🌌 CAPÍTULO 12🌌

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Esto... Hace mucho no... ¡Joder!

En el reflejo del espejo de mi habitación veía a una chica de sonrisa encantadora y destellos en sus ojos. Absolutamentetodo en ella exclamaba fascinación. Sus cabellos oscuros fueron domados por fin por el cepillo, alisados y ahoraobtenían mucho brillo. Mechones rebeldes caían por los ojos de la chica de manera atractiva. Un poco de rubor y basehacían de las suyas con el rostro tierno, un delineado básico adornaba y, para terminar, un pintalabios rosado que apenassí se notaba. Así le gustaba a ella: simple. Su atuendo tampoco estaba mal, todo lo contrario: traía una corta blusa violetade escote y con finos tirantes que simulaban a diamantes, un pantalón negro algo holgado con cadenas plateadas de lasque colgaba un pequeño candado y llave como accesorios —eligió eso para darle toque divertido a su pantalón.

Estaba claro que la chica amaba la ropa holgada, e hizo que la blusa le quedara lo más apretada posible para darlecontraste con el pantalón. Le gustaba la mezcla de colores oscuros y los pequeños pendientes de corazón que traía.

 La chica era yo, fascinada conmigo misma, contemplando a esa Kaela que creí haber perdido por Ethan. Olvidé porcompleto cómo era sentirse atractiva al verme al espejo, qué tan genial era vestirse para mí misma, o el simple hecho demaquillarme para resaltar. Todas esas costumbres las dejé de lado, y ahora Erika me estaba ayudando con la causa. A mi lado, la morena toda maquillada me observaba y daba brinquitos en silencio. Estábamos en mi habitación despuésde una hora de compras y esperábamos a Fred, quien encantado aceptó asistir a la cena. No sería algo de lo másespecial como una cena navideña, pero mi madre se estaba esforzando muchísimo en la cocina y mi padre no dejaba desalir a buscar los ingredientes que mi madre pedía. Emily, por su parte, estuvo todo el tiempo encerrada en su habitación.

—¡Mi mejor amiga es una diosa! —exclamó Erika con una sonrisilla de oreja a oreja.

—Hace mucho no me vestía así.

 Comencé a dar vueltitas en frente del espejo, a hacer muecas o simplemente a tocar mi cabello. ¿Cómo diablos hizoErika para que quedase liso?

—¡Has hecho magia conmigo, Erika!

—Es fácil hacer magia con alguien que ya se ve estupenda, Kae.

—¡Gracias, gracias, gracias!

 —Esas cosas no se agrade...

—¡Shh!

Antes de dejarla procesar, me lancé a ella para abrazarla por segunda vez en el día. ¡Estaba tan contenta! La apretujé y sequejó un poco, después solo aceptó el abrazo y pasó sus brazos por mi espalda suavemente. Vamos, Erika era de esascariñosas que se hacían las de tripas corazón.

 —Deberíamos hacer una sesión de fotos —propuso, y aunque yo no amaba las fotos hicimos una sesión tan larga que eltimbre de la casa sonó y ya teníamos más de cien. Sí que Erika era intensa con las fotos; parecía ser de las que no setomaban ninguna, pero en realidad tenía la galería llena.

Antes de bajar las escaleras, recordé que tenía algo para ella. Resulta ser que en el centro comercial no la dejé ir a lasección de lentes y gafas de sol, pues en un momento yo fui sola y le compré lo que por mi culpa perdió. Fue lo menosque pude hacer por ella, y tomar mi mesada para darle un detalle a mi amiga era un gasto más que necesario, un gestomuy lindo.

—No me vayas a matar, ¿vale? —dije, teniendo las manos en mi espalda para que no viera los lentes—... pero te quiero daralgo.

La morena enarcó una ceja, confundida. No le di tiempo a pensar, simplemente le mostré lo que traía en manos y surostro fue primero de desconcierto porque odiaba los regalos, después de sorpresa y más adelante abrió la boca parahablar y las palabras no se le salían.

—Yo... —intentó decir cuando le coloqué los lentes de manera que no le incomodaran.

—Ya sé que me lo agradeces —le dediqué una sonrisa—, no tienes que decírmelo.

—Gracias, mejor amiga —completó con otra sonrisa, enrojeciéndose incluso debajo de su maquillaje. Ella se sonrojabacon todo, me había dado cuenta de ello.

—De nada, mejor amiga.

