◤𝐋𝐚 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐚 𝐯𝐞𝐳◥║01║(²/³)

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Es increíble como alguien tan pequeñito... Puede hacer sentir algo tan gigantesco.

『✧✦✧』

Pasados varios minutos lograron divisar una construcción todavía en pie, justo antes de que la lluvia los alcanzara. Por su aspecto, parecía ser un santuario dedicado a deidades históricas; los pilares estaban pintados con diseños rupestres, las esquinas de las bancas lucían gonfalones destacando el arte sacro, los tapices de las paredes eran de colores claros, pero por el desgaste se veían opacos y hasta lúgubres.

Todo estaba tranquilo, en el frío y desolado templo solamente resonaban las gotas impactar contra las cúpulas y el tejado; lo que le ayudaba al comandante era que la niña estaba calmada, mirando todo con curiosidad pero aferrándose al mayor. Él logró sentarse en una de las bancas de mármol, jadeando por el cansancio y dolor, separó a la bebé y la dejó suavemente a su par, mientras volvía a revisar su herida.

—Mmmhbba —la pequeña se destapó y observó fijamente al cían, poco a poco fue dándose la vuelta hasta quedar apoyada con sus brazos y piernas, después volvió a rodar, esta vez en el borde del asiento.

—¡Wow! Tranquila pequeña —antes de que cayera se dio cuenta y la atrapó, llevándola hasta su pecho—. Vaya, se nota que eres lista, pudiste darte la vuelta tú sola.

—¡Dah! —Tal vez entendió lo que dijo, sonrió feliz y orgullosa, mas pronto comenzó a llorar y apretar sus puños—. ¡Whaaaa-whaaaaaaaaa!

—¿Qué pasa, porqué lloras? ¿Bebé? —Olfateó el cuerpecito, no era un cambio de pañal, le dio mimos y tampoco quería eso, fue hasta que escuchó un pequeño gruñido de su estómago—. Debes tener hambre... Hmmm... ¿Sabes? Iremos a explorar el lugar, tal vez tengamos suerte de encontrar algo.

Dicho eso procedió a levantarse con dificultad; recorría el territorio pausadamente estando alerta y en busca de alimentos, el llanto de la menor estaba controlado puesto que el cerúleo tuvo que arrullarla. Los pisos estaban agrietados y húmedos, el techo tenía bastantes goteras, y la tempestad sólo empeoraba eso; cuando llegó al final del pasillo observó dos puertas, primero fue hacia la segunda y con duda la abrió, quedando asombrado pues en el interior había variedad de frutas y verduras, parecía un comedor vegetariano.

—Gracias a... ¿Chaos...? —Algo en aquel lugar no le daba buena espina, lo notó al girar su vista, cubiertos y platos quebrados por el suelo, mesas y sillas estaban partidas en pedazos; pasó saliva, acercándose a una butaca simple, separó a la niña dejándola recostada ahí, asegurándola con la manta para que no cayera—. Escucha prepararé algo, mientras, tú te quedas aquí, no des vueltas, prometo no tardar.

—¡Ahh! —Elevó sus manitas y acarició las mejillas durazno, sonriendo ampliamente.

—Buena niña.

Besó su frente y caminó hacia los cajones, los frutos daban la impresión de ser recién recibidos, su color y textura eran radiantes, lo que le desconcertaba era no ver a nadie en el recinto. Se detuvo al sentir su herida abrirse, arduamente fue hasta la alacena y sacó un par de paños, encontró un jarro de agua y los mojó, vendó su pierna y finalmente pudo ponerse de pie sin obstáculo, sólo con la molestia de su frente.

—Con eso bastará... Ahora... ¿No tendrán leche por aquí?

Revisó cada rincón, sin éxito alguno; nada más habían frutas, verduras, agua y variedades de plantas, la pequeña comenzó a sollozar nuevamente por hambre, el de tez durazno suspiró resignado.

—Supongo que... Improvisaré...

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—Di "ahhhhh" —trataba de alimentarla con papilla de manzana; Zails en su tiempo libre le contaba datos sobre los cuidados y alimentos de un bebé, claro, por si algún día adoptará. Por suerte consiguió una pequeña servidora y la acercó a sus labios, ella olfateó y rechazó la comida—. ¿Qué pasa? Creí que tenías hambre.

—Mmmhhh... B-buaa... —Sus mejillas regordetas se sonrojaron, ahora lloraría.

—¡Espera! ¡N-no llores! ¡Por favor! ¡Mira, no es nada malo, es comestible! —Alzó la cucharita hacia su boca y al aire dejó caer la papilla, saboreando frente a la niña para ver que era segura—. Uhmm... De hecho si esta buena...

—Uh, ¡ahh! —Abrió la boca, pidiendo que también le diese.

—Eso es linda —procedió a hacer la misma acción varias veces, hasta lograr terminar la comida, el mayor la colocó verticalmente sobre su hombro, palmeó suavemente su espalda y luego escuchó un eructo—. Muy bien...... Estoy cansado... Y supongo que tú también lo estás... Buscaremos donde dormir, no creo que quieras hacerlo en unas feas bancas. Y tampoco puedo llevarte siempre así, hmmm... Ah, tengo una idea.

Dejó a la niña en la butaca mientras volvía a la alacena, sacó un mantel largo y le hizo varios dobleces, la menor bostezo y talló sus ojitos, esperó a que el otro volviera, mas al ver que tardaba tanto empezó a desesperarse y alzar sus manitas para volver a ser cargada.

—Hmmmm ¡Whaaaaa! ¡Whaaaaaaaa!

—¿Qué pasa? ¿Te duele algo? —Velozmente fue con ella, la tomó en brazos y examinó preocupado, por el miedo de que la comida --al ser muy pequeña para ingerirla-- le haya hecho daño; la beba solo gimoteo calmada estando contra el pecho mayor, volvió a bostezar y se acomodó en él—. Era eso...

Ató el cargador improvisado a su espalda y puso a la niña dentro, sin despertarla y que siguiera aferrada a su torso, acarició sus diminutas púas y sonrió de ternura. Con sólo tener a ese angelito había esbozado más sonrisas que con su marido, literalmente; pero era algo espontáneo y agradable, sentía la calidez de un ser indefenso y sin culpa. Una parte de él se alegró por haberse perdido y terminar ahí, porque salvó a una criatura vulnerable de una muerte segura.

—Descansa, pequeña... —Masculló cubriéndola con la frazada que traía inicialmente, sin poder evitarlo besó su frente.

No lo niega, ser el jefe y líder de un montón de soldados no se compara a ser el protector de un bebé; aseguró a la niña y caminó hacia la puerta, pudo ver la otra que estaba cerrada, pensó en que podría haber reliquias y si tenía suerte, una cama o sillones cómodos, giró la perilla y abrió la entrada, estaba oscuro y no se podía ver mucho, sólo, oler.

Puaj! ¡Qué asco! ¡¿Qué es lo que apesta aquí!?) —Tapó su nariz y la de la infante, era un olor repugnante y nauseabundo, tosió un poco al dar pasos hacia el frente.

El corazón se le detuvo momentáneamente cuando una lámpara se encendió desde el techo sin él mover o tocar algo, era un policía capacitado y con numerosas experiencias complejas que le darían pinta de no tenerle miedo a nada ni nadie. Pero lo que vio, en serio que le dejó el cuerpo helado. Frente a su persona había una montaña de cadáveres, muchos de ellos desmembrados o con los órganos fuera de sus cuerpos, al parecer era una mazmorra puesto que en la pared habían muertos encadenados o con la soga al cuello.

Estaba totalmente horrorizado, y no era para menos, al desviar su vista divisó una puerta al otro lado de la pila de fallecidos; cubrió su boca para evitar jadear o bien, vomitar; avanzó con pavor evadiendo los restos, teniendo sobresaltos por escuchar los sonidos de ratas mordisquear y correr por entre los muertos, menos mal que la bebé no se había despertado, o lloraría por el aterrador escenario.

Casi llegaba a la puerta, caminó un poco más rápido y cuando subió las gradas e iba a abrirla, algo le tomó por el tobillo y le hizo caer. Frotó su cabeza por el golpe y revisó que a la niña no le hubiera pasado nada, gracias a Chaos ella seguía dormida. Volteó irritado hacia atrás, quedando aterrorizado y con el alma fuera de sí.

Era uno de los muchos cadáveres, una eriza con pelaje azabache y cabellos azul opaco para ser exactos; tenía un ojo colgando y el otro estaba sombrío, arrastrándose para llegar y tomar a la pequeña criatura que el cían llevaba en brazos, éste sentía por primera vez miedo real, e incremento cuando ella habló.

—Mmmmmm....iiiiii.......hiiiii-.....hiii-jjjjjaaaa........

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