Capitulo 4

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   En el instante en que nuestras miradas se cruzaron, sentí la intensidad de su mirada, era abrumadora y peligrosa, podría hacer que cualquiera se pusiera a la defensiva, en un estado de alerta incontrolable. Sus ojos como un cristal tallado con un color celeste precioso que, si lo sigues mirando en detalle, te perderás en la profunda indiferencia que transmiten sus filosos ojos.

   Fue un instante porque aparté la mirada rápidamente. Aún así, todavía sentía su mirada aguda sobre mí, los escalofríos no abandonaban mi espalda, hasta que por fin apartó la mirada. El alivio que sentí fue inmenso, se sentía como una bestia mirando a un animal moribundo, ni siquiera era su presa, era una mirada fría. Por primera vez en mucho tiempo... Sentí el temor. Ese sentimiento en el que instintivamente contienes la respiración por largos segundos, la mirada queda fija en un lugar prestando atención únicamente al origen del temor, repitiéndote a ti mismo que debes calmarte para que las cosas no salgan peor de lo que tu desesperación te grita... Que sentimiento tan exasperante.

   La cafetería pareció un funeral durante toda la hora del almuerzo, no me atrevía a hablar. No sé cuáles serían las consecuencias de ello.

   Si digo algo... Puedo incluso morir, necesito tranquilizarme, a ver, por lo que veo el tipo debe ser el mafioso que lidera esta sección, pero podría morir, no quiero morir, no cálmate, de todas formas puede que no tenga tan mala personalidad como me lo imagin-

   En ese momento, mis pensamientos contradictorios fueron interrumpidos. Un tipo en una mesa empezó a hablar de la nada diciendo cosas banales, quizá para intentar romper el silencio.

— Hey, venga ¿Por qué tan callados? Comamos en paz, señores.

   Uffff, no sé si aplaudirte por tu valentía o pegarte por lo estúpido, pero al menos ya tengo sujeto de prueba para ver cómo tratar con este jefe.

   Nadie a su alrededor le dirigió una sola palabra al tipo, se notaba su nerviosismo y los tipos a su lado le hacían señas para que se callara, a su vez el jefe simplemente estaba empezando a comer tranquilamente su almuerzo riquísimo, que lindo debe ser comer algo de eso. Creo que amo la comida más que a nada en el mundo.

— Vamos, hablen maldita sea, solo se sentó a comer, no hagan un escándalo, maricas.

   Si, eso es, tiéntalo un poco más, necesito saber qué es lo que hará...

   La mirada del jefe se levantó de su plato y la dirigió hacia donde se encontraba el hombre. Inmediatamente decidí concentrarme en mi plato y en nada más.

   Fuaaaa mira que linda la forma aguada de ese puré, me gustaría comer algo de carne, bueno no importa es mejor que nada, pero el acompañamiento deja mucho que desear jajajaj... Mierda. No voltearé, no miraré, me concentraré en el asqueroso sabor de la comida y nada más jajajajaja... Parezco estúpido.

   Mi intento por pensar en otra cosa no funcionaba en lo absoluto, necesitaba concentrarme en aquella escena tan entretenida que estaba sucediendo al otro lado de la cafetería. Pero para mí sorpresa, un silencio espeso se instaló en la sala y las miradas de el tipo y el jefe se cruzaron, la frialdad en esos ojos celestes era tan clara como el agua, unos ojos tan espectaculares que parecen estar hechos de hielo punzante, listo para hacerte daño.

   Mi otro compañero de celda que estaba justo a su lado mirándolo, como cuestionándole que es lo que debía hacer con el hombre molesto, expectante a las palabras que pudiera decir concentré toda mi energía en escuchar hasta el último susurro que pudiera salir de esa boca.

— Hazlo — Dijo, fue lo único que tuvo que decir para que Cristian pusiera una sonrisa satisfecha y siguiera con su almuerzo. Por otro lado, el hombre que había abierto la boca quedó con la cabeza gacha y la mirada perdida, sabía que era su perdición.

   Probablemente lo maten, bueno, yo te lo advertí, mentalmente, pero fue una advertencia maldito idiota. De todas formas, gracias porque ahora se que mejor me alejo cuánto más pueda de ese hombre.

   A pesar de que sabía que lo iban a matar, no me sorprendía, una persona normal estaría shockeada ante la idea de que por el simple hecho de hablar te maten, pero a mí en realidad me sorprendería si no lo hiciera, además, hice algunos trabajos de forense en nombre de mi doctor tutor, ver un cadáver no es para tanto.

   Un cadáver en vida... Ahora se a lo que se refieren con esta expresión, solo espero que no lo dejen tirado por ahí, no quiero ver algo tan desagradable luego de almorzar. Igual, supuestamente soy un asesino serial debería actuar un poco más desquiciado.

   La idea de fingir demencia me parecía interesante, podría excusarme de algunas cosas, no estaría mal.

   Las ideas que iban y venían por mi mente dejaron de molestar para concentrarme en como uno de los policías abría la puerta de la cafetería y le susurraba algo al que estaba custodiando la entrada. A continuación el policía camina en mi dirección lentamente.

PRIMERO QUE NADA, NO ME JODAS QUE ME VAN A SACAR DE AQUÍ AHORA, NO QUIERO LLAMAR LA ATENCIÓN DE ESE PSICÓPATA, EN SERIO QUE LO RUEGO. SEGUNDO, MALDITA SEA, ESTOY ALMORZANDO.

   Gritando internamente y maldiciendo con cada paso que daba el policía, me hice el que no estaba poniendo atención a las acciones del hombre. Pero como mi suerte acostumbra a joderme la vida, se paró en frente de mi mesa y dijo:

— Recluso 1044, acompáñeme — Dijo sin más.

   Mierda, mierda, mierda... Bueno, miremos el lado positivo, por lo menos no dijo en voz alta que su jefe me quería follar de nuevo. Sería el final si el jefe de los reclusos se enterase de mi existencia...

   Casi me dió un paro cardíaco al notar todas las miradas fijas en mi... Sí, cuando digo todas, son TODAS, hasta la de aquel psicópata.

   Fue un placer vivir hasta este punto de mi vida, me voy a ir despidiendo de todos porque me van a matar.

   Me levanté normalmente, sin mostrar ninguna expresión en mi rostro y seguí al guardia hasta fuera de la cafetería.

   Solo un estúpido no podría controlar sus expresiones faciales a su favor.

   Sin ser ninguna sorpresa para mí, recorrimos los interminables y confusos pasillos de la prisión, hasta que, nuevamente, me encontraba frente aquella puerta.

   Piensa, piensa... Él había dicho que es la primera vez que tiene este tipo de relación con un recluso, y a juzgar por la poca experiencia en polvos rápidos, deduzco que no mentía, Ah... Mierda, se me va a freír el cerebro si trato de comprender lo que pasa por la cabeza de un degenerado. Pero necesito anticipar los posibles escenarios... A ver, solo se me ocurren dos opciones: me folla de entrada o me habla un poco y después me folla igual... Dios, las dos son malas. Bueno, entremos...

   La rapidez de mis pensamientos en ese momento fue indescriptible ya que todo este razonamiento llevo poco más de unos segundos, sin embargo, el poco optimismo que me quedaba antes de usar un poco las neuronas se esfumó cuando aquella puerta fue abierta lentamente por uno de los guardias que me estaban escoltando.

   Al entrar en la habitación, ví al jefe de seguridad sentado en una silla de oficina detrás de su escritorio desordenado con papeles por todos lados. En cuánto levantó la vista de aquellos papeles y me miró, les hizo una seña a los guardias para que se retiraran. No me lo imaginaba como el tipo de persona con trabajo de oficina, al parecer por lo menos se hace responsable de su trabajo.

—Sabes... Te cité otra vez aquí porque me dejó un mal sabor de boca las circunstancias, quiero decir, empezamos con el pie izquierdo...

   ¿Qué carajo?¿Va a dar una charla moral?

— Pero después de pensarlo bien, no me gusta nada el sexo sin sentimientos, no le termino de encontrar sentido, quiero volver a empezar, me resultas interesante pero me di cuenta que... Así no es mi estilo...

   Es que, justamente, el sexo casual no tiene porqué tener un sentido ¿Quizá se cayó golpeándose la cabeza y así recuperó un poco la cordura? No entiendo nada, no entiendo nadaaaaaaa. Mejor me limito a escuchar, después veo que mierda hago.

— ... Así que, empecemos otra vez, mierda, creo que ni mi nombre te dije ahora que lo pienso.

   Tranquilo, tampoco me interesa.

— Me presentaré, mi nombre es Johan Collins, tengo 36 años y soy el jefe de seguridad general más jóven que tuvo la Prisión Anthonian.

   Entonces tenía razón con respecto a tu puesto, lástima que me equivoqué con la edad pero bueno, no me interesa demasiado. De todas formas sigo sin entender el punto de todo esto.

— En fin, quiero decirte que, me gustas y quiero ver hacia donde van estos sentimientos que siguen creciendo, sé sobre tu situación, se que no eres un asesino, averigüé sobre ti, eres increíble y tan inteligente, al principio fue solo curiosidad pero ahora entiendo que esto puede volverse cada vez más profundo...Quiero empezar algo contigo — Dijo sonrojándose un poco.

   ¿Qué mierda? Entonces... ¿Esto quiere decir que el jefe de seguridad de más alto cargo está muerto por mí? Esto es... Fantástico, no tuve ni que esforzarme y un pez gordo cayó por mi ¡Esto no puede ser mejor!

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