Luck in the Dice: 21

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-Esta noche es especial -Dijo Dice a uno de los empleados que se acercaba a recibir órdenes mientras mezclaba el último mazo-. Quiero que todo el lugar esté reluciente. Has de nuevo el inventario del menú para las bailarinas. El chalé estará ocupado por tres importantes gobernantes de islas que tienen pase exclusivo, quiero a dos mayordomos por cada uno y dos mesas de juego. Mantén la barra de licores con todas las existencias, los cocteles tienen un precio extra, no lo olvides.

-Sí, señor -Hiso una reverencia acomodando el pañuelo en su bolsillo izquierdo del delantal a la cintura. Dando la media vuelta, aprovechaste de tomar el lugar en donde estaba.

-¿El tiempo corre desde ahora, querida? -Te preguntó volteando a verte-. Creo que lo más conveniente es pagar la apuesta mañana, tenemos un día agitado para hoy, como puedes ver, y necesitaremos de tu don un par de veces.

-¿Por qué no me habías contado de eso antes? -Dijiste cambiando de tema- ¿Solo buscabas ganar? ¿Es eso?

-Querida... Perdona que responda una pregunta con otra, pero ¿No crees que ya me lo preguntaste bastante? Ni tú misma eres capaz de hacer una conjetura de algo tan simple, supongo que cuando es algo de ese ámbito nunca es bien notado...

-¿...Ese ámbito? -Alzaste una ceja.

Suspiró para darte otra de sus sonrisas habituales. Se aproximó para tomar tu barbilla por debajo, alzando tu rostro hacia el de él.

-Quisiera quedarme más tiempo a charlar y servirme de mi recompensa como es debido antes de tiempo, pero me temo que tengo mucho que hacer ahora -Soltándote, se marchó hacia la puerta de entrada con una nota en la mano que sacó del bolsillo de su pantalón.

-Tu... ¡Gran... cretino! -Inflaste el pecho sintiendo como tu rostro se afiebraba de la vergüenza.

* * *

Bajaste la palanca, la ruleta rápidamente giró dentro de la maquinaria del juego, depositando los números: Bar 7, Bar 7, Bar 7. Jackpot.

La luz sintética se reflejaba en tu mirada, pensabas en todas esas veces en que te gustaría haber probado la posibilidad de perder algo. Poseer aquel vértigo y sentirte atrapada por el juego como el resto de los apostadores. Habías ganado nuevamente en las máquinas. Tu suerte estaba acompañándote nuevamente, pero no estabas disfrutando de su sensación de triunfo. Estabas dolida con el actuar de Dice. Si las cosas eran como ambos aseguraban, eras una persona totalmente normal fuera del casino. No habría oportunidades de asegurar que llegaras segura a casa, ni de esas casualidades de toparte con algo singular de camino a la cafetería. Tomaste un poco de tu trago dejando el labial coral marcado en el borde. Entonces...

-¿Tal vez esto pueda ser una oportunidad? -Dejaste la palanca del juego y buscarte con el rabillo del ojo a King Dice mientras volvías a beber. Estaba de espaldas al salón de máquinas, parecía estar ocupado en las mesas de póker otra vez.

Dejando las fichas y la copa en el plato de un mayordomo, te marchaste del casino.

Las puertas se abrieron dejándote salir sin premura. Miraste hacia atrás con la esperanza de que él volteara y quisiera detenerte. Pero el tiempo no apremiaría una salida tan sospechosa y tuviste que dar el primer paso hacia las escaleras mientras que varios autos lujosos se estacionaban fuera del casino. Acomodaste en tus hombros la piel de zorro y te encaminaste hacia el estacionamiento de taxis.

Sentándote en medio de los asientos traseros, acomodaste tu bolso en las piernas. Miraste por la ventana, viendo como Dice salía a recibir en la puerta del casino a los invitados, agradeciéndoles por su visita con su singular sonrisa profesional. No creías que fuese a pensar que estabas fuera.

-¿Hacia dónde? -Preguntó el conductor.

-Al puerto, por favor -Dijiste ansiosa apretando las manos arrugando el tejido de tus guantes.

Lentamente, el taxi retrocedió para salir de su lugar. Abriendo tu bolso, sacaste un espejo para buscar algo que hacer. Tenías pensado retocar un poco tu nariz y arreglar el labial que se había estropeado al quedarse en la copa. Sin embargo al mirar, viste que Dice estaba pendiente del taxi, buscando algo familiar. De pronto estaba bajando las escaleras exaltado sujetándose del barandal, tú cerraste el espejo y el vehículo partió a toda velocidad. 

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