00. PERROS LIBRES.

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"𝐅𝐑𝐄𝐄 𝐃𝐎𝐆𝐒."

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—10 años antes. Colombia. Ibagué, Tolima.—

Las noches en el orfanato eran heladas, la lluvia se filtraba por las incontables goteras que había en el techo. Cada niño compartía su cama con al menos un compañero más, y las ratas saltaban en la despensa donde guardaban la bienestarina y la poca comida del día. Muchos orfanatos en el país operaban sin contar con las mejores instalaciones, pero este era especial. Era un orfanato al que eran enviados los niños con "poderes" cuyos padres consideraban una amenaza, o peor, un error.

Después de todo, estaba totalmente prohibido cualquier manifestación de un Quirk. Quizás todo comenzó desde las primeras manifestaciones; pocos conocían las razones, pero sí sus consecuencias. En ese país no existían héroes ni los Quirks eran considerados una particularidad, eran más como una plaga que debía ser exterminada. Si nacías sin uno, llegabas a ser incluso envidiado.

Los grandes políticos del país se encargaron de crear un pensamiento absurdo: aquellos sin poderes eran considerados verdaderos humanos, y no monstruos.

Fue de esta forma en la que Colombia, a total diferencia del resto del mundo, se hizo un país anti-quirks.

Era injusto, que cientos de niños terminaran siendo enviados a aquel orfanato solo por contar con un poco de mala suerte y rasgos únicos en su ADN. Eran tratados como basura, abandonados por la iglesia, el gobierno e incluso las organizaciones benéficas.

La vida en el orfanato era una condena. Morir o convertirse en nadie. Ocultar quién eres o ser utilizado.

En aquel orfanato ubicado en plena cordillera de las imponentes tierras colombianas, había al rededor de treinta niños viviendo en pésimas condiciones. La mayoría de ellos, condenados con la mala suerte de tener un Quirk de mutación. Pero incluso en ese lugar, dos pequeños trataban de cambiar su futuro.

En los oscuros pasillos, un niño caminaba tratando de hacer el menor ruido posible. Subió las escaleras del sótano que llamaban "habitación para niños"; la humedad le asqueaba, no le permitía respirar bien, y esa noche se había hartado totalmente de esa vida.

Una vez en el gran comedor, vio frente a él los dos pasillos. Uno hacia la zona de las niñas, el otro directamente a la salida. Dio un paso dispuesto a seguir su camino, hasta que una voz a sus espaldas lo detuvo.

ㅡ¿Para dónde va?

Miró hacia atrás, la poca luz que se filtraba por la ventana delataba la silueta de Sarah, otra de las niñas del orfanato y su mejor amiga. Julián se detuvo para encararla.

ㅡ¿Qué hace despierta? ㅡpreguntó de vuelta, en un susurro para evitar que alguno de los encargados se despertara.

ㅡTuve una pesadilla ㅡse encogió de hombros y luego lo señaló, como si lo culpara ㅡ, ¿se iba a ir sin mí?

ㅡIba a venir por usted luego... ㅡconfesó y después se mordió la mejilla, no mentía en lo más mínimo ㅡVoy a encontrar un lugar en donde podamos quedarnos, y volveré. Se lo juro por lo que más quiera.

ㅡNi se le ocurra ㅡsiseó la mayor tomándolo del brazo con fuerza, a pesar de la oscuridad pudo distinguir su rostro ofendido mirándolo ㅡ. Estamos juntos en esto; si vas, yo voy. Ese era el trato.

ㅡNos agarran si vamos juntos ㅡargumentó, tratando de no verse preocupado ㅡ, no corres rápido y no tienes resistencia.

ㅡ¡¿Y eso qu-?! ㅡJulián cubrió la boca de su amiga cuando escuchó una puerta abrirse, ambos vieron como la luz en el segundo piso se encendió iluminando sus rostros.

Se mantuvieron quietos, juntos, esperando que eso los hiciera invisibles a los ojos de la vieja encargada del orfanato. La respiración de ambos niños era nerviosa, presos del pánico de estar al borde de ser atrapados. Pasos se escucharon, ambos aguantaron la respiración, pero no fue suficiente.

ㅡ¡Vean a estos dos! ㅡla vieja los vio desde la cima de las escaleras, entre las manos traía el viejo cinto de cuero con el que solía castigar a los niños del orfanato ㅡ¡Estos culicagados, van a ver!

ㅡ¡Córrele! ㅡgritó Julián, ambos niños se dieron la vuelta y corrieron hacia la puerta sin mirar atrás. Detrás de ellos escuchaban los pesados pasos de la vieja junto a sus gritos y amenazas.

Afuera una fuerte lluvia los recibió. Salieron por la puerta y Sarah la cerró para tratar de ganar algo de tiempo, luego tomados de la mano para que ninguno se quedara atrás o se separaran, terminaron huyendo hacia el monte, metiéndose entre los altos cultivos de maíz y subiendo el cerro junto al orfanato. Lo único que escuchaban, además de sus propias respiraciones agitadas, eran los gritos de la vieja, y de los otros cuidadores que se habían despertado y los buscaban.

ㅡ¡Nos van a matar! ㅡchilló Sarah, cuando casi se tropezó, estaban casi en la cima del cerro cuando sintió sus piernas comenzar a ceder ante el cansancio.

ㅡ¡Qué no, vamos! ㅡalentó Julián casi arrastrándola para que siguiera corriendo, y así lo hicieron, corrieron en línea recta todo lo que pudieron hasta llegar a un enorme puente sobre un alto barranco de cientos de metros, al final había un río caudaloso.

Sarah cayó de rodillas a la mitad del puente, respirando con dificultad mientras se limpiaba las lágrimas de los ojos. Julián se apoyó en sus rodillas para respirar también. Ninguno había ido tan lejos del orfanato, desde que sus padres los habían abandonado ahí no conocían nada más.

ㅡSi seguimos por la carretera, llegamos a alguna ciudad ㅡJulián señaló el otro lado del puente ㅡ, tenemos que seguir.

Sarah escupió en el piso antes de levantarse, tomar una gran bocanada de aire y asentir con la cabeza. Volvieron a tomarse de la mano y correr hacia la carretera, a pesar de la noche podían ver la luz de la esperanza, la libertad. Estarían lejos de una vida condenada a ser odiados por el simple hecho de ser "especiales".

Pero no era tan fácil.

Esa era la luz de un auto que se acercaba a toda velocidad desde su frente, quizás alertados por teléfono por los cuidadores. Ambos niños frenaron en seco y se dieron la vuelta por donde habían venido, con la esperanza de lograr volver a esconderse entre los cultivos, pero otro auto cubrió la entrada. Estaban rodeados y ambos autos se acercaban, amenazando con arrollar sus cuerpos.

ㅡ¡Por aquí! ㅡgritó Julián corriendo hacia uno de los costados del puente, Sarah trató de igualar su velocidad ㅡ¡Vamos a escalar el puente, de seguro que-! ¡Argh!

Julián era un excelente trepador, pero el metal del puente no era lo mismo que escalar un árbol. Mucho menos sí estaba helado y húmedo por la lluvia de la madrugada. El niño se resbaló y casi cae hacia el vacío, de no ser por Sarah quien se lanzó detrás de él, tomándolo de una pierna con una mano mientras la otra se aferraba al puente.

Ambos estaban ahora suspendidos a cientos de metros sobre tierra, Sarah miró desesperada a su amigo, evitando que se le resbalara y temiendo no tener la fuerza suficiente para soportarlos a ambos. Estaba segura de que encontraría las fuerzas para sacarlos a ambos de aquí, pero una voz le dio escalofríos, la vieja se acercaba hacia donde estaban. Con su cinto golpeó el borde del puente, el sonido la hizo saltar del susto.

Entonces, entendió lo que debía hacer. Como un impulso, su cuerpo se movió solo.

ㅡ¡Julián, confías en mí, ¿cierto?! ㅡle preguntó en un grito mientras lo miraba, el menor suspendido de cabeza trató de mirarla sin decir nada ㅡ¡¿Lo haces?!

ㅡ¡Sí! ㅡrespondió, no tan seguro como sonaba.

Sarah respiró para calmarse, cerró los ojos y rezó a los cielos una oportunidad, que todo saliera bien, que ambos lograran salvarse. Miró hacia arriba, justo para ver cómo la gorda vieja se asomaba para tratar de alcanzarlos.

Y se soltó.

El primero en gritar fue Julián, y aunque había sido su plan, ella perdió el valor y también gritó a todo pulmón. Incluso la vieja y todas las personas que los habían perseguido gritaron de pavor presenciando un doble suicidio.

Sarah abrazó a Julián en la caída y ambos gritaron con todas sus fuerzas mientras caían esos cientos de metros hasta una muerte segura, jóvenes vidas desperdiciadas en un orfanato para pudrirse que ahora morirían por culpa de su escape, de su búsqueda de libertad.

Sarah cerró los ojos y su cuerpo se sintió liviano, el aire que sentía mientras caía dejó de sentirse afilado para ser más bien un cosquilleo en su cuerpo. La caída que los haría pedazos nunca llegó, sus cuerpos flotaron estando a escasos centímetros de impactar en el suelo rocoso junto al río.

Julián abrió los ojos primero, Sarah mantenía cerrados los suyos en máxima concentración. Vio a su alrededor, una especie de torbellino de aire debajo de ellos había actuado como un colchón que amortiguaba su caída. Sarah comenzó a abrir los ojos lentamente para darse cuenta de lo que estaba haciendo, y ambos se sorprendieron.

ㅡ¡Lo hice!

ㅡ¡Lo hiciste!

Ambos rieron, entonces Sarah perdió momentáneamente el control del torbellino, se hizo más fuerte y terminó por lanzarlos a algunos metros, ambos cayendo sobre las rocas con quejidos de dolor.

ㅡ¡Ay, mi manita! ㅡSarah lloriqueó viendo su mano cortada por la caída, después miró de reojo a su amigo ㅡ¡Tu mano también-!

Ambos habían terminado lastimándose las manos al caer con ellas en las afiladas piedras, Julián no parecía muy afectado por eso, más bien gozaba de la libertad. El olor a sereno suave y el río frente a ellos. Ahora todos creerían que estaban muertos, eso se sentía más liberador que nunca.

ㅡDame la mano ㅡdijo Sarah, Julián creyó que quería ayuda para levantarse y le dio la mano hasta que ambos estuvieron de pie frente a frente. Ella no lo soltó ㅡ. Mira, juramento de sangre.

Las heridas en las manos de ambos estaban juntas, su sangre mezclada y cayendo junto al agua hacia las rocas. Sarah sonrió aliviada.

ㅡA dónde vayas, voy. ㅡjuró, aprovechando el juramento de sangre que ahora parecían haber pactado.

ㅡSaldremos de esto, juntos.

Ambos se rieron y comenzaron a caminar tomados de la mano, lejos de ahí. Los cuidadores nunca encontrarían sus cadáveres y supondrían que se habían ido con el río. Pero ahora ambos estaban comenzando una nueva vida.

ㅡAy, por cierto ㅡhabló Sarah mirándolo de reojo ㅡ. Yo si me veo capaz de vivir debajo de un puente.

ㅡNo aguanta ni dos días.

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—Presente. Japon, Musutafu. Hotel Imperio. —

ㅡBuenos días ㅡla voz a su lado la terminó de despertar, Blasto estaba sentado en la cama junto a la suya mientras veía su teléfono ㅡ¿Qué soñaste?

ㅡUmm, recuerdos de la infancia ㅡbostezó la morena poniéndose de pie y limpiándose la baba del borde de los labios. Se acercó hacia la ventana y abrió las pesadas cortinas de la suite.

Desde el último piso del hotel en el que ahora estaban viviendo podía ver a lo lejos la enorme estructura de la UA, a pesar de estar a kilómetros era totalmente reconocible. Una academia en donde entrenaban a cientos de jóvenes para que dieran uso a sus Quirks para el bien. Totalmente distinto a como eran las cosas en su país natal. Japón era extraño.

Vio sobre uno de los muebles su uniforme preparado, el uniforme de la academia para héroes más importante del país.

ㅡMe voy a bañar, o llegamos tarde ㅡdijo mientras tomaba una de las toallas del servicio y caminaba hacia el baño.

ㅡYa nos saltamos al menos tres semanas de clase, no creo que les importe mucho ㅡBlasto se encogió de hombros y ella asintió dándole la razón. Aunque no era su culpa exactamente, hubiesen llegado el primer día, pero sus labores extra jamás veían descanso.

Se miró al espejo cuando entró al baño y se recogió el cabello en un moño alto para lavarse la cara, cuando lo hizo vio la marca a un costado de su cuello. Un código de barras, una marca grabada, tatuada, diseñada para recordarle lo que ella y Blasto eran ahora.

Perros del gobierno.

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PRIMER CAPITULO WOOO

Desde la pandemia tengo esta lore de mi Self Insert y el de mi mejor amigo guardada y POR FIN puedo publicarla. Espero que les guste, y espero no tardar tanto actualizando hahan't

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