Episodio 32

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Abrió los ojos nuevamente exaltado al escuchar a uno de sus pequeños llorar, no se dio cuenta cuando volvió a dormirse, pero ahora se sentía mucho mejor y con más fuerzas, fue a la habitación contigua en la que estaban sus pequeños, al entrar pudo ver a URSS cargando uno de ellos parecía nervioso por el pequeño que no paraba de llorar en sus brazos mientras el intentaba alimentarle.

ThirdReich: ¿Urss? -dijo acercándose rápidamente para ver a su pequeño que lloraba-.

URSS: ¡Reich! -dijo nervioso-. Despertaste, lo siento, intentaba darle de comer a estos pequeños -dijo apenado-.

ThirdReich: Lo estás afirmando mal -dijo tomando al pequeño con delicadeza en sus brazos y mecerlo un poco para que se calmara-.

URSS: -poco a poco vio como el menor dejaba de llorar, aunque la imagen de Reich sosteniendo a un bebé le parecía adorable y encantadora, le daba muchas ideas-. Tengo hijos, pero no soy tan bueno como tú en absoluto -rió levemente-.

ThirdReich: ¿De verdad los tienes y no los alucinaste? -lo miró con duda-.

URSS: ¡Claro que no! -respondió de inmediato-.

ThirdReich: No lo parece -le miró sin creerle-.

URSS: Oye -susurró mirándole sin saber cómo reaccionar-.

ThirdReich: -soltó una risita-. De todos modos, ya te acostumbraras -sonrió levemente estirando una de sus manos-.

El soviético captó la señal y le pasó el biberón que tenia en la mano. Reich probo un poco del contenido antes de dárselo a su bebé, solo por si acaso, no sabía que tan bueno era Urss preparando biberones después de todo. Parecía estar bien así que se lo dio a su pequeño, el que lloraba era Ale.

URSS: ¿De verdad lo probaste antes de dárselo? -le miró haciéndose el dolido-.

ThirdReich: No puedes tomar bien a un bebé, debía comprobar si al menos esto podías hacerlo bien -rió burlón-.

URSS: Gasp -soltó haciéndose el ofendido llevándose una mano al pecho-. ¡Retráctate!

ThirdReich: Lo haré porque lo hiciste bien -soltó riéndose-.

URSS: -ríe junto con él-. Por cierto, el pequeño que tienes en brazos-

ThirdReich: Ale -le corrigió mirándole con el ceño levemente fruncido-.

URSS: Ale -rió levemente-. Parece ser mucho más asustadizo que su hermano, se puso a llorar a penas lo tome en brazos

ThirdReich: Urss, para los niños tu cara debe ser aterradora, encima el nunca te había visto, es natural que se asuste. -dijo viendo el rostro tranquilo de su pequeño mientras se alimentaba-.

URSS: ¿Mi cara da miedo? -preguntó extrañado-.

ThirdReich: Bueno como decirlo, sí. Lo da para quienes no te conocen. -dijo sin vacilar-.

URSS: No puede ser -dijo decaído-.

ThirdReich: No es para tanto, es una de tus grandes características después de todo. -le sonrió levemente terminando de alimentar a su pequeño-. Buen niño

El soviético no podía evitar pensar en la adorable escena que veía, Reich era un buen padre de seguro, lo contrario a él, quien tenía demasiado trabajo como para poder compartir con sus hijos o preocuparse de que les falte algo. Entonces observo al otro pequeño quien seguía dormido hace unos momentos, ahora con los ojos abiertos y bien despierto, sus ojos le hicieron sentir confuso. Ale tenía los ojos de Reich, unos bellos rubíes, pero él, los tenía dorados justo como los suyos y esa era una característica que su padre también poseía ¿Y si el fuera? No, no podría ser ¿verdad?

ThirdReich: Oh, Ali despertó también -dijo colocando al pequeño que tenía en brazos para tomar al de ojos dorados-. Seguro debes tener hambre también -sonrió acariciando la cabeza de su pequeño y acercándose a uno de los veladores para tomar el otro biberón-.

El de habla rusa seguía en las nubes, perdido en sus pensamientos y pequeñas fantasías sobre todo después de ver a ese pequeño. Reich lo notó cuando ya estaba alimentando al pequeño Ali, se le acercó colocándose en frente de él para intentar sacarlo de las nubes.

ThirdReich: ¿Qué tienes? -preguntó mirándolo confundido-.

