¿Acaso ves otra opción?

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Verónica Rowell

Sentimos las escaleras retumbar y todos compartimos miradas de pánico.

—Mike abre alguna de las ventanas que están del lado contrario del que vienen los zombies— Él asiente a mis órdenes con rapidez. —Vamos, vamos.

Cruzo a Bela y Mike va con ella, luego incito a mi hermana y empujo a Daniel quien fue torpe al cruzar, acto seguido paso yo con un poco de dificultad y les hago señales de que corramos en gran velocidad.

Aún la luna estaba afuera y los arboles se veían con un aspecto muy horripilante, el camino cada vez era más tenebroso por ser tan sombrío.

Y los ruidos de aquellas criaturas que desafían la lógica hacían que un escalofrío recorriera mi espina dorsal.

Pero nosotros simplemente corrimos sin ninguna dirección.

Bela suelta un grito al tropezar con una rama y Mike la carga para seguir corriendo, detenernos para eso nos hizo darnos cuenta de que estábamos siendo perseguidos y no por muertos vivientes.

Aquél gordo desagradable nos seguía con su arma de cerrojo, disparando cerca pero sin alcanzar afortunadamente a ninguno.

Los disparos obviamente llamaron la atención de la horda y lo que nos venía era un desastre total.

Sin importar qué, seguimos corriendo, llegué a la conclusión de que aquél viejo se cansaría rápido debido a su peso y de que no le que daban muchas municiones, agradezco que no tuviera puntería.

Correr en línea recta nos dio paso a la carretera, vimos algo llamativo cerca, así que decidimos correr hacía ellos.

Eran camionetas y seguramente personas del gobierno, pensé que si íbamos, nos ayudarían.

Pero estaba equivocada.

—Cuidado, chicos agáchense— Les ordené a todos tirándonos al suelo.

Como detrás de nosotros venía una gran horda seguramente no nos diferenciaban a la lejanía, en cambio solo necesitaron unos cuantos disparos para bajar la cantidad de zombies existentes en esa horda y no sólo de ellos, al repugnante viejo también le habían dado.

—Sólo fíjense a donde apunta el punto rojo y quédense completamente quietos— Estoy segura de que ahora mismo los nervios nos consumen a todos.

Desde aquí me puedo fijar en que tienen a tres personas arrodillados, ¿infectados?

No veo razones por las cuáles deban estar así, después de todo es un apocalipsis lo que menos importa son las leyes ¿no?.

—Chicos— Llamo la atención de todos quienes también estaban mirando lo que pasaba, con dificultad.

—¿Qué pasa?— Murmura Gaby.

—Quiero que se arrastren con mucho cuidado hacía el otro lado de la carretera— Les ofrezco a los niños con en mente la posibilidad de aumentar nuestra movilidad entre los arboles.

—Eso es muy peligroso, date cuenta que no sólo tienen un francotirador, sino ¡cinco, al menos!— Comenta Daniel con paranoia. —Uno solo se encargó de esa horda que nos perseguía con poca ayuda de los otros, ¿Qué crees que nos espera a nosotros?

—Escúchame bien Daniel, ¿acaso ves otra opción?— Habla Mike poniendo la voz hostil y agarrando con fuerza la mano de la pequeña Bela.

—Bien, vamos— Afirmo y nos movemos con esmero.

Un muerto viviente nos sorprende queriendo agarrarle el pie a Bela pero uno de los franco lo impide, eso hace que nos detengamos, tanto del susto como para saber que no se percató de nuestra presencia, nos asegurarnos que no esté mirando aún en nuestra dirección.

En ese mismo momento vemos un poco de disturbio allí, unos de los uniformados agarran a las tres personas que estaban en el suelo arrodillados y los ponen dentro de una de las camionetas.

Allí todas las demás la siguen en dirección contraria a Aftil, por allá por las montañas gemelas.

Aprovechamos el momento para levantarnos e irnos corriendo entre los arboles.

Ya no estábamos siendo perseguidos así que recuperamos un poco el aliento.

—¿Están completamente bien todos?— Cuestiono revisándolos. —¿De casualidad no les dio ninguna bala, ni del viejo, ni de esa gente, no?

—Estamos bien, estamos bien.— Afirma Mike.

—El problema es que todo lo que teníamos lo dejamos en aquella casa.— Comenta Daniel acomodándose los lentes y usando al parecer el único inhalador que trajo con él.

—Bueno ya encontraremos más cosas.— Bajo la cabeza y me limpio un poco. —Por ahora no pienso que volvamos allá.

—Tengo ganas de ir al baño.— Comenta la pequeña con timidez.

—Yo puedo ayudarla— Se ofrece mi hermana poniendo su mano en la espalda de Bela y decidí acompañarlas.

Nos apartamos del grupo para encontrar un árbol no tan lejos del resto, pero lo suficiente para que Bela no se incomodara de hacer sus necesidades.

En la plenitud de la oscuridad del bosque sentimos un crujido de ramas rompiéndose, pero lo ignoramos debido a que posiblemente eran los chicos inquietos o nosotras mismas.

Gaby ayuda a Bela a bajarse la ropa para agacharse y mientras hace lo suyo yo doy la espalda para que termine con más rapidez.

Otro crujido aún mas cerca y repentinamente de uno de los árboles que nos rodeaba un zombie aparece tambaleándose y caminando con dificultad hacía nosotras.

Lo empujo y este cae al suelo y levanto a las niñas.

—¿Lograste terminar?— Ella asiente un poco y nos alejamos de dónde veníamos corriendo hacía los demás.

—¿Pasó algo?— cuestiona Mike tomando un palo del suelo.

—Estamos bien— Respiro agitada y reviso a mi hermana quien está detrás de mí. —Por ahora.

Los chicos entendieron lo que quise decir y con esas palabras nos alejamos del lugar. Luego de unos minutos nos encontramos con lo que parecía ser una cabaña, justo en el mismo lugar dónde antes habían estado las camionetas del gobierno.

—Entremos, con mucha precaución, no sabemos que encontraremos en este lugar.

—No tenemos mucha suerte entrando a lugares como estos ¿es muy necesario?— protesta Daniel.

-—Bueno rata quédate tu fuera vigilando si alguien viene ¿te parece?

—Entremos, pero con cuidado.

Asiento de acuerdo con el chico y con la puerta semi abierta miramos cautelosamente.

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