《 12》 ¿Quieres que me vaya?

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No puedo creer que le esté correspondiendo el beso. Mi mente me grita que lo aleje que lo empuje, pero mi corazón anhela con cada latido que disfrute de este momento. Mi cuerpo lo ha extrañado con desesperación, sus labios suaves y húmedos se pasean con los míos con firmeza. Es algo que nunca pude entender, pero él siempre me hacía sentir segura con un simple beso, con el simple hecho de estar entre sus brazos. Me he resignado a buscar una explicación lógica.

Él se aproxima más a mi lo que me hace terminar recostada sobre la cama, sé que no hay tiempo de arrepentirse cuando se acomoda ente mis piernas ¿En qué momento las he abierto?

Toda mi piel arde en puro deseo. Ganas de tenerlo cerca han sobrado durante los días que hemos durado separados.

Mis manos se mueven solas y rodean su cuello tratando que el beso sea más profundo e intenso, cosa que no sé si es posible. Nuestras lenguas se acarician con lascivia, todo se siente jodidamente bien, es inevitable, el calor que siento sobre mis mejillas baja a mi entrepierna.

Quiero quejarme cuando sus labios abandonan los míos. No quiero que deje de besarme porque sé que en ese momento volveremos a la realidad y ahora no tengo ningún interés en hacerlo. Toda posibilidad de que mi cordura vuelva desaparece cuando su lengua hace contacto con mi cuello. Su boca recorre parte de mis hombros y de mi cuello con ferocidad. Lo cual me hace imposible no soltar un jadeo.

Juro que puedo sentir como sonríe contra mi piel. En un movimiento hábil de su parte termino encima de él. Sus manos recorren mis piernas mientras me acomoda, él no deja de repartir besos por toda mi piel. Pero quiero más, lo quiero todo.

Tomo su rostro entre mis manos y nos fundo en un beso lleno de pasión. No sé en qué momento me he comenzado a mover encima de él pero sus manos no pierden el tiempo y se apoderan de mis caderas, trata de identificar el roce, aquel roce que lo está volviendo loco, lo sé por la dureza que ha aparecido en sus pantalones.

—Deja de moverte así—pide sobre mis labios.

—¿Por qué? —pregunto con cinismo.

—Perché voglio farti mia.

Su italiano me hace sentir que no ha pasado ni un minuto desde la última vez que habíamos estado de esta forma. Lo peor es que entendido a la perfección lo que ha dicho "Porque quiero hacerte mía".

Aprendí italiano durante la universidad, era la única clase que me hacía sentir cerca de él.

La pregunta aquí ¿Quiero eso? Obvio que lo quiero, no sé si es por la adrenalina del momento. Pero lo quiero con cada célula mi cuerpo, aunque me odie por eso, esa es la verdad.

Golpes sobre la puerta me hacen sentarme en su regazo.

—Señorita Isabela, tengo llamadas perdidas suyas.

Se escucha del otro lado de la puerta. ¡Oh no! Es la chica de servicio no puedo tener más mala suerte. Ahora solo quiero desaparecer o esconderme bajo una roca. Bajo ninguna circunstancia puede ver a Oscar, al hacerlo podría comentarlo con alguien ¿Se lo diría a Carol?

"¿Por qué haría eso?" Me pregunta esa vocecita en mi cabeza.

No tengo idea, pero es una posibilidad y no, me niego a toda costa que eso suceda.

—¿Necesita algo? —agrega.

Su voz me hace recordar que no le he dado señales de vida.

—Eh...si—titubeo— Quería un poco.... de agua, pero he bajado por ella.

—¿Ha bajado? —Noto la preocupación en su voz.

Seguro Carol le ha dejado claras instrucciones de que estuviera atenta a cualquier cosa y creo que teme por perder su trabajo.

Me muevo con una agilidad que a mí misma me sorprende y me bajo de Oscar, luego de la cama y me dirijo hacia la puerta la abro lo suficiente para que me vea a mí, pero no al hombre sobre mi cama.

—No te preocupes, no habrá problemas—Ella me interrumpe.

—Es que la señorita Carol me pidió que estuviera atenta a cualquier cosa que usted necesitara.

—Sí, pero no pasa nada—Noto que no está muy convencida.

