Episodio 33

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URSS: ¿Y bien? ¿Me dirás quién eres exactamente? -preguntó en tono severo mientras ejercía un poco de presión en las muñecas del alemán-.

Nazi: Cielos, me estás asustando ¿de qué hablas? -dijo con fingido temor-.

URSS: No puedes engañarme, Reich me habló sobre ti, al principio me fue extraño, pero ahora estoy buscando una forma de detenerte -dijo con el mismo tono mientras ponía ambas manos de Nazi sobre su cabeza para afirmarlas con solo una de las suyas-.

Nazi: No sé de qué estás hablando, debí haber estado inestable cuando te hablé sobre eso -desvió la mirada unos segundos antes de volverla a esos ojos dorados-.

URSS: Lo averiguaré de un modo u otro -llevó su mano libre hasta la cadera de Nazi apretándola ligeramente-.

Esto hizo estremecer ligeramente a Nazi, quien le miró con el ceño ligeramente fruncido, se había visto en un aprieto cuando llegó el japonés, puesto que adivinó que él también era muy perceptible con sus cambios siendo alguien tan observador. Pero en ese momento, mantener su relación con el Imperio le pareció más importante que ocultarse de los ojos de URSS siguiendo con la farsa y manipulación de Reich. ¿Debería dejar salir a Reich justo ahora?

Comenzó a sentirse un poco incomodo cuando la mano del soviético recorría su torso desde su cadera, lentamente hasta su cuello donde el ruso podía ver las pequeñas marcas de sangre en la venda por la herida que había vuelto abrirse.

URSS: ¿Entonces no piensas abrir la boca? -preguntó mientras agarraba su cuello y ejercía cierta presión en la herida-.

Nazi: ¡Hugh! -hizo una pequeña mueca y vio titubear ligeramente al soviético-. Sigue siendo sensible a esta cara incluso en esta situación -pensó un poco divertido manteniendo la mueca en su rostro-.

URSS: ¿Y bien? -insistió aumentando su presión-.

Nazi: ¡Ack! -se quejó-. Incluso si fuese así, ¿No crees que estas lastimándolo también? -sonrió levemente mostrando los dientes-.

URSS: Entonces sí es cierto que no eres Reich. -aflojó un poco el agarre en su cuello, pero no en sus manos-. ¿Qué hiciste con él? ¡Tráelo devuelta!

Nazi: ¿O si no qué? -dijo riendo-. ¿Vas a matarme? -sonrió divertido-. Vamos hazlo, pero ten en cuenta que si yo muero -levantó un poco su cabeza para estar más cerca de su rostro-. Él también. -susurró con diversión-.

URSS: -dio un leve respingo-. Estás loco.

Nazi: Oh no cariño, llamarme loco a mí es decirle loco a él. Sabes cómo reaccionó esa vez que le trataste como un loco ¿no? Una segunda vez y él ya no confiará en ti, es muy sentimental ya sabes. -explicó como si hablara de un amigo, aunque sin interés-. Es solo un consejo.

URSS: Yo no dudaba de él, mucho menos ahora que te tengo enfrente. -apretó un poco la herida-.

Nazi: Ugh, querido eso es doloroso. -entrecerró un poco los ojos manteniendo su sonrisa-. Recuerda que él y yo somos la misma persona, mi dolor será su dolor y su dolor será el mío. En cierto modo ¿No tengo al rehén perfecto para usar en tu contra? Jajajaja -rió divertido antes de cambiar a un rostro serio-. Vamos suéltame o algo le pasara a nuestro querido Reich.

El soviético hizo una pequeña mueca de disgusto, por fin tenía a esa persona que tanto atormentaba a su amado y por un momento creyó tenerlo en sus manos, pero Nazi había logrado darle la vuelta al asunto con facilidad, después de todo tenía a Reich como su rehén. Solo quería protegerle, ver su brillante sonrisa cuando hablaba de las cosas que le gustaban o su rostro tranquilo cuando estaba a su lado.

Frunció el ceño rendido antes de soltar sus manos y alejarse unos pasos de la cama. Nazi solo se sentó lentamente, sobo sus muñecas y luego llevo su mano derecha a su cuello el cual acarició con delicadeza, miró los dedos de la misma mano y pudo observar la sangre.

Nazi: Perfecto, esto dejara una cicatriz. -dijo soltando un suspiro mientras se levantaba-. ¿Quieres ayudarme con esto? -preguntó divertido mirando al soviético-.

