Episodio 29

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Los días pasaban veloces junto con ellos el avance del Nazi en sus planes de recuperar la grandeza de Alemania cuanto antes.

Gracias al gran carisma que tenía Nazi combinado un poco con las características de Reich para verse más perfecto, logró entablar una buena relación con Italia Fascista y el Imperio Japonés rápidamente. El mismo estaba encantado con como ambos compartían ideologías en sus gobiernos y como representaciones. Al menos el alemán podía organizar reuniones sin problemas cuando se trataba de negocios o estrategias para sus futuros planes.

Italia F.: Eres impresionante ThirdReich, ¿cómo conseguiste hacerte cercano al Imperio Japonés tan rápido? -pregunto mientras miraba las hojas con el tratado en el que estaban trabajando ambos, ese día debían darle el último vistazo-.

Nazi: No lo sé, ¿tal vez compartimos ideologías como tú? -dijo de manera obvia-.

Italia F.: -rió levemente-. Bueno eso es verdad, pero no sé cómo le haces para que interactúe tanto contigo, ya sabes la cara de desinteresado y de pocos amigos que lleva siempre. Nunca consigo adivinar en lo que piensa

Nazi: si se pudiera adivinar lo que uno piensa todo sería un caos ¿no? -sonrió divertido dejando los papeles en la mesa luego de notar todo en orden-.

Italia F.: Tienes razón. -sonrió levemente dejando los papeles ordenados también-. El oculta cosas con su rostro indiferente y tú con una gran sonrisa ¿no? -miró al alemán por encima de los papeles-.

Nazi: Es posible, todos tenemos algo que ocultar. -rio levemente por las palabras del italiano-. Parece que todo está bien con el tratado, ¿firmamos? -le extendió una pluma al tricolor-.

Italia F.: Eso solo me hace más curioso -pensó mientras tomaba la pluma con una sonrisa-. Por supuesto.

25 octubre al 1 noviembre 1936 - El Tercer Reich e Italia fascista firman un tratado de cooperación el 25 de octubre; el 1 de noviembre, se anuncia el eje roma-berlín.

A Reich esto no le agradaba, pero aun así no podía decir nada pues ya se había rendido en todo. No quería ser una marioneta o desaparecer, aunque ¿qué importaba si desaparecía? Nazi podía imitarle de manera perfecta incluso lo hacía ahora que estaba en una reunión con el japonés para firmar un pacto. Observaba al asiático en lo que podía ver, aún se preguntaba porque nunca le quitaba la vista de encima, aunque de repente dijo algo que lo helo.

I. Japones: Y dime -dijo habló de repente cuando ambos se encontraban en silencio pues al alemán estaba viendo que todo estuviese en orden con el pacto-. ¿Qué ocultas?

Nazi: -sin comprender, pero sin dirigirle la mirada-. No entiendo de qué me habla.

I. Japonés: Uhm -le miró apoyándose un poco en la mesa, aunque su rostro seguía inexpresivo-. Sabes, cada vez que hacíamos una reunión me ponía a analizarte -admitió sin pudor-.

Nazi: -detuvo todo movimiento y levantó la vista mirando al asiático sonriente-. ¿Qué descubriste?

I. Japonés: La gente normalmente tiene patrones fáciles de ver, por ejemplo, Italia es como un libro abierto en cambio tú, -miro a Nazi a los ojos-. Tus patrones son muy diferentes y cambiantes, inclusive la primera vez que te vi transmitías un aura muy diferente a la de ahora como si fueras una persona diferente.

El Nazi estaba un poco sorprendido por la agudeza que tenían los ojos del asiático, eso explicaba el que fuera tan inexpresivo, ¿ocultaba sus patrones mientras el veía el de los demás? El alemán se levantó de su asiento sin borrar su sonrisa, ambos estaban solos en esa sala de reuniones pues el pacto que firmarían ese día era estrictamente confidencial, aunque de igual forma los guardias estaban fuera. Camino de manera elegante como siempre hacía (y se veía) hasta el lado del japones, apoyó su cadera en la orilla del escritorio mientras se cruzaba de brazos con su sonrisa sin borrarse.

Nazi: Lamentablemente no tengo hermanos gemelos como creo que estás pensando. -sonrió un poco más amplio al ver por primera vez un poco de sorpresa en los ojos del asiático-.

