《31》¿Solo eso?

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Óscar

Perdí todo mi autocontrol al ver su mirada ante mi petición. Esa inocencia sigue plasmada en sus ojos, como si los años no hubieran transcurrido, es algo que solo en ella me atrae. Durante toda mi vida, había preferido estar con mujeres con mayor experiencia que la mía. Que me enseñaran como satisfacerlas me volvía loco. Pero con mi Isabela, ha sido diferente, poder mostrarle como su cuerpo puede llegar al límite es algo tan excitante.

Siento como todo el calor de mi cuerpo aumente, necesito que ella se complazca.

—Tócate, Isabela.

Lo digo con claridad para que no haya ni una gota de confusión en mi petición.

Ella parpadea con rapidez, sé que es algo que nunca hemos experimentado, pero como dicen, para todo hay una primera vez. Estoy seguro de que en su cabeza debe haber un caos, pero me siento tan extasiado al ver su cuerpo obedecer. Su mano entra en sus bragas y puedo notar como su piel se eriza cuando sus dedos entran en contacto con el manjar que esconde ente sus piernas.

No solo sus mejillas están rojas, sino todo su rostro. Se le escapa un gemido cuando entra uno de sus dedos en su estrechez.

El claxon del auto detrás de nosotros me hace recordar que estamos en un semáforo. Me obligo a volver a mi labor de conducir, aunque lo único que quiero es seguir apreciando el espectáculo glorioso que está sucediendo a mis espaldas.

—Lo estoy.

—¿Qué? —No entiendo sus palabras.

Mi cerebro solo piensa en una cosa: Estacionarse.

Necesito pasar atrás, no es una opción, es una obligación, quiero tener mi lengua dentro de ella cuando todo su cuerpo tiemble.

—Completamente mojada...—suspira de la forma más exquisita de este mundo —y lista para ti.

Siento mi entrepierna palpitar, me urge liberar mi miembro de mis pantalones. Con la rapidez que me lo permite el tráfico llego a un apartado en la carretera y no dudo en estacionarme. Bajo del auto y me dispongo mover mi asiento hacia adelante, no quiero que me vaya a estorbar en el futuro. Abro la puerta de atrás.

Isabela posa sus ojos en mí, suelta un leve suspiro mientras saca sus dedos de su interior. Es imposible no morder mi labio inferior cuando veo lo mojados que están por sus fluidos. Necesito saborearla como si no hubiera un mañana, porque tengo la certeza de que me moriría si no lo hiciera.

Me subo al auto sin pensarlo. Noto que he cerrado la puerta con bastante fuerza cuando ella se sobresalta en su lugar. Quiero pedir disculpa, pero ahora no es momento para eso. Me arrodillo en el suelo del auto mientras la tomo de las piernas para dirigirla hacia mí y tener total acceso a su humedad. Mi cabeza se mueve sola y tengo que obligarme a no jadear cuando retiro su ropa interior, la cual se encuentra empapada.

Su intimidad brilla por sus fluidos y no puedo controlarme más, paso mi lengua por sus labios mayores, queriendo recolectar todo lo que pueda. Su sabor es adictivo, absorbente y cautivador. Podría hacerlo todos los días de mi vida y mi cerebro no sería capaz de cansarse.

Ella empieza a moverse contra mi boca para aumentar el placer en su cuerpo y sé con exactitud que hacer para que su excitación aumente. Mi boca se encarga de jugar con su clítoris mientras uno de mis dedos busca su entrada. Entro con una lentitud que la desespera y eso me fascina. Saco y entro mi dedo de su interior.

—¿Te gusta? —pregunto subiendo mi vista a su rostro.

La veo asentir con torpeza. Cuando su mirada choca con la mía, acelero mis movimientos y es automático, los gemidos aumentan de su parte. La veo cerrar sus ojos disfrutando de cada sensación.

—Otro, por favor—decreta con dificultad.

No lo dudo ni un segundo, introduzco un segundo dedo, siento como sus paredes se aferran a mí. Mi mano libre busca uno de sus senos, lo libero de su sostén con facilidad. Me encanta que mi mano sea capaz de acapararlo por completo.

Mi boca vuelve estimular aquella zona de su cuerpo tan sensible. Mis movimientos se vuelven intensos, al ella estar tan húmeda, se produce un sonido que llena todo el auto y en definitiva es mi tercer sonido favorito. El primero es ella gimiendo mi nombre, el segundo es la onda sonora que se provoca cuando mi mano azota su trasero.

—Óscar... lo haces...

—¿Cómo?

Necesito que termine la oración.

—¡Por Dios! Tan exquisito y delicioso.

Es inevitable, sonrío. Ella sabe lo que me vuelve loco, que me exprese con palabras, lo que su cuerpo me grita.

—Sigue—suplica mientras su espalda se arquea.

Mis dedos se mueven con un ritmo que temo lastimarla, pero al escuchar sus gemidos convertirse en chillidos, sé que lo disfruta. Siento sus piernas temblar. Es solo un aviso de que está a nada de llegar a su orgasmo. Mi lengua busca tomar todo lo que sale de esta diosa. Por Dios, ¿cómo pude sobrevivir tanto tiempo sin esto? No entiendo en realidad como fui capaz.

Relamo mis labios alejándome de su entrepierna sin querer hacerlo.

Busco con rapidez un preservativo en uno de los comportamientos del auto. Mis manos bajan mis pantalones con una destreza que me sorprende, libero mi miembro que está a nada de explotar, pero me contengo con todas mis fuerzas porque necesito que eso sea sintiendo el calor que emana su interior.

Al colocarme el preservativo, busco su entrada con desesperación. No dejo ni que se mueva y que se acomode. Dirijo mi glande a su entrada para introducirlo. Sus ojos se posan en los míos mientras me introduzco en su estrechez. Mis manos se apoderan de su cintura para introducirme en totalidad y poder sentirla en plenitud.

Mis caderas se empiezan a mover sin ni siquiera darles la orden. Mis movimientos son fuertes y veloces. Como puedo me acomodo entre sus piernas mientras sujeto sus muslos con ambos brazos para que estén lo suficientemente alto y que no sean obstáculos.

Cierro los ojos para disfrutar de cada sensación que recorre mi piel. Siento su mano en mi cuello, sé que es su forma de pedirme que la mire, así que abro mis ojos para encontrar su mirada llena de deseo, sus labios ligeramente abiertos soltando un gemido detrás de otro, sus mejillas son totalmente rojas y parte de su pecho también.

—Non guadarmi in quel modo «No me mires de esa forma.»

Sé que suena como una maldita súplica.

—¿In quale forma? «¿De qué forma?»

El hecho que me responda en italiano sumado a esa confusión que refleja su rostro, es demasiado para mí. No quiero terminar tan rápido y parecer un estúpido adolescente, pero es que ella no me ayuda. Casi me paralizo cuando ella rodea sus piernas en mi cintura y comienza a moverse con destreza contra mí. Pero le agradezco a mi cuerpo por no detenerse.

Los gemidos de los dos invaden todo el espacio y puedo ver los vidrios totalmente empañados. Mi cuerpo no soporta más y al parecer el de ella tampoco, porque percibo como ambos soltamos un suspiro de alivio después de haber llegado al tan inevitable orgasmo.

Me tomo unos minutos para respirar y disfrutar de su cercanía. Pero recuerdo que estoy técnicamente sobre su cuerpo, eso me obliga a retirarme de sobre ella. Busco un lugar donde depositar el preservativo para luego sentarme a su lado. Ella mantiene sus ojos cerrados.

—¿Estás bien?, ¿te he lastimado? —Averiguo con algo de temor.

—Mañana te digo.

—Lo siento.

—¿Por qué? —Ella abre sus ojos y puedo admirar aquel verde esmeralda—¿Por hacer que cada experiencia contigo supere la anterior?

—Isabela, no es momento para aumentar mi ego—En mi rostro no hay ninguna expresión —Necesito saber que estás bien.

Ella se acomoda sobre el asiento para luego sonreír. En un movimiento queda sobre mis piernas, las suyas quedan sobre los asientos.

—Estoy bien —Su mano acaricia mi mejilla.

—No volveremos hacerlo en el auto—decreto.

Tal vez fue un error no esperar llegar al hotel, allí lo podríamos haberlo hecho en un lugar más cómodo.

—Volveremos hacerlo en el auto y en todos los lados.

—¿Sí?

—Quiero que me hagas tuya, cada vez que tú quieras—Un brillo hipnotizante aparece en sus hermosos ojos—y donde tú quieras.

—¿Aunque al otro día tu cuerpo se queje?

—El dolor es parte de la vida, ¿no? —Se le escapa una leve risa.

Niego con mi cabeza mientras coloco mis manos en su espalda para acercarla a mí y poder abrazarla. Ella aprovecha para apoyar su cabeza en mi hombro izquierdo. Mis dedos se pasean por toda su piel.

No puedo mentir, había extrañado como un loco tener intimidad con ella, pero estar a su lado, disfrutando su calor estando en un silencio agradable. Es algo que verdaderamente me hacía falta.

—Sé que no es el momento, pero necesito que hablemos de algo—dice con suavidad—No quiero que dejemos esta conversación para el último día y que nuestra despedida sea...—La interrumpo.

—Ya sé qué dirás—aseguro dejando un beso sobre su cabeza.

—¿A si? ¿Acaso adquiriste el don de leer mentes?

—Solo la tuya—Dejo caricias por su espalda baja—pero eso no es un don, es más bien es el privilegio que tengo de conocerte.

—Ya no soy la misma que conociste.

Una verdad que me había aterrado por tanto tiempo. En mi cabeza siempre ha estado presente el hecho de que, en tres años, casi cuatro en realidad. Una persona podría cambiar o más bien evolucionar, tuve el temor de que todo lo que conocía de ella, todo lo que me había enamorado, hubiera desaparecido. Pero solo unos días con ella me han hecho entender que una persona puede cambiar algunas partes de sí, pero su esencia no.

Es normal que luego de lo vivido en estos años, ella haya sumado cualidades, incluso restado a su personalidad, porque eso es parte de crecer. Pero su esencia sigue siendo la misma y puedo decir que me siento aliviado por eso.

—Lo sé, hay partes que has mejorado—Dejo una leve nalgada en uno de sus glúteos.

—Lo digo en serio—Ella levanta su cabeza de mi hombro. Puedo notar lo enrojecida que están sus mejillas por mi acción.

—Yo igual—beso sus labios por unos segundos—Sé que hay partes de ti que serán nuevas para mí, pero tengo la plena certeza de que disfrutaré conocer eso que el día de hoy desconozco de ti, piccolina.

Su sonrisa hace que todo su rostro se ilumine.

—Eso es mutuo—Ella coloca su mano sobre mi mejilla—A ver, cuéntame, ¿qué estaba pensando? —cierro mis ojos por unos segundos, disfrutando de su roce sobre mi piel.

Sé perfectamente de que quiere hablar: ¿de cómo haremos que esto funcione a distancia? Cosa, que sería horrible, no me malinterpreten, si tuviéramos que tener una relación a distancia, aunque sea por un tiempo. Lo haría sin dudar, pondría de mi parte para que funcionara para los dos, pero no saben lo agradecido que estoy, de que ese, no sea el caso.

No se lo he comentado porque no había encontrado la oportunidad en realidad, pero creo que es el momento. Quiero que lo que pasemos aquí, ambos lo disfrutemos y sé que esa idea podría atormentarla, no puedo seguir permitiendo eso.

—Si funcionará esto, incluso si estamos separados por un océano.

—Pero sería...—La interrumpo.

—Nada impediría que lo nuestro funcione y eso incluye la distancia. Aunque debo confesarte que me siento aliviado, que no vamos a tener que pasar por eso.

—Óscar, sabes que sí—Ella suelta un largo suspiro.

Deja de acariciar mi mejilla para estrujar un poco sus ojos, ¿para evitar llorar?

—Volveré a Miami—digo de inmediato.

Mi meta a partir de ahora es que sus lágrimas sean derramadas solo por felicidad y en serio me esforzaré para que se cumpla.

—¿Qué? —pregunta y puedo notar en sus ojos, que no creé mis palabras.

—Al terminar estos días, no nos separemos—Acuno su rostro— Volveré contigo.

—Pero...—La interrumpo.

—Estoy listo, lo he estado hace meses.

La conozco lo suficiente para saber que mencionará a Celeste. Después de todo, mis razones de macharme del país que me vio crecer, fue porque no me consideraba lo suficiente fuerte para vivir en un lugar donde cada cosa me recordara a mi sol.

—Sé que pude volver antes. Pero no me parecía justo volver de la nada a tu vida, preferí utilizar la boda, para volvernos a ver.

—¿Seguro que estás listo? —Su voz se quiebra y mi corazón quiere hacerlo.

—Lo estoy y no quiero que pienses que lo hago solo por ti. Es por mí, Isabela, necesito dar ese paso, el cual sé qué hará que mi mundo se derrumbe por un momento, pero es algo que debo hacer y no estaré solo, te tendré a ti, ¿no?

—Por supuesto que me tendrás—Ella asiente con su cabeza.

—Además, sabía que necesitaría más tiempo para reconquistar ese corazón terco tuyo—agrego para lograr provocar su sonrisa— Espero que esas lágrimas sean de felicidad —Paso mi pulgar por sus mejillas.

—Obviamente, tonto—golpea ligeramente mi hombro.

—Pero eso no significa que debemos sentir presión por definir esto, solo quiero que me dejes respirar el mismo aire que tú, mi piccolina.

Más lágrimas caen por sus mejillas.

—¿Solo eso? —Su voz es un desastre.

—Por ahora, solo eso.

La atraigo a mi cuerpo para rodearla con mis brazos y poder fundirnos en un tan necesitado abrazo.


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Perdón por estar tan perdida. Espero recompensarle en estos días. 💕💕
No olviden dejar un comentario, quiero leerlos 🤗

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