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¿Es este el final? ¿Podrá hacer este trozo de metal que su corazón deje de latir? ¿Se merece él este trágico final? En parte sí, ya que mucha gente ha sufrido por su culpa, pero él tampoco lo ha hecho queriendo; él no quería hacer daño a nadie, lo único que quería era que le dejaran en paz. Y por culpa de eso, por protegerse, se acababa de convertir en un peligroso fugitivo, es increíble todo lo que puedes hacer en un mísero instante, te despistas un momento y ya estás rodeado por veintitrés policías armados y con una pequeña pero mortal bala delante de ti.

Matt era un niño abandonado en la calle, recogido por un orfanato y adoptado por unos buenos padres pero con muy poco tiempo para prestarle a él, por culpa de muchas horas de trabajo en el bar en el que trabajaban. Constantemente se preguntaba por qué sus verdaderos padres le habían abandonado, tal vez porque no podían cuidarlo y querían un mejor futuro para él; o porque en realidad era un niño el cual nació por error y no querían; o tal vez porque pensaron que su oscuro pelo color rojo sangre era una mala señal o una maldición. Así es, Matt no tenía el pelo de un color normal, su color ni siquiera se podía calificar como pelirrojo, porque era de un potente y metálico rojo. A causa de eso y de ser un chico muy reservado, empezaron a acosarle en el instituto. Al principio eran sólo algunos insignificantes insultos los cuales él ignoraba, pero poco a poco empezaron a darle algún que otro puñetazo y a golpearle con más frecuencia. En cuanto se acababan las clases, un grupito de unas cuatro o cinco personas lo acorralaban en algún pequeño rincón del instituto y empezaban a pegarle mientras le soltaban varios insultos y comentarios dolientes.

Como normalmente a Matt no le gustaba buscarse problemas, lo único que hacía era aguantarse callado y esperando a que se acabara ese mal momento. Pero hubo un día en el que sus acosadores se pasaron de la raya diciéndole una muy mala crítica sobre sus padres biológicos, una frase tan grosera que ya no pudo más; sintió como si de repente explotara, y sacó toda su rabia, toda esa rabia que había estado guardando durante todo ese tiempo, en un fuerte golpe sin destinación fija.

Él sabía que seguramente lo único que conseguiría con ese puñetazo sería golpear el aire, o tal vez con un poco de suerte conseguía como mínimo rozar a uno de esos desgraciados que lo habían estado insultando; pero lo que de verdad no se esperaba para nada, era ver como repentinamente salía una enorme llamarada de su brazo derecho. Por un momento pensó que tal vez eran imaginaciones suyas, o que se estaba volviendo loco; pero cambió de opinión después de ver que uno de los anteriores chicos había empezado a rodar por el suelo y a gritar mientras lo rodeaba un vivo fuego rojizo que lo consumía lentamente. Al igual que todos los otros adolescentes, Matt se quedó en shock; todavía no podía creerse lo que acababa de suceder. Entonces pensó que ya que la llamarada había salido de su brazo tal vez tenía una quemadura, pero en cuanto lo revisó pudo ver con sus propios ojos que su brazo estaba intacto.

Seguidamente volvió a levantar la vista para ver que había pasado con los otros, y al hacerlo vio la espeluznante escena de un chico corriendo pasillo abajo con desesperación y un gran fuego el cual quemaba rápidamente todo lo que encontraba en su camino, al igual que las cuatro difusas siluetas que gritaban desesperadamente dentro de ese dolor rojizo. Poco después una alarma empezó a sonar: la alarma antiincendios.

Matt optó también por marcharse de allí, así que empezó a ir hacia la salida del instituto rápidamente; en cuanto llegó fuera del recinto se encontró a mucha gente, profesores y estudiantes detrás de unas vallas colocadas por los policías, varios coches de bomberos y ambulancias, y unos cuantos policías que estaban hablando con el chico al cual había visto corriendo anteriormente. Él podía ver claramente como el joven les explicaba a los policías lo que había sucedido entre sollozos, y en cuanto vio que repentinamente empezó a señalarle y a mirarle con una mirada llena de desprecio y desesperación, tuvo un mal presentimiento. Y aunque los policías miraban al estudiante con cara incrédula, al final uno de ellos se acercó a Matt y le preguntó si era cierto que él había provocado ese incendio con sus supuestos "poderes", pero antes de que pudiera acabar de formular la pregunta, una oleada de pánico hizo que el chico empujara al hombre para apartarlo de su camino y salir corriendo, provocando así otra enorme llama que empezó a quemar a la nueva víctima. Toda la gente presente allí empezó a gritar y a exclamar cosas en voz alta a la vez, gracias a toda esa confusión pudo escapar corriendo, pero por mala suerte un gran grupo de policías empezó a perseguirlo.

Mientras corría muchas cosas le vinieron a la cabeza a la vez. ¿De dónde había venido ese fuego? ¿Sería verdad que tenia poderes? I si era así... ¿Por qué? ¿Desde cuándo? No lo sabía, y la verdad tampoco le interesaba mucho en ese momento, ahora lo que debía hacer era pensar hacia dónde ir. Finalmente, optó por ir al bosque, ya que allí tal vez sería más fácil perder de vista a sus perseguidores, pero... ¿Por qué quería que dejaran de correr tras él? Después de todo... ¿No había hecho nada malo verdad? Él no lo había hecho queriendo, ni siquiera sabía lo del fuego. ¿Así que para que corría? Tal vez lo único que quería era estar solo. Pronto se dio cuenta de que ya estaba entre los árboles de ese frondoso bosque, pero en vez de correr frenó en seco y se quedó parado recuperando la respiración. Tal vez lo mejor en ese momento era hablar con los policías, escapar de ellos sólo empeoraría las cosas. Poco después vio como los agentes se detenían delante de él seriamente, entonces se relajó y abrió la boca para darles explicaciones, pero poco después de que pudiera empezar, uno de los hombres ya había desenfundado su arma y le había disparado una de las balas que cargaba su pistola mientras le decía que era un gran "peligro público" y que merecía morir. Y tal vez era así. Tal vez se lo merecía desde el principio. Tal vez no se merecía ni haber nacido.

Pero ahora que está aquí, recordando toda su infancia y a unos padres que tal vez no eran los verdaderos, pero que le habían dado todo el cariño del mundo; se le ha pasado por la cabeza una pequeña oportunidad de vivir. Sí, tal vez no se merecía vivir; pero él quería hacerlo. Y antes de que la bala llegue a tocarle -que aunque parezca que vayan muy rápido, en momentos como este hasta un mísero segundo parece una eternidad- Matt extiende su mano derecha hacia el trozo de metal, concentrando en ella todas sus esperanzas.

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