❝A veces cuando intentas saltar de tu desgracia, puedes caer en algo peor.❞

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『2 semanas después』

—Le agradezco mucho lo que está haciendo, señor Zantoine —dijo saliendo del vehículo, abrigándose con un sobretodo de color índigo.

—No se preocupe Zonic, los papeles estarán en unas cuantas semanas. Lo que me extraña es que su esposo no se haya presentado a la citación, ¿tuvo algún inconveniente? —Preguntó guardando los documentos en su portafolio, sin percatarse de la mirada pérdida del otro.

—No... No sabría decirle con exactitud... Pero tampoco es una excusa para no presentarse, usted sabe que no pienso desistir ante mi decisión, quiero el divorcio lo más pronto posible, además de la custodia de mi hija.

—Siendo esa su última palabra, no puedo contradecirlo, le llamaré cuando tenga noticias, cuídese Zonic.

Acto seguido el rubio despidió al cían con un ademán y arrancó, yéndose a su próximo destino; el de orbes esmeralda caminó hasta ingresar al lugar dónde vivía temporalmente, fue hasta el elevador y presiono el botón de su piso, se recargó contra el metal y exhaló profundo, hasta sentir una vibración proveniente de su bolsillo derecho; sacó su teléfono y sonrió ladino al ver quién lo llamaba.

—Hola, creí que te habías olvidado de mí —dijo llevando el móvil hasta su oreja, usando un tono burlesco y sereno.

—Me ofendes, amigo.

—Jaja, perdón...

—¿Cómo estás? ¿Sigues tomando los medicamentos?

—Sí, últimamente he tenido que subirle a la dosis, la migraña ha empeorado...

—Voy a mandarte otros fármacos entonces, son un poco más fuertes, pero con eso te sentirás mejor... Y, ¿qué tal con el abogado?

—Estuvimos hablando un rato y tiene todos los papeles para proceder con la demanda, es increíble que el idiota de Zhadow ni siquiera se haya aparecido...

—... ¿Él... No te lo dijo...?

—Mmm no, que yo recuerde lo oí muy entrecortado, aunque no creo que haya sido nada grave, ¿por?

—... Zonic... Zaria murió por un accidente de aviación... Al parecer algo dañó las turbinas e hizo que la aeronave se estrellara... Nadie sobrevivió... Quiero que comprendas que él está pasando por una situación difícil...

—Zails yo... No tenía idea...

—Escucha, tal vez lo mejor sea que pospongas todos los trámites por el momento, al menos hasta que se logre recuperar un poco... No vaya a ser que termine suicidándose.

—... Bien, tu ganas... Voy a hablar con el licenciado para detener el asunto, pero un mes como máximo.

—Ese es mi amigo, oh, y tengo una muy buena noticia. Podrás mudarte la próxima semana, los obreros dijeron que solo unos arreglos más y estará listo.

—¡Genial! Alegraste mi día, en verdad te lo agradezco —al llegar, esperó a que las puertas se abrieran y caminó en línea recta, topándose por error con el conserje, éste le gruño y pasó de largo—. Ya necesitamos irnos de aquí... A Ziyu le encantará la noticia.

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Parecía que en todo ese territorio el sol nunca saliera, siempre era opacado crudamente por las espesas nubes grisáceas, el viento gélido y la humedad que reinaba en casi todas partes. Como era su costumbre en el horario vespertino, el mayor cocinaba y servía la comida, mientras la infante acomodaba la mesa. Ahora lo cumplían, aunque en un silencio pesado.

—Entonces... ¿Hiciste un nuevo amigo hoy? —Preguntó tratando de iniciar una conversación, mientras le dejaba con moderación el espagueti a la niña.

—Mmm...

—¿Cómo se llama?

—Nadie... —Respondió cortante, jugando con el cubierto.

—Oh... Es... Un nombre bastante peculiar... —Se sirvió a él mismo y tomó asiento frente a la de cabellos azules; sus ojos cayeron en la muñeca izquierda de la bicolor, dónde llevaba una pulsera lila adornada de pequeñas perlas, y, la mitad de un corazón—. Que bonito tu brazalete... ¿Quién te lo dio?

—¿Mm? —Parecía distraída, pero alcanzó escuchar lo que su padre le dijo—. Me lo dio Zasha...

—¿Amiga tuya?

—Claro —su rostro se iluminó y recuperó la sonrisa que no llevaba luego de regresar del colegio—. Jugamos, cantamos, nos peinamos, todo lo hacemos juntas... Desearía que la conocieras.

—La próxima semana nos iremos de aquí, cariño. Te daré la dirección de la nueva casa para que la invites, seguro es una buena niña.

—De hecho se parece a mí, sólo que en vez de tener su pelaje azul lo tiene púrpura. Aunque... No creo que quiera ir a visitarnos...

—¿Por qué lo dices, princesa?

—No puede dejar este lugar... Dice que aún está buscando a su papá... Y, no me gustaría dejarla sola... No tiene amigos... Yo soy la única...

—Ziyu, ¿dónde conociste a esa niña? —Interrogó confundido; al escuchar "este lugar" se le hizo raro, principalmente porque en toda la gran estructura ninguna familia tenía niños, a él le dieron una excepción de poder quedarse con ella por haber sido soldado.

—Pueeees... —Dejó su comida de lado y comenzó a jugar con sus dedos, se supone que no podía contarle nada, mas era su padre después de todo, y la regla siempre ha sido nunca guardar secretos.

—La verdad —exclamó serio, mirando directo a los orbes semejantes.

—¡Bien! ¡Te voy a contar! Resulta que cuando llegamos, yo exploré todo, hasta cuando llegué a mi habitación, encontré a una niña, su nombre es Zasha, yyyy dijo que los adultos decían que nadie vivía aquí, pero eso era mentira porque ésta era su casa. Lo siento por no habértelo dicho antes, quedamos que esto sería un secreto entre nosotras...

—Hija... ¿Estás segura? Pudo haber sido un sueño o-

—No, no, no, es verdad. Las dos hicimos estas pulseras, créeme.

Eso es injusto, ¡teníamos un trato! ¡El secreto no se lo debías decir a nadie! ¡Ni siquiera a él!

—Perdona, es mi papá... No podía ocultárselo por siempre.

Bueno, entonces no tendrás problemas con entregarle esto.

—¡Oye! No te atrevas. ¡Ese es mi asunto!

El asunto de una es el de la otra, o no, ¿amiga?

—¡Eso no es en lo que quedamos, y dame esa nota ahora mismo!

—Zi-ziyu... —Balbuceó petrificado, la susodicha giró a verlo incómoda; un nudo se le hizo en la garganta, pasó saliva y trató de volver a la tranquilidad, en vano intento—. ¿C-con quién estás hablando...?

—¡Con ella! ¡Zasha! ¡Papá está justo aquí! —Señaló a su par alterada—, ¿¡acaso no puedes verla?!

Buen intento. Deberías dejar de actuar de esa manera, míralo, no te cree nada, y lo más gracioso. Nadie puede verme, sólo tú.

—¿Q-qué-...?

Las luces se apagaron inmediatamente y en casi breves segundos regresó, el cerúleo quedó boquiabierto y la niña asustada, no tanto por el corte de energía imprevisto, sino porque en las manos del contrario estaba el primer reporte que le entregaron en la escuela.

—¿Y esto? —Arqueó las cejas rompiendo el sobre y tomando el papel, leyendo atentamente a lo que decía la nota.

—¡E-espera papá! ¡P-puedo explicarlo!

—..... Ziyu... —Musitó con inquietud y alivio cuando leyó el motivo. 'Amiga imaginaria'.