Capítulo 7: Los Akabane

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Nagisa

Me senté en una banca del parque a esperar a que algo pasara. Realmente no sabía por dónde buscar a Akabane. Nunca había que tenido que lidiar con un problema como este, así que varios detalles sobre la información de aquella familia se me habían olvidado preguntar. Cerré mis ojos con cansancio y suspiré pesadamente. Jack ladró como si leyera mis pensamientos así que lo abracé y le hice mimos mientras seguía en mi aburrido letargo.

-- Desearía que dejara de nevar – dije mientras sentía los copos de nieve caer sobre nosotros y el frío calar los huesos – Jack, ¿Crees que este sea un buen trabajo? – le pregunté para ganarme un ladrido – Lo sé, pero es muy difícil. Si me preguntas preferiría estar en casa tomando té.

De nuevo ladró y ambos suspiramos.

-- ¿No sería genial otra vida? – Le pregunté ganándome un ladrido afirmativo – Es una lástima que no pueda ser... -- le respondí quitándole importancia a mi comentario y sintiendo como Jack se subía en mí y me lamia el rostro.

Me reí, hacia muchas cosquillas.

-- ¡¡NAGISA!! – escuché a lo lejos y vi a Mayu junto a Akabane a las entradas del parque en el que me encontraba.

-- Así que esto es lo que haces en tu tiempo libre – agregó Akabane con sarcasmo.

Me delaté un tiempo en darme cuenta de que Jack estaba sobre mí lamiéndome mientras yo estaba acostada en la banca siendo aplastada por mi propio perro. De inmediato me avergoncé e hice que Jack se bajara. Aclaré mi garganta y me levanté sintiendo como Mayu me abrazaba con fervor.

-- Hace muchísimo que no te veo.

-- Yo también – respondí acariciando su cabeza.

-- ¡Hay que jugar juntas! – dijo mientras jalaba mi vestido.

Detrás de ella venía Akabane, y por su frecuencia supe que no estaba muy feliz.

-- Dos semanas.

Su presencia asesina se podía palpar.

-- S-si...

>> ¿Por qué a mí?<< pensé mientras lloraba internamente. Este hombre da mucho miedo.

Caminamos por el parque entre la nieve. Jack tiraba de la correa y yo platicaba con Mayu acerca de su día en la escuela. Ella era muy entusiasta y a pesar de que no le gustaban mucho algunas materias, contaba todo con mucha alegría y actitud positiva. En ese momento me di cuenta del porque Akabane no había sido comido aún. La energía que irradiaba de esta niña era demasiado fuerte, tanto que incluso a mí me deslumbraba.

La mirada penetrante de Akabane nos seguía desde atrás, y me pude imaginar cuantas maldiciones me estaría lanzando por haberlo hecho esperar. Supongo que los funcionarios públicos no son gente que ame esperar...

-- ¡¡Y PUM Yoichi terminó con la cabeza en la tierra!! Eso le pasa por burlarse de mí y luego...

-- Dulzura, ¿Por qué no juegas en la nieve con Jack? Desde que te vio ha querido jugar contigo.

-- ¡Está bien!

Busque alguna otra banca para sentarme y quitar la correa del collar de Jack dejándolo libre de ir a jugar entre la escarcha. Escuchaba los pasos pesados de Akabane acercándose preparándome mentalmente para lo que venía. Probablemente me reprocharía por tardar tanto tiempo en buscarlo.

-- Fue demasiado – acerté.

-- Lo siento, en verdad no estaba en condiciones de salir de mi casa. Pasaron algunas cosas... – respondí sinceramente un poco asustada por su tono fúnebre de voz.

-- Entonces, ¿Cuál es el plan? – preguntó de nuevo con voz grave mientras sentía como se sentaba en la banca.

Su presencia era muy pesada y yo solo podía pedir acabar con esto rápidamente e irme.

-- El que ya te había dicho. Hay que identificar aquello que, además de ti, la tenga atada a este mundo. Los objetos que aún tienen un gran arraigo a ella.

-- Explícate.

-- Cada objeto que tenemos o los lugares que visitamos guardan alguna emoción nuestra, y cuando las emociones son fuertes los espíritus tienden a aferrarse a esos objetos con fuerza impidiendo que se vayan. ¿Has oído de las casas embrujadas? Pues, son perfectos ejemplos, las personas aman tanto su hogar que no quieren dejarlo. Hay que identificar aquellos objetos que tengas las emociones más fuertes y romper las ataduras que hay en ellos. Algo así como exorcizarlos.

-- ¿Y funcionará?

-- Bueeno... esperemos que si – Me miró con una ceja alzada -- ¡Oye yo no soy la que decide sobre tus emociones! El deseo de tu esposa es algo muy ambiguo y yo no puedo solucionarlo – me levanté para quedar a su altura – La felicidad se obtiene de varias maneras, pero si y solo si se quiere obtener. Tal vez yo te pude dar el empujón que necesitas para ello, pero al final todo está en tus manos... Al final yo... yo tampoco tengo idea de cómo ser feliz... -- bajé la mirada por unos instantes para después volver a mirarlo con firmeza – Así que seguiremos el plan esperando a que funcione.

-- No estoy muy convencido acerca de esto...

-- Ni yo,... solo queda rezar para que todo salga bien...

Mayu y Jack estaban armando un muñeco de nieve. Mayu hacía el cuerpo y Jack y el pajarito buscaban ramitas y algunos adornos.

-- Es un perro muy listo.

-- Sí que lo es, por eso hemos logrado sobrevivir.

Antes de que formulara otra pregunta Mayu y los otros se nos acercaron.

-- Tengo hambre – dijo mayu ganándose el apoyo de los animalitos.

-- Hay que ir a casa, ahí comeremos algo – dijo Akabane levantándose mientras sacudía la nieve de sus piernas.

-- ¿Nagisa puede venir? – preguntó mientras se aferraba a mi vestido.

-- E-esto yo... no creo que se buena idea... -- objeté.

>>No debo relacionarme mucho con las personas<< pensé.

-- Por favor Nagisa, si vienes podrías enseñarle a mi papá a hacer las tartas de fresa del otro día.

-- Así que solo para eso la quieres. Aprovechada – dijo Akabane con sorna comenzando una discusión con su hija.

-- ¿Cómo sabias que las hice yo? – pregunté interrumpiendo su pelea.

-- Solo lo supuse, cuando lo probé supe que era tuyo. Sabía... rico – me respondió para volver a su pelea.

Me sorprendí de sobre manera con su respuesta.

>> Esta niña es aún más especial de lo que creía<<

Cuando era más joven Koro-sensei me había dicho que había muchas cosas en el mundo difíciles de entender; más si se insiste ver con los ojos y no con el alma. Abrir tu corazón y mente era el primer paso para aprender a convivir con seres sobrenaturales. Según él había dos clases de personas vivas que podían interactuar con ese mundo; los primeros eran personas como yo, aquellos que tenemos la habilidad de verlos y escucharlos. Nos encargamos de cumplir sus deseos y tranquilizar sus corazones, esa era nuestra única función. Y los otros... eran personas realmente raras, incluso en el mundo de los espiritistas. Aquellos que podían sentir más allá de lo que conocemos como "realidad". Pueden escuchar a los demás seres vivos aunque no sean humanos, incluso hablar con la naturaleza; su intuición es aún más aguda que la de las personas como yo y siempre van acompañados de la buena fortuna. Ellos eran los únicos que podían exorcizar demonios. Es posible que...

La miré de nuevo y lo pensé mejor. Por lo que sé para que ese tipo de personas se den deben venir de una línea sanguínea casi pura... de inmediato pensé en su madre.

>>Imposible...<<

-- ¿Nagisa?

Mayu sonaba preocupada mientras tomaba mi mano y tiraba de ella.

-- ¿Vienes? – preguntó Akabane

Desperté de mi ensoñación tratando de no pensar más en ello y los seguí. Tal vez en la casa de Akabane tendría más oportunidades de encontrar pistas. Coloqué la correa de Jack en el collar y dejé que guiara mi camino. En ese momento mi oportunidad de volver a casa se había esfumado.

...

Con solo dos horas de estar en aquella casa me di cuenta el por qué no habían logrado hacer un pastel exitoso en toda su vida. Si bien Akabane y Mayu eran muy buenos cocinando, las cosas dulces eran definitivamente su punto débil.

No solo se la pasaban discutiendo en la cocina acerca de las cantidades, si no que ninguno parecía querer seguir la receta. Cada quien agregaba lo que quería en las cantidades que quería. Los Akabane eran un dolor de cabeza. Rasque el puente de mi nariz y me adentré al campo de batalla en el que se había convertido la cocina. Tomé a ambos de los hombros y con la sonrisa más sombría que pude poner les propuse cocinar algo sencillo. Ambos de inmediato me miraron con terror y sin alegar aceptaron.

Como no conocía el lugar y la cocina olía al estofado que se estaba calentado – ambos Akabanes habían cocinado la comida y yo era la encargada del postre – no me podía ubicar correctamente y tampoco era como si Jack pudiera entrar a la cocina – apenas cabíamos los tres cómodamente – así que me las arreglé para pasar desapercibida durante el proceso. A manera de "juego" hice a Mayu mis manos, de esa manera ella se encargaba de pasarme los ingredientes y los utensilios. Sin embargo aunque el plan era casi perfecto Akabane era demasiado perspicaz, en ningún momento dejó de mirarme acusadoramente. Sentía sus ojos clavados en mi espalda durante todo el proceso.

-- Está listo – dije poniendo la bandeja con cupcakes frente a ellos.

Al probarlos ambos comenzaron un silencio sospechoso y escuchaba algunas risillas. Quise enfocar mi vista para poder ver sus caras, pero era inútil. Así que decidí esperar a una reacción verbal.

-- ¡Estoy agradecida de poder estar viva hasta el día de hoy! – exclamó Mayo con la boca llena.

-- ¡Decidido! ¡Desde el día de hoy eres nuestra pastelera oficial! – declaró el mayor igual con la boca llena.

-- N-no gracias – respondí incómoda.

-- Acepta. Te daremos una cama cómoda y tres comidas al día – agregó Akabane dando otro mordisco.

-- Yo puedo sacarte a pasear – dijo Mayu mientras comía.

-- ¡¡NO SOY UN PERRO!! – grité avergonzada.

Mi grito hizo que ambos se rieran con sonoramente y yo tuviera ganas de golpearlos con lo más cercano que tenía. Siguieron así por un rato hasta que Mayu me dijo:.

-- ¿Por qué no le enseñas a mi papá a cocinar dulces? Este año quiero comer algo más que pastel quemado.

Esa última frase desató otra pelea entre ellos. Dándome la sensación de que tal vez así eran todos los días de sus vidas. Creí que Akabane sería el primero en negarse, pero sorprendentemente apoyó la idea de su hija. Me ofreció un pago extra por las clases y la verdad es que no me vendría nada mal. Lo pensé un momento y al final Jack quien estaba a mis pies ladró feliz así que acepté. Sería la primera vez que le enseñaría a alguien a cocinar.

Sonreí mientras escuchaba una nueva discusión de fondo y suspire recargándome en la pequeña barra en donde ellos habían comido anteriormente. De pronto un viento cálido me envolvió poniéndome alerta. Eso no provenía de ningún lugar cercano. Busqué con la mirada el origen, aunque todo estaba borroso me esforcé por encontrar algún indicio.

Claramente vi sobre una repisa un brillo para nada normal y me acerqué para bajar lo que sea que estuviera ahí. Al parecer los Akabane – Que parecían niños discutiendo – no habían notado nada. Tras algunos platos encontré un cuaderno de notas y lo abrí, acerqué mí vista lo más que pude para lograr leer.

"Akabane Manami"

Al hojearlo me di cuenta que era un libro de recetas ilustrado a mano.

>> Que tierno<< pensé antes de resguardar la libreta en mi pecho y recitar unas palabras que mi maestro me había enseñado. De inmediato vi claramente como unos delgados hilos color dorado aparecían. Por un momento creí que tendría que hacer algo más para romperlos, sin embargo, nada más aparecieron se rompieron dejando a la libreta sin nada. Me sorprendí por lo fácil que había sido pero aun así lo deje pasar.

>>Estaba en lo cierto, esta familia es... interesante<< pensé mientras ponía la libreta en su lugar >>Si sigo relacionándome con ellos algo pasará, pero aun no estoy segura si es bueno o malo<<

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Escenas super hermosas que adoro escribir UwU

Pues la recomendación de hoy es que si rompen un plato y non quieren que nadie se entere, tírenlo en la basura y sacudanla para que los  vidrios vayan al fondo y nadie los vea. Y reza porque nadie los encuentre antes.

Besitos en la cola, chao

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