《24》Una diosa como tú a su lado.

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Isabela

Mi corazón late con fuerza. Intento respirar despacio para calmarme. Siento mis mejillas húmedas incluso después de que Óscar las haya secado con sus dedos más de una vez. Sé que esta es una conversación que debemos tener, es necesario para dejar algunas cosas atrás.

Una parte de mí no cree que al fin vamos a poder hacerlo. Más de una vez anhelé poder hablar con él de todo lo sucedido. Hubiera dado todo porque me hubiera explicado sus verdaderas razones a la hora de sacarme por completo de su vida.

Sin embargo, sería una tonta si no aprovecho esta oportunidad que me está regalando el universo. Tengo la opción de intentarlo nuevamente con este hombre. No es perfecto, puede cometer errores, pero incluso así es capaz de mirarme a los ojos y responsabilizarse por sus acciones.

Eso es algo que debe valorarse. Durante mis estudios y parte de mis prácticas pude observar como el mecanismo de muchas personas al momento de cometer un error, es solo excusarse. Pocos se hacen cargos de sus acciones.

Sé que aceptar los errores que uno comete y disculparse, no hará que el daño hecho desaparezca. Aunque en definitiva es el primer paso para hacer que la otra persona empiece a sanar.

—Debiste decirme la verdad en el momento que decidiste marcharte de mi vida—Sus ojos muestran confusión —Te escuché hablar con Mateo y Carol en la biblioteca.

Él parpadea varias veces mientras aprieta sus labios por unos segundos.

—En ese momento, —aclara su garganta —pensé que era lo mejor y lo sigo pensado.

—Pero...—Me interrumpe.

—Si tuviera dicho que nos estábamos aferrando al otro, que eso no era algo sano, porque debíamos sanar algunas cosas por separado —Su mano deja caricias sobre la mía — Te conozco lo suficiente para saber que tratarías de buscar la forma de que no perdiéramos el contacto ¿me equivoco?

Muerdo mi labio inferior sin ser capaz de hablar, porque en sus palabras sola hay verdad. Me negaba tanto a perderlo que hubiera hecho lo que sea para no dejarlo ir. Incluso haberme perdido a mí misma.

—Sé que en la forma que lo hice, te lastimé de formas que tú no merecías y créeme que lo lamento con todo mi corazón. Lamentablemente esa fue la manera en que se pensé que te alejarías, que no me buscarías y...—hace una pequeña pausa— Funcionó.

—Hice todo lo que estaba en mis manos para no volver a buscarte. Me hiciste entender que te hacía daño estando a tu lado y dijiste con claridad que nuestro amor no era suficiente...—El resto de mis palabras se quedan atrapadas en mis gargantas.

Cierro mis ojos unos segundos, trato de no volver a llorar.

—Solo dije lo que creí que te haría avanzar sin mí —Sus palabras me hacen volver abrir mis ojos y me encuentro con los suyos, el brillo que poseen en este momento capta toda mi atención—No quería hacer heridas en tu corazón, aunque sé que las hice. Una parte de mí quiere decir que se arrepiente, sin embargo, ahora veo en la increíble mujer que te has convertido, todo lo que has superado, todo lo que has crecido, los logros que has obtenido. Todo esto solo me confirma que fue la mejor decisión.

Me sorprende que hable así de esa forma.

—¿Tú crees eso?

—Sí, porque esa chica de la cual me enamoré años atrás no hubiera aceptado tener esta conversación conmigo. Esa persona ni siquiera dejaría pasar por su cabeza la idea de volver a intentarlo. Porque eras muy...

—Inmadura—Termino por él.

—Iba a decir impulsiva, pero también —Una leve sonrisa se posa en sus labios lo cual hace aparecer la mía por inercia.

Él suelta mis manos para poder pasar las suyas por su rostro.

—No puedo expresar con palabras lo mucho que me dolió a alejarme de ti, —suelta un cansado y pesado suspiro—tú siempre has sido todo lo que he necesitado para sentir paz.

>>Incluso días después de Celeste haber muerto, tu simple presencia hacía que mis ganas de vivir no desaparecieran por completo. Pero no podía querer vivir por ti, debía querer hacerlo por mí. Además, el hombre del cual te habías enamorado se había roto en pedazos. No merecías solo pedazos de mí. Tú te mereces el 100% de una persona, Isabela y jamás debes conformarte con menos de eso.

Una de sus manos se posa sobre mi mejilla y mi piel se eriza ante su tacto suave y delicado.

—Tú te mereces a alguien que te ame con locura, a alguien que te ponga como prioridad. Dos años atrás no podía ser ese hombre, hoy estoy completamente listo para amarte y poner todo mi mundo a tus pies.

Mi corazón está a punto de abandonar mi pecho. Mis emociones son un caos en este instante. Mis lágrimas se escapan de mis ojos y caen por mis mejillas antes de que pueda detenerlas.

—Es tonto decir que he soñado con este momento más de una vez—Mi voz es un desastre.

Él niega con su cabeza para luego rodearme con sus brazos. Apoyo mi cabeza en su pecho donde puedo absorber su exquisito olor.

—Yo lo he soñado muchas más veces—Deja varios besos sobre mi cabeza.

—Volver a lo que éramos, será complicado.

Imposible más bien.

—No quiero volver a lo que éramos, quiero empezar de nuevo.

Empezar de nuevo, ¿eso en realidad es posible?

No puedo evitar sentir miedo, miedo de que todo termine en un desastre.

—¿Y si no funciona? —Me atrevo a preguntar.

—Lo haremos funcionar.

—Eso no lo sabes.

Mueve su mano por toda mi espalda con movimientos lentos y esa simple acción hace que me sienta aún más segura de lo que ya me siento en sus brazos.

—No sé cómo será el futuro. Aunque si de algo estoy seguro, es que no hay cosa en esta tierra que no haría por ti. Quiero aprender amarte como si fuera la primera vez que lo hiciera, a pesar de que ambos sabemos que jamás lo he dejado de hacer.

—Yo tampoco—confieso —Lo intenté, pero no pude.

—Lo sé — Sus palabras me hacen separarme de él para mirarlos a los ojos —soy inolvidable.

Suelto una leve risa sin poder evitarlo.

—Eres un tonto.

—Solo digo la verdad—Él posiciona su mano sobre la parte trasera de mi cuello riendo con levedad. Sus labios se posan sobre mi mejilla.

Una corriente de calor recorre mi cuerpo. Hace un camino de besos cortos y húmedos hasta llegar a mi boca. Muevo mis labios al ritmo que él marca. Es un beso lento, cálido y exquisito.

Su lengua me exige unirse y le doy el permiso de hacerlo. Nuestras lenguas danzan de una forma única.

Hasta ahora es que me doy cuenta lo mucho que he extrañado sus labios. Aún estos son capaces de hacer que mis piernas se sientan débiles y ahora agradezco tanto estar sentada.

Él termina el beso mordiendo ligeramente mi labio inferior.

—Podría quedarme aquí besándote todo el día, pero...—Lo interrumpo.

—¿Cuál es el pero? —Poso mi mano sobre su mejilla para dejar caricias sobre esta.

No tengo ningún problema de pasar el día besando esos exquisitos labios que posee.

—Porque supuse que querías conocer la ciudad. Sé que no pudiste hacerlo al tener el pie lastimado y he pensado algunos lugares donde podemos ir—Comienzo a dejar cortos besos sobre sus labios mientras él continúa hablando —Si prefieres hacer eso después, no tengo problema. Tenemos tiempo después de todo.

Detengo mis besos para poder colocarme de pie.

—Vamos—extiendo mi mano.

Él me regala su preciosa sonrisa para luego imitar mi acción y tomar mi mano.

─── ❖ ── ✦ ── ❖ ───

Caminamos por las calles encantadoras de Santorini. Hacemos el recorrido entre Fira y Oia, está llenos de escaleras que se encuentra ubicadas entre varias arquitecturas asombrosas. La vista desde este lugar es impresionante, se pueden observar las extraordinarias islas griegas. En definitiva, es uno de los mejores lugares que he visitado.

Tres horas llenas de risas, fotos memorables y datos curiosos sobre este lugar, todos orquestados por Oscar. Me confesó que había investigado sobre todo el lugar, temía quedarse sin tema de conversación. Ese gesto me hace sentir ternura, saber que lo ha hecho porque esta tarde no es una cualquiera, es nuestra primera cita después de tanto tiempo. Me llena el corazón de felicidad saber que ha sido una de las mejores de toda mi vida.

Optamos por ir por un helado y nos encontramos sentados en un banco, observando el paisaje que puede admirarse desde aquí.

Un ruido llama mi atención, son unos chicos a solo metros de nosotros. Se encuentran observando a unas chicas que se encuentran justo a nuestro lado.

—Me imagino que vienen a ver diosas a Grecia —susurro en el oído de Oscar mientras rio un poco.

Él mira a los dos grupos por uno segundos y luego posa sus ojos en mí.

—Hacen eso, porque no tienen una diosa como tú a su lado.

Mis mejillas arden ante su comentario.

—¡Basta!

Ha sido una máquina de halagos durante todo el día, lo cual no me incomoda en sí. Lo que me molesta es volverme un tomate cada cinco minutos.

—No estoy haciendo nada—Continúa comiendo su helado de vainilla.

Aún no logro entender como no le gusta el helado de chocolate. Si es exquisito, no he podido dejar de disfrutar el mío.

—Espero que me dejes comerte con esa misma intensidad esta noche.

Sus palabras me toman por sorpresa. Mis ojos se abren tanto que duelen. Comienzo a toser para tratar de no ahogarme con el helado, ¿cómo puede decir eso mientras como?

Ahora no solo mis mejillas arden, sino todo mi cuerpo.

Diosito, por favor apiádate de mi alma.


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