En adelante, bajamos como cohetes al primer piso con la intención de abrir la puerta. En el pasillo aparté a Emi porqueella quería abrir y continuamos hasta el salón, donde las tres nos quedamos de piedra. Nos miramos unas a las otras;Emily estaba en medio de Erika y yo.

—¿Y ahora qué? —preguntó Erika, nerviosa—. ¿Le abrimos a Fred?

—¡Claro que sí! —chilló Emily, y fue cuando me di cuenta de que...

—¿Se puede saber por qué te has maquillado y echado tanto perfume, enana?

Mi hermana se hizo pequeñita en su lugar y sonrío con nerviosismo. Dio pasos atrás y la tomé de la muñeca.

—Yo... creo que me debo ir ya...

—Enana, no te vas.

Sus piernas se hicieron gelatina.

—P-pero...

—No te vas —ordené una vez más—. ¿Mamá te ha visto con el maquillaje?

—No, ni lo hará.

Me volteé a Erika, rogando con la mirada aquello que ella entendió de inmediato. Le imploré que la ayudara, porque mipobre hermana parecía una payasa con esos kilos de base que la hacían parecer muerta en vida y el rubor exagerado endonde ni siquiera debía ir. Al final suspiré cuando Erika se dirigió a su habitación para ayudarla a, al menos, verse comouna chica de catorce años normal y no como una niña de cinco que juega con el maquillaje de mamá.

Reuní valor, ni siquiera sabía por qué estaba tan nerviosa, y abrí la puerta para quedarme quieta viendo una figura alta enfrente de mí. Fred, con su gran altura, esa tarde iba mejor que nunca, mostrando sus brazos ejercitados en una camisagris de mangas cortas. Parecía tener frío, por lo cual me pregunté por qué no traía un abrigo, pero le dije adiós a mispreguntas. Su cabello oro estaba peinado hacia atrás, dándole un toque más atractivo y dejándome contemplar sus ojosverdes y ese destello azul tan característico.No disimuló que me repasó y se asombró por mi cambio. No lo juzgo, sí me veía diferente. Tras unos segundos desilencio, metió las manos en los bolsillos de su pantalón gris oscuro y bajó la mirada para verme, tan enanita. Me regalóuna sonrisa maliciosa, o eso aparentaba porque claramente no lo era.

—Guau, niña, te ves guapísima —fue lo primero que me dijo, ocasionando que me sonrojara solo un poco.

—G-gracias, Fred.

—Prefiero que me digas Fredy, ¿sabes? —se apoyó en el umbral de la puerta, curioseando hacia adentro como si...

—Erika está en el segundo piso, Fredy —informé, sabiendo que era lo que a él lo tenía tan nervioso. Se volteó a mí, riendoun poco por lo bajo.

—Está bien —intentó restarle importancia, sin embargo su sonrisa boba lo delató cuando Erika apareció detrás de mí,suspirando y notando la presencia de Fred.

De pronto los tenía a cada uno en el mismo pasillo que yo, pero a la vez parecían estar solo ellos dos, comiéndose conlos ojos y sin disimular lo nerviosos que estaban. Mordí mi labio inferior para no reír. Erika se sonrojaba y me veía dereojo como pidiendo ayuda, Fred ni siquiera pestañeaba, estaba ocupado pasando su vista por todo el cuerpo y rostro deErika.

—Hola... Fred —murmuró Erika, tragando saliva.

Fue comiquísimo ver que, de repente, Fred volvió al mundo y dejó de estar nervioso. Era como si ya lo hubiera superado.Pestañeó varias veces y se acercó a nosotras para darnos un beso en la mejilla —en realidad, a Erika le dio uno en elcomienzo del labio, pero me hice la que no vi.

—Hola, hermosa —saludó Fred, acomodando un mechón rebelde en la oreja roja de Erika, quien ya no sabía ni qué decir.

Supuse que yo estaba ahí de adorno, así que cerré la puerta y me fui a adornar la cocina para dejarlos a solas. Ayudé a mimadre hasta que Erika y Fred se unieron a la causa e iban charlando con nosotras mientras hacíamos la mesa. Mi padrebajó las escaleras con Emily, quien ya se veía normal y no dejaba de babear con Fred —el pobre ni lo notaba, estuvo todoel tiempo fijándose en Erika.Cenamos todos juntos, escuchando las historias que mi padre y Fred contaban para mantener la armonía y destrozar elsilencio. Reímos y comimos a más no poder.

