Cada lugar tiene sus secretos

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Verónica Rowell

—¡Al fin, es verdad, llegamos!— Gabriela da gritos de alegría con ciertos jadeos entrecortando sus palabras. —¡Estamos en Brighton, estamos a salvo!

—Así es— el señor de la gorra sonríe brevemente y pone su accesorio en el pecho. —, déjenme tener el honor de presentarles el humilde pueblo.

—¿Humilde?— cuestiona Daniel quien ya había recuperado el aliento, cuya pregunta nos hizo mirar a nuestro alrededor.

Casas estúpidamente una al lado de la otra, colores opacos pero que a la luz de la tarde se veían vivos, cada una con portales perfectamente ordenados para verse lo más parecidos posible y al final de todo un centro comercial gigante.

—Es como si aquí no vivieran personas, sino que... ¡No sé!— exclama Mike con la boca abierta.

—Disculpa, señor.— Bela tira de la bata del hombre. —¿Es doctor?

—Así es pequeña, pero también soy científico.— Bela se sorprende y él se da la vuelta. —Vengan por aquí por favor.

Thomas nos guía con la mano por el medio del montón de personas que, ya que vieron que no somos un grupo de monstruos se dispersan de forma coordinada.

Veo a Chris juntarse con unos ancianos de forma familiar, con abrazos nostálgicos y suspiros de alivio, pero expresiones serias.

Charlie tiene de la mano a su hermano con mucha fuerza y Amber nos sigue con preocupación en el semblante.

—Perdone que sea tan curioso pero, ¿Por qué tanto orden?— cuestiona Daniel al observar de forma escalofriante como los ciudadanos entraban a sus hogares, como estudiantes a sus aulas, en formación.

—Oh, ¿Esto? Es solo parte de la educación del pueblo— susurra el doctor. —, ya sabes cada lugar tiene sus secretos.

A todos nos recorre un escalofrío, pero Thomas lo anula con su rostro calmado.

—Bueno, ya llegamos.— frenamos el paso al ver que Thomas detuvo el suyo frente a una de esas casas aburridas pero hogareñas. —Aquí pasarán su hospedaje.

—O sea, ¿llegamos y ya nos dan una casa?— indaga Gaby. —¿Así de fácil?

—Solo queremos salvar y ayudar a cuántos podamos.— sonríe Thomas, y la verdad me inspira la confianza que necesitaba. —Tenemos espacio así que debemos aprovecharlo.

—De verdad agradezco que haga esto, posiblemente si no hubieran decidido abrirnos las puertas estaríamos todos como uno de esos cadáveres vivientes.— tomo la mano del hombre agradecida y él me sonríe dulcemente.

—No es nada.

Nos abre la puerta de forma caballerosa y me sorprende lo increíblemente ordenado que está todo, casi como si fuera un dibujo del gráfico de una casa.

La primera habitación que se mostraba ante nuestros ojos era la pequeña sala de estar, de contemporáneos sofáses grises y televisor pantalla plana; también cuenta con una cocina cómoda, en ella una isla de dos taburetes junto a una mesa comedor con cuatro sillas. Y no está de más decir que el lugar está lleno de una decoración natural, el color verde de cada planta da su toque acogedor.

—Esto está mejor que nuestra casa hermana.— Gabriela queda anonadada con su alrededor.

—Definitivamente...— comparto el sentimiento suspirando por sorpresa.

—¡Tiene segundo piso!— grita Bela haciéndonos dar un salto repentino, pero luego notamos que ella se encuentra subiendo unas escaleras de forma apresurada.

—No corras en las escaleras.— le ordeno, pero haciendo oídos sordos Gabriela, Andrés y Mike le siguen también corriendo.

Quedando en el piso de abajo Daniel, Amber, Charlie, Thomas y yo.

Chris se había quedado con las personas que se reencontró en la entrada y no hemos vuelto a verlo.

—No te preocupes, pueden hacer lo que deseen— Thomas apoya su mano en mi hombro sin quitar esa pacífica sonrisa del rostro. —, están en su casa ahora.

Me relajo soltando una respiración de alivio y me dejo caer en el sofá.

Estamos en un lugar seguro, después de todo sí había uno.

—¿Tienen hambre?— cuestiona el doctor en general.

—Mi estómago está reclamando una comida balanceada.— habla Daniel.

—Sí, tenemos hambre.

—¡Pues, son afortunados!— exclama de repente el hombre levantando a quienes estábamos sentados por tanto entusiasmo en la voz. —Hoy cocinaré para ustedes con mucho gusto, solo por ser los nuevos.

—Normalmente, los nuevos son tratados con desdén.— comenta Charlie sin mirar a nadie a los ojos. —Así como también a los que son diferentes.

—Eso fue un comentario muy... singular— Thomas inclina la cabeza con extrañeza. —, pero bueno, iré a preparar el almuerzo para todos.

El doctor nos abandona en la sala y los chicos van bajando.

—Tiene tres habitaciones, ¡GIGAAANTES!— Bela exclama con entusiasmo mientras da saltitos en cada escalón y alarga los brazos.

—Están muy bonitos y me recuerdan a los cuartos de mis padres por tanto orden.— habla Mike. —Demasiado arreglados para mi gusto.

—¡Son perfectos!— grita Gabriela bajando el último escalón de un solo salto. —¿De verdad podemos quedarnos aquí sin más?

—U-uno tiene j-juguetes.— Andrés habla a medias pero con una sonrisa divertida.

—Todas las casas son iguales.— Amber gruñe por lo bajo, pero al haber silencio todos la escuchamos con claridad.

—¿Cómo dices?— indaga Daniel invadiendo su espacio personal y ella se separa de él sentándose en uno de los sofás de forma depresiva, apoyando los codos en las rodillas con las piernas separadas y la barbilla apoyada en las manos, ignorando la pregunta.

Preocupándonos a todos.

—¿Estás bien Amber?— Mike lo piensa un poco pero luego suelta sin pelos en la lengua arriesgándose temerariamente: —¿Qué pasó con tus padres?

Todos reaccionamos de forma agresiva con Mike, obviamente ese era un tema delicado para ella y no era adecuado hacerle hablar si no gustaba de hacerlo.

—Un científico...— murmura lo suficientemente alto como para llegar a nuestros oídos con normalidad, nos observa a todos a los ojos y suspira para ella misma. —Mi madre, Valentina Lebel era enfermera en el hospital de Aftil, trabajaba con un doctor que no solo se centraba en hacer su trabajo, sino que también hacia cosas turbias debajo del establecimiento, no tengo idea de lo que hacía solo les cuento lo que sé.

—Entiendo, no es necesario tantos detalles, cuenta lo que quieras.— le calmo ese nervio que tenía en las manos temblorosas con un rostro calmado de mi parte.

—Gracias Verónica. Mi madre tenía pensado dejar el trabajo allí, incluso lo había comentado con mi padre quien estaba de acuerdo en que lo dejara, pero justo el día de la renuncia fui a verla y... ya no era la misma— Amber se abraza a sí misma y no puedo evitar sentir rabia en su honor. —, la persona que estaba del otro lado del cristal, no era mi madre.

—Lo siento mucho...— Mike se acerca a darle consuelo pero Gaby lo detiene.

—Tú no sientes nada, ella seguramente la pasó terrible.

—Eso no es todo.— ella suelta una respiración pesada y traga grueso. —Ese mismo día también perdí a mi padre.

Estoy segura de que sus ojos se estaban cristalizando.

—Mi madre... lo mordió.

—¡La comida está lista damas y caballeros!— entra Thomas de repente y nos sorprende. —Oh, ¿interrumpo alguna conversación importante?

—No se preocupe, no es nada.— Me acerco al doctor y trato de hacerle parecer que todo está normal y que no vea el aura de tragedias presente en la sala.

—En ese caso, pueden pasar al comedor a disfrutar de su comi...

—¡Señor! Se acercan nuevos sobrevivientes.— le grita alguien al doctor, llamando nuestra atención e interrumpiendo nuestra conversación.

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