—Tranquila Keila, yo he ido por el agua —Oscar se coloca justo detrás de mi —Ella no ha bajado las escaleras.

¿Por qué se levantó? ¡Está loco!

—Joven Oscar no sabía que estaba aquí —expresa un poco desconcertada —Pero me quedo más tranquila al saber que la joven Isabela no ha apoyado el pie más de lo necesario.

—Sí, no te preocupes por nada. Me encargaré de cualquier cosa que necesite Isabela a partir de ahora —Siento su mano acariciar mi espalda lo cual me desconcentra lo suficiente para no poder reprochar—Tú puedes ir a hacerte cargo de tus responsabilidades diarias ¿sí?

—Gracias joven —dice asintiendo y luego se retira.

Sé que debo hacer que Oscar se vaya en este preciso momento. Quiero convencerme de que, si algo pasaba entre nosotros, es un tipo de despedida entre ambos. Pero si el destino permitió que nos interrumpiera es una señal de que esto no debía pasar.

Siento la mano de Oscar rodear mi cintura haciéndome sentir a la perfección su ereccion contra mis glúteos.

—¿No sientes un deja vu? —sus labios acarician mi oído.

—¿Deja vu? —cuestiono sin entender.

—Sí—Él cierra la puerta —La primera vez que nos besamos también nos interrumpieron.

Mi cerebro recupera el control y lanza a mi corazón fuera de juego.

—Debes irte —digo con rapidez. Me muevo por la habitación para tomar distancia prudente entre nosotros —No te quiero aquí, Oscar.

—¿Quieres que me vaya? —Enarca una ceja como si no creyera mis palabras.

No lo culpo, tampoco me creo.

—Sí —trato de hablar con firmeza — Esto no debió pasar.

Una sonrisa leve aparece sobre sus labios, es como si contuviera su risa; eso me hace fruncir el ceño ¿Qué se le hace divertido?

—¿Por qué sonríes? —pregunto.

Él se recuesta sobre la puerta mientras suelta un largo suspiro. Sus ojos siguen sobre mi. Le mantengo la mirada esperando su respuesta.

—No sé si tienes aun sentimientos por mí, —Moja sus labios— pero estoy seguro de que me deseas.

¿Por qué me molesta la seguridad con la que ha hablado? Sus palabras me hacen volver a realidad. Cualquier pizca de deseo hacia a él, desaparece de mi cuerpo.

—Eso no es cierto —digo de inmediato. No puedo permitir que se sienta ni con una pizca de poder sobre mí. Me lo debo por cada lágrima que he soltado por él— Lo estoy intentando con Hugo.

No tengo idea de donde ha salido eso. Sé que en parte no es cierto. Pero no quiero que piense que ese beso significó algo para mí. Le he correspondido el beso porque tenía ganas, solo por eso.

—¿Cómo? —su semblate cambia en un parpadeo —¿Están saliendo? —Deja de recostarse de la pared y noto a la perfección como su cuerpo se tensa.

—Si, decidí que merezco alguien que me elija.

Tú no lo hiciste, solo pienso. Aunque quiero gritárselo, no lo haré.

—Isabela hay algo que debo decirte. Mereces una explicación de mi parte...—No lo dejo hablar.

—No la necesito, hace un tiempo hubiera rogado por una. Pero hoy no, no importa cual haya sido la razón de que creíste suficiente para destruirme de aquella forma. Porque pudiste irte, simplemente desparecer. Pero no, sabías las palabras especificas para destrozarme y no te contuviste.

—Lamento si te molestó que dijera que me deseas. Solo lo he dicho por el beso que compartimos—Su voz es más ronca de lo que es normalmente. No hay ninguna expresión en su rostro, pero sus ojos siguen en mí. Me obligo a mantenerle la mirada, porque sé que es lo que tengo que hacer para que perciba la seriedad de mis palabras y que se pueda convencerse de que es la verdad.

—Solo fue un beso Oscar. Yo lo veo como que necesitábamos un cierre, uno mejor que el que tu decidiste darnos. Pero se acabó, te suplico que si no me has olvidado comiences a hacerlo porque bajo ninguna circunstancia existirá algo más entre nosotros.

Lo veo asentir con su cabeza.

—Buenas noches —Es lo único que dice para después marcharse.


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