Fue divertido, claro que sí, porque incluso mis padres amaron a mis amigos,pero... ¿Cómo explico ésto? Me hubiera gustado invitar también a Galen. Aunque, en realidad, la noche anterior le había invitado y, como siempre, mesalió con una excusa, pues no era la primera vez que le pedía que fuera conmigo a algún lugar. Le había pedido quesaliéramos al parque alguna tarde, o vernos en una cafetería por las mañanas; a todo se negó. Sentía necesario que mis padres también lo conocieran. Por alguna razón, él se había convertido en alguien importante yaquello me obligaba a pensar en cosas como... «¿A Galen le agradarían mis amigos, de los que tanto le cuento? ¿Sesentiría nervioso al conocer a mis padres? ¿Cómo se presentaría ante todos?»

Daba igual lo que quisiera; Galen solo era mi amigo en las noches. Siempre fue así.

 Me entristecí un poco por ello en la cena, no obstante Fred me hizo reír a carcajadas y olvidarme de esas cosas. Era ungran comediante. También fue divertido verle tirándole indirectas muy directas a Erika y hablando poco de su familia conmis padres; solo habló de su madre y su hermana menor, Giselle.

Como dato importante, he de informales que en el comienzo de la noche se anunció algo que, aunque al principiopensábamos que era mentira, en el noticiero confirmaron: la cuarentena en la noche ya no sería obligatoria. Éso era algode lo que hablaban por las calles, y ahora ya era en serio. ¡Genial! Eso me subió el ánimo. De igual manera, terminando de cenar, Fred se ofreció a llevar a Erika a su casa. Ella, hecha una gelatina y con loscachetotes rojitos, terminó accediendo.

Oh, sí que los shippeaba.

 Me pareció una gran oportunidad no cambiarme de ropa esa noche. Tenía un pequeño plan trazado en mi mente y lo llevéa cabo en cuanto mis padres se acostaron a dormir y mi hermana se encerró en su habitación. Tuve la oportunidad y laaproveché, saliendo de casa pareciendo criminal pretendiendo salir de la cárcel, o al menos así me hacía sentir laadrenalina de cada noche.

Y, hablando de noches, esa en particular me di cuenta de que hacía noches atrás los llantos dejaron de ser problema. Enmi barrio, además de viejas chismosas que instalaban cámaras no para los ladrones, sino para curiosear en los jardinesajenos, habían bebés recién nacidos que desde antes de la cuarentena no paraban de llorar en las noches. Ahora todo erasumo silencio, como si se pusieran de acuerdo para dejar de llorar por lo que quedaba de mes. De ésta forma, encompleto silencio, salté el muro del parque y me quise imaginar cómo estarían mis piernas cuando pasara uno o dosmeses más; estaría toda musculosa como La Roca por tanto ejercicio.

 Esos pensamientos a veces son sinsentido.

Intenciones tenía de sentarme en el césped a esperar a que Galen apareciera mágicamente por detrás como si fuese unDios; dichas intenciones no tuvieron fruto porque nada más acercarme al centro del parque vi a Galen jugando con Luna,quien se enfurruñaba para hacerlo reír a carcajadas.

Una carcajada. Otra carcajada. Hasta que se volteó y me vio; pareció que no creía lo que tenía en frente, que me tenía enfrente. Su expresión de sorpresa y que lentamente se acercara intentando grabar cada detalle de mí, dejando que susojos brillasen y sus labios se entreabrieran ante mi cambio. Fui yo quien quise grabar su reacción en mi mente.

 Tal vez, si pudiera haberlo fotografiarlo y colgar su foto en un cuadro, le pediría que no borrase esa sonrisa, porque ocasionaba la mía como si fuese un encendedor que prendía una llama, o tal fácil así como si sus hoyuelos fueran suficiente para querer admirarlos.

No solo él se llevó la sorpresa por mi nuevo estilo, sino también yo al ver que en ésta ocasión sus brazos ejercitados eranocultos por la tela de su abrigo oscuro, un abrigo de dos bolsillos que no recordaba habérselo visto.

—¿A ti te dolió caer del cielo, no es así, princesita? —interrogó de pronto, haciéndome dar cuenta que en un pestañeo yatenía su nariz a centímetros de la mía.

—¿Qué rayos dices, Galen?

—Es que pareces una diosa.

Sin previo aviso, tomó mi mano y retrocedió. Extendió mi brazo hasta arriba y me obligó a dar vueltas como bailarina, deseguro para repasarme mejor. Ese simple acto más que curioso me hizo reír por lo bajo, animada.

