Si les tocaron un solo pelo les juro que...

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Jenna Black

Realmente no me reconozco, en la escuela solía estar en problemas seguido, pero no era mi culpa, yo no los provocaba, solo lo asumía, por Sophie.

Mi actitud es discreta en cambio me muestro como la persona que amaba, que aún amo, a pesar de que ya no se encuentra a mi lado físicamente.

Te extraño Sophie.

Quizás el apocalipsis estuviera siendo más pasable si me acompañaba esa cálida sonrisa.

O al menos, no estaría aquí.

Le había hecho burla a personas superiores, yo, en mi sano juicio, nunca hubiera hecho eso, pero hay un problema, lo hice.

Me sentí natural haciéndolo y ahora me doy cuenta, quizás era necesario que me pusiera así en esos momentos o quizás actuar como ella, me hace sentir que tengo una parte aún conmigo.

Son solo escusas de mis acciones, sigo actuando como esa tonta y encantadora irresponsable.

Pero, ella no puede sacarme de este lío como yo solía hacer a su lado...

—Creo que no me estás entendiendo niñita— El superior se levanta y me agarra los cabellos para acercar mi rostro al suyo. Siento su asqueroso aliento chocar con mi respiración y eso me desespera —Esa que mataron era importante para... Para nosotros— Se acomoda de nuevo en su silla pensando seguramente que casi dice algo confidencial.

—Lo siento por no ser de ayuda, pero, ya le dije lo que hicimos, era lo que querían escuchar ¿No?— Evito mirarlo a los ojos pero siento como su mirada me fulmina.

—¿Por qué lo hicieron?— cruza sus manos y apoya los hombros en la mesa, pienso que se aguanta de golpearme hasta dejarme inconsciente, desprende un aura con ganas de ello. —Cualquier persona normal hubiera sentido miedo, tenía la apariencia de una niña, hasta nuestros oficiales hubieran dudado en hacerlo— él señala a los que le guardaban las espaldas y ellos afirman con vergüenza.

—Fue en defensa propia— El superior se levanta tocando el puente de su nariz mostrando su estrés y parece haber cedido ante la información que quiere pero no tengo, murmurando de forma crispante algo que no entiendo.

—Eso fue todo, llévenla con los otros dos— No baja la mano de la nariz pero sacude la otra, señal para los uniformados de que me sacaran de allí, ahora.

El mismo que me trajo me pone el saco de papas de vuelta y me levanta de la silla muy torpemente, se disculpa con el superior por la torpeza y siento la diferencia de suelo nuevamente.

—Te dije que no la cagaras zorrita— el oficial se acerca a mí oído, protesto con la boca y no digo nada, en cambio, él suelta una risa de aire. —Parece que es talento natural.

Seguimos caminando y siento en mis pies el pegajoso lodo una vez más, oigo los quejidos y berrinches de una rubia ruidosa, además de pasos perfectamente alineados rítmicamente junto a disparos que bien podrían reventarle el tímpano a cualquiera.

Obviamente campanillas y cintas no eran de mucha seguridad.

—¿Ya acabaron con ellas?— Pregunta una oficial hacia mí dirección, probablemente con el que me escoltaba.

—Sí, el chico aún está en interrogatorio— Contesta en su lugar alguien muy cerca de mí.

—Esta perrita, se portó mal— El asqueroso que me llevaba se acerca a mí y puedo sentir todo su cuerpo pegado al mío, me alejo inmediatamente y el agarra mi brazo devolviéndome a la posición que me encontraba.

—Ni hables, esta solo sabía llorar y pedir perdón— Casi pudiera decir que siento como Natalie hace un puchero infantil. —Es muy molesta.

Suelto una risa inconsciente al sentir al oficial quejarse de la rubia.

—¿Qué te da gracia?— Desde atrás me llega un golpe con la parte trasera de un arma.

No respondo.

—Aquí está el chico, nos dió... Algunos problemas— yace en mis oídos una nueva voz anunciando que Bength sigue con vida.

—Ya saben a dónde— Afirma la chica del grupo y los oficiales asienten con energía, no sé de dónde sacan tanta.

***

Nos quitan los sacos para al fin ver dónde nos hallamos y como nos encontramos.

—¡Jenna!— Natalie corre hacia mí pero se pega con uno de los muchos barrotes de hierro que nos dividían.

Estábamos cada uno en una celda, uno al lado del otro.

Me pregunto en que lugar del campamento podrían tener oculto este sitio.

—Eres tonta— Rio suavemente y siento a Bength partirse a carcajadas sentado en una esquina pegada a las rejas de mi celda, seguramente por el estúpido golpe que la rubia se dió.

—¿Cómo les fue a ustedes, están bien chicas?— Se nota preocupación en el tono del chico e ¿Ira?. —¿Las tocaron? Si les tocaron un solo pelo les juro que...

Bength gruñe como perro a punto de morder, me acerco a su celda para tomarle de la mano pero le observo mejor.

—Bength, ¿Qué carajos te hicieron?— el rostro del chico estaba moreteado, aún tenía un poco de sangre, tanto seca como reciente, y se le notaba adolorido.

Intento pasar mis manos por su rostro pero este lo evita completamente —Estaré bien— Bength se pone de pie mostrando debilidad en su cuerpo.

—¿Qué dijiste o hiciste, para que pasara... esto...?— El chico hace oídos sordos a mi pregunta.

—¿Seguro que estarás bien?— Grita Natalie desde su celda.

—Sí, puedo con esto— Se sienta en la cama que allí se encontraba. —Pero, necesito dormir un rato.

—De acuerdo— Me alejo de su celda y me siento también en mi cama, la cuál está pegada a la de Natalie.

Me relajo en la cama cerrando los ojos, descansando la vista, poniéndome a mirar la pantalla negra de mis párpados y nada más.

Pero el silencio es interrumpido por el mismo fastidioso sonido que hace una silla cuando la arrastras.

Siento ese chirriante ruido cada ves más cerca así que abro los ojos para enterarme de lo que pasa.

—Solo, q-quería estar más ce-cerca— Natalie había arrastrado su cama cerca de la mía, están una cerca a la otra, ella se recuesta y me mira fijamente.

—Estúpida rubia— Cruzo mis manos apoyándolas en la barriga y vuelvo a cerrar los ojos, siento como sonríe satisfecha de que no me quejara de estar a su lado y me quedo relajándome pensando en que probablemente estaremos muertos mañana o hoy mismo.

Nos metimos en un gran lío sin saber que tan grave era.

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