras correctas pueden curar los corazones rotos o terminar de romperlos. Lo peligroso en las palabras es que a veces uno desea decir y transmitir emociones hacia los otros, sin embargo, estos pueden ser mal interpretados, ya sea por el momento en que se dicen, el lugar o la manera. Las palabras están vivas Mayu, y controlarlas es la cosa más difícil del mundo – Me miró detenidamente intentando encontrarle sentido a lo que decía – pero no les tengas miedo, al final las palabras son la única manera en que nos comunicamos entre nosotros. Con el tiempo sabrás usarlas.

-- ¿Entonces qué puedo hacer? – preguntó limpiando sus lágrimas con las mangas de su suéter.

-- Puedes comenzar con un "Lo siento" Esa es una de las palabras más poderosas que existen – dije golpeando levemente su nariz.

-- Gracias, Nagisa.

-- De nada.

Me abrazó y por supuesto, le correspondí. Llené de besos sus mejillas y dejé que se sentara en la cama junto a Jack. Me dirigí hacia la puerta y percibí las tonalidades violetas y rojizas en el cielo, me preocupé al notar que ya comenzaba a anochecer, y estaba segura que como la primera vez, Akabane estaría como loco buscándola. Saqué el celular que Kaede me había dado, sin embargo, no tenía la más mínima idea a que número debería marcar o dirigirme; suspiré resignada a guardarlo, pero una llamada entró de sorpresa. Yo nunca recibía llamadas y las únicas que llegaba a tener eran de Kaede, pero al no poder ver su foto supuse que era un número desconocido.

Cuando contesté no me sorprendí en lo absoluto en escuchar la voz de Karma gritar desde el otro lado del teléfono.

-- ¡NAGISA! ¡Mayu está...! Yo... -- se oía bastante alarmado y preocupado, tal como la primera vez.

-- No te preocupes Akabane, está aquí conmigo. Y antes de que preguntes, no, no sé cómo llegó hasta aquí. Estaba haciendo unas cosas cuando sentí que alguien había llegado, estoy tan sorprendida como tú.

-- ¡¿Y ella está bien?!

--Sin ningún rasguño – lo oí resoplar aliviado del otro lado.

-- Iré para allá.

-- Sé rápido. Ella te necesita.

-- ¡¿Entonces está herida?!

-- Para nada, solo necesita a su padre a su lado. Necesita buenos consejos y yo no soy quien para darlos.

-- Te equivocas, Nagisa.

Me sorprendí ante su respuesta, sonaba completamente seguro de sí mismo.

-- Eres más importante para ella de lo que te imaginas, lo que sea que le digas, ella te creerá. Para nosotros, ya eres parte de nuestra familia.

No encontré respuesta coherente ante su reacción. Aquella calidez en mi pecho se volvió a instalar al igual que un enorme vacío. Estaba completamente confundida.

-- Te estaremos esperando – logré decir una vez fuera del trance.

La llamada colgó y yo me recargué en el pórtico recibiendo el viento en mi cara. Cerré los ojos y entré de nuevo a la cabaña. Ahí se encontraba Mayu jugando de un lado a otro; podía oír los ladridos alegres de Jack y sus risas. En verdad la cabaña tenía un toque diferente con todo el ruido que había, no era molesto, al contrario, te contagiaba de una alegría inexplicable; el lugar siempre suele estar en silencio y en una paz sepulcral, digna del calabozo que era. Pero ahora llena de risas parecía un sitio completamente distinto.

Fue en ese momento que reaccioné y me alarmé un poco al pensar en que él podría venir en cualquier momento, más con la noche tan cerca. Llevé mis manos al pecho apretando fuertemente, implorando porque Akabane llegara rápido y ambos pudieran irse evitando un encuentro desagradable. Unos leves jalones en mi falda me sacaron de mi letanía y al notar como Mayu me invitaba a jugar con ellos sonreí; de nada servía preocuparme en ese momento, confiaba en que Akabane llegaría pasara lo que pasara. Atrapé a Mayu entre mis brazos y ella comenzó a reír mientras forcejeaba, una vez se soltó corrió por toda la casa y mi trabajo era atraparla de nuevo.

Cuando nos cansamos preparé un poco de té mientras Mayu pintaba en una de las libretas que traía en su mochila. Pude notar claramente como sus ojos luchaban por mantenerse abiertos; y no me extrañaba, había llorado demasiado, además de llegar sola hasta aquí y jugar un rato.

-- Por cierto Mayu, ¿Cómo llegaste hasta aquí? -- Le pregunté mientras la acostaba en la cama para que durmiera cómoda.

-- No lo sé... -- respondió con dificultad para mantenerse despierta – Supongo que mamá me trajo hasta aquí. Había muchas mariposas y solo pude pensar en llegar, estoy segura, que mamá me guio hacia acá. Papá dice que mamá siempre nos cuida y creo que ella sabe que tú también nos cuidas Nagisa – Sus ojos se cerraban involuntariamente y tomo mi mano entre sueños – Quédate con nosotros, Nagisa—susurró antes de quedarse completamente dormida.

Sujeté su mano con más fuerza y la acerqué a mi frente, como si estuviera sosteniendo un rosario al hacer la oración.

-- Yo también quisiera eso, dulzura... pero yo solo les traería mucho dolor. Ustedes no merecen a alguien como yo – Susurré.

Aquella presión y vacío en mi pecho creció rompiéndome desde adentro lentamente, sin siquiera dejarme respirar en paz ni un minuto. Ahora estaba segura que debía terminar ese trabajo cuanto antes y desaparecer por completo de sus vidas; no quería aceptarlo, pero ambos se habían vuelto muy importantes para mí y no soportaría que les pasara algo por mi causa. Debía de protegerlos a toda costa.

-- Manami, si es cierto que los proteges, ¿Por qué los trajiste a mí? Yo solo destruyo lo que toco. Yo no soy nada tuyo, ni creo poder serlo en la otra vida; pero te lo ruego, no dejes que les pase algo.

...

Para cuando Akabane llegó a la cabaña yo me encontraba recogiendo las cosas que Mayu y yo habíamos tirado en medio del juego. Me acerqué a él y no tenía que tener una gran visión para darse cuenta del lamentable estado en el que se encontraba. Pude notar su saco arrugado y desalineado, al igual que su camisa y corbata, parecía haber estado trabajando demasiados estos días. Antes de que lograra escapar de mí, como era su nueva costumbre. Logré atrapar su mano para poder leer un poco de él. Su corazón estaba más que agitado por la carrera y el cansancio era enorme. Le sonreí para darle ánimos y el me devolvió el gesto aunque también acarició mi cien atravez de la venda y paso su mano por mi mejilla cariñosamente para después ir a revisar el estado de su hija.

Llevé mi mano a mi mejilla sintiendo la calidez que su tacto había dejado. No comprendí el gesto, y ese tacto no logró transmitirme algún pensamiento, como si el mismo lo hubiera bloqueado, no le di importancia alguna. Así que lo seguí para luego invitarle un poco del té que había preparado. El pobre estaba exhausto y con justa razón. Me contó lo que había hecho en sus 3 días de ausencia con un tono de lamentación casi como un aullido, no pude evitar reírme al ver el entusiasmo con el que me dijo que todo había salido bien, parecía un niño pequeño.

Noté su mirada sobre mí y yo solo ladee la cabeza en respuesta. Un poco antes de la última vez que nos vimos, había estado actuado muy extraño y era inevitable no notarlo, pero a pesar de que en ocasiones había logrado atrapar su mano no obtenía respuesta alguna, sus emociones en esos momentos eran tan confusas que no podía interpretarlas de ninguna forma. Y ahora que había tocado mi mejilla, sus emociones eran completamente calmadas, pero aun así indescifrables, me pregunté si estaba enfermo o tenía algo grave que decirme. Me preocupaba la posibilidad de una enfermedad o algo por el estilo. Pero preferí no preguntar por la confianza que supuestamente nos teníamos.

Su mirada intensa más que incomodarme me ponía un poco ansiosa y el pareció notarlo así que cambió drásticamente de tema. No pude evitar contarle aquello que había pasado con Asami en la escuela.

-- ¿Te duele? – preguntó señalando su propia cabeza haciendo referencia a la venda

-- No, para nada

A pesar de que no mentía, Akabane me miró con preocupación y parecía querer decir algo, pero se detuvo al leer la tristeza en mis ojos. Él sabía que por más que quisiera no podría ayudarme

Cuando terminamos el té, levantamos y lavamos las tazas. Hacíamos algunos chistes y me disculpé por no poder ofrecerle un baño caliente para que se refrescara un poco, me preocupaba el hecho de no tener ropa de cambio para prestarle, aunque también le ofrecí un prestarle un vestido, a lo que él se negó rotundamente. Seguimos platicando un momento hasta que me preguntó cómo me entretenía si no tenía televisión.

-- Pues tengo una radio.

-- Ay Nagisa es una abuelita – dijo fingiendo voz aguda.

-- No empieces – lo amenacé.

No tardó mucho en buscar el aparato y encenderlo.

-- Escuchas puras estaciones viejas – se quejó mientras movía la antena y cambiaba constantemente de estación.

-- Perdóname por tener un amor a los clásicos.

Se detuvo en una estación que nunca había escuchado y en ella había música algo movida. Por lo que comenzó a bailar de la nada, claramente me reí, pero no tardó mucho en jalarme y obligarme a bailar con él. Por supuesto intenté escaparme por todos los medios posibles, pero incluso Jack parecía haberse confabulado con él y cerrarme el paso. Cuando no me quedó de otra opté por seguir el ritmo de la música, aunque nunca en mi vida había bailado; como era de esperarse del demonio, se rio de mí, pero aun así me alentó a seguir bailando.

Era vergonzoso, muy vergonzoso; pero me sentía libre.

Cuando la música acabó ambos nos sentamos rendidos y riéndonos; por supuesto tanto nuestras risas como el audio de la radio estaban a bajo volumen para no despertar a Mayu, aunque Akabane me aseguró que dormía como piedra. Respiramos un poco hasta que el locutor puso una canción un poco más lenta y calmada. No note cuando Akabane se levantó y me ofreció su mano para bailar de nuevo.

-- Si no sé bailar las movidas, mucho menos las lentas – le aseguré negando repetidas veces.

-- Vamos, no lo hiciste tan mal. Además si tú me enseñaste a hornear, yo te puedo enseñar a bailar.

Me resigné y tomé su mano sintiendo de nuevo aquello que albergaba en su interior. Era apacible como una laguna, sin ningún ruido; pero sabía que debajo del agua había algo escondido, muy bien guardado, pero presentía que no era peligroso. A pesar de que intentaba entrar en ella, algo no me lo permitía, no sabía si era porque el mismo Akabane me lo restringía o yo sentía una inmensa tristeza al romper el apacible paisaje ante mí. Ahí, dentro de su corazón, él quería mostrarme tranquilidad y amabilidad sin dejarme explorar que había más allá y yo, no quería averiguarlo, no si él no lo deseaba, yo estaba bien ahí. Contemplando la lisa superficie del agua.

Mis pasos eran torpes y el intentaba guiarlos torpemente también, a diferencia de cuando cocinábamos bajo sus reglas, él era un desastre enseñándome a bailar. Cuando la canción terminó, sentí como la superficie del agua tembló cuando acercó su mano a mi mejilla de nuevo. Pero fue solo un efímero instante. Acarició mi mejilla con el mismo cariño indescifrable que la vez anterior y se alejó de mí lentamente.

...

"La curiosidad mato al gato" le dije cuando lo vi bajar por las escaleras que llevaban al sótano. "Pero murió sabiendo" simplemente me dijo. Él había querido explorar la cabaña de arriba abajo, pues le daba curiosidad su construcción y esas cosas, por suerte no tenían nada ahí abajo que realmente me comprometiera y las cosas de él estaban perfectamente escondidas. Con el pasar de las horas supe que él no iba a volver y esperaba que fuera así por algunas semanas más, así podría terminar el trabajo a tiempo.

Porque si, a pesar de todo lo que había sucedido, mi decisión estaba hecha, debía protegerlos y desaparecer. Era la única forma. Y no cambiaría de opinión, solo quería aprovechar el poco tiempo que aún me quedaba para disfrutar con ellos.

Pero olvidé el factor más importante, el que había regido toda mi existencia. Y es que, las cosas nunca son buenas y siempre la oscuridad ocultará la luz, porque lo único que la vida siempre me gritó a la cara, era que nunca pasaría lo que uno cree que pasaría.

Karma

Era un pequeño sótano con algunas cosas guardadas ahí, como herramientas, cobijas y algunos instrumentos del hogar, al igual que la cabaña en general se encontraba muy vacío. Creía poder encontrar más cosas una vez abajo, ingenuamente pensé que algunas respuestas estarían ahí; si Nagisa no quería darme respuestas yo tendría que buscarlas por mi cuenta y ese fue el objetivo en primer lugar.

