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Marcus y yo retornamos a la escuela secundaria y también comencé a asistir al magisterio de bellas artes, ya que nos habíamos tomado unos días de licencia por la desaparición de nuestra madre. Era hora de retornar a clases y de enfrentar las burlas de nuestros compañeros y de los docentes que solo creen en los tabloides que la televisión ofrece.

Pero nada de eso me impidió que yo resolviera todo con interés; así como mi amor por el arte. Mi profesora de escultura, era una demente cualquiera, pero no desperdició la ocasión para interrogarme sobre el curioso personaje que había aparecido en todos los noticiosos de la televisión nacional.

Ella percibió, acto continuo, de lo que el bailantero le había propuesto a mamá, y atrevió a hablar sin preámbulos, con nitidez en sus gestos discorde a lo que realmente pensaba.

De su boca salían palabras dulces, con una notable calma y un falso pesimismo. Simulando que para la sociedad, todo estaría bien de momento y que nadie se atrevería a multiplicar los padecimientos vívidos en el seno de mi familia.

Yo escuchaba atentamente con una isolada resignación y presentí que esto solo es una parte del comienzo.

Mi instinto me hablaba al oído con total parsimonia, esas voces pertenecían a la opinión de la gente, de la sociedad que habla a nuestras espaldas, desenfrenados y curiosos. Y mi familia y las víctimas de ese circuito morboso, se podrían convertir en una tragedia anticipada.

.....

Eventualmente siento devoción por mi madre, es un sentimiento profundo de admiración inspirado por la dignidad humana que ella posee de forma austera.

Durante la noche, mientras todos dormían, se sentía ese silencio sepulcral, que mi madre rompía a las dos de mañana cuando se levantaba para beber una taza de té de manzanilla, una infusión de coloración amarillenta que tenía un olor, para mi gusto, repugnante.

Mi insoportable insomnio me tenía toda la noche en vela, acostada en la soledad de mi habitación, pensando e imaginando con los eventos futuros. Siempre bajo la norma, de que un pensamiento crítico pode asumir de repente una forma regular y la geometría de
éste podría adaptarse para mi satisfacción y desafiar a la curiosidad. Entonces me puse de pie, tomé el salto de cama y caminé hacia la cocina en busca de desafiar mis teorías sobre la desaparición voluntaria de mamá.

Después de divagar con preguntas sin sentido, por un momento, ocurriome pensar en una táctica para que mi madre escupa las palabras que tiene atoradas en su pecho.

Solo me dijo que el bandido esta en prisión  y que podría salir en un tris. Entonces procuré desechar la idea de que tenga una pena máxima, convenciéndome en que aún hay una chance para que ese hombre abandone la tierra.

Luego agregó que hay secretos que ella tiene en su poder y que podría testificar contra él una vez más. Pero ya había jurado que no había más que contar y que tenía un cierto temor de que la involucren a la causa, como una cómplice.

Mi atención se reavivó a pesar de estar somnolienta. Esas palabras resonaron en mi cabeza, como una sugestión hipnótica, decidí dejar de indagar e ir a dormir.

......

Días atrás supe por medio de Marcus, que Matilde había tenido una conversación muy seria con mis padres. Que nuestra mucama había hecho la revelación de que estuvo ligeramente involucrada en la vida de Wilson.

Marcus estaba anonadado y cuando llegué ese día de la escuela, me contó todo. Le pregunté como habían reaccionado mis padres, me dijo que mamá le agarró un ataque de pánico y que papá había jurado venganza a los gritos limpios.

Después de ese episodio todo fluyó normal, aunque días atrás mamá comenzó a ir a terapia.
El psiquiatra le había administrado dos clases de opiáceos y mamá estaba de mejor humor, había recuperado el control de sus emociones.

No... hace tiempo que he sentido que ya nunca más mi madre será dichosa. Mamá comenzó a hacer nuevamente sus aeróbics y había abandonado el hábito de beber alcohol. Algunas veces mirábamos juntas la televisión, reposaba mi cabeza en su regazo, y sentía el calor de sus manos cuando acariciaba mis mejillas.

En cambio papá, siempre estaba tieso en el sillón de la esquina de la sala, aquella situación parecía sobrenatural. Marcus lo observaba de reojo como si esperaba que mi padre colapsara.

Papá retorcía lentamente la punta de su camisa escocesa, con la miraba pérdida, en dirección al televisor.

Después de la cena, Lorenzo notó que lo observaba con mirada petulante, pero él estaba equivocado, solo sentía el rencor que se infiltraba en el rostro de amargura que caía sancionando una resignación.

Me dijo que algo iría a pasar, le pregunté que era lo que ocurría y me dijo que alguien había llamado por teléfono durante la tarde, una voz masculina con acento italiano preguntó por Giuseppe.

Que papá tomó el tubo del teléfono, y que comenzó a titubear nervioso, hablaban de que había fallecido una mujer y que está sería una gran oportunidad para hallar al peruano con la manos en la masa.

.....

Finalmente pudimos esclarecer lo ocurrido, pasaron la noticia por la televisión durante la mañana.

Alicia del Rosario, era una mujer de treinta y tres años, filipina, que Wilson había conquistado hace una década atrás cuando visitó Manila, en Asia sudoriental y que en el día de hoy había fallecido causado por un ataque cardíaco. Era la única de las esposas del peruano que no tenía hijos.

Anunciaron que es muy posible que el polígamo sea liberado por unas horas, para ir a reconocer al óbito a la morgue, seguido del velorio y el entierro, la sagrada sepultura.

Lorenzo corrió hacia la cocina, tomó el teléfono enérgicamente. Sin duda fue a avisarle a papá lo ocurrido, dado a que él estaba trabajando en la carnicería.

Papá llegó a la casa en un santiamén, estacionó a toda prisa el auto en el garage, tomó el teléfono y llamó al italiano.
Dijo que sabía que este es el momento indicado que todo estaba acelerado, las mentes de todos están aceleradas, hay muchas personas que esperan que suceda algo, no hay tiempo para decepcionar a nadie, tampoco podía decepcionar a la familia.

Mi madre regañó a su hermano, dijo que fue muy imprudente y que ahora el infierno se va a abrir frente a nuestros pies. Que solo desea fervientemente olvidar para siempre lo ocurrido.

Corrí a refugiarme a mi habitación y, al ver a mi padre frío, lejano, con esa sed de venganza. Presentí que algo terrible iría a suceder.

Sentí que solo estábamos construyendo murallas alrededor de nosotros. Que habían perdido la inteligencia y la sapiencia, que solo pensaban en resolver el pasado de una forma ignorante.

Entonces me recosté en mi cama de forma oblicua, me puse a leer un libro de Charles Dickens, pero comencé a llorar desconsoladamente, hasta que caí en sueño.

.....

Finalmente pasaron los días y también se calmaron las aguas.
Estábamos con mi familia cenando gustosamente frente al calor del hogar de leños encendidos, pero de repente observé a través de las cortinas de lino blanco, que había una tenue luz sobre la ventana del comedor, luego en ese ínterin tocaron la puerta.

Era un hombre robusto de cabello ceniza, portaba un uniforme de policía y cuando papá abrió la puerta, este mismo lo invitó al pórtico. Mi padre aceptó con una sonrisa falsa y con un ademán violento tomó su chaqueta del perchero, salió nuevamente para sentarse en los sillones del jardín delantero.

Marcus y yo nos escondimos tras las cortinas de la ventana para poder oír con total discreción.

El oficial se identificó como el oficial Schiavo, este lo miró directamente a los ojos y le dijo a papá que Wilson estaba desaparecido y que no había rastro de él.

Mi progenitor tiritaba de frío, cerró el cierre de la chaqueta y le dijo con voz grave e imponente que según las noticias, había fallecido la esposa que era filipina y que al malhechor lo habían liberado unas horas.

Schiavo volvió a hacer énfasis preguntando donde había estado mi padre durante esas horas, papá le contestó sin pausa y sin prisa que estaba en el local faenando una res junto a su cuñado, Lorenzo y que hasta la hora de la cena no había vuelto a casa porque estaban en horario de trabajo.

Solo soy sincero... yo estuve aquí... pero, créame el hombre que usted busca es una rata capaz de esconderse en cualquier agujero.

Mamá oyó hablar a mi padre y salió a defenderlo, y le dijo al hombre que el peruano a estas horas de la noche debe estar vagabundeando por los prostíbulos mas miserables.

Mi madre sabía persuadir a la gente, durante cinco turbulentos minutos, agregó detalles íntimos sobre el bailantero.

Entonces el oficial caviló un instante y volvió a la patrulla. Entonces mis padres entraron a la casa y pusieron doble llave. Mamá dijo que esta situación es antinatural y que la vida de esta familia adquiriría un aspecto cinematográfico.
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