—¿Antes me veía tan mal, señor-frases-de-internet? —bromeé, haciéndolo reír también.

—Antes te veías increíble siendo esa chica con cabello desaliñado, pero ahora te veo tan radiante y contenta por tucambio que puedo asegurar que todas tus versiones me encantan.

Galen solía apreciar mi belleza con o sin maquillaje, y eso me dio confianza para que yo comenzara a hacerlo también.

—Me sorprende la facilidad con la que me haces sonreír, Galen.

—Estudié Arte de sonreír para ser tu mejor amigo.

Aunque me agradó lo dicho, un poco dolió, no obstante no fui capaz de decirme a mí misma que deseaba ser más queamiga de Galen; me gustaba, lo admito, pero yo no me gustaba a mí y eso no estaba bien. Eché ese pensamiento dequerer ser algo más al bote de basura de mi mente y sonreí.

—¿Cuánto sacaste en esa clase?

—Dame los puntos tú.

—Te mereces un cien, Galensito.

—¿Y como amigo, cuántos merezco?

—Mil... supongo. ¿Y yo?

—Cuenta cuántas mariposas hay en el mundo y tendrás la respuesta.

Un pequeño guiño a que le había comentado lo mucho que amaba las mariposas, con sus alas tan gloriosas y la maneraen la que parecían pintadas con pinceles diminutos y colores bien escogidos. Qué fascinante cuando alguien recuerdatodo lo que le dices; Galen y yo éramos de ésos pocos.

—Aunque en realidad, princesita... —interrumpió mis pensamientos, haciendo que dejase de girar. Parada, el mareo hacíaimposible que viera el suelo plano y mis pasos fueran más que torpes, por lo que terminé arqueada con mi columna en subrazo, mientras con facilidad me sujetaba y me hacía mirarlo a los ojos—, si hablamos de puntos, no puedo dejar dedecirte que de preciosa tienes tantos como estrellas en éste cielo.

Con su otra mano señaló al cielo cubierto de estrellas, un cielo que estaba segura que pocos apreciarían por estardurmiendo, mientras yo solo era capaz de contemplar que la oscuridad perdía la batalla contra las brillantes estrellas quebañaban el cielo como si estuvieran pintadas sobre él con el objetivo de irradiar luz.

—Y yo no puedo dejar de recalcarte lo genial que me haces sentir, Galen.

Él giró su rostro hacia mí, haciéndome notar lo mucho que debía bajar su mentón marcado para mirarme a los ojos. Aveces me preguntaba por qué en muchas ocasiones me decía que mis ojos le parecían divinos, si en realidad eranmarrones y aburridos; al contrario de los de él, que en ese instante el verde tenía tanto brillo de nostalgia y tristeza comomostraban sus labios.

A pesar de su sonrisa, mostraba más que una perfecta hilera de dientes: me enseñaba loentristecido que estaba por algo y, como contradicción, lo feliz que le hacía tenerme ahí. ¿Cómo me sentía yo en ese momento? Quería quedarme en sus brazos para siempre, a pesar de que necesitaría un pocode agua por lo roja que me encontraba.

—Si mi compañía te hace sentir bien, supongo que debería decirte lo que ha pasado por mi mente ésta tarde.

Ambos nos sentamos en el césped, pues sabíamos que una larga charla se acercaría. Y yo no podía explotar más de unafelicidad inmensa porque me dejó apoyar mi cabeza en su hombro mientras Luna, quien se había perdido todo ese rato,comenzó a intentar cazar luciérnagas en frente de nosotros.

—Cuéntame sobre ello —pedí, viendo a Luna frustrarse por no alcanzar la altura necesitada para cazar a las pobresluciérnagas. Supuse que Galen estaría riendo mentalmente por eso.

—He pensado que me has contado muchísimo de ti y que, ahora que presiento que nuestra amistad es... —tomó sussegundos para suspirar, como si se le hiciese difícil continuar— algo más... especial... Lo más justo sería que tambiénsupieras de mí.

Si digo que mis ojos no se abrieron como platos, mentí rotundamente como mi hermana cuando se comía mis Oreos y leechaba la culpa a mi oso de peluche. En cuestión de segundos estaba gritando y haciendo fiesta por dentro, aguantando una sonrisa que se me quería salir yesas incontrolables ganas de gritar de emoción por lo dicho por el chico misterioso que, seguramente, dejaba de ser tanmisterioso. Intenté hacerme la que le restaba importancia, claro que sí, pero que exclamara lo siguiente me delató:

—¡Cuéntame algo sobre ti!

