00. Precuela (parte 2)

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Limonada y media, uvas con chocolate~

Media noche, las luces apagadas y sus respiraciones chocando en lo que antes había sido un dulce y apasionado intercambio de fluidos, rostros rojos a mas no poder y manos traviesas que se cuelan bajo la ropa, haciéndoles ver que ya no hay vuelta atrás.

Una caricia baja por la espalda del mas pequeño, causando un estremecimiento, seguido de un suspiro.

—No sabes cuanto desee estar así con Saihara-chan...—anuncia poco antes de recibir otro ardiente beso, uno que logró hacerle contraer los dedos de los pies y derretirlo una vez mas bajo su poder

—Lo mismo que yo, eso creo—al momento una suave risita se escapa de aquel con orbes cual uvas

—Chiaki-chan-senpai es capaz de influenciar incluso a mi Saihara-chan, que lindo~—anuncia antes de tirarse encima de su pareja, siendo envuelto al momento por un par de brazos que buscan brindarle la calidez y la protección que tanto adora—Te amo Shuichi—anuncia de pronto escondiendo su rostro en el pecho del mayor, ya que su altura le impedía esconderse en su cuello como le hubiera gustado

Ante las tiernas palabras Saihara adquiere un bello sonrojo, producto en parte de la vergüenza, pero siendo provocado por la confirmación de que aquello no es un sueño, como muchos ya había tenido en años anteriores.

—También te amo, tanto como no puedes imaginar, te adoro, Kokichi—susurra lo último en su oído causando un estremecimiento altamente adorable, poco a poco sentian que las ropas estorbaban, ya no había vuelta atrás, o se unían fisicamente en los próximos 5 minutos o iban a caer en la locura, la locura de amar y ser amado, la locura de ser libres, de poder tocarse sin miedo, besarse sin miedo, sin cadenas que los separen o muros que los encierren, tras esas cuatro paredes solo estaban ellos

Mas pronto que tarde las ataduras de la ropa, de sus camisas, había sido despojada, dejando apreciar el cuerpo de su contrario, sin pantallas ni impedimentos, completamente suyos, cuando la realidad les golpea de lleno, tornando el ambiente en fuego, quemándoles desde dentro sin retorno, aun cuando solo tocaban la piel recientemente expuesta, dejando salir esos suspiros que tanto tiempo se negaron. Una mordida de parte de Ouma adornaba el pecho del mayor, marcándolo como suyo, y solo suyo. Esa misma acción provoco un delicioso escalofrío por la columna vertebral, mismo que baja por su espalda y se asienta en su miembro, volviéndolo como el granito en un segundo, suspiros de placer que se escapan de esos labios que hacen que su pareja pierda todo pensamiento racional, en ese momento Ouma estaba al control.

–Eres mío, solo mío, mi adorable y hermoso Saihara-chan~–es la manera de reafirmar lo que ambos sabían, mas cuando pensaba que no iba a obtener respuestas una mano mas grande que las propias lo esposa a la parte superior de la cama, manteniéndolo en el sitio

–Tu también eres mío, solo mío, mi dulce y travieso Ouma-kun~–la voz que causaba ternura y arrullaba en estos momentos mas bien parecía lo mas sexi que el menor hubiera escuchado, lo cual conlleva a que pierda toda capacidad de hablar, ahora Saihara estaba al control, guiando con calma a su acompañante, poniendo en practica todo lo que investigo en el tiempo que estuvo lejos de su pequeño

Esta vez la mordida fue recibida por Ouma, en su pálido y dulce cuello, quien soltó un quejido, mas esas acciones solo consiguieron aumentar la exitación de ambos, en modo de hacer énfasis, Saihara comenzó a dejar pequeñas lamidas por encima de las marcas de dientes, cortas y rápidas, pero eficientes, en poco tiempo se veía recorriendo el cuerpo delgado debajo de el, marcando con dedos, mordidas, chupones, cada trozo de piel suave que se extendía apetecible para su degustación. Las antes apresadas manos del menor se aferraron al cabello de su depredador, tirando suavemente de él, consiguiendo sacar pequeños gruñidos de su acompañante, musica para el mas pequeño.

–No pares–advierte Saihara con voz suave, dejándose llevar por las caricias en su pelo

–No quiero parar–recibe seguido de un ligero tirón que puso su libido al máximo, por lo que, despojando al menor de sus pantalones y ropa interior, tantea con su lengua el rosado agujero de Ouma, adentrando su pequeño músculo lo mas que podía por el canal estrecho, cabe aclarar que al principio Ouma se retorcía intentando escapar pero al poco rato eso se volvió un inexplicable placer que amenazaba con contraer sus dedos de los pies, y así fue

De pronto un dedo acompaña a la traviesa lengua en su exploración, adentrándose aun mas que el anterior dígito y sacando mas gemidos y suspiros de placer, aquello se sentía como si estuviera en el cielo, al poco sintió como la lengua se retiraba, dirigiéndose a besarle, para que un extraño y frío liquido ayude a el dígito en su interior a moverse, así como a aquel que el mayor adentro poco después, provocándole un escozor que pudo identificar como dulce y doloroso a la vez. El juego de lenguas continuaba y ese par de dedos seguía moviéndose en su interior, abriéndose como tijeras con el fin de prepararle para lo que venia después, sabia que iba a ocurrir. Poco antes de que Saihara decidiera romper el contacto entre sus labios adentro un ultimo dedo, lo cual provoco una reacción en cadena, puesto que del dolor y placer de la punzada Ouma muerde por accidente el labio inferior de Saihara, estimulante, pensó el mayor, mientras provocaba con su lengua a los pequeños dientes para que le mordiera una vez mas. Dejándose llevar por la lengua traviesa y los escalofríos que aquellos dedos le provocaban continua mordiendo el labio inferior de Saihara, chupándolo por momentos, moviéndose al ritmo de los dígitos en su interior.

Mas en el momento en que Saihara sintió que su compañero estaba listo alejo su boca de la del menor que parecía querer seguirlo, ante esta acción solo pudo reírse un poco.

–¿Que ocurre?– pregunta con una sonrisa ladina, emocionado por lo impaciente de su novio

–Quiero...yo...por favor...–las palabras se le enredan, teme a decir en voz alta lo que quiere, con miedo a que se burle de el por su inexperiencia, pero cuando vuelve a mirar arriba reafirma lo que ya sabia, es Saihara quien esta con el, el de carne y hueso, no una fantasía desastrosa ocasionada por su rebelde y adolescente mente, no algún desconocido que intenta sobrepasarse con su persona, es aquel chico tierno que siempre le mira con cariño extremo, aquel al cual se consagro desde hace tiempo, aun si este no lo supiera –Quiero probarte...–

La declaración fue hecha de manera tan linda que Saihara no pudo sino asentir, por lo cual se re-colocan de manera tal que la cabeza de Ouma descanse sobre la parte inferior de Saihara, con total acceso para su rápida exploración, puesto que Saihara no iba a permitirse terminar hasta verse enterrado completamente en su mas pequeña pareja.

–Tómalo con calma– advierte antes que nada el detective, esperando que su petición se escuchada, mientras investigaba descubrió cosas un tanto preocupantes sobre la primera vez entre dos chicos, es por eso que prefiere no apresurarse, de esa forma se aseguraría de no hacerle daño a aquel que tanto quiere

–Lo haré– puede ser un mentiroso de primera, pero si su Saihara-chan le pide que se lo tome con calma el escuchara, buscara la manera de hacerle sentir bien, por lo que, y sin más preámbulos, desapareció de a poco la estorbosa ropa

Una vez se vio frente a él miembro de su compañero fue como si todo el calor de la habitación se hubiese concentrado en su cuerpo, ardiendo en un muy insano deseo. Algo temeroso pero decidido procede a dejar una pequeña lamida tentativa sobre el glande, tan pronto lo hizo pudo sentir como el sabor desconocido explotaba en su lengua y le hacía desear más.

—"Mucho más"—pensó, cuando atrapó con su lengua otra gota perlada, mordiendo suavemente la tierna piel, deseoso de seguir, finalmente llega a la conclusión de que sabría mejor e el interior de su boca, y así fue

Tan pronto adentró aquella extensión de Saihara a el interior supo que había hecho lo correcto, la textura suave, la superficie irregular, y el constante movimiento de la vena vertical solo conseguían llevarle más alto. Gimió en gracia del gusto, siendo recibido por un sonido similar proveniente de su pareja.

Ouma encontró una debilidad que no dudó en aprovechar.

Intentando mantener su respiración constante, comienza a hacer sonidos simples, tararear o gemir un poco, obteniendo el resultado que esperaba, un Saihara desecho en gemidos, sosteniéndose con algo de fuerza de su pelo para no perder el control. Felizmente Ouma continúa estimulando esa parte de su pareja sintiendo como cada vez el sabor se hace más abundante, iba a continuar cuando una mano de Saihara le detiene.

Tomándose unos segundos para recuperar el aire, Saihara le mira con un increíble deseo y amor—Me encanta lo que hacías, pero si continuabas esto iba a terminar antes de iniciar siquiera— la confirmación de que estaba haciéndolo bien no fue exactamente explícita, pero Ouma entendió lo que su pareja le decía.

Saihara reubicó a Ouma sobre el colchón, boca arriba para poder ver a los ojos de su pequeño, listo para recibirle. Ignorando, no conscientemente, el pequeño cuadradito de aluminio, recubre casi por completo a su miembro con el lubricante y se posiciona en la entrada de Ouma.

Al sentir la punta roma presionando en ese lugar tan intimo tiembla de emoción contenida y algo de temor, temor a lo desconocido. Más pronto que dentro Saihara acaricia el rostro del más pequeño, colocando besos mordiditas juguetonas por sus mejillas, logró relajar entre risas a Ouma. Para el momento en que las caricias jugetonas se detienen Ouma siente como algo esta dentro suyo, sabiendo que ya están unidos finalmente.

Todo el dolor que espero sentir no llegaba, nunca logró llegar, pues tan pronto estaba dentro suyo Saihara le hacía cosquillas con su nariz en el cuello, o le rozaba los muslos con las manos, le dejaba besitos en el pecho y lamidas suaves en las mejillas y boca. Pronto el miembro en su interior comenzó a moverse ligeramente, y lo que le siguió fue como prender una mecha.

La sonrosada piel del más pequeño brillaba con el sudor, los jadeos entrecortados y besos inesperados que Ouma iba dejándole en la piel hacían que Saihara se emocionara. Ouma estaba ahí, su primer y único amor estaba ahí, con su cabello más corto, pero igual de suave, con sus mentiras maliciosas, y su bien ocultada inocencia. Ese toque de tranquilidad que siempre pudo sentir cuando le tomaba de la mano, le miraba, le sonreía, a cada paso de Ouma le seguía alegría, risas, paz, armonía, una destellante emoción, pero sobre todo, un infinito amor.

El cuerpo más pequeño que no llegó a desarrollarse para crecer, pero que aún así puede cargar con el peso del mundo, la única persona completamente real para Saihara, su tierno Ouma. No puede evitar pensar en lo lindo que es, en lo adorable que es, en la forma en que sus cuerpos parecen estar hechos el uno para el otro, en que a pesar de que nunca haya terminado de crecer físicamente su mente sigue avanzando, el inteligente y travieso Ouma.

Saihara promete en silencio, y sin que este sepa qué pasa por su mente, proteger y amar al más pequeño por siempre, porque sabe que sus sentimientos son bien correspondidos.

Por su parte Ouma, siente tantas emociones llenarle, no solo la parte física que está unida a Saihara, sino también la parte emocional, un pedazo de su corazón que late con fuerza a un ritmo igual al de su compañero, una especial sinfonía.

Ver el rostro de su Saihara desde esa posición le transmite cierta seguridad, como si nada le pudiera herir estando entre los brazos de su amado. Aún si no se ven el rostro entre los abrazos, la temperatura corporal le demuestra que no es un sueño, que él esta ahí, enseñándole nuevas sensaciones, nuevas formas de unirse, un nuevo acto de amor que les une con sus lazos, y les mantiene cerca.

¿Como pudo ser tan afortunado? Se pregunta.

Ese niño tímido que dependía de que él le guiara había desaparecido, el chico delante suyo es alguien más seguro, más independiente, pero que aún así seguía entregándole esas miradas tan especiales, esas miradas que le decían a Ouma que Saihara lo consideraba su mundo, una forma de idolatrarle, pero siendo consiente de sus defectos.

Ambos saben que es un mentiroso, que es travieso y muchas veces no quiere escuchar, pero también sabe que Saihara confía en el, que puede distinguir lo que piensa o siente, porque se conocen, ambos se conocen lo suficiente. Aún si no fuera así, no importa, pues tienen todo el tiempo del mundo para seguir juntos, para conocer las similitudes y diferencias, para discutir y reconciliarse, para abrazarse y separarse, para conocer cada parte del otro y aún así seguir sorprendiéndose al descubrir cosas nuevas de su pareja.

Lo que siente no es una mentira, lo que ama no es una mentira, esta conexión no es una mentira.

Y eso ambos lo saben más que nada.

Entre tantos pensamientos y sensaciones pueden notar como el placer crece rápidamente, para después terminar cayendo como en una montaña rusa, rápido y directo, terminando con la liberación de ambos.

Abrazos y besos llenos de ternura y cariño son intercambiados, palabras de amor y mimos antes de caer dormidos, sin saber que olvidaron un elemento muy importante...

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