URSS: -solo le miró de manera sería y fría-.

Nazi: No me mires así -rió levemente-. Supongo que con él estarás más dispuesto ¿no? -cerró los ojos y su cuerpo colapso repentinamente-.

URSS: ¡HEY! -exclamó atrapándole a tiempo mientras se arrodillaba en el suelo con el menor apoyado a su cuerpo-.

Le miró preocupado, pensando que tal vez esa persona le había hecho algo a Reich, tomó su rostro con delicadeza, le oía respirar así que eso le aliviaba momentáneamente, finalmente luego de un rato pudo ver sus ojos abrirse levemente.

ThirdReich: Uh -soltó un poco confundido-. ¿Dónde estoy ahora? -murmuro mirando ligeramente alrededor hasta toparse con los ojos preocupados del soviético-. ¿Urss? -le miró confundido-.

URSS: ¿Reich? -finalmente pudo ver esos ojos brillantes iguales a rubíes-. ¡Reich! -le abrazo a su cuerpo con preocupación-.

ThirdReich: ¡Espera Urss! -dijo en voz alta mientras era abrazado-. ¡Mi cuello! ¡Duele! -se quejó al sentir el fuerte ardor de la herida en su cuello-.

URSS: -se separa de inmediato y le mira con preocupación-. Lo siento es mi culpa -dijo arrepentido de sus acciones de hace unos minutos-.

ThirdReich: ¿De qué estás hablando? Debí haberme movido mucho y por eso la herida se abrió. ¡Espera! ¡¿Me desmaye?! -dijo de repente exaltado mirando al soviético-.

URSS: No cálmate primero -le ayudó a levantarse y le hizo sentarse en la cama-. Reich, te diré que pasó, pero déjame ir por el botiquín primero -dijo con la mirada decaída-.

ThirdReich: ¿? Está bien -estaba confundido, la razón es porque no creía que Nazi se hubiera arriesgado a mostrarse frente a Urss-.

El soviético solo asintió y se fue hasta el baño de la habitación, donde sabía que había un botiquín de primeros auxilios. Aunque antes de tomarlo, se lavó un poco la cara para recomponerse, la situación con ese extraño Reich le había descolocado, sobre todo el saber que estaba usando a su amado como un rehén y no quería en absoluto perder esa hermosa sonrisa sincera de dientes afilados, mucho menos sus muestras de afecto. Se secó el rostro luego de unos segundos y finalmente tomó el botiquín para volver con Reich, el alemán que ama.

URSS: Siento la tardanza. -sonrió levemente sentándose a su lado y abriendo el dichoso botiquín para sacar vendas más un desinfectante-.

ThirdReich: Puedo hacerlo por mi cuenta Urss -dijo mientras se quitaba las vendas de su cuello con cuidado-.

URSS: No, déjame hacerlo, no te lastimaré más lo prometo. -le miró un poco suplicante-.

ThirdReich: ¿Más? -parpadeó sin comprender hasta que finalmente llevó una de sus manos a la mejilla de Urss-. ¿Qué sucedió? ¿Te encuentras bien? -preguntó preocupado-.

URSS: Te lastimé -dijo bajando un poco la mirada-.

ThirdReich: Esta herida no es culpa tuya Urss. -acarició su mejilla con suavidad-.

URSS: -con su mano afirmó la del alemán que estaba en su mejilla-. Tuve la culpa de que volviera a abrirse, no me controlé cuando conocí a ese otro tú -soltó finalmente-.

ThirdReich: ¿Qué? -dijo perplejo-.

URSS: Lo conocí Reich, a ese otro tú que tanto temes. -le miró a los ojos con un poco de seriedad-.

ThirdReich: No puede ser -Alejó la mano un momento y se levantó alejándose unos pasos dándole la espalda-. ¿Conociste a Nazi? -preguntó sin poder creerlo mirándole por sobre el hombro-.

URSS: ¿Nazi? ¿Así se llama? -pensó-. Si, le conocí, estaba tan enojado que le agarré del cuello, por eso tu herida volvió a abrirse. Lo siento

ThirdReich: No Urss, olvida lo de la herida, eso no es nada -de pronto sintió un pequeño dolor de cabeza por la situación-. ¿Él te hizo daño? -preguntó con la voz temblando, de preocupación y miedo de que haya sido así-.

URSS: No, Reich -se levantó dejando el botiquín de lado un rato y se acercó abrazándole por la espalda-. Él no me hizo nada, siento que él único que está sufriendo mayormente por esto eres tú

ThirdReich: No tengo la fuerza para controlarlo Urss hoy no hizo nada, pero ¿qué tal mañana? ¿o a futuro? A veces no soy consciente cuando sale y me asusta eso. -dijo con un poco de temor en su voz-.

URSS: -soltó un pequeño suspiro porque entendía bien su preocupación-. Escucha -le dio vuelta para verle a los ojos-. Yo no soy tan débil Reich, tengo más fuerza que tú, por ende, también más que él.

ThirdReich: ¿Pero y si llega a usar un arma? -dijo preocupado-.

URSS: Ambos fuimos entrenados como soldados de guerra, podré defenderme en ese momento así que ven aquí y déjame vendarte. -dijo tomándole de las manos y haciéndole caminar devuelta a la cama-.

El alemán solo se dejó guiar sin poner resistencia, terminó sentado en la cama mientras URSS tomaba algunas cosas para limpiar y desinfectar esa herida. Lo hizo bastante rápido, pero con cuidado y terminó por vendarle con unas gazas limpias. Reich se mantuvo en silencio, estaba muy pensativo debido a la situación y más al pensar el japones aún se encontraba en la sala esperando. Entonces se levantó rápidamente de la cama sorprendiendo un poco al soviético.

URSS: ¿Qué tienes? -preguntó al ver su rostro preocupado nuevamente-.

ThirdReich: Imperio Japonés está aquí. -respondió algo agitado-. ¿Qué voy hacer? ¿Qué pasa si se da cuenta que no soy Nazi? -se preguntó así mismo dando vueltas por la habitación mordiendo la uña en su dedo pulgar-.

URSS: Es verdad -había olvidado por completo que el nipón se encontraba también en la mansión-. Tal vez lo mejor será que vuelva a mis tierras por ahora. -dijo no del todo convencido de sus palabras-.

ThirdReich: -detuvo su andar y esta vez le miró a él-. ¿Te irás?

URSS: -se levantó de la cama luego de dejar el botiquín cerrado-. Es mejor que lo haga, no quiero que tengas problemas con él por mi culpa, además, no creo que Nazi aparezca si yo estoy aquí. -soltó un suspiro-.

ThirdReich: Pero -parecía un poco triste, por culpa de Nazi ahora tendría que irse a sus tierras-.

URSS: Vendré en otro momento, no tienes que preocuparte demasiado ¿sí? -se acercó para hacerle cariño en la cabeza-. Mandaré una carta.

ThirdReich: -sonrió un poco más animado-. Bien, promételo. -dijo mirándole serio-.

URSS: Lo prometo. -sonrió dejando un beso en sus labios viendo la brillante y tranquila sonrisa de su amado-.

ThirdReich: ¡Bien! -sonrió ampliamente-.

URSS: ¿me acompañarás a la puerta? -preguntó mientras tomaba una de sus manos-.

ThirdReich: Claro -sonrió y finalmente ambos salieron de la habitación-.

El menor tuvo que calmar un poco sus nervios y actuar lo mejor que podía como Nazi cuando estuvieron abajo a la vista del japonés, Reich acompaño a Urss hasta la puerta de la mansión por petición de él. Se despidieron esperando verse pronto el uno al otro, y en cuanto esa puerta se cerró y ambos dejaron de verse, Nazi volvió a tomar el control, no quería que Reich se entrometiera ahora así que lo puso a dormir mientras él trabajaba.

Tenía que explicarle al japones de la visita de Urss y dar un paso más para conquistarlo, porque sí, ese era uno de sus planes desde que notó que el asiático tenía una atracción hacia su persona. Necesitaba alguien que le ayudara si todo llegaba a fallar, aunque esto último realmente no le importaba del todo.

Volvió con el japonés y le explico la situación, quería usar al soviético contra el polaco para así quitárselo de encima, aunque con eso estuviera rompiendo un tratado que hizo con el Reino Unido y Francia, detestaba a estos dos. Por eso necesitaría ayuda del soviético, el poseía el gran ejército rojo después de todo. Sus números superaban con creces a los del polaco y también los suyos, suerte que tenía una buena correa sobre el ruso, después de todo Reich si servía para algo.