Escuché su risa melodiosa mientras se cerraba la cremallera de su abrigo negro. Parecía divertido aunque aun tenso portener que decirme algo sobre sí mismo. ¡Pero yo no impediría que me contase algo, cabe recalcar!

—Vale —accedió enseguida, intentando esconder su poca incomodidad y controlar su mano que quería acercarse a su nuca, como gesto típico de él—, pero por cada cosa que te cuente debes... no lo sé... solo debes callar y... caminar a mi lado.

 —¿Lo de caminar es necesario? —hice una mueca exagerada.

—¿No te gusta caminar ahora?

—No es eso, solo es una enfermedad llamada vagancia.

—A mí me encanta caminar para alivianar el nerviosismo, pero si no quieres está bi...

—Olvídalo, sí quiero —me levanté rápidamente, sacudiendo mi trasero con las manos y viéndolo levantarse con unaamplia y encantadora sonrisa.

—Es cómico cómo cambias de opinión tan rápido.

—Quiero que me cuentes algo estando cómodo. Anda, camina, querido amigo.

Y así comenzamos una caminata bajo la luna que ahora parecía casi inexistente. He de admitir que Galen se tardó variossegundos en contarme algo, pero lo entendía a la par que no lo entendía; podía comprender que se le hiciera difícil desahogarse, pero a la vez no me entraba en la cabeza que haya tardado más de tres semanas en confiar en mí para contarme más.

—Mi relación con mis padres solo fue buena a mis quince años —comenzó a contar, subiendo el tono cuando ya tenía las riendas de su poca timidez—. En mi etapa de adolescencia hice tantas locuras como pude, y me arrepiento de todas ellas,pero de la que más me arrepiento es de...

Un suspiro. Cerró los ojos un minuto, caminando y confiando en que yo lo guiaba al tomar con vergüenza su mano paramostrarle apoyo. Ni siquiera noté cuando mis mejillas se incendiaron por el tacto.

—Tuve una pelea con mi padre y todo se salió de control. Desde entonces nuestra relación se enfrió y no hemos sido losmás cercanos. Soy un cabeza hueca y lo admito. Él me cuidaba más de lo que podía y yo, cuando no lo ignoraba, lo trataba como basura. Tardé muchísimo en darme cuenta de lo estúpido que estuve siendo con él. Fue demasiado tarde.

«Si pudiera elegir a su hijo menos favorito, ése sería yo, sin embargo... yo no lo preferiría por encima de nadie.

Sentí que apretó suavemente mi mano y seguimos caminando sin rumbo fijo, solo hasta donde el viento nos llevara. Esas pisadas improvisadas que no sabíamos a dónde nos llevarían eran las mejores. Escuchaba con atención y no pretendía pedir que me contase más de lo que él estaba dispuesto a decirme.

—Y mi madre... ella es una mujer increíble, pero también fui injusto con ella. Me advertía de cosas que yo, cabeza hueca, ignoraba, y al final del día se hacían realidad y debía pedirle ayuda. Sé que está ahí para mí. Me pregunto si ella sabe lo mismo.

Vi de reojo su sonrisa, una sonrisa y una mirada perdida que jamás pude descifrar. Sentía un torbellino por dentro al oírlo,y veía que esas tres o más semanas le sirvieron para tomar valor y hablarme de sus problemas sin que se le quebrara lavoz. Qué valientes aquellos capaces de desahogarse manteniéndose serenos. Creo que así, justamente así de sincero, me gustaba más.

—Y no sé si de sirva de algo saber ésto —dijo, mirándome a los ojos—, pero además de leer también disfruto de tocar guitarra y bailar aunque, aquí entre tú y yo, si trabajara bailando moriría de hambre.

Por su tono, ambos terminamos quitando la tensión para reírnos al unísono del viento que azotaba muy despacio suscabellos castaños.

—Adoro los juegos de cartas —confesó—. Mi hermana solía ganarme siempre; no es lo mío, pero era divertido verla restregarme en la cara que había ganado.

Admiraba, a ese punto, su habilidad para notarse sereno y hacer que yo no notase ningún sentimiento satisfactorio o malo en su rostro.

—Mi última mascota fue un cachorro.

—Amo los cachorros.

Nos sonreímos y volvimos al frente.

