《 21》¿Solo tú y yo?

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Oscar

Aplico gel suficiente sobre mi cabello para que ningún mechón rebelde quede suelto. Al conseguir el resultado que quería, salgo de mi habitación. Necesito que alguien me ayude a colocarme algo de maquillaje y así borrar los moretones de mis pómulos. No hace falta recordar en las fotos la golpiza que le di a Hugo.

Dejo varios golpes sobre la puerta al llegar a la habitación de Amelia. No le confiaría a cualquiera mi rostro y sé que ella ha hecho varios cursos de esto. A menudo bromea diciendo que renunciará a su empleo para dedicarse totalmente a relucir la belleza de las mujeres. Pero espero en el fondo de mi corazón que sea solo eso, una broma. Porque ella no es solo una gran amiga, sino también una excelente empleada.

No suele cometer errores y me conoce lo suficiente para saber lo que necesito, antes de que se lo pida. No quiero perderla por ninguna circunstancia. Nunca olvidaré que ella estuvo dispuesta a mudarse conmigo a Londres, en definitiva, es algo que le agradeceré toda la vida.

—En verdad, para mí ya no te ves guapo en traje—dice ella con una sonrisa en el rostro al abrir la puerta—Es que te veo así todos los días, has perdido la magia.

—Lo mismo digo, hoy apenas estás decente—Me prohíbo sonreír.

—¿Qué quieres?

Se retira de la puerta para darme acceso a su habitación.

—Quiero que me ayudes a desaparecer esto—señalo mi mejilla mientras me siento en la orilla de su cama.

—Hay maquillistas profesionales por toda la casa y ¿vienes a buscar mi ayuda?—Ella arruga sus cejas—En serio no puedes vivir sin mí.

—Si puedo vivir sin ti, solo que confío en ti y no en ellas.

—Conoces a tu tía, ¿Crees que no ha conseguido a los mejores para que maquillen a su nuera?

Su pregunta es válida, mi tía es exigente y perfeccionista. Solo contrataría a lo mejor para la boda de su hijo.

—Es que tú eres la mejor—le guiño un ojo.

—Lo sé—Ella me regala su mejor sonrisa.

La veo caminar hasta su peinador para buscar un estuche de maquillaje.

Observo su vestido color verde, el cual se adhiere hasta su cintura como una segunda piel, mientras en la parte inferior es holgado. Aún no tiene los tacos puestos, lo que hace que este ruede un poco en el suelo. Es imposible no pensar en Isabela, este color hará que sus ojos destaquen. No tengo dudas de que se verá más preciosa de lo que ya es.

—¿Nervioso? —pregunta al dejar todo lo que necesita a mi lado.

—¿Por qué estaría nervioso? —enarco una ceja.

—Es el último día aquí y no has tenido la oportunidad de hablar con Isabela.

Eso es cierto. Hemos hablado, sí, pero no como yo quiero hacerlo. Quiero que nos sentemos y podamos platicar con tranquilidad.

—Puedes intentarlo hoy—Ella comienza con su labor en mi rostro.

—No.

—Oscar...—No la dejo continuar.

—Solo si ella se acerca a mí, —digo con seguridad— todos deben dejar de insistirle, eso me incluye. Debo darle el espacio que ella necesita, cuando se sienta cómoda, vendrá y hablaremos.

Eso espero.

—Ojalá que cuando suceda, ya no sea tarde—murmura para ella misma, pero al estar tan cerca logro escucharla.

—Nunca será tarde para ella. La esperaría...

—Por siempre, lo sé—termina por mí.

Ella suelta un suspiro largo para luego sentarse sobre la cama justo a mi lado, eso me indica que ha terminado de mi rostro.

—¿Estás bien? —Me atrevo a preguntar.

—Quisiera que alguien hable de mí, como tú hablas de ella—Noto la intensidad en sus ojos—Eres alguien increíble y la persona que esté a tu lado, será la más afortunada de todas.

Siento su mano posarse sobre la mía. Ella mira nuestras manos con una sonrisa, ¿triste?

Espera, ¿qué pasa?

—No tienes que decir nada—agrega mirando hacia al frente—Sé que dirás.

—¿Qué diré?

Aparta su mano de la mía y acomoda su cabello detrás de su oreja. Algo sucede, es evidente, pero sé que no servirá de nada que le pregunte. No me dirá, por más que insista, la conozco.

—Que encontraré a alguien maravilloso, incluso mejor que tú.

—Dudo que corras con tanta suerte—bromeo para aliviar la tensión que hay en la habitación o tal vez ¿Solo la estoy imaginando?

Varios golpes sobre la puerta nos hacen fijar nuestra vista en la entrada de este lugar.

