Capitulo 10

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Cuando al fin comprendí todo eso, supe que aún podía seguir. Supe que aún me faltaba muchísimo por aprender, y que si quería vivir feliz y en paz. Lo tenía que hacer por mí, nadie lo iba a hacer por mí. Aprendí que si quería ser feliz, primero tenía que mentalizarme que merecía ser feliz.

Y entonces así comencé. Aprendí que si queríamos sanar teníamos que poner límites. Pero los límites no eran para otras personas como actualmente se creen, los límites son para nosotros mismos. Para entender que si en verdad queremos vivir felices. Debíamos alejarnos de lo que no nos hace felices, ya sea espiritualmente, físicamente o mentalmente. Todo funcionaba. Porque eventualmente, al alejarte en una de ellas, las otras las seguirán.

Y así. Continúe, me había perdonado, había puesto mis límites. Ahora me faltaba buscarme la forma de ser feliz.

¿pero cómo?

Vivía en una familia donde la catastrofe y los fracasos era lo único real, y la suerte y logros eran mentira. Entonces comencé a pensar, así que seguí leyendo. Descubriendo que todo venía de nuestras mentes. Y si cambiábamos los pensamientos también cambiábamos nuestros enfoque de interés y así nuestras realidades. Y así lo hice.

Comencé a ver auto ayuda, psicología, filosofía, a cambiar la música que escuchaba. A hablarme y comprender mis emociones, a ser claro en mi acciones y a escucharme más. A buscar una salida en vez de unidirme más en pensamientos negativos y de miedo e ira, comencé a darme cuenta que la gente no me trataba mal por ser yo, la gente trataba mal a todo el mundo porque no estaban felices consigo mismos. Y entonces de desligué de la apropiación de las acciones de otro. Y comencé a ver en palabra de otro su miedos, heridas, sus odios y experiencia. Y entonces comprendí que no eran míos. Que eran suyos.

Bien. Había avanzado, al fin me habia desligado del accionar de terceros. Y había vuelto a salir a la calle, los hombres ya no me daban miedo. Ni la personas, ya no sentía la necesidad de estar siempre en guardia esperando correr.

Continúe, sabía que faltaba más trabajo por aprender. Así que seguí buscando información, hasta que llegué a la meditación. No muy convincente busque el lazo científico de la meditación y su veneficios, encontrando que lo usaban de modo terapéutico para acallar la voces intrusivas y ser conscientes del pensamiento real y del creado. Así que lo hice, estuve meditando y vi mis heridas de nuevo, pero esta vez, no me dolían. Al contrario, les daba las gracias por haberme enseñado. Y algo curioso pasó, detrás de mi había muchísima gente que nunca me había percatado tener. Y toda esa gente me estaba ayudando, cada uno de ellos; familiares y amigos me ayudaban a avanzar y creían en mí. En ese momento me di cuenta que nunca, en ningún momento estaba sola. Y nunca me dejaron sola, aún cuando yo no los veía. Ellos estuvieron detrás de mí cuidando mis pasos, juro que cuando vi eso me largué a llorar, pero esta ve el llanto era de felicidad. Felicidad por saber que había tanta gente que aún conservaba la fe en mí. Fue tal impulso y fuerza saber éso. Que me animo a ir más allá. Y lo que vi fue incomparable.

Ante mis ojos estaba yo, pero a la vez no era yo. Mi cabello brillaba en un azul intenso. Mis ropas eran de seda en un top y una falda de retazo. Tenía joyas y también tatuajes que brillaban en azul y blanco. Mis ojos brillaban, lo primero que pensé fue avatar. Porque la manera en la que me veía era igual al estado avatar de la leyenda de Aang. Y ahí también fui conciente que esa serie también nos enseñaba y mostraba lo que yo en estos momento veía ante mis ojos.

Me acuerdo de caminar hacia un lago, un lago que era cubierto por hielo. Y dentro de él me sentía unida al elemento agua. Igual que a una ninfa de agua.

Al abrir los ojos de la meditación, tenía una extraña sensación de familiaridad. Una sensación de hogar tan grande, que lo sentí como si fuera mi casa.

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