—Su nombre era Mateo —me carcajeé de él, haciéndolo rodar los ojos—. El nombre no lo elegí yo, ¿vale? —se excusó—. La cosa es que... le construí una casita de madera en el patio trasero de la casa. Tengo una ligera obsesión con ése patio y el roble donde cuelga de dos sogas un columpio; mi parte favorita de ahí.

«En mi habitación colgué un cuadro blanco. Literalmente, era completamente blanco. No lo entiendo a éste punto, pero me relaja verlo y recordar a mi abuelo, quien decía que la vida empieza siendo un cuadro totalmente blanco al que tú y tus acciones le dan color.

Realmente estaba disfrutando oírlo soltar tantas trivialidades que, cuando te pones a pensar, tienen una linda importancia para él. Podría escucharlo horas y horas, o grabarlo y reproducirlotantas veces hasta que se me haga imposible olvidar cada palabra que usó.

—Antes tenía la mala costumbre de escuchar las opiniones de quienes no me soportaban; hace bastante me hice el sordo y comencé a escucharme solo a mí. Cuando escuchas tantas cosas malas sobre ti, terminas dudando de tu personalidad y te lo crees. Me ha ayudado no escuchar más que las cosas buenas, solo que con mis padres debí hacer una excepción.

«También, fuera de éstas trivialidades aburridas, quería decirte que ahora éste es mi lugar favorito —se detuvo en seco, señalando con el dedo índice a mi pecho, aun sonriendo— y no hablo del Parque de Invierno, sino de tu corazón. Porque deduzco que, como mismo tú eres VIP en mi corazón, yo lo soy en el tuyo, por eso te cuento éstas tonterías que a la vez son parte de mí, y no dudes en que a partir de ahora comenzaré a contarte más hasta que puedas hacerme una biografía.

—Creo que es lo menos que merezco, Galen —le devolví la sonrisa—, porque tanto tú como yo sabemos que ésta amistad ya no es... solo amistad, sino...

—Conexión.

—... conexión.

—Pues eso —alcé mi mentón, segura—, que hay algo eléctrico por ahí que me hace necesitar saber de ti.

—Ese algo eléctrico es lo que me hace necesitar a mí contarte, querida amiga.

—Supongo que con lo que me has dicho me conformo —aseguré, dando pasos hacia él. Increíble cómo ya esa Kaela queantes solía tartamudear a veces y enrojecerme como tomate con su presencia, pero ahora estaba acostumbrada y tenía las cosas tan claras como él—, pero queda una cosa que necesito saber.

 —Suponía yo que no sería tan fácil satisfacerte... —bromeó, soltando mi mano de una vez para cruzarse de brazos.

—Es que...

—...Pero solo pregunta antes de las tres..., dos...

—¡Cuenta despacio, pesado!

—¿Ahora por qué me ofendes? Madre mía, ¿eres bipolar? Me están preocupando esos cambios de humor, eh.

—No, no soy bipolar, pero no me presiones —puse los ojos en blanco, haciéndome la indignada aunque en realidad ambosqueríamos reírnos—. Lo que quería preguntarte es... ¿qué opinas sobre los escritos que te di?

Se acordó en ese instante de la libreta que le había entregado y, antes de que me diera cuenta, nuestros pies ya semovían solos de nuevo mientras hablábamos como papagayos de lo que le pareció y lo que opinaba. ¿Resultado deescucharlo hasta las dos de la mañana?: Al día siguiente estaba tan animada que nada podría hacerme perder la sonrisa,e incluso reuní valor para pedir participar al concurso porque Galen me hizo confiar en que podía ganar.

Sus palabras de aliento fueron:

—Princesita, si quieres ser escritora o solo participar en ese concurso de escritura, inténtalo, sé que puedes lograr todoaquello que se te antoje, y no porque seas mi amiga, sino porque sé que sacarás en algún momento a esa chica decididaque llevas dentro. Confío en que ganarás. Confío en ti. Confía en ti.

Y... Mhmm... Digamos que lo escuché atentamente, por ello la siguiente mañana estaba muy contenta escribiendoalgunas cosas en el salón, aunque si soy sincera solo escribí una palabra porque en mi mente solo estaba Galen y esospensamientos de que ese chico cada noche me interesaba más.

Conexión.

Vaya conexión fue capaz de crearse entre nosotros en menos de un mes. Parece loco para cualquiera, eso seguro, peropara mí era real y... Necesitaba que no fuese efímero, porque ya no había manera de sacar al chico ya no tan misteriosode mi mente.

Me pregunto qué me hubiera dicho mi abuelita desde el cielo sobre ésto...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro