Capitulo 4

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—¡Lola! —el grito de la madre retumba en las paredes de la casa Loud desgarrándose la voz, espantando a sus hijos al igual que llamando fuertemente la atención. Todos ellos al estar dentro de la habitación, sin saber nada de lo que esta ocurriendo, la preocupación e intriga crece en ellos. Sin retraso, después de compartir miradas preocupantes a sus compañeras, deciden bajar del primer piso.

—¡¿Qué está pasando mamá?! —pregunta a gritos Lori, la mayor que representa la pregunta que tienen todos sus hermanos, llegando agitados al primer paso de la planta baja, al costado de la entrada donde Rita esta con la boca tapada.

La respuesta de su madre es el silencio. Mirando la puerta abierta mientras que Rita mira a las dos personas que están en el umbral de la puerta. Los hijos por estar en otro ángulo, distinguen a su padre empapado por la lluvia, observando el suelo con alguien de baja estatura que se oculta en el costado, pero nadie familiar. El único varón decide acercarse a su madre y a la puerta, dominado por la curiosidad, con pasos lentos y silenciosos. Lo único que rompe ese silencio extrañamente tenso, son los golpes de las gotas de lluvias, y el poco ruidoso lloroso de Rita.

Los pasos de Lincoln se detienen, en cambio, los latidos de él aumentan de velocidad, abriendo la boca de la sorpresa al ver de quien se trata. Quedando impactado, sin mover ningún músculo. La furia y la tristeza de ver a su hermana menor en ese estado, con el vestido arrugado y mal puesto, el cabello dorado enredado y sucio, resaltando el tinte morado en las piernas por los moretones, afecta la expresión del albino. De pronto, Lincoln siente como alguien lo empuja a espaldas de él, cayendo al suelo por la fuerza. Por suerte, puede salvar su rostro del golpe, poniendo las manos como soporte, quedando en una posición similar al hacer flexiones. En cambio, el dolor de la gravedad no salva a las palmas del chico.

Las hermanas presentes se acercan para ver el bienestar de Lincoln, sintiéndose sorprendida por la embestida de su madre, inesperada reacción antinatural por parte de ella.

—¿Estás bien, Lincoln? —pregunta Luan preocupada revisando el rostro del albino.

—¿Quieres que Lily te dé un besito? —propone Leni acercándose detrás de Luan, alzando en brazos a la bebé.

—Po-Po —es el argumento que dice Lily agitando los brazos a punto de darle un beso en la mejilla a Lincoln.

—Suspiro —responde Lucy, asustando a la mayoría de la familia en ese momento.

—Literalmente, eso fue demasiado —reclama Lori a su madre, mirando la espalda de ella inclinada hacia abajo, sin nota qué esta pasando.

—Es verdad, sister —la rockera apoya la opinión de Lori, ofreciéndole la mano a Lincoln y ayudarlo a que se levante.

Todas las hermanas presentes, rodean a Lincoln para ayudarlo a levantarse, y darle toda la atención como siempre lo hacen al tener a un integrante Loud herido. Mientras que el albino al estar de pie, dirige la mirada a Rita preocupado, logrando ver a ella abrazando a su hermana menor, Lola.

Él sabía que el grito de su madre fue el nombre de Lola, sacando como primera teoría una travesura realizada por la niña traviesa, que provocó un regaño de Rita. Pero, no puede creer que el grito fuera por la inesperada vuelta de Lola en ese estado. Todas sus hermanas al igual que él, dirigen la mirada a la puerta, reaccionando a su debido tiempo la imagen que tienen delante suyo.

—Sorpresa…

Una diminuta y sombría voz rompe por un momento ese silencio, lo cual no fue captado por nadie el comentario de Lucy. Todos estan perplejos por Lola, los llantos de Rita son los únicos sonidos, juntos a unos ahogados sollozos de Lola, desahogando su tristeza en el hombro de la mujer que no puede soltar a su hija, mojando el suéter de ella con las lágrimas. Mientras que el padre de la niña, rodea los brazos en su hija como a su esposa, intentando consolarlas y darle una sensación cálida. Algo casi absurdo al tener todo el cuerpo mojado.

En el comedor de la familia Loud.

El sonido del metal cuando choca con una superficie de vidrio, para algunos les puede parecer irritante y muy molesto. Pero para los Loud, ya es costumbre escuchar ese ruido cada vez que se juntaban en la mesa, además de ser una familia numerosa, el golpeteo del utensilio con el plato de vidrio, metal o de plástico, inundan toda la habitación, lo único que puede tapar esa ola de ruido es la conversación entre la familia, que hace olvidar los chillidos de los platos, pero esta vez, ninguna voz se escucha. En la mesa de mayores, es menos frecuente el ruido a comparación de los menores.

La última mesa nombrada, siempre se caracteriza por ser la más ruidosa, desastrosa y sucia de los Loud. Apartando el hecho de ser divertida para las mayores, e incluso más liberal. Aunque esta noche, es una de esas donde todo el comedor, en vez de estar en un ambiente familiar de la manera Loud, esta en otro muy distinto y ajeno a ellos. Silenciosa, es la palabra exacta para describir la atmósfera. Pero no cualquier silencio está abundando en la casa Loud, es un silencio que ahoga la tranquilidad en un ambiente crudo.

Ese peculiar silencio, es captado por solo una persona —además de los padres—, que puede sentir todo el ambiente por las miradas discretas de sus hermanas. Lincoln logra sentirse cómodo en la silla, pero irritante por las molestas miradas de las chicas, sintiendo un leve temor que intenta ignorar al estar delante de Lana. Justo al lado de Lola, siendo incómodo pero extraño también que compartan un espacio tan cercano,  puede notar que se ve tímida, indefensa. Algo muy raro en ella, aunque hubo ocasiones que se portó así, nunca más se comporto de esa manera, desde ese día cuando él salto a los brazos de Lola sin importarle el olor rancio de vestido rasgado.

—¡Mm! —Lincoln se obliga a ahogar un quejido de dolor, mordiéndose los labios para no dejar salir el grito.

Frente a él, la gemela de Lola le propina una patada al chico, dándole en la rodilla con gran fuerza. Los ojos celestes se cristalizan al parpadear de forma repetitiva y energética. Al mirar a todas las hermanas presentes, se da cuenta que llama la atención, incluso de Lola. Disimulando el momento, se pone a comer la comida que se le ha servido, ignorando el gruñido de Lana, quien no aparta la mirada que parece rayar en muchas líneas rojas el rostro de Lincoln.

Unos minutos después.

—Luan y Lincoln, no se olviden que es su turno de limpiar las mesas y los platos —Rita les recuerda los deberes antes de subir las escaleras, acompañada por Lynn y las demás chicas restantes. El albino mira a Luan que estaba por subir las escaleras, solo por curiosidad, recibe una mirada por parte de ella, una fija y fruncida hace contacto visual con los celestes ojos de Lincoln.

—Ve a limpiar la mesa de los niños, yo me encargo de mi parte —escupe la bromista con un tono semejante al de Lori. Esa es la conversación que tienen, antes que Luan se vaya a la mesa de los mayores.

Lincoln aún confundido por el comportamiento de su hermana, comienza su deber mientras se crea el terror en el pecho. Preocupado, llega una idea que intento deshacerse hace esa misma tarde, el temor que todas las hermanas estén en un complot contra él por el golpe que le dio a Lola, ese maldito impulso.

Después de unos minutos, las mesas ya están limpias, pero Lincoln junto a Luan se juntan  para limpiar los platos juntos.

—Agarra —ordena Luan al pasarle un plato envuelto de espuma, dejando el resto del trabajo a Lincoln, que lo enjuaga, seca y lo deja amontonado en una pila.

Trabajando juntos, el silencio está siempre presente entre ellos. Luan se mantiene seria, algo que sorprende y asusta a su hermano. Creyendo que ella junto a sus hermanas están enojadas por el incidente de Lola. Él sabe que se lo busco, también que estuvo muy mal golpear a su hermana menor, pero el pequeño rencor que les tiene a ellas, le ganó en ese momento. No es que la odie, pero él sabe que ya es bastante el estrés que debe cargar. Estrés que deben cargar ellas mismas y no entregar la mitad para que Lincoln facilite el camino, una ayuda que después no es reconocida.

Lincoln se queda mirando la pared blanca, pensando de forma tranquila y serena lo que pasó en la mesa de los chicos. Pensando en Lola, sus hermanas y la situación en la que se metió. Que aunque no fuese grave para algunos, en la casa Loud, el golpe físico nunca se llevó a cabo por intenciones tan agresivas, y menos en las menores cuando el daño es mayor.

En la hora de la cena se mantuvo nervioso todo el tiempo, pensando en todo ese lapso que sus padres saben sobre lo  que le hizo a Lola, pero al terminar la cena, ellos no parecían estar enterados aún. Obviamente sus hermanas sí, sin poder hablar con ellas, ni con Lola. Porque en cada oportunidad que miraba al costado, Lana lo golpeaba. En cada oportunidad, tenía que tomar valor para no mostrar el nerviosismo que aun sigue en él.

—Lincoln.

—¿Eh? —la mente del chico sale de la burbuja cuando escucha el llamado de Luan. Una voz que muestra mandato y molestia, sabiendo el motivo de tal irritación.

—Dime qué pasó en el cuarto de Lola.

Queda inmóvil al escuchar la pregunta de su hermana que aunque por el tono de voz, parece más un interrogatorio que una simple chispa de curiosidad. Los latidos aumentan de manera desenfrenada, sintiendo como los bombeos son notorios de más. Las piernas se sienten más débiles, sin ser capaz de soportar el peso de Lincoln. La mirada del albino se pierde en la blancura de la pared con los ojos abiertos de más.

—No te lo voy a repetir —nuevamente la voz de Luan ataca a Lincoln, aunque esta vez, es capaz de contestarle a su hermana.

Se da vuelta para sentir la mirada insistente de la comediante que, ahora no parece cómica en ningún aspecto.

—¿Lola ya te lo t-tuvo que decir, no? —se atreve a responder Lincoln, queriendo saber si es cierta la sospecha del albino.

—Sí, pero quiero que me digas lo que pasó. Lo que le hiciste, Lincoln —el tono de Luan camba, recalcando la penúltima palabra con asperidad. Deja la esponja al lado de ella, apretando con fiereza, dejando salir las espumas que aun tenía en el interior. A Lincoln le aterroriza la voz que maneja Luan, confirmando lo serio del caso.

—Está bien, Luan, te diré todo lo que pasó en el cuarto —la mirada de Lincoln logra ser más firme, respirando hondo antes de comenzar a relatar bajo la mirada de Luan—. Estábamos jugando a la fiesta de té, ella eligió el rol de reina como siempre y yo como el mayordomo. Todo estaba bien hasta que, le dije princesa, eso la enojo y me recalcó que era la reina. Parece estúpido, lo sé, Luan, pero por eso me tiro la jarra de té encima de mío. ¿Tu viste cómo estaba la tetera en el suelo, no? —Luan asiente ante la pregunta de Lincoln—. Después de eso, bueno, no pude sacarme la camisa ni nada porque antes fui con Leni, se olvidó sacarme las costuras cuando estaba sacando las medidas. Admito que estuve mal —la mirada de Luan se vuelve rígida, temiendo escuchar lo que viene después—. Golpee a Lola en ese momento, estaba tan enojado, sufriendo el ardor del té yendo a, bueno, a mi pantalón. Y bueno, eso pasó hasta que abrieron la puerta —sin hacer contacto visual, mira las manos pasando por el mojado vidrio del plato, cumpliendo el trabajo de limpieza sumergiendo en la pileta llena de agua. La mirada melancólica delata la opinión que tiene de si mismo y la acción que realizó.

Los ojos de Luan a diferencia de los de su hermano, sí están enfocados en algo, y es en el rostro del albino. Analizando los gestos de Lincoln, aunque no sea experta o tenga conocimientos de saber percibir las mentiras, conoce al chico lo suficiente para saberlo. La cabeza de Luan empieza a sentirse confusa de las dos versiones, de Lola y Lincoln. Cambiando varios puntos, sin percibir de donde provienen las mentiras.

Con el último plato limpio en la mano, lo deja al lado de su hermano, provocando que el ruido llame la atención de él, obteniendo que la mire de vuelta. Esos ojos provocan un escalofrío en él, debilitando el agarre de las manos. El miedo a su hermana Luan solo se presentaba el día de las bromas, pero el temor de ahora incluso puede sobrepasar lo que siente en ese día.

—¿No me estás mintiendo? —interroga acercándose al rostro de Lincoln, consiguiendo lo que busca. El nerviosismo de él aumenta pero, además de esos fuertes sentimientos, la incertidumbre aparece, desconectando los pensamientos al escuchar a su hermana. ¿Por qué estaría mintiendo? Le dijo toda la verdad, además de estar aceptando su castigo antes de tiempo.

—Sí, Luan, no te estoy mintiendo —el nerviosismo se apodera de su lengua, tropezando en más de una silaba, culpa de sentir como es arrinconado. 

La joven después de unos segundos con la mirada posada en él, sale de la cocina dejando confundido a Lincoln. Luan no dice nada, dejando solo al joven, aun con la mirada seria apareciendo dudas en ella. El chico no llama a la castaña, retomando las palabras de ella secando el último plato que queda. Acomodando los trastes en la repisa, la rodilla choca contra la mesada, sintiendo un dolor agudo mucho más doloroso. Al ver el lugar del golpe, nota un moretón con los mismos colores que antes decoraba su mejilla.

En el cuarto de Lincoln.

Los pasos del albino se detienen al tirarse en la cama boca abajo, deseando que el sueño llegue y ahogue las preocupaciones que gasta cada vez más las esperanzas del chico. Odiando el insomnio que le arruina el ciclo de sueño, se da vuelta, admirando en la oscuridad el techo del cuarto, mirando con cansancio el vacío que esta por ser llenado por preguntas.

—¿Lynn me golpeará por lo de Lola? Lana lo hizo, no veo porque Lynn no.

—No, Lynn no sería tan salvaje para golpearme, aunque sea bruta en muchos aspectos, ella nunca lo haría a propósito. Ella solo es así por los deportes, y su entrenamiento duro. 

—¿Puede que Lana deje de hablarme, y me odie de por vida?

—Tampoco es posible. Lana es muy dulce y puede entender, que solo fue un accidente, un impulso estúpido. Ella sabe que las quiero a todas por igual, y nunca sería capaz de golpearle por una razón de gusto —un gran silencio se crea en el aire, Lincoln no puede guardar la siguiente duda aunque quiera.

—Si Lucy se entera de todo esto, ¿se distanciará de mí? —esa pregunta congela la mente de Lincoln. Observa el techo sin decir nada más, sin mover los músculos, dejando los brazos apegados al torso. Los ojos de Lincoln se abren de sorpresa, es una posibilidad, no es nula, ¿es lo que pasaría cuando Lucy vuelva a casa? Si eso pasara, él no sabrá que hacer. Ella fue la única en ayudarlo a sobrepasar la muerte de esa persona tan querida para él. No pasó ni un mes de aquello, la herida todavía está fresca y abierta, lo único que calma ese dolor es la compañía de Lucy, entendiendo lo que esta pasando él.

—¿Ellas me odian?

El corazón del chico se siente pesado, tan pesado que el dolor comienza a separar la cascara agrietada donde Lincoln intenta ocultar el sangrado que no para, abriéndose cada vez más la herida por el filo de la realidad.

—¿Me dejaran afuera, como lo hicieron la otra vez?

Cada vez la confianza hacia sus hermanas, o lo restante, se estan esfumando con lentitud. Cada suceso que estuvieron por destruir la paciencia de Lincoln, o que terminaron hiriendo físicamente y emocionante, nunca se habían quedado en el pasado como si nada. Todo aquello siempre se pagaba de una manera, perdiendo gradualmente la confianza en ellas, ramificando un rencor que nunca dejo a luz. Y en este momento, la confianza llega a un punto crítico, llegando a la inseguridad de estar en su propio techo con ellas. El golpe que le dio a Lola, lo detonó todo. La desconfianza en sus hermanas comienza a crecer, y el único lugar seguro, lamentablemente no existe en aquella casa. Su cuarto nunca obtuvo privacidad, tampoco Lincoln. 

—¿Qué sucedería si me muero? Igualmente todos morimos algún día…

Una pregunta muy negativa y deprimente, pero llena de razón en su última frase. Una vez más, por la ausencia de su pequeña hermana, esa faceta deprimente se apodera de él. Sus ojos se humedecen aún más, estando a pocos segundos de caer la primera lágrima, y deslizarse en su mejilla pecosa. 

—Varias personas mueren todos los días, en diferentes lados del mundo, y a muchos no les importan. Muchas veces ni son noticias, nadie le da importancia.

Nunca antes sintió una depresión, y la primera vez como a todos lo agarra de improvisto. No por algún rechazo amoroso, una nota baja en la escuela o un regaño de sus padres. 

—Mi caso no es diferente a otros, a nadie le importaría. Una boca menos que alimentar, sería un regalo para mis padres, tanto esfuerzos de ellos para que termine así.

La lágrima de Lincoln cae en la almohada, absorbiendo la tristeza en la tela, una mancha gris se esparce en cada gota. El llanto logra escapar de aquellos labios temblorosos, encerrado en el cuarto donde el frío es cada vez más notorio. A cada segundo su respiración se vuelve más errática.

Sin poder detener el llanto, aunque se seque las lágrimas del rostro al apenas sentir el goteo con sus muñecas. Su autocontrol no puede encerrar las emociones de vuelta, la cascara que intento soportar todo, no aguanta el peso de guardar cada lagrima. Una carcajada sale de sus labios sin ningún motivo, formando una sonrisa leve y notablemente forzada, mostrando todo lo contrario en la mirada exhausta sin brillo.

—Falta poco para la navidad —gira la cabeza, mirando la mesa de noche, puede ver el calendario.

—Quien diría que suicidarme sería el regalo de este año para mis padres —pensando en voz alta pero, no tan fuerte para que puedan llegar a escucharse en las habitaciones de sus hermanas. Las emociones negativas se adueñan e influyen en sus pensamientos, originando ese remolino pesimismo cuando su hermano de otra madre murió.

En la habitación de Luan y Luna.

En ese cuarto compartido, la rockera de la familia esta acostada en su respectiva cama, el día de hoy le fue muy pesado y lleno de sentimientos amargo, además de ser el día que la semilla del odio a su hermano se esta sembrando. No tiene pruebas para comprobar lo que dijo Lola, pero con que ella lo confirme, para Luna esta más que resuelto. Estando cómoda en su cama, le da  la espalda a todo su cuarto, con los ojos observando la pared llena de poster.

En cambio Luan, en vez de tener sueño como su hermana, el agotamiento del día es ignorado por la duda en que se construye cuando habló con Lincoln. Sintiéndose insegura en que bando ir, el de Lincoln o Lola. 

En ninguno de los dos confía ciegamente, en la confesión de Lola sintió gran repudio hacia Lincoln, pero con escuchar la explicación del albino y analizarla, ninguna de las dos son compatibles, se distorsionan en un punto y cambian de rumbo.

Con una decisión final tomada, cierra los ojos para dejar que el cansancio gane la batalla, estuvo varios minutos pensando en la oscuridad del cuarto. Luna se dejo abrazar por el sueño, unos pocos minutos después de haber apagado la luz del cuarto.

—Investigar y confirmar las versiones de mis hermanos. No dejaré que pase algo malo a la persona equivocada.

En el cuarto de Lori y Leni.

La segunda mayor de las hermanas, esta postrada en la cama sumergida en su sueño, sin ninguna preocupación o pensamiento sobre la reunión de hoy, no tiene conciencia de la gravedad del tema.

Lori, es todo lo contrario a Leni en ese tema. La frustración de estar a cargo de la situación presente, no la deja dormir. Además del debate en el cual esta todavía sumergida, debatiendo en qué hacer, si ayudar a Lola y organizar un castigo para su hermano, o preguntarle a Lincoln su versión. Al igual que Luan, no sigue ciegamente a Lola, dudó en el primer momento al escuchar la versión de ella. 

Los parpados cada vez se vuelven pesados y le cuesta abrirlos, el sueño la está ganando. Lori no quiere dormirse, quiere resolver y tomar la decisión de lo que haría después, pero cada vez más el cansancio hace torpe sus pensar, perdiéndose cada vez más seguido en ellos. Unos minutos después, se duerme al instante, sin darse cuenta.

En el cuarto de Lola y Lana.

La fanática de los animales, no puede disimular el agujero de ansiedad que devora el razonamiento. Las patadas que le dio al hermano en la cena, no le es suficiente, quiere algo más pesado, más dañino para él. Entiende toda la situación que insinuaron sus hermanas mayores, y también la declaración del abuso sexual. No puede dudar en Lola, en el primer momento cree en su gemela. Nunca la había visto en ese estado tan quebradizo, le dio lástima y mucha tristeza. Ese es el motivo, la semilla que encierra el corazón de la niña en un fuego que crece cuando ve a Lincoln.

Lola, la “víctima del abuso de parte de su hermano” se siente en parte orgullosa por la gran actuación. Nunca creyó que caerían tan fácilmente. Aunque eso tiene un gran costo, abriendo el baúl del oscuro trauma que marcó su vida. Lola sabe que jugar con ese tema fue algo estúpido y muy riesgoso, pero para ella que alguien le levante la mano de vuelta, es como pedir el beso de la muerte. El orgullo que siente creciendo en ella, es picado por una chispa de arrepentimiento que no es consciente.

Cuarto de Lynn y Lucy.

Acostada en la cama, dando vueltas una pequeña pelota de tenis en una de su manos, la observa mientras golpea una foto de Lincoln pegado en la pared. En la cabeza de Lynn pasan los mismos pensamientos que las demás chicas, lanzando en cada remate con más fuerza, arrugando el rostro del albino.

Son los mismos impulsos que tiene Lana y Luna, quiere ser el karma de Lincoln, no solo porque intento abusar de Lola, también por un punto de vista de ella, de que todas las mujeres deben ser respetadas y que su hermano lo rompió al querer dañar a Lola. Lo único que ella no entendió en la reunión, es sobre ese antiguo abuso que insinuaron sus hermanas. Ella junto a Lana y Lisa, no están informadas de ese suceso que las impacto, hablando con las dos nombradas antes de irse a la cama.

—Espero que Lucy vuelva pronto de su campamento de señoritas de la oscuridad, quiero preguntarle si ella sabe algo. Necesito sacar mi estrés, y por ahora no quiero que el patético sea mi bolsa de boxeo, aunque tenga ganas de romperle las piernas ahora mismo.

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