URSS: -da un pequeño respingo mirando al menor-. N-No es nada solo -luego su vista se fue hasta los grandes ojos del pequeño que bebía y le miraba atentamente. No pudo evitar sentir su cara enrojecer-. ¡No es nada! -dijo volteándose-.

ThirdReich: -solo le miró confundido por su repentina reacción sobre todo por su rostro enrojecido-. ¿Bueno? -dijo para nada convencido y continuó alimentando a su pequeño-.

El mayor de esa habitación solo intentaba calmarse, no era posible que ese pequeño fuese en parte su hijo solo por sus ojos dorados, tal vez alguno de los antepasados de Reich tenía los ojos dorados, aunque solo era una suposición de su parte. Respiro hondo para quitarse esas ideas que, por más que le gustaran, no podían ser ciertas ¿verdad?

ThirdReich: ¿Ya te calmaste? -preguntó acariciando a espalda de su hijo que se había tomado todo del biberón-.

URSS: Siempre estuve calmado. -dijo desviando la mirada levemente nervioso-.

ThirdReich: Ajá -levantó una ceja incrédulo-. ¡Oh cielos! -dijo de repente exaltado-.

URSS: ¿qué tienes? -dijo rápidamente por la repentina reacción del menor-.

ThirdReich: ¡Blondi! ¡Dime que la cuidaste mientras estaba inconsciente! -soltó muy preocupado por su pequeña perrita-.

URSS: Oh, no te preocupes ella esta bien, me encargue de cuidarla y comprarle comida. -sonrió al ver el rostro de alivio en el menor-.

ThirdReich: Gracias te he hecho pasar por muchas molestias desde que llegaste -dijo apenado-.

URSS: Tranquilo, no me molesta hacerme cargo de ti cuando lo necesites -sonrió levemente-. Bueno, ahora sabes que no puedes trabajar hasta altas horas de la madrugada, o no dormir apropiadamente, o permanecer en lugares fríos como tu oficina por tiempos prolongados. -señalo-.

ThirdReich: Si doctor -rodó los ojos colocando a su pequeño en la cuna junto a su hermano, seguido les pasó unos juguetes para bebés a cada uno-.

URSS: Por cierto, ¿te encuentras mejor? -preguntó poniéndose a su lado-.

ThirdReich: Sí, me siento mucho mejor, gracias. -le sonrió levemente-.

URSS: Eso es bueno. -sonrió aliviado dejando un beso en la mejilla del menor-.

ThirdReich: -se ruborizo levemente-. C-Como sea, ¿has comido algo? Ya va siendo hora del almuerzo y estuve durmiendo mucho desde ayer

URSS: ¿No vas a encargarte del asesino primero? -preguntó extrañado-.

ThirdReich: No creo que pueda escapar del encierro así que me ocuparé después -realmente no tenía ganas de hacerlo, seguro Nazi podría encargase mejor de ese tipo de asuntos-. Vamos, hay que comer.

URSS: Bien. -sonrió levemente y le siguió fuera de la habitación-. ¿No traerás a los niños?

ThirdReich: Se quedarán dormidos pronto así que no es necesario. -respondió mientras caminaba-.

URSS: ¿Cómo sabes?

ThirdReich: Bueno a diferencia de ti, yo si conozco a mis hijos y los cuido -sonrió burlón, riendo al ver el ceño fruncido de URSS-. Jajaja.

URSS: Pff, bueno -solo sonrió porque no podía negarlo del todo-.

Una vez en la cocina prepararon algo rápido para comer, pues ambos morían de hambre, sobre todo el joven alemán que no había comido desde ayer, Urss al menos pudo meterse en la cocina una vez para sacar algo rápido de comer mientras seguía cuidando de Reich. Comieron con tranquilidad, y con ganas al mismo tiempo.

Ambos ignoraban la presencia preocupada que se acercaba a la mansión acompañada por un par de guardias asiáticos, porque el vuelo en su avión privado había sido un poco más rápido que los comunes. Observaba la gran puerta de la mansión con algo de emoción, incluso aún no podía describir los sentimientos que tenía cuando estaba cerca del alemán dueño de esas tierras, más ahora no importaba pues estaba más preocupado de su condición, los informes decían que había sido herido, pero no sabían la gravedad de la herida.

ThirdReich: Blondi ven aquí preciosa -dijo agachándose a la altura de la cachorra una vez estuvieron en el salón principal-.