Al hacer un recorrido rápido por la cabaña me di cuenta de varias cosas. La primera es que no era grande, para nada. Solo contaba con tres cuartos: la cocina, un baño y la sala/habitación. Y en ninguno de aquellos lugares pude encontrar algo que me diera evidencias de lo que pasaba en ese lugar, el sótano era mi única esperanza de encontrar algo relevante.

La poca luz que se colaba desde la trampilla no me dejaba mucho que ver. Así que resignado a no haber encontrado nada me dispuse a subir. Sin embargo un ruido en el fondo de la habitación llamó mi atención. Desde el fondo de mi interior recé porque no fuera alguna cucaracha; y no, no era porque les tuviera miedo a las cucarachas, era que simplemente... me daban asco.

Moví un pequeño estante donde había algunas cobijas y me encontré con algo que llamó mi atención. Era una pequeña caja de zapatos escondida hasta el fondo, por su aspecto supe que era muy vieja, pero había algo más que llamó mi atención. Estaba más que seguro que detrás del estante que había movido había más cosas.

Así que intentando hacer el menor ruido posible lo empujé y no pude evitar exclamar una grosería cuando vi lo que ahí e ocultaba. Eran armas de todos los tamaños y calibre, unas de ellas incluso eran de categoría militar, demasiado especiales, caras y pesadas para pertenecer a Nagisa. Había muy poca luz debido a que la trampilla había quedado muy lejos. Abrí la caja y tente papeles que pude identificar como impresiones, fotografías y un gafete, sin embargo por la poca luz no pude leer nada de lo que había ahí. Me quise acercar a la salida para poder leer. Pero cuando vi al pulgoso bajar rápidamente por la trampilla me sorprendí un poco

-- Perdóname

No me dio tiempo de reaccionar cuando la oscuridad invadió por completo el lugar.

Nagisa

Esperaba a que Akabane salieras de su pequeña excursión cuando Jack empezó a ladrar, y en ese momento yo también me había dado cuenta de que alguien estaba en la montaña. No supe cómo reaccionar, había bajado tanto la guardia que no noté cuando recién ingresó, y estaba muy cerca de la cabaña como para obligar a Akabane a irse. No había tiempo para detenerse a pensar, el sonido de sus paso, el olor fétido a alcohol y su risa de maniaco se oían a metros de distancia.

Jack se metió en el sótano sabiendo lo que venía.

-- Perdóname – susurré antes de decidir tirar la trampilla y cerrarla con candado.

Cuando Akabane se dio cuenta de su encierro comenzó a golpear la trampilla con fuerza gritándome. No perdí tiempo y corrí la cortina que estaba enfrente de la cama ocultando a Mayu, esperando que él no pudiera encontrarla bajo ninguna circunstancia. Acomodé lo más rápido que pude para después acercarme a la trampilla arrodillándome para poder hablar con Akabane

-- Por favor, te lo suplico, no hables ni trates de detener lo que vaya a pasar.

-- ¡Nagisa! ¡Abre! – gritaba mientras golpeaba frenéticamente.

-- Te lo ruego, confía en mí por última vez.

No pasó mucho para que la voz de él resonara en la entrada.

-- ¡Estoy en casa Nagisita!

>>Manami, si en verdad los proteges, no dejes que nada malo les pase<<

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Esa canción en el encabezado es la que suena en el radio cuando bailan , y la verdad está bien hermosa raza 🥺🥺 

Lastima que no dura mucho XD

Morra/osssssssss ya se viene la parte fea y no estoy lista para esto :c  mi coranzoncito no va a poder con tanto dolooor AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

Pero bueno cada quien escoge su manera de morir, ya ni modo :p

Recuerden celebrar el mes patrio (para los que son de México) y si no eres de México celébralo también, aquí nadie discrimina ahre 

Besitos en sus colitas, chao

Edit: ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Raza me acabo de dar cuenta que estamos en el no. 4 de Karmagisa!!!!!!!!!!!! Y yo me pregunto ¿Cómo pasó esoooo? Esta historia esta super fea jajaja, o sea, si me hace feliz, pero no entiendo, según yo hay historias mucho mejores jajajajaja


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