I. Japonés: ¿Cómo lo-?

Nazi: ¿Adiviné? -rió divertido-. Parece que no eres el único con esa manía de analizar a todo el mundo.

I. Japonés: Es la primera vez que alguien logra leerme -admitió, se sentía un poco extraño ahora-.

Nazi: Hay veces en las que es mejor ocultar algo a dejar que lo descubran ¿no? Me preguntó qué es lo que guardas tú -levantó el mentón del asiático que le miraba embelesado-. Pero creo que esas son cosas que mejor no hay que descubrir -se acercó a su rostro un poco-. ¿Verdad?

El japonés se quedó sin palabras, estaba atónito pues era la primera vez que sentía tantas cosas o pensaba algunas sin poder ocultarlas, siempre lo había logrado perfectamente ¿porque él podía ver a través de él tan fácilmente? El alemán soltó una pequeña risita antes de alejarse del asiático y volver a su lugar sonriente.

Nazi: Todo está en orden con el pacto. ¿Procedemos? O ¿Necesitas más tiempo para pensar? -le extendió el papel que ya había firmado, su primer pasó para ir contra el soviético que tanto odiaba-.

I. Japonés: No, firmare ahora -tomó el importante papel y lo firmó sin más, su mente estaba hecho un lío ahora gracias al alemán-.

Nazi: Fue un placer hacer este pacto con usted, Imperio japonés -se estiró por encima del escritorio extendiendo su mano-.

I. Japonés: Igualmente ThirdReich -acercó su mano para que ambos se dieran un apretón amistoso-. O mejor dicho Nazi. -vio al alemán ampliar su sonrisa-.

El alemán no sabía el sentimiento que había despertado en el japonés con esa pequeña charla.

25 noviembre 1936 - la Alemania nazi y el imperio japones firman el pacto anti-comintern, dirigido contra la Unión Soviética y el movimiento comunista internacional.

Reich no podía creer que ambos, Italia Fascista e Imperio Japonés pudieran ver a través de Nazi. Aunque más le sorprendió la manera en que Nazi controló la situación, ahora por alguna razón las cartas del japonés hacia él habían aumentado, el contenido casi siempre eran cosas acerca del futuro, pero Reich sospechaba que era solo una excusa para mantenerse más en contacto con la representación alemana. Además de eso, el tiempo le parecía estar pasando muy rápido ahora, casi no tenía noticias del soviético y estaba un poco preocupado.

Mismo soviético que se encontraba haciendo sus clásicos deberes aparte de cuidar a cuatro pequeños problemas, casi no había podido dormir por eso, Lituania (16 febrero) quien es el mayor hasta ahora, Rusia (quien apareció/nació el 12 de Julio), Ucrania (24 agosto) y finalmente Armenia (21 septiembre) el más joven hasta ahora de los cuatro. Realmente deseaba que no aparecieran más niños de otro modo tendría que pasar el resto de sus días en vela. Agradecía internamente que las sirvientas le ayudaran con el cuidado de los niños sino dudaba de que ahora siquiera estuviesen sanos.

Tampoco había podido escribir muchas cartas para el alemán así que estaba un poco preocupado, pero ¿qué podía hacer cuando estaba hasta el cuello de deberes? Se sentía muy frustrado así que ahogaba esa frustración en alcohol, no bebía tanto como para emborracharse pues temía descuidar el trabajo o hacer alguna estupidez ahora que tenía infantes en casa. No señor, debía soportar todo esto aun cuando quería viajar a tierras alemanas para estar junto a su amado.

Inicios de febrero 1937.

Otro año había pasado bastante rápido con todo el trabajo que había tenido esta vez. Se encontraba en su hogar encerrado en su oficina con una visita que había llegado hace unos días a su mansión. Imperio Japonés le miraba desde el sofá que tenía en la oficina, parecía realmente esmerado en mirarle tan detenidamente como había empezado a hacer desde que llegó aquí. Al Nazi realmente no le importaba, pero prefería que el asiático se ocupara de su trabajo o podrían tener problemas en el futuro. Y vaya que le sorprendió la manera repentina en la que llegó, simplemente dijo que tenía ganas de venir y quedarse unos días aquí, este ya era el tercero de esos días.

Nazi: Imperio. ¿No tienes trabajo qué hacer? -dijo sin apartar la vista de los papeles en los que trabajaba-.

I. Japonés: Lo tengo. -admitió-.

Nazi: ¿entonces qué haces ahí tratando de perforar mi cara con tu mirada? -levantó una ceja mirándole de reojo-.

I. Japonés: Exactamente eso, mirar tu rostro. -se acomodó un poco en el sofá-.

El alemán soltó un pequeño suspiro, desde que firmaron ese pacto el asiático había estado extraño con él, y especificaba que solo con él. Pues cuando el italiano estaba cerca volvía a su actitud de siempre, pero cambiaba totalmente cuando estaban ambos solos, justo como ahora. ¿Tal vez intentaba analizarle nuevamente y descubrir la existencia de Reich? No, no podía dejar que eso pasara, además, la mirada del asiático no se sentía como una analítica sino como si estuviese esperando algo o pensando en algo cuando le miraba de manera tan penetrante.

Nazi: ¿Qué tienes? -dejó los papeles de lado para prestarle mejor atención al japonés-.

I. Japonés: ¿Uhm? No tengo nada -dijo con su rostro de siempre-.

Nazi: sabes que no puedes engañarme, estas actuando diferente desde hace tiempo, ¿intentas ocultar tus secretos de manera diferente esta vez? -pregunto sonriendo divertido-.

I. Japonés: ¿Qué? No, no Yo, realmente no lo sé ¿por qué actúo así? -se susurró así mismo desviando la mirada a algún lugar de la oficina-.

Nazi: es algo que me gustaría saber también -dijo apoyando su mejilla en su mano-.

I. Japonés: -levantó los hombros en señal de no tener idea del motivo de su comportamiento-.

Nazi: Pff, ¿acaso el señor cara de póker no conoce su propia manera de actuar? -sonrió mostrando sus dientes-.

I. Japonés: -sus ojos brillaron un poco por la pregunta-. ¿Cómo actuó normalmente?

Nazi: ¿Disculpa? -levantó una ceja extrañado por la repentina pregunta-.

I. Japonés: Bueno, ¿cómo actúo normalmente a tus ojos? -le intrigaba un poco la respuesta del alemán-.

El Nazi se quedó sin palabras por un momento, realmente no tenía idea de la razón por la que el japones había cambiado tanto este último tiempo. ¿Dijo algo que no debía? ¿Tomó demasiada confianza con el asiático y este ahora le trataba como un cercano? No comprendía y solo terminaba por confundirse más. Se relajó un poco para pensar en bien en su respuesta. Diría las cosas claras sin la intención de ofender a un aliado fuerte como lo es el Imperio.

Nazi: Pues, centrado, siempre mantienes la calma en situaciones desagradables o estresantes, sé que probablemente también te estresan, pero es admirable. La forma en que ocultas tus expresiones faciales a la perfección es también muy admirable. Y sobre todo el como te mueves sin miedo a nadie demostrando tu poder, seamos honestos, justo ahora entre los dos tú eres más poderoso que yo. -dijo soltando un leve suspiro esperando no haber ofendido a su aliado-.

La oficina se quedó en silencio absoluto por unos segundos que le parecieron eternos al alemán, pronto escucho el asiático levantarse de su lugar y luego el sonido de sus pasos acercándosele. Levantó la mirada ara encontrarse con los ojos del soviético y una mano que le afirmó del mentón sin previo aviso evitando que desviara su cabeza o que escapara. Frunció levemente el ceño confundido por las acciones del asiático.

I. Japonés: Impresionante, ¿cómo logras verme tan bien? -dijo con un brillo en sus ojos que extraño al alemán y al mismo tiempo le alarmo-.

¿Por qué le alarmaría ese brillo en los ojos del asiático? Simple, ese brillo no era como los de admiración que había visto en otras personas, esta persona era la segunda que conocía que le miraba de forma, el primero era alguien que odiaba a muerte pero que Reich amaba con todo su corazón. Un brillo que mostraba atracción hasta podría decirse cariño, aunque él del asiático apenas y estaba agarrando fuerzas. Debía hacer algo, lo que menos quería era que su fuerte aliado se debilitara emocionalmente por esto al igual que Reich lo hizo.

Nazi: No creo ser el único que te pueda ver bien como tú dices, tal vez Italia también puede. -dijo mirando los ojos del asiático-.

I. Japonés: Tal vez tienes razón, pero Italia más bien puede ver mi máscara. -acercó su rostro al del alemán provocando que este se exaltara un poco-. Tu lograste ver más allá, ¿recuerdas?

Nazi: Mierda -pensó el alemán-. Aun así

Ahora recordaba en cuando había cometido el error, en la misma reunión que tuvieron hace tiempo, claro, desde ahí el asiático había comenzado a actuar extraño. Ahora comprendía mucho mejor las cosas, pero no tenía idea de cómo repararlas. ¿Ponerle un alto definitivo con la posible consecuencia de romper relaciones? ¿O dejarle con su cortejo? Espera comenzó a pensar mejor las cosas, si empezaba una relación mucho más cercana con el japonés ¿no haría esto que el soviético se alejara de Reich mucho más rápido?

Nazi: -tomó la mano que afirmaba su mentón y la apartó suavemente-. Creo que está exagerando -dijo con una sonrisa tranquila-.

I. Japonés: Uhm, puede ser cierto -dijo mirando su mano sostenida por la del alemán y apartándola segundos después-. ¿No quieres que te ayude con tu trabajo? Luces un poco estresado.

Nazi: Oh -abrió sus ojos un poco sorprendido, pues era cierto que recientemente se sentía muy agobiado y estresado, pero sabía ocultarlo bien-. Pff, que irónico ¿Quién puede ver a través de quien aquí?

I. Japonés: Entonc-

Nazi: No. -le interrumpió-. Estás aquí como un descanso ¿no? ¿cómo puedo ponerte a hacer mi trabajo sabiendo eso? -soltó una risita mientras tomaba unos cuantos papeles de su escritorio-.

I. Japonés: Eres demasiado orgulloso a la hora de aceptar ayuda -dijo rendido sentándose en la silla justo frente al escritorio del alemán-.

Nazi: Gracias por el cumplido, aunque no eres quien para hablar -volvió a reír-.

I. Japonés: -soltó un suspiro un poco frustrado, porque tenía razón-. Lo admito.

Nazi: Vamos, déjame terminar para que vayamos a cenar luego, se está haciendo tarde -dijo mientras se ponía a firmar algunos papeles-.

I. Japonés: Muy bien. -se pudo a leer algún libro aleatorio que encontró para pasar el tiempo y no distraer al alemán-.

El resto del día continuo pacifico. Mientras que los siguientes pasaron bastante rápido, el asiático volvió a su país para dejar al alemán tranquilo además sabía la pila de trabajo que le esperaría en sus tierras. Hasta que llegó el día 11 de febrero, ¿se preguntaran porque es este día especial en la vida del alemán?

Bueno, ese día había sido completamente normal para él, termino su trabajo, mantuvo el orden en el país, se deshizo de algunos insectos indeseados o traidores. Luego volvió a su hogar para poder relajarse y descansar finalmente después de una larga jornada. Camino por los pasillos que llevaban a su habitación, entro en está sacándose el abrigo y lanzándolo a su cama, quería darse un baño antes ir a dormir. Pero un ruido extraño le descoloco cuando su abrigo aterrizo en la cama. No había estado al pendiente de su alrededor cuando entro a su habitación, miró su abrigo y este pareció moverse.

Rápidamente se acercó y aparto el abrigo de manera rápida encontrándose con dos pequeños infantes sobre su cama acurrucados el uno con el otro balbuceando. Al principio no sabía cómo reaccionar, los miro mejor, sus rostros pintados con los mismos colores que una vez tuvo su hermano mayor, el amarillo, rojo y negro, lo único diferente era que uno de ellos tenía un escudo extraño para él. Entonces sintió algo desagradable, si estos mocosos seguían con vida sería inevitable que él muriera tarde o temprano, o al menos así lo veía.

Sin rechistar tomó su arma, esta era un más reciente (nueva), funcional y por supuesto, al contrario de Reich que solo cargaba la vieja pistola de su padre descargada, esta tenía las balas a tope. Apunto a los pequeños inocentes que no se enteraban del peligro que les acechaba.

Nazi: Lo siento mocosos, o son ustedes o soy yo. -apuntó el arma primero al que no tenía el escudo adornando su rostro-.

Esto era solo una teoría suya, pensaba que cuando aparecían los descendientes de un país, significaría que terminarían muriendo en algunos años, la fecha era incierta, podría ser mañana mismo y el no estaría ni enterado. Así lo quiere el destino ¿no? Pero ¿qué pasaría si te deshaces de los descendientes? El destino no tendría más remedio que aceptar al único que queda con vida en la línea de sangre. Reich estaba viendo esto, aterrado, no le importaba morirse en unos años más, esos niños no tenían la culpa de nada, eran tan inocentes como cualquier recién nacido. No iba a dejar que Nazi los asesinara en su presencia y terminara con toda su descendencia, esto podría traer un terrible caos en el futuro.

ThirdReich: ¡¿Qué estás haciendo?! ¡No puedes matarlos!

Nazi: Reich huh, si ellos están vivos significa que nosotros terminaremos muertos pronto, puede ser mañana o incluso hoy. -dijo sin mover el arma y posicionando su dedo en el gatillo-.

ThirdReich: ¡Son inocentes!

Nazi: ¡Nosotros también lo fuimos! ¡¿Pero qué importa eso no?! ¡Seremos el villano que ellos quieren, por todos los métodos posibles!

El encarcelado se quedó callado, no comprendía a su otra mitad, ¿qué lo motivaba a actuar tan cruel? Sintió lagrimas asomarse en sus ojos por la impotencia.

Nazi: Esto es para protegerte, ¿por qué no lo entiendes? -murmuro entre dientes a punto de apretar el gatillo-.

ThirdReich: ¡DETENTE! -gritó moviendo el brazo de Nazi hacia arriba desviando el disparo a una pared de la habitación-.

El fuerte ruido del disparo, asustó y altero a los pequeños infantes que hasta el momento habían estado tranquilos, en respuesta comenzaron a llorar asustados poniendo nervioso a Reich que solo quería consolarlos y calmarlos.

Nazi: ¡¿QUÉ DEMONIOS HACES?! ¡ELLOS NOS LLEVARAN A LA RUINA! -gritó enfadado e irritado con la situación-.

ThirdReich: ¡Entonces que así sea! -gritó con el ceño fruncido enojado también-.

Ambos se quedaron en silencio, lo único que se oía eran los llantos de los pequeños que yacían en la cama. Pronto se escucharon unos golpes en la puerta que distrajeron al Nazi de querer matar a esos pequeños. Era un soldado que había oído el disparo y quería saber si todo estaba bien.

Soldado: Sir, ist alles in Ordnung? –(Señor, ¿está bien?) preguntó abriendo la puerta alarmado, notando a los infantes y viendo a menor con el arma-. Sir -(Señor)-.

Nazi: Ja, alles ist in Ordnung, geh weg. –(Si, todo está bien, vete.) dijo intentando calmarse, pero los llantos de esos niños lo irritaban-.

Soldado: Sir, diese Kleinen sind ... –(Señor, estos pequeños son) fue interrumpido-.

Nazi: Raus von hier! –(¡Sal de aquí!) gritó molesto, él soldado no dijo nada más y se retiró cerrando la puerta-.

El alemán soltó un suspiro exasperado por la situación, le puso seguro al arma y luego la dejó sobre la mesita de noche junto a la cama. Miraba a los dos niños con algo de repulsión. Pronto Reich se encontraba frente a la cama mirando a los niños, algo confundido por el repentino cambio.

Nazi: Tú hazte cargo de ellos, si lo hago yo terminaré matándolos. -dijo molesto-.

ThirdReich: S-Sí -rápidamente se acercó a los pequeños, se sentó en la cama y acomodó a ambos en sus brazos, acariciando sus espaldas para calmarles-.

Los pequeños, parecían calmarse de apoco, hasta que solo se escucha como respiraban un poco entrecortado por el largo llanto. Reich sonrió contento, no tenía experiencia con los niños, pero algunas cosas recordaba que le hacía su padre para calmarlo cuando lloraba por algo. Acercó las mangas de su camisa al rostro de los pequeños para secarles las lágrimas que habían quedado, pronto los pequeños cayeron dormidos en sus brazos. Y este pronto los recostó en la cama tapándolos, mañana tendría que conseguir una niñera, ropa y muebles para ellos.

ThirdReich: No dejaré que nada les pase -dijo mientras acariciaba las caritas durmientes de los pequeños-.

Sonrió, al menos ya no estaba solo en esa gran mansión, se sentía feliz de tener a esos pequeños quienes serían su nueva familia. Se levantó de su lugar para ir a darse un baño y luego volver para dormir junto a los pequeños.

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