“En la vastedad de mis pensamientos oscuros, me encuentro atrapada, presa de la sombra, consumida por la oscuridad que me envuelve, enredándose en mi ser como una telaraña. Yace en mi alma un vacío profundo y lúgubre, un abismo en el que me sumerjo sin rumbo, sin fuerzas para encontrar la salida, sin poder deshacerme de esta desesperanza.”

“¡Oh, cuánto anhelo la luz que me guíe! Un faro en medio de esta negrura que me aprisiona, pero cada vez que intento alzar la mirada, un vendaval de dudas y miedos me arrastra.”

“Siento cómo mi esencia se desvanece, mis sueños se deshacen como polvo en el viento, y en la inmensidad de esta oscuridad, me pierdo a mí misma, sin saber quién soy. ¿Dónde está la chispa que iluminaba mis pasos? ¿Dónde se esconde el camino hacia la libertad? Ah, cruel destino que me somete a esta agonía, que me enreda en tus fauces sin misericordia.”

“Pero en lo más profundo de mi ser, una llama aún arde, tímida pero persistente, esa pequeña llama de esperanza que se niega a morir, que susurra que hay una salida en algún lugar.”

“Y así, con el último aliento de coraje que me queda, me levanto de las cenizas de mi desdicha, esquivando los abismos y las sombras traicioneras, dispuesta a luchar por ascender hacia la luz.”

“Aunque me termine corrompiendo...”