Capítulo 3

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Multimedia: Whatever it Takes- Imagine Dragons.

Mentiría si dijera que no estoy molesta, confundida y perturbada.

¿Qué demonios ocurre con Liam?

¿Acaso no se da cuenta que su extraña actitud no contribuye en nada a mi falta de recuerdos?

Tal vez eso es lo que quiere, que nunca recuperes tus memorias, porque algo esconde. Silba mi subconsciente al instante. Se ha convertido en una perra terrible y cizañosa que no para de señalar a Liam como el culpable de todo.

Mientras avanzo a través del estridente aeropuerto, arrastrando el hilo de mis pensamientos con parsimonia, me pregunto si ir a las Bahamas con Liam es lo correcto.

¿Qué rayos fue lo que pasó en ese baño?

Lo sentí... distinto, desenfocado.

Más oscuro, crudo, contradictorio e inquietante.

Y aunque al final trató de mostrarse como el Liam de siempre, no me lo creí. Nadie pasa del hielo al fuego con tanta facilidad a menos que sufra de bipolaridad y no estoy capacitada para dar un diagnóstico sobre lo que le pasa.

Las dudas emergen nuevamente al avanzar y mi mente vuelve a su estado paranoico en el que todo lo que puedo saborear es intriga, misterio y complicaciones.

Recuerda que el mismo rostro que te estuvo besando, tiene una trampilla rara junto a su cama, una biblioteca blindada, todo te lo cuenta a medias y te había pedido esperar seis meses para tener una relación formal.

¿Por qué razón empecé una relación con un sujeto así?

¿Acaso descubrí que no era el villano que creí y al final decidimos tener una relación formal?

Si todo hubiese sido tan sano como pienso, no habría perdido la memoria, concluyo con amargura.

Entre más camino, más abrumada me siento.

Suelto una hilera de aire y me convenzo de que aún no quiero verlo, no hasta que ponga en orden el caos que es mi mente.

—Señorita Hill, el señor Larsson nos pide que vayamos a la zona de abordaje que ya el piloto está preparado. —Me indica el jefe de los guardaespaldas que me custodian.

Una sonrisa corta y vacía escapa de mis labios, no quiero irme. Al menos no aún.

—Permítanos conducirla hacia el área de embarque.

—Necesito comprar unas cosas. —miento para ganar tiempo. —Dígale que estaremos allí en, al menos media hora.

Levanto la cara, a la espera de que el sujeto moreno de más de dos metros de altura, me de una respuesta satisfactoria.

—Debo pedir autorización. —anuncia, acomodándose un auricular ensortijado en el oído. —Señor Larsson, su novia nos pide unos minutos adicionales, dice que tiene que comprar algo.

Blanqueo los ojos al percatarme de que, en efecto, el tipo tiene que consultarle. Esperaba poder desaparecer un rato y no tener que informarle.

Tienes casi 24 años, si tienes que pedirle permiso a tu novio para retrasarte, algo anda muy mal en tu relación.

Sé que lo hace para cuidarme, pero no puedo evitar pensar que está siendo demasiado controlador y que no me siento cómoda al respecto.

El trajeado individuo teclea algo en su propio móvil y me lo pasa para que converse con Liam.

—Preciosa, ¿qué ocurre?

—Es... bueno... una emergencia femenina. —Espero atenta a su respuesta.

—Oh, ¿necesitas que vaya contigo?

—No—salto bruscamente. —Yo, puedo ir... acompañada de ¿guardaespaldas 1, 2 y 3?

No conozco sus apellidos, por esa razón, así los he nombrado desde entonces. El número uno es el más alto, el que parece que puede romperte la nariz con un puñetazo. Número dos es el pelirrojo que siempre anda masticando chicle y número tres es el que menos habla, llegué a pensar que era mudo y por eso empecé a hablarle en lenguaje de señas. Cuando Liam me dijo que no lo era y que me había equivocado al darle las gracias en lenguaje de señas, gesticulando algo semejante a: tienes una calva sensual y maravillosa, por poco se me cae la cara de vergüenza.

Los agentes del servicio secreto están entrenados para conocer todo tipo de forma de comunicación, eso les permite todo tipo de atentados.

—Nena, no tengo problemas en acompañarte si te sientes insegura.

—No se preocupe, profesor, comprar toallas íntimas es algo que hago cada mes. —Le hago saber.

¿Por qué rayos actúa como si no hubiera pasado nada en el baño?

Me está empezando a doler la cabeza.

—Es que no quiero que la prensa empiece a molestarte, eres como un imán para todos ellos y me incomoda que te sientas abrumada al respecto. —concreta preocupado.

—La prensa viene incluida en el paquete de ser su novia, aprenderé a lidiar mejor con ellos tarde o temprano.

—No sabes cuánto lamento que sea así. Te quiero y me jode que no te dejen en paz por mi culpa.

Lo que a mí me jode es que siga fingiendo que no me besó y que luego me echó del baño.

—Estaré bien, gracias por preocuparse. —No quiero discutir lo que pasó en el baño por teléfono, estas cosas se afrontan de frente, así puedo al menos examinar su expresión.

—Si necesitas algo, no dudes en llamarme.

No puedo creer que este sujeto sea el mismo que estuvo conmigo en el baño.

Es como si la oscuridad y la luz se hubieran fusionado en un solo ser.

—Así lo haré profesor, ahora debo irme.

—Ya no soy tu profesor, Violet. Debo hablarte sobre ello, pero lo haremos cuando estés aquí. —acota y puedo imaginar que su rostro se ha revestido de seriedad.

—¿Las novedades son buenas o malas?

—Son buenas, créeme.

—Debo irme, Liam.

—Nos vemos al rato, nena.

Y finalmente cuelgo. Le paso el móvil al guardaespaldas y agito la cabeza, mientras saboreo un poco de libertad.

Empiezo a deambular por el aeropuerto sin rumbo fijo. Los guardaespaldas me siguen sin chistar palabra. Deben estar molestos por tener que cuidar a la noviecita del presidente, cuando podrían estar haciendo algo mucho más emocionante.

Me adentro en una tienda departamental poco abarrotada y bien iluminada. Lo primero que captan mis vestidos al poner un pie en su interior es una serie de vestidos de los años cincuenta en tonos pasteles, que me recuerdan que Liam tiene un clóset repleto de trajes así en una de sus mansiones y que todos están hechos a mi medida.

¿No se te hace perturbador que tenga un clóset random con trajes de tu talla?

Admito que más que perturbador, me resulta desconcertante.

Como todo en él.

Me muevo entre los vestidos y reviso los precios exorbitantes, hoy en día todo está caro. Y a decir verdad no son tan bonitos como los que Liam guarda. Estos tienen algunos hilos suelos y el encaje de la mitad de ellos se ve barato y de mala calidad. Incluso, los colores lucen desteñidos y descuidados.

—¿Usted es la novia del hijo del presidente? —Una fémina se coloca frente a mí, lleva un vestido verde oliva y una bandana amarilla en su pelo del color de la obsidiana.

—Sí, hola. —La saludo sin profundizar demasiado en ello.

—Eres mucho más bonita en persona. —Sus ojos avellanados se ensanchan. Tiene un tiquete en su pecho que indica que se llama: Josephine. Supongo que trabaja aquí.

—¿Te puedo pedir un autógrafo?

Asiento, es la primera vez que estoy en esta situación. Sé que la prensa ha estado excesivamente pendiente de mí, pero no se me había ocurrido que pudiera tener fans.

La chica se retira dando saltitos hacia la caja y regresa dos minutos después con una libreta y un bolígrafo de tinta negra.

Como no sé qué rayos pone la gente en los autógrafos, le pongo algo directo: Para Josephine, con cariño de Violet Hill.

—¿Podrías especificar que eres la novia del hijo del presidente? Es que así será más fácil que mis amigas me crean.

Oh, claro, es que ser Violet Hill no tiene peso en el mundo real.

Admito que me incomoda ser vista como: La pareja de...

—Sí. —manifiesto, tragándome el mal trago y coloco al lado de mi nombre: "Novia de Liam Larsson, segunda dama de este país"

Bueno, siempre quise poner eso y ya que la oportunidad se presentó.

—¿Segunda dama? Creí que esa sería la hija del presidente.

—Sí, dicen que el presidente tuvo una hija ilegítima con una Hathaway.

Mis ojos se ensanchan y suelto una exhalación de sorpresa.

—¿No lo sabías? Se llama Alina, aunque dicen que el presidente jamás la reconoció y fue criada por su madre.

No sé ni qué decirle, últimamente siento que todo podría ser una trampa y que la gente sólo está esperando que yo diga alguna imprudencia para convertirlo en un titular.

—Debo irme, gracias por la platica. —comunico y me giro sobre mis talones para salir de la tienda.

Me abro camino entre un conjunto de faldas de tela jean en oferta de 2x1 y unos vestidos de cuello de Peter Pan, y justo cuando estoy a punto de llegar a la salida, un montón de mujeres aparece de la nada para rodearme.

Los del servicio secreto les indican que retrocedan.

—Sólo queremos un autógrafo de Violet, el novio nunca deja que se le acerquen, tenemos que aprovechar. —Una tipa rubia llena de tatuajes y con el pelo rizado color turquesa es quien se aventura a hablarme.

—¿Por qué lo perdonaste tan rápi....?—

Los del servicio secreto levantan las armas y les piden que se aparten.

Los rostros de las mujeres pasan del desconcierto y miedo a la sorpresa. Sin embargo, todas sus pupilas dirigen su atención hacia la punta de las pistolas que los agentes de seguridad enarbolan en alto.

Agito la cabeza y dejo caer los brazos a ambos lados de mi cuerpo. Estoy cansada de tantos saltos emocionales. Ahora ni siquiera puedo entrar a una simple tienda en paz.

—¡No! —bramo. A pesar de que todo este acoso me pone nerviosa, tampoco quiero protagonizar una escena que termine perjudicándome más.

No debería importarme lo que la gente piense de mí, pero no quiero ser vista como una persona inaccesible que rechaza a aquellos que sólo quieren saludarla.

Y eso que no te gustaba la fama.

—¡No se acerquen a la señorita Hill! —Doy un paso al frente y le pido a los agentes que retrocedan.

—Sólo estamos haciendo nuestro trabajo. —Se defiende el guardaespaldas número uno. —No podemos permitir que se sobrepasen, ni que intenten acceder a usted con tanta facilidad.

—Pero, ellas no están haciendo nada malo. Sólo vinieron aquí para saludarme, ¿verdad chicas?

—Sí, sólo queríamos verte de cerca. Eres más bonita en persona. —proclama una afroamericana de pelo corto.

—Muchas gracias.

Me dedico a firmar algunos papeles y me sumerjo en una marea de sonrisas, comentarios a mi favor y chicas que me felicitan por tener tan buen gusto en hombres.

—Liam Larsson, te cuida excesivamente. ¿No te sientes presionada al respecto? —curiosea una pelirroja de rostro infantiloide.

—Lo hace por mi bienestar, hace poco sufrí un accidente y él ha estado muy protector desde entonces. —Intento calmar las aguas.

—Sí, se nota que le importas o tal vez siente cargo de conciencia. —El énfasis que hace en las palabras "cargo de conciencia", hace que la confianza que siento hacia Liam pierda aún más fuerzas.

¿Por qué Liam habría de tener cargo de conciencia?

¿Qué es lo que ella sabe que yo no?

Últimamente siento que la gente conoce demasiadas cosas sobre mí y que yo, en cambio, cada vez me desconozco más.

—¿Cargo de conciencia? —musito, absorta en mis dudas. —Mi novio no siente cargo de conciencia. —debato.

Ella arquea una ceja.

—¿Acaso no recuerdas lo que pasó en la proclamación de su padre como presidente?

Agito la cara y no detengo la negación que manifiesta mi cabeza.

—Liam te en....

Algo irrumpe abruptamente en el local. Algunos cristales se rompen y los del servicio secreto empujan a las mujeres que me rodeaban, para asegurarse de que nadie tenga acceso directo hacia mí.

Mi corazón se acelera automáticamente y una capa de sudor cubre mis manos. La barbilla me tiembla y agito los hombros, mientras retrocedo intentando entender qué pasa.

Un coro de sonidos desagradables estalla rabiosamente a mi alrededor.

Un montón de manifestantes, con pancartas en mano y pasamontañas, forman una barrera humana que bloquea la salida.

La confusión se apodera de mi cuerpo e intento entender lo que está pasando.

—La política es una mierda que no beneficia a ningún país, el presidente y su familia se enriquecen a costa de los contribuyentes.

Un grito de puro terror y miedo se solidifica en mi garganta al ver que ellos avanzan con malas intenciones hacia nosotros.

Me quedo paralizada y permito que el pánico viaje por mi torrente sanguíneo a la velocidad de la luz.

—Tú, te beneficias del dinero del pueblo. —Me señala un individuo alto de forma amenazante. Su mirada me resulta aterradora.

De pronto, los manifestantes empiezan a lanzar piedras, palos, pelotas de béisbol e implementos metálicos en nuestra dirección, provocando que el cristal de las ventanas del local se rompa.

Las mujeres que anteriormente me rodeaban, se apartan asustadas y el desorden se desata. El local se convierte en un mar de gritos, piedras volando por los aires, llanto, miedo y desconcierto.

Me percato con profundo horror de que las balas han empezado a atacar el silencio y que algunos proyectiles viajan en mi dirección.

—No más mantenidos.

—No más gente aprovechada. —aúllan y se van contra mí, que no tengo vela ni poder político en este entierro. —No más familia presidencial viviendo como millonarios a costa nuestra.

Una parte de mí, me incita a correr, a escapar de aquí, pero no consigo moverme. Es como si estuviera reviviendo un trauma que ya creí superado.

Los del servicio de seguridad se mueven a mi alrededor y me arrastran con ellos hacia la parte trasera del local. Mis piernas no responden, y me siento como una inútil. Me estoy comportando como siempre, y aunque todos dicen que una vez logré vencer el miedo que me paralizaba, no soy aquella Violet fuerte que logró salir victoriosa.

Deja de ser una maldita cobarde, ya pudiste una vez con esto.

Me concentro en mí misma, en aquello que quiero superar.

En que no quiero ser la Violet que deja que el horror domine su vida.

No puedo hablar, no puedo vociferar nada, salvo el silencio.

Pero tengo que moverme, no puedo permitir que los del servicio secreto hagan todo el trabajo.

Mi corazón, rugiendo contra mis costillas a la velocidad de la luz. Aferro mis dedos contra la tela del vestido y me obligo a moverme, me abofeteo las piernas con manos agarrotadas y aprieto los labios, hasta que mi fuerza de voluntad emerge desde el abismo. Me convenzo de que puedo con esto, de que el horror dentro de mí, no debe ser el norte que me guíe.

No quiero, ni puedo ser una cobarde toda la vida.

Ya no más de eso.

¿Qué ganaré si no hago nada?

¿Cómo seré capaz de mirarme al espejo otra vez si dejo que estas personas salgan heridas por estar a mi lado?

Algunos fragmentos de recuerdos llegan a mi mente como tornados invasores, y me veo a mí misma ajusticiando a Josh, dándole lo que se merece. Impidiendo que me gane por primera vez en la vida.

Las mujeres a mi lado lloran y le piden a Dios por sus vidas.

Los oficiales me arrastran y obligan al resto de mujeres a quedarse atrás, pero ellas están en este caos por venir a verme, debo ayudarlas.

—No pienso irme sin ellas. —El guardaespaldas número dos me empuja contra un ropero lleno de trajes rojos, y dispara mientras intenta mantenerme a salvo.

—Pero, señorita Hill, su seguridad es más importante.

Las balas siguen moviéndose en distintas direcciones.

—Ellas vinieron aquí por mí, no voy a dejarlas solas.

Todos los vellos de mi cuerpo se erizan, pero me las ingenio para ayudar a las mujeres que siguen tendidas y llorosas en el suelo.

Los del servicio secreto se adelantan y disparan contra los invasores. Mientras arrastro a las mujeres hacia la puerta trasera.

Las balas siguen construyendo pequeñas nubes de fuego en el aire.

Mi vista recorre la estancia con lentitud, frente a mí veo la salida, pero no creo que los del servicio secreto aguante lo suficiente. Un nudo de terror se instala en mi estómago cuando veo que uno de ellos cae abatido.

—Tienen que irse. —Le indico a la que se ve más entera. —Yo iré por ese guardaespaldas.

—No podemos dejarla aquí. —señala una rubia a mi derecha.

—Hazlo por tu familia y por aquellos que amas, yo estaré bien.

Los guardaespaldas que quedan en pie, se anticipan a lo que quiero hacer y me bloquean el paso y me elevan sobre los hombros para sacarme. Cuando consigo darle la espalda a mis atacantes, siento que mis hombros son liberados y veo con profundo terror que mis guardaespaldas han sido baleados.

Sólo quedamos los manifestantes ante políticos y yo.

En mi vida he usado una pistola y no sé bien cómo defenderme.

—Destruyendo inocentes no van a conseguir la equidad que tanto buscan. Los guardaespaldas que me protegían sólo hacían su trabajo, no tenían por qué herirlos ni atacar. Si me tocan un pelo, la familia presidencial va a encontrarlos y cuando terminen con ustedes no quedará nada.

—Eres el eslabón más débil de la cadena, acabar contigo es sólo el inicio. Terminar con los políticos de este país es algo que beneficiará a todos —Me indica quien parece ser el líder.

—Aquellos que justifican su afán de matar por el bien común tienen un lugar garantizado en el infierno.

—Tráiganla. —Le ordena a un par de enmascarados que le rodean.

Agacho la cabeza y pataleo cuando me toman por los brazos.

—No voy a permitir que me maten sin pelear.

Entonces, un montón de policías aparecen y rodean el local.

—Liberen a la novia del hijo del presidente o serán abatidos.

El tipo me eleva de golpe y coloca una pistola en mi nuca.

—Si se atreven a hacer algo, la mataremos.

Trago duro y me digo a mí misma, que si no hago algo pronto, van a matarme.

Y bueno, en el próximo capítulo las cosas se pondrán buenas. Estos son los capítulos introductorios, por eso vamos un poco más suave. Ya la próxima semana sí despega todo :3

¿Qué les pareció el capítulo?

¿Qué opinas de la actitud de Violet?

Quiero que se note su actitud fluctuante, ella quiere ser fuerte, pero a veces falla y comete errores y bueno... espero que les esté entreteniendo la novela, que para mí es lo más importante. No aburrirlas. 

Por favor, déjenme sus opiniones, son muy útiles para mejorar como escritora. 

Si te gustó el capítulo por favor, vota y comenta. Ayudas a otros a descubrir la historia y significa un montón para mí. Gracias por leer. Te recomiendo agregar la historia a tu lista de lectura, por si la aplicación falla y la historia se borra de tu biblioteca.

Instagram: Dariagne.

Booknet: Dariagne De Gracia C

Tik tok: Lectorasdedari

Grupo de Facebook: Lectoras de Dari

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro