Capítulo 11

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Multimedia: Sing me to Sleep- Alan Walker

Narra Rachel

Rachel Hathaway

Nací un veinticinco de diciembre del año 2010 y mientras el mundo celebraba la Navidad con bombos y platillos, mi madre se debatía entre abandonarme en el umbral de un orfanatorio para que tuviera una mejor vida o conservarme con ella; y condenarme a una vida de mierda y limitaciones.

Francamente no sé cuál de las dos opciones era peor.

Al final eligió quedarse conmigo.

Mamá llegó a los Estados Unidos proveniente de Guatemala, y tuvo que escapar de un montón de sujetos que pretendían asesinarla para vender sus órganos en el mercado negro y aunque al final logró escapar de ellos, aquella no fue más que una victoria pasajera que tiempo después se convirtió en un infierno.

Los del negocio de venta de órganos no descansaron hasta dar con ella, la interceptaron al salir del trabajo y la violaron, ya no les interesaban sus órganos; sólo querían dañarla por haberse atrevido a huir.

La soltaron cuando pensaron que estaba muerta y la dejaron tirada en una panadería abandonada completamente inconsciente, un buen samaritano la rescató y la llevó al hospital. Se estaba desangrando, aquellos desgraciados la dañaron más de lo que me atrevo a rememorar. Los trabajadores del hospital tuvieron la empatía suficiente para no reportar que ella era ilegal, y se las ingeniaron para mantenerla bajo supervisión médica mientras se recuperaba.

Pensó en poner las denuncias pertinentes, pero nadie tomaría en serio a una indocumentada y lo más probable era que la deportaran y ella necesitaba quedarse en el país.

Trago en seco, mientras me sirvo un poco de agua. Rememorar la historia de mi madre, sólo me convence que de lo que estoy haciendo para limpiar este mundo de la escoria es lo mejor.

Mamá descubrió que aquella noche horrible había traído consecuencias y en sus manos, la prueba de embarazo positiva quemaba cada uno de sus dedos.

Pero, las secuelas de lo que le hicieron no sólo fueron físicas, su alma se había desgarrado por completo e intentó suicidarse varias veces sin éxito, era demasiado cobarde para terminar lo que había empezado. Estaba sola y desamparada en un país extraño, no había voces que le susurraran que todo iba a mejorar, no existía un hombro valeroso en el que apoyarse; ni siquiera un pañuelo para secar sus lágrimas. Sólo se tenía a sí misma y estaba lo suficientemente rota como para saber que no podría salir de aquello sin ayuda profesional.

Cayó en la desesperación y se refugió en las drogas y el alcohol para mitigar todo el dolor que experimentaba. Se sentía sucia, destruida, contaminada de la peor manera y no soportaba la hilera de recuerdos espantosos que cobraban vida en su mente a cada rato.

La despidieron de su trabajo como camarera en una cafetería de mala muerte, y terminó en las calles con un embarazo que no tenía las fuerzas para soportar. Aceptó acostarse con tipos a cambio de dinero para poder comprar más drogas y alcohol, jamás acudió a un doctor para ocuparse de su estado de gestación y no era más que una flor marchita a punto de convertirse en cenizas. Creo que en el fondo sólo deseaba que el parto la matara y acabar con lo que no podía por sus propios medios.

Al final y contra todo pronóstico, nací en una calle solitaria rodeada de tinacos de basura y ratas, prematura y pequeña, pero extrañamente sana. Yo era un milagro que mi madre no celebró en lo más mínimo. Su parto la debilitó aún más y en medio de las nevadas navideñas, alguien se compadeció y decidió salvarla, cuando mi llanto les alertó de que bajo una pila de hielo se encontraba una bebé junto a su madre, ambas a punto de morir. La llevaron a un hospital de caridad que pertenecía a la familia Hathaway y su historia conmovió a las enfermeras y al personal, al punto de que el mismísimo presidente del emporio multinacional Hathaway Enterprices quiso conocerla. Mi madre, a pesar de su estado deplorable y su evidente tristeza conservaba cierto brillo de lo que alguna vez fue su belleza. No sé cómo lo logró, pero Collin Hathaway vio algo rescatable en ella y decidió que su fundación pondría lo necesario para que mamá se recuperara.

Tres años después, ella ya estaba mejor. Dejó las drogas y se enamoró perdidamente del hombre que la había salvado del abismo. Collin Hathaway era bondadoso, amable y fue quien me enseñó lo que era tener una familia de verdad.

Mamá y él se casaron cuando yo tenía cinco años y Collin le otorgó a mi nombre, el poderoso apellido Hathaway. Sin embargo no todo era un cuento de Hadas para mí. Mi madre no se ocupaba de mí, me veía como una mancha en su vida, como el recuerdo de un pasado que quería dejar atrás, era la hija de su violador y eso era una brecha irreparable entre ambas. Papá intentó unirnos, pero ella me atemorizaba y se ponía como loca cada vez que me acercaba. Me llamaba: hija del demonio, fruto del mal.

La familia de Collin tampoco me aceptaba del todo, para ellos sólo un Hathaway de sangre merecía llevar el apellido. Aparte de papá, sólo Albert, su primo se llevaba bien conmigo.

Mi madre quedó embarazada cuando cumplí diez años y todos se concentraron en la venida de aquel bebé, como si se tratara de la llegada de un miembro de la realeza. Mi padre era hijo único y todos estaban a la espera del heredero o heredera que continuara el legado de mi familia.

Cuando aquella niña nació y vi el amor que mamá le profesaba empecé a sentir envidia, ¿qué tenía ella de especial que yo no?

¿Por qué mamá la amaba y a mí me odiaba?

¿Por qué esa bebé la hacía feliz y yo sólo la incomodaba?

Lloré mucho cuando mi hermanita cumplió un año y mamá le ordenó a todos que me prohibieran entrar a la fiesta. La bautizaron como Alice, y yo la quería a pesar de todo, papá me dijo que entre hermanas debían cuidarse y amarse, pero mamá siempre me prohibía acercarme y yo no entendía por qué.

Me escabullí por una rendija y entré al festejo, pero mamá se percató de mi presencia y me sacó apenas vio que me acerqué al pastel. Me agarró una mano y me arrastró a las malas hacia unas escaleras, me obligó a subir por ellas y me encerró en un cuarto sucio que era usado como depósito, después de eso golpeó varias veces y me dijo que si me atrevía a acercarme a Alice otra vez me arrepentiría toda mi vida, luego me contó que yo había sido producto de una violación y que le había arruinado la vida. Fue así como conocí el origen de su odio y me sentí como la peor porquería que había venido a este mundo.

Mamá me dijo que yo era un lastre que debía cargar, un recuerdo de lo que mi padre el violador le había hecho y que nunca sería más que eso: lo que quedó tras una noche de mierda.

Papá me encontró horas después, estaba en shock, no podía hablar o llorar y así me mantuve por mucho tiempo. En verdad sentía que era la responsable del dolor de mamá, y empecé a deprimirme, era demasiado con lo que lidiar y yo sólo tenía 11 años. Dejé de comer, y me internaron en una clínica de rehabilitación porque desarrollé bulimia.

El día que salí de casa con rumbo al centro médico, mamá me gritó sonriente que al fin se había librado de mí. Permanecí más de tres años internada, los psicólogos y psiquiatras me hicieron entender que yo no tenía culpa de nada y fue entonces que me di cuenta de todo lo que mamá me había negado. Me hizo sentir como una porquería, me culpó de algo que jamás había hecho y me traumatizó de la peor manera. Me llené de un profundo deseo vengativo y me propuse quitarle lo que más amaba: Mi hermana.

Me escabullí en la habitación de Alice cuando mamá había ido al club a jugar tenis con sus amigas, le di un té con somnífero a la niñera y otro al de las cámaras de seguridad, las cuales desactivé y me las ingenié para sacar a mi hermana de casa sin que nadie me viera, tomé un bus y ... después de eso, realmente no recuerdo qué pasó. Regresé a mi hogar sin que nadie se diera cuenta y esperé a que todos se percataran de que Alice no estaba.

Mi media hermana desapareció y mi madre se volvió completamente loca y me culpaba, pero no había nada que probara que yo había raptado a mi hermana pues se suponía que yo estaba en casa del Tío Albert y él no declaró lo contrario. La niñera no se atrevió a testificar en mi contra y el de las cámaras de seguridad menos, pues mi padre me protegería y arruinaría sus vidas si se atrevían a sugerir algo en mi contra.

Papá buscó por cielo y tierra a Alice, mientras su matrimonio con mi madre empeoraba, ya no se entendían y después de un tiempo se divorciaron. Mi madre intentó que regresaran de todas las formas posibles, pero él se negaba, pues nunca pudo olvidar todo el daño que ella me había hecho, y aunque trataba de ser empático por su pasado, ya no quería estar a su lado.

Alejarme de mamá fue lo mejor que me pasó en la vida, viví en paz hasta que la tormenta volvió a azotar mi vida, pues mi padre enfermó de cáncer.

El dinero de la familia sirvió para extender su vida, pero el deterioro, la debilidad y los dolores que soportaba, sólo me convencían de que lo mejor era detener su tratamiento y que tuviera una muerte pacífica.

Murió el primero de octubre del año 2035, hace exactamente cinco años. Aquel día despertó animado, comió, rio y habló más que de costumbre. Lo llevé al patio y me senté junto a él para leerle algunos de sus poemas favoritos. La brisa fresca agitaba todo y papá observaba a los patos jugar en el lago con el entusiasmo que creí que había perdido. A quel día me pidió que luchara por hacer de este mundo un lugar mejor y que usara parte del dinero que iba a heredar en dichas causas. Le prometí que así lo haría y lo abracé, deseando que algo dentro de mí, le traspasara la salud que necesitaba. Me contó anécdotas sobre su infancia en Alabama y sobre lo mucho que había disfrutado estudiar en Cambrige, "fueron tiempos luminosos", repitió varias veces. Cuando sus ojos se llenaron de lágrimas, entendí cuánto extrañaba aquellos tiempos. Cenó su comida favorita y se fue a dormir temprano, dejándome con la efímera sensación de que algún milagro divino le haría mejorar.

Papá se estaba despidiendo y lo entendí a la mañana siguiente cuando el llanto de nuestra ama de llaves hizo eco en el interior de su habitación. Me encerré a llorar en su despacho y salí horas después cuando Liam apareció para sacarme de allí y llevarme a un lugar que me ayudara a despejarme. Ni siquiera recuerdo cómo terminé en sus brazos, apagué el dolor con sexo y me mantuve así hasta que los abogados me avisaron la hora del sepelio de papá.

El entierro se realizó poco antes de la primera nevada, ese día me desmoroné como nunca, odiando con todas mis fuerzas lo que el cáncer le había hecho a papá. Renegué de la muerte, y ordené que congelaran su cuerpo, con la esperanza de que la criogenización me permitiera volverle a ver algún día.

Pero sentía que debía hacer más, la muerte no debería existir en el mundo y me propuse luchar para erradicarla.

Fue entonces cuando conocí a alguien que cambiaría el rumbo de las cosas y me ayudaría a convertir mi sueño de erradicar la muerte; en una realidad.

Albert, el primo de papá, me vio llorando tras el funeral y me explicó todo sobre el proyecto que Jeremiah Hathaway había diseñado hacía más de 300 años, uno que estaba orientado a modificar el ADN de una persona, haciéndola inmune a cualquier tipo de enfermedad, y si las cosas marchaban bien, tal vez podríamos reanimar el cuerpo congelado de papá.

Albert me habló de que existía algo llamado: Orden negra, que era una secta cuya misión era concretar el proyecto de Jeremiah, ellos querían mejorar la raza humana y eso me interesó por obvias razones.

Albert me explicó que el presidente de la Orden Negra debía ser el heredero Hathaway, pero que papá jamás quiso tomar el cargo y por eso el puesto se encontraba vacante, hasta que el próximo heredero, o sea yo, tomara posesión.

Albert me dijo que el proyecto de la Orden Negra quería perfeccionar la raza humana, transformarla en algo distinto. Algo que no lastimara, hiriera o muriera. Juré frente a la tumba de mi padre, que no permitiría que casos como el de él o el de mi madre se repitieran y puse en marcha todo mi capital para conseguirlo.

Pero en todo ese proceso no estuve sola, Liam Larsson estuvo a mi lado.

Tóxico, dominante, egocéntrico, salvaje y endiabladamente guapo, no necesitaba demasiado para que por primera y única vez en mi vida, yo me enamorara de un hombre.

Sentí que él era como yo, ya que no tenía el cariño de su padre y yo el de mamá. Me enamoré perdidamente de él, pero sus planes conmigo nunca fueron lo que esperé, al menos en el plano emocional. Y, por si fuera poco, se enredó con esa tal Violet. Esa desgraciada, ha cambiado a Liam y hasta sospecho que se está enamorando de ella. Odio la idea de que esa idiota me lo quite y quiero encontrar la forma de aniquilarla, sin que Liam sepa que fui yo. Él dice que ella es su presa, pero no lo creo por la forma en la que se comporta alrededor suyo. La llevó a vivir a su departamento

A veces no comprendo el cambio en Liam, siento que sufre de doble personalidad, pero no comprendo por qué empezó a ser así desde cinco años, antes no era tan cambiante y eso es lo que me confunde.

Hoy tuve un día de mierda, se me ocurrió enviar algunos terroristas de poca monta a torturar a Violet un ratito , y bueno salió mal. Ahora Liam me odia y me quiere fuera de su vida, por algo que no hice, porque no fui quien entró a sus archivos y robó la receta de uno de sus venenos para inyectárselos a la alumna idiota.

Creo que hay un enemigo a la vista que ni él, ni yo hemos notado, pero en fin tarde o temprano mostrará su cara.

En el fondo siempre he querido aunque sea un poco del cariño que perdí cuando papá murió. No he vuelto a saber de mi madre, y tampoco me interesa. Ahora soy la mujer más rica del mundo y puedo hacer lo que sea sin necesidad de que me dé su aprobación.

Sin embargo, hay un cabo suelto, uno que mi tío Albert me recalcó hace poco, pues hay personas dentro de la Orden Negra que no me ven como una Hathaway legítima y por eso están tratando de localizar a la verdadera heredera: Mi hermana Alice.

Necesito encontrarla antes que ellos o me quitarán mi herencia.

Alice fue una presencia que no logré erradicar en su momento, pero que ahora no dudaré en desaparecer si consigo encontrarla.

Un golpe en la puerta me regresa al presente y veo al investigador privado abrirse paso a través de mi oficina con un sobre en las manos, y una actitud cautelosa.

—Buenas tardes señorita Hathaway, traje el informe diario del seguimiento que le estamos dando al señor Liam Larsson. —Le indico con una sacudida de manos que se siente frente a mí.

El tipo reajusta el intrincado nudo en su corbata plateada y coloca sobre la mesa la carpeta que contiene lo que averiguó.

—Resume lo que viste.

—Después que el señor Larsson sacó a Violet Hill del aeropuerto la llevó a su casa ubicada junto al lago Amsville.

Frunzo el ceño y reacomodo mi semblante un segundo después. No sabía que Liam tuviera una propiedad junto al lago. Él y yo no solemos tener secretos, el que me ocultara algo así, sólo demuestra que él jamás ha sido lo que creí que era.

—Prosigue.

—El señor Larsson salió pocos minutos después y se dirigió al mercado negro de drogas y sustancias químicas peligrosas, habló con un individuo al que le apodan cobra y luego se encontró de nuevo con Violet Hill.

Cada mención a esa tipa me altera los intestinos.

—¿Qué pasó después?

—Llevó a Violet a un motel cualquiera y allí la dejó.

¿A un motel?

O está bajando sus estándares, o al fin la mató.

Ojalá haya sido así.

—Cuando salió del motel, se dirigió a su casa y bueno... lo capté de nuevo con la señorita Hill en el bosque... pero no entiendo cómo fue que ella llegó tan rápido a la casa del señor, si este la había dejado en un motel.

—Quiero ver las fotos—demando y el tipo baja la cabeza y la mueve como si tuviera miedo de lo que haré después de verlas.

—Señorita no creo que eso sea adecuado para...

—Yo decido qué es adecuado y qué no—dictamino y el sujeto toma la carpeta entre sus dedos y la extiende con nerviosismo.

Agarro el folder y empiezo a pasar entre las fotos. Veo a Liam sacando a Violet en brazos del aeropuerto, luego babeo un poco al verlo entrar con esa apariencia ineludible de tipo malo al motel y se me revuelve el estómago al verlo con la idiota aquella. Reparo en el absurdo atuendo de princesa que viste y bostezo mientras veo más fotos, hasta que llego a una que...me revuelve el estómago.

Algo dentro de mí se agrieta y se rompe completamente cuando detallo lo que hay en la imagen. Es Liam follando a Violet contra un árbol en una pose completamente salvaje, excitada y caliente. Él le besa el cuello como si quisiera comérsela sin parar y ella tiene la boca abierta como si no pudiera soportar todo el placer que siente.

Tiro la carpeta a la mesa y me mareo, mientras contengo el vómito y la rabia que agita mis arterias. El corazón me palpita con lentitud y el mundo deja de tener sentido. Revivo en mi mente una y otra vez la maldita foto de Liam y Violet teniendo sexo, deseando con todas mis fuerzas que esa basura sea un montaje. Hay algo en ella que denota unión, complicidad y deseo. Es como si una capa de Lujuria y deseo impenetrable los cubriera, algo que sólo ellos dos pueden formar.

La expresión de Liam es distinta, pleno y entregada, es como si con ella tuviera algo que jamás pudo ni podrá experimentar conmigo.

Estar con él es un maldito juego perdido, un tablero de ajedrez en el que estoy destinada a perder, porque Liam capaz de entregarle algo más a cualquiera que no sea yo.

La envidia, el despecho y la ira retumban contra mi garganta en la misma medida. Ese bastardo me mintió, ella le importa más de lo que admite y es obvio, esa foto es tan sexual y tan genuina que me da asco.

—¿Qué conclusión sacaste de todo esto? —Tiro la carpeta al tinaco al que siempre debió pertenecer y me obligo a prestarle atención a algo que no sea el rencor que siento.

—Es muy extraño que el señor Larss...

—Llámalo por su nombre, ese miserable no merece que le digan señor.

—Disculpe usted. —Un par de gotas de sudor se agitan en su frente.

—Continúa.

—A menos que existan dos Violet Hill, no es posible que la chica se quedara encerrada en un motel y apareciera minutos después en la casa de Liam.

—¿No lo viste regresar por ella?

El individuo niega, y más sudor aparece en su cara mojando las pecas que hay sobre su nariz.

—No, dejé a alguien en el motel vigilándola por si acaso. Nunca la vieron salir.

Hay demasiadas cosas aquí que no cuadran.

—Es todo muy extraño. —añade como si en todos sus años como investigador privado no se hubiera encontrado con nada semejante.

—¿Investigaste si ella tiene una gemela o algo así?

—Sí, pero no hay nada. Es adoptada y...

—Espera... ¿dijiste adoptada?

—¿Hace cuánto tiempo la adoptaron?

—Aquí dice que fue adoptada cuando tenía cuatro años.

Me llevo una mano a la cabeza y agito la cara. Hago cálculos y me percato de que la edad en la que Violet fue adoptada es muy cercana a la que tendría mi hermana Alice cuando desapareció.

¿Es posible que Liam la haya encontrado?

—Llévame a ese motel, sólo podemos llegar al fondo del asunto confrontando a aquella idiota.

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Sé que querían ver lo que pasaba con Liam y Violet, pero este capítulo es necesario para conocer lo que se cuece desde el otro lado, es de esos que mueve la trama aunque no lo parezca. Como ven, Rachel no es mala porque sí, tiene un trasfondo muy triste a su espalda. 

¿Qué pasará con ella?

¿Crees que merezca un final feliz?

¿Qué hará Rachel cuando se encuentre con la Violet de la otra dimensión?

Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.

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