Confianza ciega

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La propensión de Gloria era básicamente fundada en la confianza. Creo que ella tenía mucha fe en mí y yo siempre tuve ese instinto que me decía que había cierto interés para conmigo.

El beso entre los dos fue absurdo, más o menos inesperado, pero maravilloso. Nadie hubiese dicho o pensado que nuestras bocas se juntarían o solo tengo demasiadas negaciones para pensar en ello o tal vez inconscientemente solo quise aumentar mi grado de absurdidad.

Pero había resultado algo cómico, nos sirvió para relajarnos y para neutralizar los ánimos. En vista de todo lo dicho hasta el momento, el significado de ese beso tiene un contrasentido. Es como cuando un escritor utiliza en su obra el contrasentido para crear ese suspenso que espera el lector.

Sin embargo, mi amiga se había soltado en cuanto, su comportamiento era una cosa contraria al razonamiento lógico.
Su mente no podía evitar ser extrapolar.

Ella solo quería comprender las razones por la cual había venido a vivir tan cerca de su prima. Gloría pasaba todo el día dando palanca en ese asunto, cada vez entraba con más detalle y perseverancia. Pero la verdad era que todavía el deseo de volver con Elisabetta me golpeaba violentamente en el rostro. ¿Acaso de debería fingir con Gloria?

También había pensado porque debería recurrir a una mentira. Entonces durante la noche decidí seguirle la corriente y terminar su estadía con una romántica picardía.

....

Gloria seguía en mi casa, en cuanto los días pasaban. Siempre me acompañaba al trabajo y teníamos charlas dialécticas. Ella era una gran admiradora de la cultura cafetalera, le gustaba charlar sobre las tradiciones y los comportamientos sociales que rodean el consumo del café.

Ella solía decir que es que aquella infusión era un lubricante social y yo le respondía que el café es un estimulante de consumo popular, entonces habíamos decidido que sería bueno que vayamos a tomar un expreso, a uno de esos bares del centro, donde de juntan los turistas que vienen a conocer Buenos Aires y algunos intelectuales que les gusta recitar poesía.

Después de una jornada de mucho trabajo (más de lo usual) porque mi patrón me había exigido que haga el inventario del local y también habían venido un grupo de padres con sus hijos, buscando equipamiento para campamentos para hacer una excursión escolar.

Nos dirigimos al bar, este estaba situado en una esquina muy peculiar, donde los artistas y bailarines de tango gastaban suela dando un espectáculo callejero.

Nosotros llegamos como dos provincianos o dos mediocres, con nuestras ropas deportivas, con zapatillas viejas y desteñidas por el sol. Al mismo tiempo había llegado un troupe de elitistas irradiando su influencia cultural.

El mozo nos sirvió el café en diminutos pocillos de porcelana china, Gloria sorbió lentamente el café frente al mesero haciendo un ademán quiso escupirlo, pero sin embargo lo tragó.

Ella sabía que éramos observados por gente que simulaba ser de la gran burguesía. Pero no soportaba beber café con edulcorante artificial. De hecho era la primera vez que ella había endulzado su infusión con ese polvillo que había pensado que era azúcar impalpable.

Le pedimos al mozo que nos cambie el café y que nos sirva una lágrima con azúcar. El empleado era barrigón y bigotudo, parecía un alemán austero y pedante. Hizo una mueca de desaire y nos trajo un café delicioso, con un aroma intenso e increíble, que nos hizo recordar nuestra casa.

.....

Gloria me había manifestado que deseaba que vuelva al campo, ella me miraba detrás de los vidrios de sus lentes de armazón color ámbar. A través de estos brillaban sus grandes ojos hipnóticos y me generaba deseos de poseerla.

Pero su familia ya estaba demasiado implicada en mi pasado, aquel que aún no olvido y añoro. No podría alterar el pasado para mejorar mi presente, ni cambiar el futuro, ni podría ocultarme detrás de las sombras de una historia dolorosa.

Pero los fantasmas del ayer aún deambulaban sencillamente porque mi mente y mis recuerdos lo querían.

Paradójico pasado, que se retuerce en mi cabeza y no me deja avanzar sin hallar una apoteosis. Mi vida comenzaba a ser medianamente decente, sin desviarme ni un ápice de mi objetivo.

Pensar eventualmente en Elisabetta se había convertido en un obseso del mal, algo que no se olvida de un momento al otro. Pero también me gustaba la naturaleza escandalosa de mi amiga, ella era insólita y nunca me juzgaba por cometer los mismos errores continuamente. En cambio para Gloria todo era natural, sencillo y sin discursos. Incluso había sentido que no precisaba de neurociencias y de psicopatología. Me sentía a gusto con mis pensamientos y mis deseos mundanos, que eran abyectos.

.....

Cuando conocí a Gloria, recuerdo que estaba sentada en un sofá muy callada, como si estuviese distante. Por años nunca intentó entablar una conversación conmigo, a pesar de que la conocí en el ámbito laboral, supe que ella era del tipo de chica que estudia el comportamiento de los demás antes de hacer amistades.

Ella no tenía una vida fácil, por lo que sabíamos nosotros en el campo de café. Siempre estaba sola y dependía mucho de su madre, Emilce. En ese entonces me dio pena, yo quise hacerme cargo de que ella sea más abierta y amigable. Ayudarla de la forma que pudiese, para que se suelte.

Yo no la conocía demasiado, pero progresivamente cambió su perspectiva de vida y se convirtió en la líder de nuestro grupo de trabajo.

Hasta que tuvo su primer novio, él era un joven mexicano, del estado de Chiapas. Me molestaba, porque era vil y manipulador con ella. Aunque de todos modos, Gloria no le importó demasiado mi opinión sobre él, ella quería a la persona más allá de lo que yo dijera.

Cuando ella se enamoraba, era en serio y se volvía adicta a sus hombres. Ella desaparecía y dejaba todo el trabajo a medias. La vida de ella estaba de cabeza, hasta que su tía comenzó a tener problemas con la ley y Elisabetta, su prima viajó para vivir con ella. Es ahí cuando me involucré sentimentalmente con su prima. Realmente yo quería fortificar mi vida con un amor verdadero. Pero todo resultó un desastre y la tranquilidad que me queda después de toda la tragedia, es saber que hoy día Eli está bien.

Las lamentaciones y la incerteza quedaron atrás, los miedos y la incertidumbre de saber que si la muerte esta cerca de nosotros.

Elisabetta siempre tuvo ese potencial para ser mi mujer, pero todo ese amor fue devorado por las fieras, o se perdió en medio de un ciclón o una lluvia torrencial.

.....

En mi mente solo había controversia, sé que algunas personas usan técnicas para poder controlar las emociones de los demás. Eso me recordó a Ray, todos pensaban que él era una deidad, aunque lo que él administraba era un culto, disfrazado de grupo de autoayuda.

Nunca supe con certeza, que hizo para que Elisabetta cayera muerta de amor por él. Ella nunca asistió a esas charlas de realización personal que Ray dictaba con tanta devoción. Tampoco recuerdo que ella se haya sentido escéptica, él la hizo sentir mejor y empoderada, diciéndole lo significativa y especial que es para el.

Él tenía una organización y la gente creía que era un líder carismático, que al tener cierto grupo demográfico, les hizo creer en su falsa doctrina, la cual tenía connotación sexual. Ray se concentraba en plantar la semilla de la ilusión en las mentes de sus seguidores, una idea irreverente y mágica. La solución a todos sus problemas, todo se podía arreglar durante el coito.

Si, al momento de sentir un orgasmo, las personas tenían que poner su mente en blanco y pedir con toda la fe, un deseo insuperable. Las personas seguían sus consejos, por más absurdos que parecieran. Los seguidores daban su testimonio a los periodistas, con un brillo y una sonrisa vacía de oreja a oreja. Todos los miembros del culto se mostraban como personas cultas y de gran intelecto.

Entre ellos había gente normal de la clase media baja, pero también habían personas del ámbito de l música, ya que Ray también era el cantante de una banda de rock muy reconocida y aplaudida en el país.

Las mujeres lo abrazaban y lo besaban en los labios, incluso delante de Elisabetta. No eran besos cortos y secos, eran lentos y prolongados. Por lo que decían los tabloides, pude ver que los demás desconfiaban, se creía que él tenía sexo con todas esas mujeres. Aunque Elisabetta jure que solo la amaba a ella.

....

Todo aquello que supe sobre Ray se lo conté a Gloria. Ella parecía desconcertada, se molestó y salió corriendo de mi casa. Pero no se fue con las manos vacías, ella tomó las llaves de mi camioneta, abrió la puerta del vehículo y se fue llorando.

Salí desesperado a buscarla, corrí hacia avenida. Eran las dos de la madrugada y tenía la certeza que muy lejos no conduciría. Comenzó a llover a borbotones y como no la hallaba, pegué media vuelta para regresar a mi casa. Gloria estaba junto a la señal de alto, en Mitre y Pueyrredón. Me acerqué silenciosamente y le dije:

Hola Gloria ¿qué te ha pasado?

Entonces abrió la puerta de la camioneta y descendió sin mediar palabra. Comenzó a caminar en dirección a la zona negra de la ciudad. Mientras la seguía, ella se paró frente a una casa abandonada, sin puertas, ni ventanas.

Salí de la camioneta y la abracé, ella lloraba como si el mundo se acabase. Luego me senté en mi camioneta con el motor apagado, ella se acercó a la ventanilla, limpiándose las lágrimas con el puño de su chaqueta de jeans. Abrió la puerta, me miró y me besó frenéticamente. Me sentí abrumado por la situación desconcertante, sin embargo pensé en disfrutar del momento. Supongo que Gloria sintió que yo estaba celoso del ex novio de su prima, pero ese no fue el caso. Pensé que era buena idea marcharnos de ese barrio, el mismo que en su apogeo se consideraba una zona segura para los consumidores de drogas.

Esa madrugada Gloria volvió a casa conmigo, no hablaba demasiado y estaba distante. Ella estaba enojada y no pensé en hacerle ninguna pregunta. Sentí que ella fingía estar mal, para que yo sienta el deseo de acostarme con ella.

Pensé detenidamente que Gloria solo quiso montar un espectáculo, donde yo soy el villano y ella una inocente damisela. Sin embargo, pasábamos el rato juntos, bebiendo como dos íntimos amigos.

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