Nazi: Muy bien Imperio sé que no viniste aquí solo para saber de mi ataque y el por qué Urss estaba aquí. -dijo sentándose en un sofá diferente al del asiático-.

I. Japonés: Tienes razón, iré directo al punto, sé que no te gusta que te hablen con rodeos. -dije viendo la leve sonrisa del alemán-. Voy a iniciar una guerra. -dijo seriamente-.

Nazi: ¿En serio? -preguntó haciéndose el sorprendido, pues ya tenía información de la situación entre el Imperio y China-.

I. Japonés: Como ya sabrás, desde septiembre 1931 luego del incidente de Mukden, tengo ocupada Manchuria. Las cosas entre ambos bandos han estado muy tensas, así que se espera que explote en una guerra muy pronto, tal vez en meses o días. -comentó mientras se apoyaba en el respaldo del sofá-.

Nazi: Sino me equivoco lo único que los separa es el puente de Marco Polo ¿no? -preguntó-.

I. Japonés: En efecto, mis tropas tienen rodeado a Beijing, aun así China es mucho más grande y consta con más tropas aparte del apoyo de URSS. -comentó-. Ahora solo me queda esperar, las cosas explotarán de un modo u otro y comenzara la guerra.

Nazi: Tienes razón -desvió la mirada un momento-. Buena suerte con eso amigo.

I. Japones: Te lo agradezco, tengo mucho que hacer.

El alemán miró hacia un lado viendo a uno de los sirvientes hacerle una señal con la mano, inmediatamente se levantó de su lugar llamando la atención del nipón y de sus guardias.

Nazi: Vamos, sus habitaciones están listas. -dijo viendo como el japones se levantaba y le seguía por la mansión-.

I. Japonés: No era necesario preparar tanto, solo me quedaré una noche. -dijo mientras subían las escaleras-.

Nazi: Una noche o no, los invitados son invitados y no puedo simplemente no recibirlos como se deben, sería muy descortés ¿no?

I. Japonés: No realmente, yo fui el único descortés que vino sin siquiera avisar con antelación.

Nazi: -soltó una pequeña carcajada-. Bueno es verdad. -se detuvo frente a una de las habitaciones-. Esta es tú habitación, tus guardias pueden descansar en la de al lado. -apuntó con la mano-.

I. Japonés: Te lo agradezco nuevamente

Nazi: No pasa nada, deben estar cansados luego de viajar toda la noche así que vayan y duerman un rato, les avisaré cuando sirva la cena. -se despidió con la mano y fue a su oficina-.

El asiático simplemente le vio marcharse, miraba su espalda con un poco de anhelo que sus guardias no notaron. Les hizo una seña a ambos y estos relajaron un poco su expresión mientras se dirigían a su habitación asignada. El japonés también entró en su habitación y se estiro sobre la cama, aún no comprendía que era lo que sentía estando junto al alemán. Se sentía tan calmado y a gusto con su compañía, sentía que nada podría salir mal o no le importaba si lo tenía a su lado sonriéndole o conversándole de algo trivial. Apretó un poco los labios antes de cerrar los ojos con el ceño levemente fruncido quitándose esas ideas de la cabeza, no era adecuado fantasear con su buen amigo.

El alemán al entrar en su oficina y cerrar la puerta, apoyó su espalda en está llevando su mano a su pecho, sonrió mostrando sus dientes con nerviosismo, el japones casi le había atrapado, no podía perder su apoyo ahora que cuando las cosas estaban resultando tan bien. Urss sabia de su existencia y aun así no podría hacer nada contra él, porque tenía al rehén perfecto, su amado Reich y su propio cuerpo. ¿de qué sirve una consciencia intacta si el cuerpo esta destruido? Absolutamente de nada, eso significaba la muerte.

Se sentó en su silla habitual y miró algunos papeles que tenía sobre el escritorio de reojo, las cuentas de las deudas inhumanas que debía pagar y la razón de su odio a mucho de los países involucrados. Soltó una risa haciendo los papeles a un lado, ¿así esperaban que el mundo fuera tan pacifico? ¿Así querían lograr que se quedara tranquilo sin hacer nada con la cola entre las piernas? Tal vez Reich podría hacer eso, pero él no, él no se quedaría de brazos cruzados, devolvería el golpe de manera magnifica, se sentiría genial, aunque sea por un solo momento y cuando hayan acabado con él, sería el único en reír en su lecho, porque así es como se aprende de los errores, por las malas.

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