Capitulo II

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"Nuestra primera clase tratará de..." Su dedo paseó por su mentón pensativa, ¿Cómo podría empezar su primera sesión de clases? Debía articular algo que a la morena se le quede pegado a la cabeza cómo chicle... Justo cómo Cody.

"Bien, empezaremos con el tema de tu... Obsesión." Movió sus manos fluidamente al hacer mención de algo relacionado de forma minúscula con el castaño, invocando al brillo de los despampanantes ojos de Sierra. "Perdóname que te lo diga, pero no es siquiera amor." Suspiró con dificultad al recordar el etéreo momento que había tenido de entrelazar sus dedos con los ajenos. Había sido casi intangible. "¿cuántas veces tendré que repetirlo...? Bueno, haré las que sean necesarias."

"Y ninguna funcionará ~ " la fémina frunció el ceño. "¡Por qué reconozco que Cody Osito es mi futuro esposo por toda la vida!" Le agobiaba el cómo Sierra se aferraba a Cody con la misma vehemencia de alguien preocupado por la cuerda entre la vida y la muerte al ser una potencial víctima o desgarrador asesino, masacrando a todos a su paso sin piedad y deformando sus facciones delicadas para dejar una obra sangrienta.

"Eso crees tú..." Tartamudeó con pesadez, imaginando la mejor manera de explicar la situación. "¿Has notado que él no te mira con amor cada vez que te le acercas si no con... Incomodidad?"

Parpadeó, dándose cuenta de su mala elección de palabras al percatarse del llanto de la obsesionada. Había pensado en su salud primero así que por ende preparó algo meloso en su casa que reconocía que Sierra adoraba, ya que ella tenía un excesivo gusto por el azúcar justo cómo Cody.

"Eh... Toma, esperaré a que te calmes para explicarte mejor el tema." Le extendió un tazón repleto de helado, pero aunque creyó que esa fue la solución: agonizó descomunalmente porque la inevitable melancolía de su acompañante continuó, exceptuando su tenue paciencia que se quebrantaba con cada norma rota en su mente.

"¡e-eso es mentira!" Su desconsolado llorar le rompía el corazón en mil pedazos a la aspirante a abogada, demostrando empatía por ella y viéndola de un modo diferente a lo que hacían los demás.

"Mira Sierra, si dejas de llorar te explicaré mi propósito." Se aproximó con sumo cuidado al no querer arruinar aún más el tema, sujetando sus palmas mezcladas con las suyas mientras acariciaba con su pulgar las lágrimas que se asemejaban a cristales siendo quebrados. "Yo te... Quiero mucho y odio verte así. Porfavor detente."

"... B-bien." Se secó un poco sus gotas que anteriormente viajaban por sus pómulos con desdén dirigido hacia la azabache. Con ímpetu la pelinegra la arrastró hacia el banco de nuevo, sentando a la mujer antes de que su complexión perfecta cometiera un crimen de odio en contra de ella.

"Mira, es que tú... Simplemente te obsesionaste porque no conoces el concepto de amar. No correctamente al menos." Su comprensión para Sierra era interminable; para otras personas quizá ya estaría manifestando cólera, pero Sierra era su amiga hasta después de la muerte. Eran como Katie y Sadie; inseparables en todos los sentidos.

"Es que... Toda mi vida pensé que Cody me amaba." Bajó su mirada, recibiendo un asentimiento de parte de la conmovida dama. "¡Hasta me teñí mi cabello de morado para representar los moretones de mi Cody Osito!" Eso provocó que su tutora soltará el elemento envuelto entre sus dedos con una expresión estupefacta.

"¿Qué...? ¿¡de dónde siquiera sacaste que eso es amor!?" Posicionó sus extremidades cruzadas intentando ocultar su sorpresa, lo formulado por la morocha era muy enfermizo a su criterio y la verdad que sonaba horrible en todos los aspectos.

"¡El amor es complicado! Pero es lo que siento cada vez que lo veo..." Sus fantasías no se disipan por más que fueran eliminadas una y otra vez, volvían a surgir cómo una plaga para ser el tormento diario de Cody. Juraba que al varón ya le carcomía la presencia de Sierra, carente de privacidad y yendo a los costados de Noah siempre por eso mismo. La cordura era lo que menos que poseía.

"... Bien, realmente creo que tienes el concepto de amor mal." Rascó su nuca, intentando dialogar las sentencias adecuadas para no invocar un escenario emotivo. "El amor es-"

"¿Y tú cómo sabes correctamente eso, señorita maestra...? ¿estás enamorada?" Sus iris perdieron su brillo opacado al oír eso, con un desvaído color deprimido. ¿Cómo se lo podía confesar? Quería romper su amistad ya que deberían ser pareja en vez... O eso era para sí.

"Ajá, tengo una carta para una chica... Que nunca sabrá que es sobre ella." Las memorias de esa nota nunca entregada ni siquiera en el jardín de la de prendas boscosas le divagan su ineludible cobardía intacta. Era inerte ya que nunca daba un paso adelante, siempre fue tonta respecto a los gestos afectivos por su vergüenza y ahora anhela enseñar sobre ello. "¡pero eso no importa ahora!"

En un trayecto escaso, la cercanía era enorme. Sus respiraciones chocaban y las obsidianas se clavaban en las perlas preciosas de Emma. El sonrojo de Emma imponía resistencia en sus cachetes, más por lo gesticulado por Sierra.

"¿Quién te gusta, Emmi?"

¿Qué le respondería ahora? No podía decirle así cómo así porque sin duda se ganaría un rechazo seguro, un nefelibato sentimiento que detestaba padecer.

"... Eso no importa. Te explicaré que es el amor." La apartó, emprendiendo una caminata hacia su pizarrón emanando vibras felices que cobraban por una eternidad.

"Bien, el amor es... Un sentimiento muy hermoso. No sabría cómo explicarlo correctamente pero en mis palabras sería cuando quieres participar en la felicidad de esa persona y verla alegre pese a que tú no lo estés, deseándole lo mejor si termina con otra persona aunque se quedan mal. Siempre el amor viene de las personas que te hacen sonreír y son los mejores humanos sin siquiera intentarlo, brindando esa interminable positividad a tu vida." Eso era una referencia a su latir que cada vez disminuía su pulso, con cada mes que pasaba examinando las cualidades sublimes de Sierra complementarse con las de Cody, ignorando por completo sus sensaciones crecientes que ni siquiera ella sabe cuándo iniciaron pero que le encantaría arrancar, cómo cuando tomabas a una flor de un tallo para convertirla en un racimo; desprendiendo su apariencia bella adherida al piso y guardando el tesoro en tu lista de desbordantes joyas, aunque tus lloriqueos amargos bloqueen todo el astro marchitando la naturaleza a tu alrededor.

"... Wow, eso fue tan profundo." Sierra mantenía su impresión boquiabierta, antes de ser sacudida bruscamente por Emma la cual se contemplaba apurada.

"Hey, vayamos a mi casa... Ahí continuaremos, creo que ya tocó el timbre." Apuntó al objeto a base de vidrio, dónde se visualizaban a los alumnos del instituto escapando del establecimiento cómo era usual.

"... ¡Bien, vamos! No creo que a mi mamá le importe." Fusionó sus yemas con las de Emma, prendiendo el motor de su niña interna que le indicaban el reanudar su historia de páginas escritas con Emma, la cual tenía los nervios a flor de piel.

Mis mamis (me when tmb m gusta el Heatherra 🤣🤣)

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