La pequeña canina se acercó con pasos animados a Reich, era obvio que ella le tenía plena confianza al alemán, este se había ganado su cariño y lealtad desde la primera vez que este la tomó en sus brazos. Al contrario de Urss, la canina parecía temerle un poco o ser cautelosa a su alrededor cosa que no acababa de entender el soviético, pues no recordaba haberle hecho nada malo a la pequeña, o simplemente le temía por haberla tomado y llevado a lugares con los que no estaba familiarizada, los animales solían asustarse con esto cuando no estaban acostumbrados a salir con frecuencia.

URSS: Seguro te agarraste su confianza rápido, ¿no eres encantador? -dijo sonriendo de lado algo divertido-.

ThirdReich: No digas estupideces, las mascotas pueden notar el carácter que uno tiene hacia ellas desde el primer momento, -comenzó a explicar-. Seguro notó que no le temía y tampoco que era alguien de temer. -sonrió ampliamente-. Los animales son muy intuitivos y se dejan llevar por su sexto sentido o puedes llamarle instinto también. -finalizo su explicación mientras acariciaba con ternura a la pequeña que le recibía alegre-.

URSS: Eh~ ¿Visto eso en algún libro o algo así? -preguntó curioso-.

ThirdReich: Oh, no, simplemente es mi propia interpretación, tal vez a futuro lo pueda explicar mejor. -le sonrió al soviético-.

URSS: Maldición, quiero besarlo -pensó mientras miraba la linda sonrisa que portaba su pareja antes de volver su atención a la canina-.

En ese mismo instante, se escucharon unos golpes tranquilos a la puerta, era extraño que los guardias no hubiesen avisado de la llegada de algún invitado. ¿O tal vez eran esos mismos guardias que no se atrevían a entrar ahora que estaba con un invitado especial? Seguía resultándole un poco extraño.

Estaba levantándose para poder atender a quien sea que fuese, pero el soviético se le adelantó y se acercó a abrir la puerta, el joven alemán estaba a punto de decirle que no era una buena idea que el atendiera, sobre todo porque no sabía quién estaba del otro lado de la puerta.

ThirdReich: Espera Urss -dijo, aunque el soviético ya estaba abriendo-.

Al abrir la puerta los dos dentro de la casa abrieron los ojos sorprendidos un poco por la inesperada visita que yacía de pie justo al otro lado de la puerta junto a sus dos guardaespaldas quienes se pusieron alerta de inmediato al ver al soviético.

I. Japones: Tú -miró al soviético también un poco sorprendido y esta vez era notoria su expresión-.

ThirdReich: ¿Imperio? -preguntó extrañado y aún sorprendido-.

Normalmente el asiático le hubiese enviado una carta con anticipación para avisarle que vendría, el asiático dirigió sus ojos rápidamente al joven alemán, por un momento ignoró la presencia del soviético que tenía justo en frente y observo de pies a cabeza (ignorando sus ojos) al menor de los tres para ver si estaba herido, claro que su sangre hirvió cuando notó la venda que se asomaba por el cuello de su camisa, miró al soviético con un rostro calmado pero los ojos envueltos en furia cegada.

I. Japones: Tú le hiciste esto. -declaró confundiendo a ambos-. ¡Obviamente fuiste tú quien le hirió! ¡Aprovechaste tu visita para meter a un asesino y hacer el héroe! ¡¿NO ES ASÍ?! -dijo en voz alta con rabia-.

URSS: Espera, es un malentendido. -dijo rápidamente retrocediendo un paso, no era común para él que viera tantas emociones expresadas en el rostro del japones-.

I. Japones: ¿Malentendido? ¡Los ideales que cada uno tiene son completamente opuestos!

El rostro del alemán palideció un poco, él sabia que Urss no le haría una cosa así, menos en su cumpleaños. Pero pero la duda seguía ahí, una pequeña e insignificante duda, porque después de todo ellos eran enemigos legítimos solo por los ideales de cada uno ¿no?

El soviético, miró de reojo al alemán al no escuchar su voz protestando y vio su rostro dudoso. Inmediatamente entró en pánico e intentó aclarar el malentendido.

URSS: ¡De verdad es un malentendido! ¡Jamás me atrevería a lastimarlo, mucho menos en su propio cumpleaños! -se defendió, porque sus palabras eran sinceras-.

I. Japones: Son dos naciones que fueron enemigas durante mucho tiempo, podría decirse que incluso ahora -dijo con desdén-. ¿Cómo puedo creerte?

URSS: -en pánico miró a Reich para al menos ver que él si le creía, jamás podría hacerle daño a la persona que ama-.

I. Japones: 彼を捕まえろ(Kare o Tsukamaero!) –(¡Atrápenlo!) Ordenó a sus guardaespaldas que no se dudaron en obedecer y atrapar los brazos del soviético para hacerle caer de rodillas con su fuerza-.

URSS: Reich ¿tú me crees? -el menor tenía la cabeza gacha y sus ojos cerrados en duda-.

Reich definitivamente le creía, pero, se quedó sin voz por culpa de alguien más. Levantó la cabeza con una pequeña sonrisa un poco burlona y al abrir los ojos el soviético inmediatamente notó el cambio, eran esos ojos sin luz y astutos que detrás guardaban una enorme oscuridad.

URSS: -su rostro se endureció con seriedad al ver a esa persona que no conocía-.

Nazi: Te creo -dijo cambiando su expresión de inmediato a una más amable-.

De no ser por esos ojos, el soviético hubiese creído de inmediato que se trataba de su amado Reich, pero esos ojos seguían ahí, observándole con falsa amabilidad y afecto.

I. Japones: ThirdReich, no caigas en su engaño, ¿Quién dice que no se acercó a ti con este motivo? -dijo acercándose un poco preocupado al nombrado-.

Nazi: Se lo que dices y aprecio que trates de ayudarme, pero estoy seguro de que él no lo hizo -dijo con seguridad-.

Urss le miró confundido, ¿Por qué le estaba defendiendo cuando era obvio que podría perfectamente usar esta oportunidad para acusarle de intento de asesinato? No lo comprendía, incluso le sorprendía un poco el que le defendiera, sabiendo que claramente ese Reich le odiaba.

I. Japones: ¿Tienes una idea de quien pudo ser? -preguntó impaciente, tenía que saber quien había enviado a ese asesino y hacerse cargo de él-.

Nazi: -sonrió por un breve momento, cosa que ninguno de los dos notó-. Oh si, aparentemente el asesino es polaco, así que te haces una idea -soltó un suspiro fingiendo cansancio-.

I. Japones: ¿Ese pequeño país? ¿Estás seguro? -no es que no le creyera, solo que dudaba en que ese enano se atreviera a algo tan osado-.

Nazi: Podremos comprobarlo en breve, Urss, tu debes conocer el acento de los polacos también ¿no? -le miró sonriendo-.

URSS: -se quedó en silencio un momento, esta pequeña amargura por el pequeño polaco se la guardaría para más tarde porque nada estaba seguro-. Si

Nazi: El podrá ayudarnos así que diles a tus hombres que lo suelten -le pidió al japonés posando su mano en su hombro y sonriéndole levemente-.

El nipón se sorprendió un poco por el tacto, pero no lo demostró como siempre, su rostro solo era perturbado por el alemán cuando estaban solos, sin embargo, ahora mismo estaban en la presencia del soviético por lo que debía mantenerse calmado y estoico como siempre. El nipón soltó un suspiro antes de hablar.

I.Japones: もうやめろ (Mō yamero) –(Suficiente) dijo mirando a sus hombros y haciendo una señal tranquila con su mano, guardaespaldas entendieron rápidamente y lo soltaron-.

El soviético se levantó lentamente pues no quería alterar más a los japoneses, miró ligeramente a Reich muy alerta de él, pues este alemán no era como su amado quien era muy expresivo, no, este sabía exactamente como controlar su temperamento y expresiones delante de otros, luciendo elegante y atractivo para aquellos que recibían una palabra suya.

Nazi: Gracias Imperio, ahora podemos ir a ver al asesino y comprobar si tengo razón o no. De todos modos, sabremos quien lo envió. -sonrió levemente y señaló uno de los pasillos-. Síganme por aquí. -sin esperar mucho más emprendió el camino-.

El Imperio le siguió no sin darle una mirada severa y desconfiada al soviético quién solo suspiro para luego seguirles en silencio. Estaba confundido aún pero ya que más daba, tenía que descubrir de un modo u otro quien había enviado a ese asesino y la idea de que fuera el polaco tampoco era descabellada, era natural que le tuviese odio a Reich después de todo lo que sufrió con los antepasados del alemán. Aún así le haría pagar por atreverse a hacerlo. Y el japonés pensaba exactamente igual.

Nazi: Es aquí. -sonrió Nazi abriendo una puerta que estaba bastante escondida y abriéndola-. Debemos bajar. -frente a ellos había unas escaleras lo suficientemente iluminadas para no tropezarte con algo-.

Los tres bajaron teniendo al joven como guía, mientras más se acercaban abajo podían escuchar gritos en un idioma y acento extraño, el soviético abrió levemente los ojos cuando pudo distinguirlos bien, definitivamente era polaco. ¿Polonia había enviado un asesino aprovechando que ThirdReich no había estabilizado por completo sus tierras? Un golpe bajo y cobarde, atacar cuando tu oponente esta débil, pero no podía culparlo, en las batallas siempre ha sido así. Apretó los dientes furiosos haciéndose notar una pequeña vena en su frente y cuello, estaba realmente enojado.

Nazi los miró a ambos de reojo y luego volvió su vista al frente sonriendo levemente mostrando sus dientes. Ah, Reich debe estar furioso ahora por esa provocación.

Nazi: Entonces, ¿qué opinas URSS? ¿Estoy bien o me equivoco? -preguntó una vez llegaron abajo y podían ver al prisionero polaco al fondo tras rejas, ese lugar parecía una prisión y sala de tortura-.

URSS: Tienes razón, es polaco. Su idioma y acento son la prueba de ello. -dijo desviando la mirada-.

I. Japones: ¿Cómo si quiera se atrevió ese pequeño a hacer esto? -dijo mostrando lo enojado y disgustado que estaba-. ¿Qué piensas hacer con el prisionero? Puedo ayudarte a ejecutarlo.

Nazi: No te preocupes, decidí enviarlo a un campo de concentración mañana a primera hora del día lo pondré como un prisionero peligroso. -dijo sonriendo levemente-.

URSS: -hace una pequeña mueca, le hubiese gustado encargarse él personalmente-. ThirdReich

Nazi se estremeció ligeramente al escuchar su nombre de los labios del soviético, si bien pedía que le dijeran Nazi es porque quería diferenciarse de Reich y que no le llamaran de esa manera, se sintió extraño su pecho se sintió extraño. Se llevó una mano al pecho confundido ¿Por qué antes no había pasado cuando el japones dijo su nombre? Pero con el soviético sí no comprendía, pensó que era porque aún se estaba recuperando de su resfriado y fatiga, si eso debía ser.

URSS: Será mejor que te cambien las vendas de la herida esas ya están manchadas. -miró las mencionadas-.

Nazi: Tienes razón, subamos. -dijo intentando mantenerse como de costumbre-. Imperio ¿te quedarás? Para así preparar una habitación para ti. -preguntó mientras subían las escaleras-.

I. Japones: Lo haré, pero debo partir mañana temprano -respondió mientras subían-.

Nazi: Bueno, llamaré al personal para que arreglen una habitación lo más rápido posible para ti y tus guardaespaldas. -sonrió levemente, una vez estuvieron arriba la pequeña Blondi se acercó a su dueño con tranquilidad-.

El soviético se tensó levemente al notar a Blondi acercándose a Nazi con tanta confianza, no confiaba en él y temía que tal vez le hiciera algo a la pequeña canina. Grande fue su sorpresa al verlo agacharse y tomarla en brazos con cuidado, Blondi solo dejaba pequeñas lamidas en su cara a forma de besos el Nazi solo rió muy bajo para no ser escuchado.

I. Japones: ¿desde cuando tienes un perro? -preguntó un poco intrigado-.

Nazi: Desde ayer, es un regalo de cumpleaños -dijo sin darle tanta importancia y camino hasta el salón-. Imperio espérame aquí mientras preparó todo.

I. Japones: Bueno. -dijo mientras se sentaba en uno de los cómodos sofás que había en esa elegante sala-.

Nazi: Vuelvo enseguida. -dejó a la cachorra en el suelo y se retiró-.

Tal y como había dicho, avisó a su personal para que arreglaran una habitación lo más rápido posible, luego de eso pasó por el salón principal hacia las escaleras pues debía curar la herida en su cuello que ya le estaba ardiendo. Subió las escaleras ajeno a la presencia que le perseguía con una mirada hostil. El Nazi entró a su habitación y escucho que alguien más cerraba la puerta detrás. Soltó un suspiro acercándose a la cama, al oír esos pasos y la insistente mirada en su nuca se dio la vuelta rápidamente para darle un puñetazo, pues sabía quién era, su mano fue atrapada por la otra más grande, rápidamente fue arrojado en la cama siendo sujetado de ambas manos (muñecas específicamente) y pudo ver a ese hombre sobre él.

Nazi: ¿Qué significa esto URSS? -preguntó sin oponer resistencia pues sabía que el otro tenía la fuerza suficiente para fracturarle ambas muñecas-.

URSS: Tráelo de vuelta, tú no eres él, no eres Reich. -dijo con una voz y mirada amenazante-.

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