Capítulo 1

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Multimedia: Say it Right- Nelly Furtado ft Timbaland

Últimamente sólo desayuno incertidumbre y nerviosismo.

Enterarme que olvidé cuatro meses de mi vida es extraño, neblinoso y aunque la psiquiatra sigue intentando ayudarme a recordar, mi progreso ha sido nulo.

"Estás en Shock, Violet. Tu mente bloquea los recuerdos debido al trauma que tu ex novio provocó en ti. Enfrentaste a tu victimario por segunda vez, y saliste lesionada; eso me lleva a pensar que fue tan horrible lo que pasó que tu cerebro bloqueó aquellas memorias. De alguna manera te estás auto-protegiendo, pero tranquila, te ayudaremos a recordar todo" Me repitió la psiquiatra en la primera consulta.

No sé por qué le temo a recordar todo lo que pasó, es como si aprisionara dentro de mi corazón, el horrible presentimiento de que es mejor olvidar para siempre lo que pasó. Seguir con mi vida y buscar un nuevo horizonte en el que mi pasado sea sólo eso y nada más.

Los únicos recuerdos que tengo son terribles y todos giran en torno a Josh, golpeándome. La sensación vertiginosa y asfixiante de que mi trauma ha empeorado, me zarandea al abrir los ojos cada mañana. Como una alarma que sigue sonando a pesar de que haya intentado apagarla.

Mis uñas se clavan en el pasaporte, mientras avanzo a través del concurrido aeropuerto siguiendo a Liam. Miro en derredor con paranoia, temo que Josh esté en algún rincón aguardando para regresar y dar la estocada final que no pudo darme.

Debo dejar de pensar en él.

El sitio por el que avanzo está atestado de personas comunes, miembros del servicio secreto que nos resguardan y periodistas insoportables que se esmeran en captar cada parpadeo, respiración o gesto que hacemos. Evito fruncir el ceño cada vez que los miro, pero es difícil ignorar lo impertinentes que pueden llegar a ser.

Las multitudes me ponen nerviosa.

—Violet, ¿Cómo estás?, ¿Vas de viaje? —La voz de uno de los paparazzi punza en mi oído con su molesta agudeza.

—¿Cómo sigues con tus heridas, ya estás mejor? —Una periodista, enfundada en una bufanda con estampado de leopardo es quien me habla.

Al menos es atenta.

—Sí, ya estoy mejor, gracias por preguntar. —respondo con una sonrisita de esas que dan a entender que quiero que me dejen en paz.

—Estás hermosa, Violet. ¿Nos pasas tu rutina de ejercicios? Tienes una figura envidiable. —prosigue la periodista. —¿Te ejercitas todos los días?

Miro a Liam en busca de ayuda, él es mejor que yo lidiando con esta gente. Él resopla y adopta una expresión ligeramente hostil.

—Mi novia y yo, estamos encantados de poder conversar con ustedes, pero tenemos prisa y les agradecemos las atenciones, que tengan un excelente día.

—¿Cómo fue que conseguiste que tu novia te perdonara después de lo que pasó con...?—Liam me toma de la mano y le indica con un movimiento de cabeza a un oficial moreno y alto que aleje más a los periodistas

—¿Por qué huye de mis preguntas? —ataca el individuo.

Liam aprieta el entrecejo al instante.

Ha sido así desde que salí del hospital y los periodistas empiezan a hacerme preguntas. Él no tiene problema con responder a lo que le pregunten, pero cuando se acercan a mí la cosa cambia. Se excusa diciendo que no necesito que me perturben con sus imprudencias y en eso le doy la razón.

Sin embargo, el diablillo que flota a un lado de mi oído me susurra que algo me está escondiendo.

¿Qué es exactamente lo que quiere evitar que me digan?

—Lamento que tengamos que dejarles, pero mi novia y yo tenemos un vuelo que tomar y les agradezco que no nos roben tiempo—Él me da un beso en la mano sin dejar de mirarme. La tela azul de su camisa se arrugó por lo que hizo.

—Su relación va muy en serio... ¿No le parece que van demasiado rápido para el poco tiempo que llevan juntos? —Una rubia, con una grabadora negra en lo alto es quien interviene.

—¿No les pasa que hay personas con las que conectan tan rápido que sienten como si llevaran años a su lado? —Siento su mirada abrazadora encima de mis hombros. —Eso me pasa con ella, es perfecta, hermosa y extremadamente interesante. Es simplemente un diamante cuyo brillo me ha hechizado. ¿Quién podría resistirse a un ser tan único como Violet?

Cualquier mujer se sentiría feliz de que la presumieran de esta forma, pero para mí es sumamente incómodo.

¿Es normal que me sienta así?

—Bueno, creo que es hora de retirarnos, gracias por estar aquí. —Liam pasa un brazo por mi espalda y me empuja levemente para que avancemos. Los del servicio secreto mantuvieron a los periodistas a distancia, pero eso no impidió que fueran capaces de atacarnos con preguntas.

Deambulamos por un largo corredor en silencio. Librerías con libros de fantasía en descuento, tiendas de regalos para familiares y enamorados, restaurantes de comida gourmet a bajo precio y una cantidad irrisoria de escaparates nos rodean mientras avanzamos a paso acelerado. Todo es sobrio, elegante y discreto. Estamos en un aeropuerto a fin de cuentas.

Familias deambulan de un lado a otro comprando pequeños souvenirs, tiktokers se encuentran grabando sus acostumbrados bailes para subir a la plataforma. Pilotos y azafatas atraviesan el lugar captando la atención de todos con sus lustrosos uniformes oscuros y sus apariencias atractivas.

Desvío la mirada hacia el enorme reloj que hay junto a los paneles que anuncian los vuelos que van llegando y saliendo, son las diez de la mañana. Se supone que saldremos en media hora.

—¿Quieres comprar algún libro para el viaje? —Liam se detiene durante un segundo y me aprieta la mano, expectante. —Puedo regalarte la librería entera si quieres.

Niego con la cabeza, con él los excesos están a la orden del día.

—Eso sería muy abusador de mi parte.

—No lo es, si yo propongo que lo hagas.

—Profesor... ¿Quiere que la prensa le vea consintiéndome?

—Quiero consentirte porque es lo que desea mi corazón, lo que la prensa crea que sabe sobre mí me tiene sin cuidado. —Sé que piensa que son detestables, por la forma en la que han intentado sabotear nuestra "relación"

Para Liam lo nuestro es importante, para mí en cambio es algo que otros me dicen que ocurrió.

Liam me trata como a su novia, yo en cambio lo veo como... ni siquiera puedo definirlo. Es decir, él era mi amor platónico cuando tenía 18 años, pero enterarme que fui su novia por cuatro meses y que no recuerdo nada de lo ocurrido, me hace sentir como si estuviera viviendo en una realidad alterna.

—¿Tampoco deseas comer nada? —insiste, echándole un vistazo a una panadería que anuncia la venta de productos completamente orgánicos. Ha estado muy pendiente de mi alimentación, pero no tengo apetito.

—Comeré algo al llegar a las Bahamas.

—Falta mucho para eso. —Me reprende, sin rayar en la exageración. —Por favor, come algo.

—¿Y si comes algo en el avión? —propone esperanzado.

—Está bien—concedo. La verdad no tengo hambre, tengo una piedra atorada en la garganta desde que fui consciente de que perdí la memoria y recordé la pelea que tuve con mi ex.

Liam me dijo que herí a Josh, que cuando lo vio pensó que estaba muerto y por eso no le prestó demasiada atención para concentrarse en mí. Debido a eso escapó, provocando que yo estuviera más aprisionada que nunca a las cadenas que me obligan a recordarlo.

Mi corazón late a un ritmo frenético e irregular al seguir a Liam. He optado por escanear todo a mi alrededor cada vez que llego a alguna parte. Miro cada rostro que veo con fijeza y lo guardo en mi mente, analizando si dicha persona puede ser un peligro potencial. El ruido de los tacones resonado contra la baldosa, la fricción de las ruedas de las maletas al colisionar con el suelo, el pitido que emite la cinta transportadora de equipaje y las voces que hacen eco a través de los altavoces, son detalles mínimos que no pasan desapercibidos en medio de mi paranoia.

Todo me pone los nervios de punta.

—¿Estás bien? —inquiere Liam. Hace eso cada vez que me quedo callada por demasiado tiempo. Es como un mecanismo que le ayuda a cerciorarse de que sigo cuerda.

Las noticias no ayudan a que me estabilice, las mujeres jóvenes siguen desapareciendo y hay una especie de virus raro matando personas de la nada. Los casos van en aumento y la comunidad médica internacional no sabe qué está sucediendo. El mundo ha caído bajo una nube de caos y oscuridad que no tiene sentido.

¿Qué está provocando todo esto?

¿Quién está secuestrando mujeres?

¿El virus asesino fue creado en un laboratorio o surgió del medio-ambiente?

—¿Todo bien de tu lado? —Los brazos me tiemblan al tiempo que el sudor brota y se esparce entre mis dedos. Hay algo escabroso y turbio revolviéndome el estómago.

El llanto de un niño hace que me sobresalte y deje caer el pasaporte sobre el suelo, se produce un sonido de rasgado y al segundo siguiente Liam se acuclilla para recogerlo.

El atractivo profesor me pasa el sobre que contiene mis documentos y suelta la maleta que carga, para abrazarme. Entierro la cabeza en su hombro y me empapo de su perfume amaderado que me tranquiliza al menos durante un segundo. Agradezco que no pregunte demasiado y que se limite a cobijarme, eso es lo que ha hecho últimamente cuando ve que me muestro asustada.

He estado tan intranquila que cualquier cosa que ocurra me saca de mis cabales. Anoche dejé caer una taza cuando alguien tocó el timbre. Salí corriendo hacia el baño cuando un trueno retumbó en el cielo y le pedí a Liam que durmiéramos con la luz encendida, porque tenía miedo de lo que podría pasar si la oscuridad nos consumía. Todo me altera las neuronas y me pone la piel de gallina. Es como si estuviese a la defensiva en cada segundo que transcurre.

—Nena, por favor dime algo. —Sigo suspendida en el aire, con la mirada perdida. Estoy más frágil e insegura que nunca. —¿Necesitas que haga algo?, ¿Que te consiga algo? —La preocupación en su voz me encoge los intestinos. Se nota que en verdad me adora y yo no soy más que una cobarde que le teme a todo.

—Lo siento, me la paso arruinando las cosas—murmuro agitando la barbilla. —Soy una tonta que se asusta por todo.

—No lo eres, jamás lo has sido. —Me da un beso suave en los labios. —Eres la parte más importante de mi vida y para mi, todo lo que te ocurra contigo es prioridad, no estás sola preciosa y te prometo que esta vez no dejaré que nada te ocurra.

Desearía que sus palabras me tranquilizaran, que el nudo en mi pecho fuese desatado al fin y que las pesadillas se diluyeran tras el sonido de su voz.

—Vamos, que hay un vuelo privado esperándonos y el profesor anciano necesita un poco de sol para sus arrugas.

La sonrisa que brota de sus labios me infla los ventrículos cardiacos, la atracción que siento por él es lo único que no he olvidado. Viví durante cuatro meses con él y me cuesta entender por qué diablos no lo recuerdo.

—Mis arrugas son un tema sensible alumna Hill. ¿Por qué insiste en recordarlo?

—Lo lamento, pero ya es hora de que vaya aceptando su edad, profesor.

Han sido pocos los momentos en los que he podido bromear con naturalidad desde que me enteré que perdí una parte de mis recuerdos. Es como si alguien me hubiese obligado a meterme a un bosque sin salida. Mi ánimo ha decaído por completo, y aunque intento salir a flote, hay algo asfixiándome en cada pestañeo. No sé si es el hecho de haber caído de nuevo en las garras de Josh o algo más.

¿Es posible que la razón por la que olvidé todo no sea Josh?

El pensamiento pesimista ha estado zarandeándome desde hace tanto tiempo y en el fondo, siento que es precisamente esa la razón por la que no logro llegar a terreno pacífico.

—Con todo y mis arrugas te vuelvo loca. —Liam me saca de mis cavilaciones con su dulce interrupción.

—Es que me gustan mayores, de esos que llaman señores.

La carcajada que suelta truena contra mis labios, permitiéndome saborear su aliento mentolado.

Me gusta la forma en la que todo en mí se estremece cuando anda cerca, pero a ratos siento que no debería manifestar tales emociones hacia él. Es como si tuviera la certeza de que es indigno de mi amor y es desconcertante.

—Y a mí sólo me gustas tú. —Roza la punta de mi nariz con la suya en un gesto cariñoso, de esos que te hacen sentir que no estás sola en la tormenta. —Quiero que confíes en mí, que no te guardes lo que sientes. Estoy aquí para escuchar tus miedos y ayudarte a sobrellevarlos, ten eso presente. Tal vez aún no consigas recordar todo lo que hemos vivido, pero espero que mi cariño te ayude a hacerlo, preciosa. —La intensidad en sus impresionantes ojos grisáceos es estruendosa.

Percibo su esencia abrumadora y la masculinidad que emana, ha sido comprensivo, detallista y amoroso conmigo. ¿Cómo puedo siquiera dudar de un hombre así?

Cuando me mira de esa forma tan afectuosa, dándome a entender que sería capaz de destrozar el universo por mí, mis emociones hacen corto circuito y me empujan hacia sus labios.

Soy un desastre desordenado que no está segura de absolutamente nada en estos momentos. Tal vez debería tomar distancia de Liam y solucionar las cosas por mí misma. Pero eso sería cobarde y desconsiderado.

El padre de Liam vino a verme ayer, y se mostró demasiado preocupado por mi estado de salud. Siento la presión de su familia con poder político, la intensidad de los medios y la necesidad de Liam de mostrarme que en verdad éramos novios y fuimos felices.

Ante el país soy la novia del hijo del presidente, ante mis amigos la chica que consiguió lo inesperado. Ante el espejo no sé ni quién soy.

—Estaré aquí para lo que necesites, siempre. Eres lo mejor de mi vida y desearía ser quien estuviese atravesando todo esto en tu lugar. —Un cúmulo de emociones viajan hacia mí desde sus ojos: enojo, dolor, frustración, culpa. —Quiero reparar cada centímetro de ti que aquel dañó, y aunque no sepa en estos momentos cómo hacerlo, nunca desfalleceré y seguiré intentando que estés bien.

—Muchas gracias, profesor, yo....—No sé qué más decirle, lo que emiten sus labios muestra que hay un lazo entre su corazón y el mío. Desearía poder corresponder a sus palabras tan bonitas, pero no puedo decir algo que no comprendo a cabalidad, porque no logro recordar lo que hemos vivido. —¿Quedará tiempo para ir al baño?

—Claro que sí, ve al baño por todo el tiempo que quieras. Recuerda que el jet es nuestro y que podemos demorar lo que queramos.

—El jet es sólo suyo, profesor.

—Eres mi novia, todo lo que me pertenece es tuyo.

—¿Incluidas sus arrugas? Porque si ser su novia lo implica, entonces no las quiero.

La palabra novia quema cuando sale de sus labios.

¿No debería sentirme feliz de que un hombre como él sea mi pareja?

Soy un jodido rompecabezas desarmado. Hay ratos en los que siento que sólo estoy exagerando mi desconfianza hacia Liam y que él sólo está siendo víctima de mi recurrente y maldita paranoia.

¿Por qué todo el tiempo estoy poniéndole una especie de freno a lo que me une a Liam?

—Todo lo mío es tuyo, por ende, las arrugas también forman parte del paquete, preciosa. —La forma en la que sus labios se ensanchan cuando sonríe me resulta hipnótica. Como si una faro se encendiera entre mis piernas cada vez que lo hace.

—Soy su novia, no su esposa, profesor. Hay mucho papeleo de diferencia. Pero admito que tener un jet en mi cuenta no es para nada algo que deba rechazar, las arrugas no suenan tan mal después de todo.

Él frunce la boca fingiendo molestia y me acaricia la mejilla con desbordante complicidad. El roce de sus dedos me altera los folículos de la piel, mi mente rechaza a Liam, pero mi cuerpo no lo hace. Es tan raro.

Creo que estoy volviéndome loca.

—¿Quieres que te acompañe al baño? —Arquea una ceja rubia y morbosa.

El Liam coqueto y sucio reaparece.

—Profesor, estamos en un aeropuerto y hay que comportarse. —La gente no deja de mirarnos, y hay periodistas apostillados en las sillas y ventanales. Sigo sin acostumbrarme a recibir tanta atención. A la prensa se le dijo que tuve un accidente para que dejaran de preguntar por mis moretones, pero eso no evitó la persecución que nos han montado.

Él le lanza una mirada dura a los periodistas que no han dejado de disparar flashes desde que pusimos un pie en este lugar. Ha sido complicado para ambos salir a la calle desde que su padre ganó la presidencia de Los Estados Unidos de Norteamérica. No paran de salir artículos sobre mí en los periódicos más importantes del mundo, algunos me llaman la "Cenicienta latina que enamoró al hijo del presidente", otros son menos benevolentes y me bautizaron como "la arpía cazafortunas de 23 años". Liam notó lo que decían sobre mí y ha estado evitando a toda costa que vea más sobre ello. Él piensa que no me va a ayudar en lo absoluto estar pendiente de sus juicios chismosos y poco objetivos.

—Enseguida regreso. —anuncio y Liam me mira con desconfianza. Él le hace una seña a un par de oficiales del servicio secreto para que me sigan.

—No quieres que vaya contigo, pero sería injusto que evitaras que los empleados de mi padre hicieran su trabajo.

Cruzo los brazos sobre mi pecho y abocano aire, para libertarlo un segundo después.

—Ni modo. —digo y me enfilo hacia el baño. —Pero usted no viene profesor.

Él se encoge de hombros y me guiña un ojo.

—Piensa en mí mientras estés allí adentro. —manifiesta con humor. Horrorizada miro en derredor, pero al parecer nadie se percató del doble sentido en lo que Liam dijo.

—Eres un pervertido, Larsson. —agrego antes de moverme hacia los baños.

Los oficiales me siguen sin mediar palabra por espacio de cinco minutos, ya que los baños de esta zona se encuentran al otro extremo, razón por la que debemos pasar frente a un montón de personas antes de llegar a nuestro destino.

A decir verdad, los del servicio secreto no me incomodan, siempre se limitan a decir lo básico y la mayor parte del tiempo se dirigen sólo a Liam.

Llegamos a los sanitarios y tres empleados del presidente se adelantan, revisan el lugar y luego me indican que es seguro para entrar.

Es así cada vez que vamos a algún lado.

Entro al baño, que no es nada fuera del otro mundo. Veo espejos grandes, cubículos espaciosos y mucha pulcritud. Un intenso olor a desinfectante de uva me hace estornudar.

El baño está vacío, lo que me hace sentir cómoda. Escojo el primer cubículo que veo y me acomodo en su interior.

Me bajo el pantalón, me siento en la taza y orino, mientras intento reflexionar. Atesoro estos momentos en los que puedo quedarme a solas y pensar en lo que está pasando.

Estoy replanteándome la idea de terminar mi relación con Liam, no quiero seguir cargándolo con mis problemas y tampoco confío en él del todo.

Cuando se acerca me fascina, me vuelve loca, pero cuando intenta profundizar en lo "nuestro" no me siento a gusto.

Pareciera que lo nuestro es sólo físico y nada más.

Necesito aire fresco y paz.

Tal vez ir a las Bahamas me ayude con eso.

Por otro lado... ¿Qué es lo que tanto intenta evitar que la prensa me diga?

Aún recuerdo su expresión hostil cuando se percató de que estaba viendo las noticias y escuchaba a la vez, todo lo que decían sobre mí.

—Señorita, ¿todo está bien? —Oigo que preguntan más allá de la puerta. Imagino que Liam les encargó que estuvieran pendiente. Ocurre cada vez que ve que me quedo callada. Es como si quisiera evitar que el silencio me llenara la cabeza de telarañas.

—Sí, todo está bien, ya voy. Gracias—Me pongo en pie y me subo el pantalón con rapidez.

Olivier diría algo tipo: Ya ni hacer sus necesidades en paz puede uno.

Me acerco al espejo y abro el grifo, introduzco las manos en el chorro y la frialdad que este emana abofetea las terminaciones nerviosas en mi piel.

Oprimo el expendedor de jabón y vierto un poco de su contenido en mis palmas. Masajeo mis manos una contra la otra, hasta que una débil nube de espuma aromatiza mis dedos. Me enjuago y vierto un poco de agua en mi cara. Los moretones tras mi choque con Josh han sido ocultados con maquillaje resistente al agua, pero eso no evita que piense en ellos mientras me miro, porque sé que están allí, representando esa herida en el alma que no ha sanado.

Me dirijo hacia la puerta y cuando estoy a punto de salir, una extraña corriente perfumada golpea mis fosas nasales. Miro hacia mi franco derecho y un aura maligna resquebraja el ambiente. Mi corazón se acelera y los músculos en mi espalda se tensan.

Liam, aguarda al otro lado de la puerta, pero lleva una camisa negra arremangada que muestra sus venas gruesas tensándose y unos vaqueros del color del ónice. Viste un atuendo distinto a la camisa azul y el vaquero gris que lucía hace unos minutos. Es como si hubiese dejado atrás su ropa de tipo bueno, y en su lugar, eligiera vestir como un rey vampírico.

¿Por qué se cambió de ropa?

Hay algo en su expresión que me hace retroceder. En sus ojos, el amor y la devoción que manifestaba hacia mí, se han transformado en una nube densa y maligna que envuelve su cara.

Un extraño presentimiento se abre paso a través de mi pecho alterado.

—Hola, Violet—Me dice y algo dentro de mi estómago se retuerce violentamente.

Es sólo Liam.

¿Por qué me siento tan atemorizada?

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OMG, ¿Qué le irá a hacer Liam a Violet?

¿Notaste cuál es?

¿Qué harías en la situación de Violet?

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