—¿Quién? —grita Amelia.

—Soy Alex—responden del otro lado de la puerta — ¿está Oscar ahí?

Me levanto de la cama como resorte al escuchar mi nombre, camino hasta la puerta para así abrirla.

—¿Sucedió algo? —cuestiono con rapidez.

—No, solo que la novia te solicita, me pidió que te ubicara.

Giro mi cabeza hacia la cama donde se encuentra Amelia aún sentada.

—Gracias por la ayuda—digo mirándola a los ojos, mientras ella evita mi mirada—Continuaremos con esta conversación más tarde.

Luego de eso me dispongo a dirigirme hacia el primer piso. Sé que habían habilitado un salón para preparar a Carol. Debo terminar mi conversación con Amelia, es obvio que está pasando por algo, pero primero debo saber que necesita Carol. Después de todo, es su día y ella debe ser la prioridad para todos.

Me sorprende encontrar a Mateo en la puerta del salón, le está susurrando algo a Emil.

—¿Qué haces aquí? ¿No se supone que no debes verla hasta la ceremonia? —cuestiono.

—No la he visto. Solo cumplo un deseo—responde Mateo.

—Este día se hace lo que ella pida—agrega Emil acomodando su corbata.

—Ella te espera —me comunica Mateo.

Ambos se apartan de la puerta dándome acceso a esta, me acerco y giro el llavín para entrar. Reviso toda la habitación y me parece extraño no encontrar ni un alma. Esperaba ver este lugar lleno de personas corriendo de un lugar a otro.

—Carol—La llamo.

—Debe estar en el balcón—me indica Mateo para luego cerrar la puerta a mis espaldas.

¿Qué sucede? Todo me parece muy raro.

Camino hasta donde me sugirió mi primo esperando encontrar allí a la rubia, pero no es así. Reconocería esa cabellera negra a kilómetros de distancia. La figura de su cuerpo que me ha acompañado en tantos sueños por demasiado tiempo sería difícil de confundir.

—Isabela.

Su nombre se escapa de mis labios con la intención de llamar su atención.

Observo como toma aire y lo suelta con lentitud para luego girarse hacia mí. Tengo que tragar toda la saliva que contiene mi boca cuando comienzo a detallarla. Al pensar que estaría hermosa con este tono de vestido, me he quedado corto. Su cabello está arreglado en una cola alta, su cuello queda expuesto. Mi corazón quiere detenerse cuando noto el collar que lleva puesto.

Es el que le regalé para su cumpleaños número dieciocho.

—Creo que es el indicado para la ocasión—comenta al percatarse que lo miraba.

Me obligo a subir la mirada y me arrepiento en el momento que lo hago. Ella me examina con una sonrisa sobre sus labios, esa sonrisa que me hace perder la cabeza y por la cual soy capaz de hacer que lo imposible se vuelva posible.

Quiero preguntar: ¿Qué hacemos aquí? Pero no puedo, por una razón que no entiendo.

Ella camina hacia mí, se detiene dejando solo un metro de distancia entre los dos.

—Quería hablar contigo y creo que Carol lo hizo posible—dice mientras juega con sus manos—Después de todo, sigue siendo nuestra celestina.

Noto como aprieta sus labios, como si estuviera tomando valor.

—Lamento no haberte dado la oportunidad antes de hablar, perdón por dejar que mis emociones me ganaran—Retira su mirada de mí— Me había convencido de que todo lo que sentía por ti se había extinguido. Pero al verte todo se volvió un caos en mi cabeza.

—¿Y en tu corazón? —La pregunta sale de mí antes de que pueda evitarlo.

—Es complicado, Oscar.

Ella suelta un suspiro y retrocede un paso

—No confío en ti, esa es la verdad.

Sus palabras me golpean, pero creo que no me sorprenden. Decidí alejarme de ella de una forma cruel y considero justo que su confianza hacia mi persona se haya visto afectada.

—Pero quiero volver a hacerlo, —Ella se acerca lo suficiente para tomar mi mano—si ambos ponemos de nuestra parte.

¿Habla en serio?

Mis latidos se vuelven tan intensos que tengo miedo de sufrir un infarto justo ahora.

—¿Estás diciendo lo que creo? —Logro decir como puedo.

—Estoy diciendo que deberíamos tener la oportunidad de hablar—Siento como entrelaza su mano a la mía— El tiempo aquí se ha terminado, pero quizás podríamos quedarnos unos días más.

—¿Solo tú y yo? —cuestiono.

Mi cerebro se encuentra aturdido y mi corazón anhela que esto no sea un sueño.


.......................

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro