༺ veintiséis ༻

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Después de haber tenido aquel momento tan íntimo con Yoongi, me quedé dormido sobre su pecho, acunado por los latidos de su corazón, pero al despertar no había nadie conmigo en la cama y, como mi lobo no comenzó a llorar al instante, pude comprobar que mi celo había llegado a su fin. Aún así extrañaba su presencia.

Mientras me levantaba de la cama, pensé en mi vuelta a casa. Seguramente mi padre necesitaría ayuda, pero no pude evitar ser algo egoísta al pensar que quería quedarme algo más de tiempo con Yoongi.
¿Qué me estaba haciendo ese alfa? Jamás me habría atrevido a estar más lejos de lo necesario de mi familia y, sin embargo, aún no me había marchado y ya quería volver.

Suspiré y me serví un vaso de agua con la calma de estar solo con mis pensamientos, sin siquiera preocuparme por estar completamente desnudo. En aquellos minutos de paz me pregunté qué estaría haciendo Yoongi y en cuanto terminé el vaso y me vestí no pude aguantar más la curiosidad.

Ya arreglado salí de esa alcoba, aunque no tenía ni idea de dónde estaba. Caminé sin rumbo, a la espera de encontrarme con alguna especie de señal o milagro que me indicase la ubicación del rey.

El rey. Aquella palabra hizo eco en mi mente. Aún no podía pensar en él de esa forma, aunque cada vez que le veía tenía su cabello rubio y el hanbok real. Para mí simplemente era mi alfa, e incluso un espía que había conocido en el ejército.
Y eso no era lo único que me costaba creer, si llegaba a casarme con él yo sería rey consorte, lo que automáticamente me provocó un escalofrío.

──¡Alteza!

El grito me alarmó, pero no me giré.

──Alteza, el rey está en el trono ──volvió a repetir la voz chillona de una sirvienta──. Por este pasillo a la izquierda.

Entonces me percaté de que me hablaba a mí, un simple aldeano, un omega que apenas había sobrevivido con lo mínimo toda su vida, al igual que ella.

──¿Disculpe? ──pregunté confuso.

──El rey ha ordenado que sea avisado en cuanto despertase...

Al arrugar mi nariz ella rió, pero no dijo nada más y con una reverencia volvió por donde había llegado.
No podia negar que con una tirana en mi cabello sí parecía un noble, pero al recibir ese trato se me había quedado una sensación extraña en el cuerpo.

Sin darle más importancia, seguí sus instrucciones y encontré unos portones abiertos y perfectamente custodiados. Desde allí se podía ver una sala grande, con las columnas rojas y las paredes llenas de pinturas  representando escenas de mitología. Al final del todo, Yoongi aguardaba en su trono, perfectamente vestido como el monarca que era.

En cuanto le vi una sonrisa cruzó mi rostro y mis pies se movieron solos en su dirección, pero los guardias que vigilaban la entrada cruzaron sus espadas frente a mí antes de que pudiese dar otro paso.

──Está bien ──les indicó Yoongi y su voz hizo eco en las paredes.

Aquello fue suficiente para que retirasen sus armas y se inclinasen para dejarme pasar. En cuanto me adentré en la sala me percaté de que habían más personas con Yoongi, solo que no les había prestado atención. Entre ellos el general Kim, con un parche en el ojo que había sido herido en el campo de batalla.

Al llegar frente al trono hice una reverencia general y todos los presentes me la devolvieron, incluso Yoongi, que realizó un pequeño asentimiento, lo suficiente para crear un murmullo entre los sirvientes.

──Me alegra verle de nuevo, soldado Park ──murmuró el general.

Automáticamente sonreí. En aquel momento no me sentía un soldado, pero recordar mis hazañas me devolvió el orgullo justo para hinchar mi pecho, como el beta que decía ser semanas atrás.

──Lo mismo digo, general ──respondí con un asentimiento.

En ese momento los guardias con lanzas dieron un golpe seco en el suelo para mandar orden en la sala y forzarla a un silencio impenetrable.

──Park Jimin ──comenzó Yoongi, con un tono solemne que erizó mi piel──. He mandado a llamarte ante mí para comunicar algo a todo el mundo.

En ese instante el ambiente se cubrió de una tensión que se podía cortar con un cuchillo y mi lobo se mantuvo alerta a su alfa, pero yo estaba tranquilo y con la confianza de que nada malo podría salir de su boca.

──Tu ingreso en el ejército fue posible gracias a las violaciones de la ley ──comenzó y en ese momento borré mi sonrisa──. Sin embargo, has demostrado tu valentía y utilidad en la guerra y gracias, en parte, a tu servicio hemos podido ganar al reino del norte. Por eso tus ofensas quedan perdonadas.

» ──Además, estos sucesos han podido abrir los ojos al reino y a mí también. Tanto el consejo como los ministros han aprobado la nueva ley que me complace anunciar en este mismo instante.

Los rostros de todo el mundo mostraban preocupación, yo era el único que mantenía la esperanza.

──Por la presente, declaro que cualquier persona que resida bajo el dominio de mi reino tenga acceso a enlistarse en el ejército de forma voluntaria. Sin importar sus raíces, clase social, o la jerarquía de su especie.

Se escucharon algunos suspiros y muecas de sorpresa, pero la reacción general fue positiva. Incluso acudieron lágrimas a mis propios ojos.

Yoongi se recogió la vestimenta para poder bajar el escalón del trono, ignorando a cualquier persona que no fuese yo, como si no acabase de cambiarlo todo con unas palabras.
No le había visto tan formal y severo desde que pensaba que el rey y Agust eran personas distintas, desde que le había echado en cara los problemas de los omegas por culpa de su reinado. Y ahora todo quedaba atrás.

Avanzó hasta mí y extendió su mano hacia el costado. Automáticamente un sirviente se acercó con un estuche que le prestó, pero él no dejó de mirarme en ningún momento.

──Pero eso no es todo ──continuó──. Como algunos saben, el soldado Park se ha ganado mi aprobación por sus hazañas, y antes de que sea un rumor, quiero dejar claro que Park Jimin está siendo cortejado por mí y a partir de este momento ha de ser tratado como mi favorito.

Automáticamente todos los presentes en la sala se arrodillaron en silencio, independientemente de si sus rostros mostraban desacuerdo o no. Yoongi abrió el estuche y dejó ver una fina corona de plata con diamantes azules incrustados en cada vértice.

──Vaya... ──susurré tras un suspiro largo.

──¿Puedo?

Yo asentí y por inercia incliné mi rostro para dejarle quitarme la tiara que me habían puesto las doncellas y colocar la nueva. Aquella corona pesaba más, pero no sólo por el material de calidad, también por toda la responsabilidad que llevaba.

──Jimin ──susurró Yoongi, tomando mi barbilla con su índice para obligarme a mirarle──. Siento no haberte avisado.

Negué al instante.

──No importa ──sonreí de nuevo──. Son buenas noticias.

Como una afirmación él tomó mi rostro y juntó nuestras frentes con cuidado. Nos quedamos quietos, aspirando nuestros aromas e ignorando al resto, al menos hasta que un pequeño detalle que había pasado por alto me vino a la mente.

──¿Favorito? ──susurré, apartándome un poco──. ¿Qué significa?

Yoongi parpadeó como si acabase de despertar de un sueño.

──Es como... Mi protegido, nadie puede tocarte o prohibirte verme, eres como un príncipe a partir de ahora ──respondió en el mismo tono de voz.

Aquello me hizo sentir un cosquilleo en el pecho, no tan sólo por mi lobo contentado.

──Ahora tengo asuntos que tratar con el general Kim, pero en seguida volveré a ti, ¿está bien? ──susurró.

Me habría gustado quedarme, pero habían dos factores que me llevaron a asentir: el primero, no me atrevería a cuestionarle frente a aquellas personas. El segundo, debía asimilar todo aquello.

Mi mano tembló cuando posicioné la flecha en el centro del arco y cerré uno de mis ojos, pero al menos conseguí clavarla más cerca de la diana que en los otros intentos. Había perdido destreza por culpa de la lesión en el hombro, pero no me daría por vencido.

De todos modos aquello solamente era una distracción en ese instante. Los anuncios aún seguían dando vueltas en mi cabeza y no se me había ocurrido mejor modo de asimilarlos que practicando con el arco, le tenía cierto cariño a la acción.

De ese momento en adelante todas las personas, omegas o no, podían acceder a las ayudas del ejército. Eso era un gran paso, no le deseaba mi experiencia a nadie. Mucho menos el dolor de cubrir a tu lobo para que vuelva a surgir por la fuerza, no se lo deseaba ni a mis enemigos.

Pero antes de que pudiera llegar a ninguna otra conclusión, un sirviente me interrumpió con algo de prisa.

──Alteza, se le requiere en el salón de banquetes para la cena ──farfulló con una reverencia pomposa.

Antes de que pudiera darle las gracias por el comunicado se marchó tan rápido como había llegado. Pocos minutos después yo seguí sus pasos y regresé a la sala donde había comido con Yoongi, previamente a mi celo.

Él me esperaba ya sentado en la cabecera de la mesa, así que ocupé el asiento a su derecha.

──¿Dónde has estado? ──me preguntó.

A decir verdad, presté más atención al plato de comida que a la cuestión, pero no era de extrañar tras pasar casi todo el día sin comer. Más después de...

──Practicando con el arco ──respondí──. Quería pensar en todo lo que dijiste... Son muchos cambios.

──Espero que para bien ──dijo él al instante──. Y en parte gracias a ti.

No pude alzar la mirada de mi comida cuando sentí ese cosquilleo en mi estómago, parecido al que había sentido cada vez que Yoongi me tocaba o me adulaba.

──¿A qué te refieres?

──Jimin... Si no te hubiese conocido no habría tenido el valor suficiente para tomar estas decisiones tan deprisa ──explicó──. Me has hecho ver la realidad que viven muchos omegas en mi reino.

» ──Tú me has dado muchas lecciones en apenas unas semanas. No puedo imaginar todas las que recibiré el resto de nuestras vidas.

Lanzó un suspiro que me hizo llegar el aroma a naranja de su aliento conforme yo levantaba la vista y me atrevía a mirarlo de nuevo.

Él estiró su mano sobre la mesa y se la tomé, pero quien tuvo la iniciativa de inclinarse en la mesa en busca de un beso fui yo. Y aunque me hubiese gustado buscar más, la segunda interrupción del día me obligó a conformarme con un simple roce de labios.

El mismo sirviente que me había buscado entró en la sala con la cabeza gacha. Realizó una reverencia y dijo:

──Majestad, ¿debo llamar al resto para la cena?

Parecía nuevo en sus funciones, pero por algún motivo aquel desconocimiento cambió por completo el aroma de Yoongi y hasta su semblante pareció transformarse en el enojo personificado.

──Di claras instrucciones de que permanecieran en sus aposentos hasta el lunes.

──¿Quiénes? ──pregunté.

Pero mi cuestión fue pasada por algo, el sirviente se retiró y Yoongi guardó silencio.

──¿Tienes familia aquí?, ¿sueles cenar con alguien más?

Pero el silencio se prolongó y su aroma no conseguía calmarme, al contrario, me ponía más alerta. Incluso mi lobo estaba preocupado.

──Yoongi, ¿qué ocurre?

No necesité respuesta verbal. El aroma de un campo de flores entero llegó a mis fosas nasales deprisa. Después aparecieron por la puerta un grupo de omegas y betas que miraron expectantes a Yoongi, pasando por alto mi presencia.

Entonces lo comprendí todo.
Las habitaciones vacías, los silencios poco habituales...

Siento haber tardado en actualizar, espero que hayáis tenido una buena semana santa/blanca 🖤 hasta la próxima ✨

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