《26》Más, quiero más.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Isabela

Este hombre va a hacer el causante que muera de un ataque cardíaco. Estoy preocupada de lo que causa con sus acciones en mí, a veces con una simple palabra, hasta con un gesto, es el único que es capaz de hacer que mis latidos sean tan intensos y veloces. Tanto que temo por mi bienestar.

Es extraño, pero ahora que me arrastra por toda la tienda buscando vestidos para que me pruebe, siento como si no hubiera pasado el tiempo. Como si nunca nos hemos separado. Sigue siendo él, después de tantos años. Aunque sé que no es así, ha transcurrido tiempo y hemos cambiado. Más de lo que nos gustaría aceptar.

Tantos años que pensé que jamás tendría la oportunidad de ni siquiera establecer una conversación con él y ahora tendremos toda una semana para hacerlo.

«Algo me dice que no solo hablarás con él

¿No?

«No te hagas, sé perfectamente como te sentiste cuando él te besó en medio de la plaza

Es toda su culpa, por besarme de aquella forma tan cautivadora.

Pero no puedo negar que he disfrutado aquel beso con cada célula de mi cuerpo, se me hizo hasta imposible no ahogar un gemido en su boca. Mi cuerpo anhela el toque de sus manos, necesita ser encendido por el deseo que siempre he sentido ante su presencia y mentiría si dijera que no quiero que me haga arder de placer.

No sé si deba aprovechar de que ambos no sentimos en una burbuja de armonía, es como si solo fuéramos él y yo en esta preciosa ciudad o tal vez debemos esperar más tiempo, ir despacio. Temo hacer algo que arruine la paz que he vuelto a sentir a su lado.

Sé que no lo hemos hablado, pero si decidimos intentarlo. Tendríamos que optar por tener una relación a distancia, lo cual me hace preguntarme, ¿somos capaces de tener una?

Quiero creer que sí, con todas mis fuerzas.

—El vestidor está justo allí, —Me indica y noto que sostiene más de cinco vestidos— quiero que te los pruebes todos. Si te gustan nos llevamos todos.

—No es necesario.

—Isabela, por favor. Compláceme en esto—Inclina su cabeza hacia su izquierda y su simple gesto hace que mis piernas se debiliten.

Sé que no lo haré cambiar de opinión. Los vestidos de este lugar son preciosos y tienen un estilo diferente. Acepto que todos han llamado mi atención.

—Ven—Lo veo caminar hacia los vestidores.

Se introduce en el último del largo pasillo e imito su acción. Al entrar me fijo que es bastante grande. Supuse que lo sería, si este lugar tiene disponible ropa tan costosa, es algo lógico que quieran que sus clientes estén cómodos al momento de medirse cualquier pieza de vestir.

Observo el espejo enorme que ocupa toda una pared, me permite verme de los pies a la cabeza. Puedo notar una mesa en una de las esquinas, esta contiene algunas botellas de agua y unos cuantos refrigerios. Junto a ella hay un sofá de color rojo lo bastante grande para que puedan sentarse hasta tres personas.

Óscar se acerca a los ganchos que se encuentran sujetos a la pared. Coloca cada vestido en uno diferente, ya que hay bastantes.

Una idea pasa por mi cabeza y la sigo sin darme tiempo de analizarla. Cierro la puerta y le coloco seguro. Trago toda la poca saliva que queda en mi boca para tomar valor y mirarlo directo a esos destellos grises.

—Deberías quedarte, así me ayudas a elegir.

Espero que una sonrisa se pose sobre sus labios, pero no sucede. En cambio, sus ojos adquieren un brillo que conozco sin importar los años que han pasado: deseo. Tomo eso como un sí y dejo mi bolso sobre el sofá para luego retirar mi chaqueta con lentitud. Saber que él me observa, hace que mi piel se erice. Mi corazón comienza a latir con una intensidad sorprendente.

—Puedes sentarte—Le indico con mi cabeza el sofá mientras comienzo a quitar los botones de mi vestido. Estos se encuentran ubicados en la parte delantera de mi vestido.

Sus ojos se posan en mi pecho cuando mi sostén negro empieza a verse y juro que siento sus ganas de quitármelo. Ahora agradezco tanto haberlo combinado con mi ropa interior.

—Óscar —Lo llamo.

Percibo como se obliga a mirarme a los ojos, aunque sé que prefiere seguir admirando mi pecho.

—Siéntate —pido mientras me voy desprendiendo de mi vestido.

Lo observo caminar hacia el sofá sin apartar su mirada de mí ni por un segundo. Aprovecho que se sienta para tomar el primer vestido. Empezaré con el azul, después de todo es la razón de que estemos aquí, merece ser el primero. Me ha atrapado desde que lo vi en el aparador.

Mientras me los subo distingo que me quedará como una segunda piel, tiene un pequeño abierto en uno de los bordes de la parte inferior la cual llega hasta la mitad de mis muslos exponiéndose así mis piernas. La parte superior del escote es transparente, lo cual hace que parte interna de mis senos pueda verse.

Lo acepto, no es un vestido que usaría para cenar con los padres de Oscar. Pero si para una cita con él.

—¿Cómo me queda? —pregunto mirándome al espejo.

—¿Qué quieres que te diga? —Su voz ronca me hace girarme. Noto como tiene sus codos apoyados sobre sus piernas y necesita subir su mirada para detallarme— ¿Lo que pienso o lo que quieres escuchar? —recorre su mentón con sus manos—Puedes elegir, igual ambas son verdades.

—¿Sí? ¿Qué quiero escuchar? —enarco una ceja sintiendo curiosidad.

Obligo a mi cuerpo a no revelar lo nervioso que se siente en este instante.

—Que te ves aún más preciosa de lo que eres—Siento como recorre todo mi cuerpo con su mirada—. Será imposible que las personas no se detengan a admirar tu belleza.

Un caliente recorre toda mi espalda no solo por sus palabras, sino por esa forma que me devora con su mirada.

—Y tú, ¿qué piensas?

Observo como apoya su espalda del sofá mientras acomoda el reloj en su muñeca.

—Pienso...—Hace una pausa que se me hace eterna—que te compraría cada vestido de este mundo, si luego tendré el privilegio de quitártelo.

Quiero hablar, pero no soy capaz de formular ninguna oración. Mi cerebro solo piensa en como sus palabras son capaces de hacer que todo el calor de mi cuerpo se concentre en mi intimidad.

—Ven aquí —ordena.

Mis piernas se mueven solas y me acercan a él. Mis mejillas arden cuando sus manos se posan en mi cintura apretando esta. Noto sus intenciones de hacer que me sienta sobre sus piernas y estoy seguro de que quiere que quede en ahorcajadas.

—No creo que este vestido se abra tanto—consigo decir.

Aunque él me ignora y me acomoda sobre él en un movimiento brusco, escucho el crujir a la tela romperse. Abro mi boca queriendo reclamarle, intento levantarme, pero sus manos sobre mi cintura me lo impiden.

—Te compraré la tienda completa, si me dejas tenerte sobre mí, solo unos minutos más—dice contra mi oído.

Sé que no soy capaz de negarle nada ante nuestra cercanía y menos si su voz cada vez se vuelve más profunda y cautivadora.

Siento como sus labios rozan mi oído y luego se dirigen hacia mi cuello, se pasean por mi piel, haciendo que cada parte de mi cuerpo arda ante sus labios húmedos y suaves. Hace un camino hasta mi clavícula mientras sus manos aprietan mi cintura manteniéndome sentada sobre él, sin tener ninguna oportunidad para colocarme de pie.

Aprieto mis labios cuando noto que su boca está sobre la parte inicial de mis senos. Se pasea por ellos con habilidad. Una de sus manos baja el cierre para poder quitar el vestido de mi pecho y tener total absceso.

Me ubica sobre su miembro, el cual se siente que está listo para entrar en mí y llevarme al mismo cielo. Pero por alguna razón que desconozco no quiero eso, quiero que me lleve al mismo infierno. No quiero que sea gentil, ni delicado. Deseo que me haga suya de una forma desesperante.

—Oh Óscar —Un gemido se escapa de mis labios cuando mi sostén libera mis senos y puedo sentir su aliento contra mis pezones.

—Che succede, piccolina? «¿Qué sucede, pequeña?»—No me hace esperar e introduce uno en su boca.

Echo mi cabeza hacia atrás dejándome llevar por las exquisitas sensaciones que me provoca este hombre con su boca. Se pasea de un pezón a otro mientras sus manos hacen que me levante un poco para direccionar su erección a mi entrada.

¿En qué momento ha liberado su miembro?

No tengo idea, pero no me interesa. Solo quiero sentirlo en total plenitud.

Siento como su glande invade mi canal vaginal, el cual se encuentra totalmente húmedo, lo cual facilita su proceso de penetración lenta. Pero para mi sorpresa sus manos bajan hacia mis glúteos para indicarme el ritmo que quiere que me mueva. Es rápido e intenso, por tanto, no dudo en seguirlo.

Admito que hubiese querido, aunque sea unos segundos para acostumbrarme a su tamaño, pero igual disfruto la sensación tan exquisita que se siente tenerlo en mi interior, así que no me quejo.

Sus labios abandonan mis senos para volver a mi cuello, donde percibo que muerde esta zona tan sensible. Así me obliga a colocar mis manos en su hombro para asegurar mi equilibrio y poder moverme con mayor velocidad. El sonido que hace nuestras intimidades al unirse llena todo el vestidor y eso me excita de una forma que no sabía que era posible. Golpea uno de mis glúteos con levedad haciendo que todo el placer en mi cuerpo solo aumente.

—Más—pido queriendo que repita aquella acción.

—¿Qué? —Él enarca una de sus cejas y una sonrisa de victoria se posa sobre sus labios—Dijiste que no me pedirías más.

Aprieto mis labios mientras trato de conseguir que sus penetraciones sean más profundas, no sé si es toda la situación o son las ganas acumuladas que le tengo a este hombre, pero mi cuerpo me da indicio que estoy a nada de llegar a mi límite.

—Repítelo, quiero volver a escucharlo—Sus caderas se mueven rítmicamente hacia arriba entrando más en mí, haciéndome entender que aún no había introducido su miembro en su totalidad.

Niego con mi cabeza con rapidez. Su mano rodea mi cuello y hace presión en esta zona mientras sus ojos se posan en los míos.

—Dilo—exige.

No quiero decirlo, pero con la autoridad que me lo pide, hace que negarme no sea una opción.

—Más, quiero más.

Un gruñido de satisfacción sale de él para luego sujetarme con fuerza de mis piernas para levantarse de su asiento, mi espalda entra en contacto con la pared. Una de sus manos sujeta mis brazos para colocarlo encima de mi cabeza, mientras sus caderas se mueven contra mí con fervor. Es brusco y no se imagina lo que disfruto que lo sea. Tengo obligarme a no gemir, porque mi cerebro no olvida donde nos encontramos, pero la verdad quisiera hacerlo.

En este instante no importa el mañana, lo único importante ahora mismo es que me siento suya, completamente suya.


..........................................................

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro