capítulo doce.

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Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. Jennie!Alfa x Rosé!Alfa x Lisa!Omega

~Dame tu mano ahora y sálvame, sálvame...~

Corrió, pero SeungHyun fue mucho más rápido.

A pesar del alcohol en su cuerpo, el mayor estaba lo suficientemente lúcido como para hablar con su voz alfa, y eso fue lo que hizo.

¡Detente!

Lisa luchó contra la voz alfa, con toda su omega gritando en pavor. No se detuvo, sin embargo, su cuerpo pareció ralentizarse, entrando en una lucha interna sobre si debía obedecer o no la orden. Eso fue suficiente para SeungHyun.

La agarró de la sudadera cuando Lisa estaba en el pasillo de entrada, derribándola estrepitosamente. La cabeza de la omega golpeó el suelo con un estridente sonido, arrancándole un gemido de dolor. Mareada, desorientada y adolorida, de pronto sintió las manos del alfa en su cuerpo, girándola a la fuerza. Antes de darse cuenta, el rostro enfurecido del alfa estaba sobre el suyo, e iba a hablar, a tratar de explicarse, pero no alcanzó a emitir sonido alguno, porque SeungHyun la golpeó en la mejilla con su puño.

El sufrimiento volvió a estallar en su cuerpo y apenas podía respirar bien, sintiendo el pánico en todo su interior.

—Gran puta de mierda —gruñó SeungHyun, y Lisa recibió otro puñetazo en su otra mejilla. Soltó un sollozo, con la sangre en su boca—. ¿Creías que no iba a darme cuenta, pedazo de basura? Una zorra como tú se huele de lejos, apestada y llena de semen.

Lisa volvió a llorar, con el pesado cuerpo de SeungHyun sobre el suyo, apenas siendo capaz de moverse. Ahora recibió un nuevo puñetazo en su ojo, que palpitó ante el golpe, y tartamudeó una débil explicación.

—Les entregaste el culo a esas alfas, ¿Cierto, perra? —espetó SeungHyun, y sus manos fueron hacia el cuello de Lisa—. Claro que sí, tienes un culo ansioso de polla, de seguro dejas que te follen entre las dos, uno en tu sucio coño y otro en tu boca de zorra.

SeungHyun apretó su tráquea, cortándole la respiración, y Lisa jadeó en desesperación, con el aire cortándose. Podía sentir la humedad en sus ojos producto de las lágrimas, el sabor metálico en su boca, y trató de agarrar las muñecas de SeungHyun para que la soltara, pero no logró mucho.

Cuando su vista estaba con puntos negros, sintiendo que iba a morir, el aire volvió a entrar en su garganta. Tosió y escupió sangre, con el cuerpo temblando y el rostro adolorido, y pensó que SeungHyun se compadeció de ella, le iba a dejar ir, le dejaría...

Enfocó su borrosa vista en el alfa, y contempló con horror cómo se desabrochaba los pantalones.

—Te daré una lección, puta asquerosa —gruñó el alfa—, voy a follarte y llenarte de semen, eso es lo que tanto quieres, ¿No? Te anudaré y te dejaré preñada, igual que a la zorra de tu madre.

—No, no, no, no... —sollozó Lisa, tratando de patalear para soltarse. Ni siquiera le hizo daño, por el contrario, la omega recibió un nuevo golpe en su mejilla, aturdiéndola.

Gimió de dolor y llanto cuando sintió las manos del alfa en sus pantalones, desabrochándoselos con facilidad. Unos pocos movimientos bastaron para bajárselos, y Lisa quiso cubrirse, enloquecida por soltarse, para que le dejara libre, para que...

Su vista volvió a SeungHyun y las náuseas invadieron su garganta cuando vio el pene del alfa. Grotesco, húmedo y endurecido, listo para follársela.

—Si tanto querías una follada, pudiste pedírmelo a mí, zorra de mierda —se rió SeungHyun—. ¿Sabes qué? Una vez acabe contigo, llamaré a unos amigos para follarte entre todos. Eso te va a encantar, imagínate, ahí si quedarás preñada y ni siquiera sabrás quien es el puto padre, perra usada.

Las piernas de Lisa fueron abiertas a la fuerza y el alfa se acomodó entre ellas, sin dejar de reír. La omega se removió, desesperada, frenética, y fue cuando sus manos tantearon los zapatos. Los bototos con los que salió ese día.

Casi sin pensarlo, agarró uno y lo impactó, con toda la fuerza que tenía, contra la cabeza del alfa. Escuchó su maldición y el peso se quitó de encima suyo, y Lisa se arrastró por el suelo, viendo al alfa quejándose en el piso. No lo pensó y se tambaleó, corriendo al interior de la casa, tratando de levantarse los pantalones.

Alcanzó el baño. Entró y cerró con llave, y casi de inmediato, escuchó el aporreo.

—¡Pedazo de mierda! —escuchó el grito de SeungHyun, y Lisa corrió a abrir la llave del agua de la ducha, ahogando la voz del alfa—. ¡Ábreme, puta!

Tembló con fuerza, pero la distorsión de la voz del SeungHyun producto del agua bastó para resistirse.

Cayó de rodillas, sintiendo el dolor en su cara. Ni siquiera quería mirarse al espejo para ver sus heridas, en shock y conmocionada por completo. SeungHyun quería violarla. SeungHyun la iba a violar apenas derribara esa puerta, lo que ocurriría tarde o temprano.

Ella sabía que eso iba a pasar. Ella tenía claro que, si SeungHyun descubría lo que sea que tuviera con Jennie y ChaeYoung, iba a ser su fin. Ya era su fin, eso lo tenía más que claro. Era su fin, SeungHyun la violaría y luego la mataría.

Rompió a llorar sin control alguno, gimiendo en voz baja y apenas escuchando los gritos del alfa. Ni siquiera podía escapar, la ventana del baño era demasiado pequeña para ella, y aunque lograra cruzarla, ¿A dónde iría? Ya eran más de las siete de la tarde, oscureció y estaba sin su celular ni billetera, que tuvieron que caerse entre todo el forcejeo.

No supo cuánto tiempo estuvo llorando, pero en algún punto, en medio de su llanto, los gritos y golpes contra la puerta se acabaron. Y escuchó otra voz.

¿Lisa? ¿Lisa?

Limpió sus lágrimas, aturdida por la voz que repetía su nombre. Además, los toques contra la madera eran más suaves.

Cerró la llave.

¿Lili? ¿Lili?

Lisa fue a la puerta, pero no abrió.

—¿Jennie? —susurró, con la voz quebrada.

—Sí, sí, bebé —dijo la alfa, con tono suave y dulce, amable—. Soy Jennie. ¿Puedes abrirme?

La omega vaciló.

—¿Y... Y SeungHyun? —preguntó. ¿Era acaso todo un truco? ¿O estaba alucinando?

Hubo un instante de silencio.

—Lo he dejado inconsciente, Lisa —contestó la mayor—. No te hará daño.

Volvió a titubear un momento, sin estar segura. Debía estar soñando, ¿Cómo era posible que Jennie estuviera allí?

—¿Lo juras, Jendeukie? —murmuró Lisa.

—Claro, Lis —la voz de Jennie seguía siendo suave—, te lo juro. Por favor, ábreme, cariño.

El tono de Jennie, tan dulce y amoroso, fue lo que la terminó de convencer de abrir. Con las manos temblorosas, quitó el seguro y giró la manija.

Jennie estaba frente a ella, con una expresión preocupada que se tornó de horror al verla. Lisa no sabía qué tan desastrosa lucía, pero ver el rostro de Jennie bastó para saber que estaba hecha una ruina.

Bajó su vista y vio otra cosa: el cuerpo caído de SeungHyun, boca abajo. Apenas se oía su respiración.

—Por Dios, Lisa... —susurró Jennie, sin moverse ni tocarla—, ¿Esto te lo hizo él? —la omega asintió con la cabeza, incapaz de hablar—. Bien, vamos, vamos. Te llevaré al departamento.

—¿Por qué... Por qué estás aquí? —graznó Lisa, con la garganta adolorida tanto por el llanto como por la forma en que SeungHyun la ahogó.

—Lis... —Jennie se le acercó y le tomó de la mano—. Te escuché... Te escuché gritar y a SeungHyun hablar. No tuve que oír más para saber qué estaba pasando.

La omega volvió a asentir en silencio, aturdida y todavía con el cuerpo doliendo. Su ojo, en donde el alfa la golpeó, estaba ya hinchado, mientras que todavía podía sentir el sabor a sangre en su boca.

—Vamos. —repitió Jennie, y Lisa le siguió sin añadir nada más.

Jennie no podía con la rabia y la pena, enfurecida por haber llegado tan tarde. No podía creer que ese alfa que se decía llamar el padrastro de Lisa hubiera sido capaz de eso, y todo porque...

Jennie no era tonta. ChaeYoung tampoco. Ellas lo habían conversado, cuando Lisa apareció con el ojo morado tantas semanas atrás. Sabían que su padrastro estaba implicado, e incluso conversaron que, muy probablemente, el alfa quería hacer con la omega cosas asquerosas. Ellas sabían que, en muchas familias de escasos recursos, era normal que un alfa tomara a omegas de esa forma.

Pero ver a Lisa ahora, así, con su ojito verde-azul hinchado, los labios rotos y un rastro de sangre en su barbilla, además de su cuello enrojecido... No quería imaginar lo que hubiera pasado si no llegaba a buscarla. Cuando apareció en la casa, con la puerta sin seguro, y escuchó los gritos de ese alfa, no dudó en entrar e ir por Lisa. Ese hombre apestaba a ira y alcohol, así que derribarlo de un golpe no fue difícil.

Metió a Lisa al interior del auto. Ese fue el momento en que la omega reaccionó.

—Espera —habló con voz débil—, yo... Yo no traje pijama ni ropa, ni... Mi... Mis cosas...

Shhh —tranquilizó Jennie—, tranquila, Lis. Te compraré otro pijama y ropa, no debes...

—Pero... —insistió Lisa—, pero mi cuaderno de dibujos, lo dejé...

—Bien, bien —Jennie le besó la frente para calmarla—, lo iré a buscar, pero espérame aquí. ¿Dónde lo dejaste?

Lisa le indicó el lugar y Jennie le cerró la puerta, poniéndole seguro por cualquier cosa. No tardó en entrar y dirigirse al cuarto de la Tailandesa, recogiendo el celular en el suelo antes de ir hacia el mueble y ver el cuaderno que reconoció de antes, junto con el carboncillo a un lado. Lo recogió todo, y se quedó mirando los papeles en el suelo. Reconoció la carta que le escribió a la omega, los restos de la cámara también, y la fotografía...

Amontonó los pedazos, mirando a ChaeYoung y Lisa en ellos. Pudo sentir una pizca de celos, sin embargo, ella tenía más que claro que su mejor amiga también estaba cortejando a la omega. No preguntaba ni intervenía, y sabía que a Lisa le debía dar pánico contarle.

Suspiró con cansancio, y por un breve instante, pensó si valía la pena. Mientras caminaba hacia fuera, pensó en si cortejar y salir con una chica como Lisa, tan complicada y con tantos problemas, valía la pena.

Al salir y mirar a Lisa a través de la ventana del auto, con la carita triste y apenada, supo su respuesta.

Llegaron al departamento media hora después. Jennie pasó a un supermercado para comprar algunas cosas, aprovechando que en el interior había también una farmacia y así podía encontrar medicamentos para la omega. Sabía que debía estar con mucho dolor, a pesar de que no había dicho nada.

Subieron al departamento, todavía vacío. ChaeYoung tuvo que ir donde su madre, pues la mujer preparó una cena ya que el padre de la muchacha iría a visitarla. Debía estar pronto a llegar, y se encontraría con todo ese panorama, pero sabía que no le importaría.

Sentó a Lisa en el sofá y fue a prepararle una infusión. Volvió a los pocos minutos, y la omega seguía en la misma posición.

Hey, bebé —llamó la atención Jennie—, ven, vamos, necesito curarte.

Le tendió la bolsa de sofrito congelado que llevó, y la omega lo agarró para ponérselo en el ojo, haciendo un mohín. Jennie comenzó a buscar entre las cosas que compró, hasta encontrar el algodón y la povidona, empapando el primero para limpiar las heridas de la menor.

—¿Me veo horrible? —susurró Lisa, apenada.

—Claro que no —Jennie le limpió los labios ensangrentados—. Te sigues viendo perfecta para mí, bebé.

—No mientas —insistió la omega—, estoy llena de heridas, mira...

—Te miro y te encuentro tan preciosa como siempre —corrigió la alfa, antes de ponerse seria—. Lisa, ¿Él...?

—No alcanzó —masculló la menor, interpretando enseguida su pregunta—. Me golpeó y me insultó, e iba a hacerlo. Me bajó los pantalones y él también se los bajó, pero... Pero... Pero alcancé a golpearlo con... Con uno de mis bototos...

—¿De verdad? —Jennie le acarició con suavidad la mejilla adolorida—. Mira, no sólo te hacen más alta, sino que también sirven como arma.

Sus palabras le provocaron una leve risa a la omega, que terminó convirtiéndose en un llanto descontrolado. Jennie la abrazó con cariño, oyendo los sollozos de la omega contra ella, y le acarició el cabello.

Claro que valía la pena. Claro que Lisa lo valía.

Estuvo llorando varios minutos, hasta que pareció calmarse. Jennie le tendió el té.

—Vamos, a beber —animó—, luego de eso, te pones el pijama y a la cama, bebé. Te daré una pastilla para el dolor.

—¿Me puedes dar un beso? —preguntó Lisa, sorbiendo por su nariz.

Jennie le sonrió y, con extremo cuidado, se inclinó y le dio un beso pequeño en los labios. No quería hacerlo con fuerza, porque sabía que le iba a doler.

Se alejó, pero Lisa parecía una cachorrita perdida. No dudó ni un poco, y le dio otro más. Fue, en ese momento, en que la puerta se abrió.

Lisa se echó atrás apenas sintió el ruido, separándose por completo de los labios suaves de Jennie, y miró hacia los ojos sorprendidos de ChaeYoung.

Hubo un extraño silencio, en los que Lisa pensó que el desastre iba a desatarse otra vez. El pánico volvió a burbujear, creyendo que ChaeYoung se lanzaría sobre Jennie y ambas pelearían, o la iban a echar de allí por haberlas engañado mutuamente.

Estaba a punto de estallar en llanto de nuevo, hasta que Jennie habló.

—Creí que llegarías tarde. —dijo tranquila, recostándose en el respaldo del sofá.

Oh, ¿Interrumpí algo? —se burló ChaeYoung, pero no había gracia en su voz. No con su mirada puesta en Lisa, que apenas se veía su rostro por la posición en la que estaba, dándole la espalda a la alfa.

La omega bajó la vista, completamente avergonzada e incómoda, y miró sus manos.

—Tal vez debería...

—Ni se te ocurra —Jennie la miró con advertencia, adivinando sus pensamientos—. No dejaré que vayas a tu casa luego de lo que pasó.

ChaeYoung dejó su bolso en el suelo antes de acercarse a la omega. Sin importarle nada más, y con suavidad, le levantó el rostro, observando su rostro y cuello.

—¿Qué ocurrió? —y la rabia fluyó en su tono, iracundo por cómo lucía la omega.

—Nada. —dijo Lisa con un hilillo.

—¿Nada? —la voz de Jennie sonaba furiosa—. Pasó que el imbécil que tiene de padrastro la golpeó y trató de abusar de ella. Trató de forzarla. Trató de violarla.

Hubo un silencio tenso en el comedor, y ChaeYoung apretó sus manos en puños, rabioso.

—Lo mataré. —espetó en un susurro rabioso.

—Está bien —trató de excusarse Lisa, nerviosa, y no sabía por qué lo defendía. Por qué trataba de quitarle peso—. SeungHyun estaba borracho, estoy segura de que...

—¿De qué? —le interrumpió ChaeYoung entre dientes—. No irás más a tu casa. Si es necesario, vivirás aquí de ahora en adelante.

Otro extraño silencio. Jennie no protestó, sino que parecía más que complacida con esas palabras. En cambio, la menor lucía a punto de romper a llorar una vez más.

—No puedo dejar a mamá sola. —gimoteó, y dejó salir el gran terror que sentía, el motivo de por qué trataba de quitarle importancia: su mamá. Siempre su mamá.

Ocultó su rostro entre sus manos, sintiendo el peso en sus hombros. ¿Qué le diría a su mamá? ¿Cómo iba a reaccionar ella? ¿Qué es lo que iba a ocurrir ahora con ellss, y más con su mamá, que estaba embarazada?

A ChaeYoung le importó una mierda haber entrado al departamento y ver a Lisa y Jennie besándose, le importó una mierda que su amigs también estuviera saliendo con ls omega. Le importaba una mierda, en ese momento, si perdía.

Porque no quería ver nunca más a Lisa así, tan aterrads, tan nerviosa y desesperada.

Y al observar a Jennie, se dio cuenta de que su amiga pensaba lo mismo.

Oh, mierda. Ambas estaban muy jodidas, porque la apuesta, al parecer, se podía dar por finalizada.

Ambas rompieron la regla más sagrada, y lo tenían claro. Ambas se habían enamorado de Lisa.

Lisa se quedó dormida en los brazos de ChaeYoung, cerrando sus ojos y dejando que el sueño la dominara, como si se tratara de una niña pequeña que era acurrucada al lado de su mamá.

En silencio, ambas decidieron llevar a Lisa a la habitación de ChaeYoung, la más cercana en ese instante. La despertaron brevemente, con la omega apenas consciente por el sueño, y le dieron una pastilla para el dolor, así podía dormir un poco más. Pronto, volvió a caer al mundo de los sueños, y ChaeYoung la arropó amorosamente, dándole un beso suave en la frente.

Apenas cerró la puerta, las dos alfas se miraron con frialdad, y con una mirada de Jennie, salieron del departamento en completo silencio. Cada una iba pensando en lo que diría a continuación, ahora que el telón de esa ridícula apuesta cayó.

Salieron del edificio, dejando que el frío aire nocturno les limpiara los pulmones, las hiciera relajarse un poco, las hiciera despejarse de la escena de Lisa herida.

Jennie sacó un cigarrillo, encendiéndolo, y le ofreció uno. No era muy buena fumadora, pero cuando estaba demasiado nerviosa, necesitaba de uno. ChaeYoung negó con la cabeza para luego sonreír tensamente.

—¿Entonces...? —le preguntó, enarcando una ceja.

La alfa exhaló el humo, mirando al frente.

—Lisa y yo estamos saliendo hace unas semanas. Saliendo seriamente. —dijo Jennie sin una expresión culpable.

ChaeYoung se removió, incómoda.

—Ella y yo... —comenzó a decir la menor, antes de ser interrumpida.

—¿La estás cortejando?

ChaeYoung recordó la noche en que Lisa llegó llorando, histérica, incrédula y sobrepasada por todas sus emociones, y luego, cuando se calmó, la besó. La noche que pasó con ella, llenándole la preciosa carita de besos, viendo su expresión iluminada y ruborizada. Todos los otros besos que compartió con ella en las citas que tenían, la forma en que se veía capaz de darle más y más.

Nunca alguna persona la hizo sentir así, como esos besos que le daba a la omega.

—Sí. —se limitó a contestar.

Jennie arrugó los labios, sintiendo los celos corroyendo su estómago y su corazón. No quería imaginarse a Lisa con otro alfa, siendo la omega de otra persona.

Ella quería ser la única en su corazón.

—Te pregunté si ella te gustaba y me dijiste que no. —le dijo duramente a ChaeYoung, entrecerrando sus ojos.

—Tú igual lo negaste. —le espetó su amiga con rabia.

Jennie soltó un resoplido, recordando los besos que compartía con Lisa, los ojos dispares de la chica posados en ella, viéndola con tanto cariño que algo pareció apretarse dentro suyo. Ese innato deseo de protegerla siempre, de nunca soltarla, acrecentándose en su estómago.

No la iba a alejar nunca. No le rompería el corazón jamás.

—¿Qué pretendes hacer? —gruñó Jennie en un susurro furioso—. Lisa estará bien conmigo, lo sabes muy bien, y lo mejor sería que la dejes en paz. Le daré la vida que merece y podrá deshacerse de ese... De ese monstruo.

ChaeYoung abrió sus ojos con sorpresa ante sus repentinas palabras, antes de dejar salir un bufido.

—¿Tú? —ChaeYoung dio unos pasos, gruñendo también—. Por favor, Lisa no te necesita. Lo que necesita Lisa es a alguien que la proteja, que la cuide, que le dé amor y cariño. Y tú, Jennie, puedes ser todo un encanto si te lo propones, pero eres también demasiado calculadora para Lisa, y de seguro la dejarás de lado en unos meses más, cuando tus padres quieran un matrimonio político que los beneficie. Aléjate tú.

En un abrir y cerrar de ojos, Jennie la agarró de las solapas de su abrigo tirándola contra la pared, con su mirada amenazadora erizando su piel por completo.

—¿Y tú, Park? ¿Te crees mejor que yo? —soltó Jennie, mostrando sus dientes—. Tú eres una estúpida mujeriega, de seguro la terminarás engañando con la primera puta que se te cruce y le romperás el corazón.

Ambas alfas se miraron sin poder ocultar un segundo la ira que corría por sus venas, con el aura amenazadora que se extendía por todos sus cuerpos advirtiéndole a las personas de la calle que se alejaran de ellas. En ese momento, no parecían ni de cerca los mejores amigas que fueron tantos años.

—Yo me fijé primero en Lisa. —contestó ChaeYoung, tomándola de las muñecas, pero sin perder la mirada amenazante.

—Lisa confió en mí primero. —respondió Jennie, sin lucir un poco intimidada.

Volvieron a observarse en silencio.

—Tú quisiste apostar. —soltó ChaeYoung, sabiendo que ahora estaba jugando sucio.

Jennie arrugó el ceño, apretando su agarre en torno al abrigo de su amiga, y acercó su rostro.

—Tú no te negaste.

Sí, las dos empezaron a jugar sucio al sacarse aquello a la cara. Esa apuesta, ese juego que iniciaron por mero aburrimiento, por el simple hecho de saber que podían llevar a una omega a la cama. Esa apuesta que podía arruinar por completo todo si Lisa llegaba a enterarse alguna vez.

Ambas sabían que, si Lisa sabía la verdad, jamás se los perdonaría.

—Si Lisa está saliendo con las dos —dijo de pronto Jennie, soltando un poco a ChaeYoung—, es culpa nuestra. Nosotras nos acercamos con dobles intenciones, por lo tanto...

—¿Qué es lo que pretendes, Kim? —gruñó ChaeYoung.

Jennie puso una expresión calculadora, alejándose.

—Lisa tendrá la última palabra de esto. Ambas la vamos a cortejar, pero será ella quien decida.

ChaeYoung apretó sus labios un momento, tratando de relajar su expresión, pero apenas lográndolo. Todo su instinto alfa demandaba ir al departamento y llevarse a Lisa de allí, prometiéndole el mundo entero si era necesario para que estuvieran juntas.

—Bien —espetó—, pero ninguna saboteará a la otra. Debe ser una conquista justa.

Jennie la miró con completa frialdad, apenas viéndose rastro de amistad en su rostro.

—Como quieras —escupió la de cabello negro—. Y una última cosa. Sobre la apuesta...

La más baja no continuó con la frase, mirándola expectante. Esperando que añadiera lo que quería decir.

—Ni una palabra. La apuesta no existió, ni para nosotras —ChaeYoung soltó un chasquido—, ni para Lisa.

Jennie simplemente asintió.

Lisa despertó en la cama, sola, sin nadie a su lado.

Se revolvió en las suaves sábanas, sintiendo el dolor estallar brevemente en su ojo cuando trató de abrirlo. Como un relámpago, los hechos ocurridos el día anterior aparecieron en su cabeza, uno detrás de otro, y se enderezó, como si esperara que las dos alfas estuvieran allí.

Sin embargo, no había nadie. Se miró un instante, notando que el pijama no era suyo: recordaba muy poco de lo ocurrido una vez cayó dormida en los brazos de ChaeYoung, ¿Le despertaron en medio de la noche para cambiarla? Por el aroma, podía adivinar que el pijama era de la alfa de cabello lila.

Puso sus pies en el suelo, titubeando sobre si ir al comedor o no. Tenía miedo de que la estuvieran esperando para hablar con ella, para encararla y acusarla de estarse aprovechando de ellas. Sería lo más normal, después de todo, Lisa jamás les aclaró que estaba saliendo con la otra. Ella se los ocultó y trató de esconderlo lo más posible.

Pero no podía quedarse allí para siempre. Tarde o temprano, las tendría que enfrentar.

Se puso de pie finalmente, caminando hacia la puerta, y antes de abrirla, respiró con profundidad. Salió al pasillo, yendo al living-comedor, y quedándose quieta cuando vio a las dos alfas, sentados en el sofá, frente al televisor... Y jugando play station.

Ambos se voltearon a verla y Jennie pausó el juego. Lisa les devolvió la mirada, desorientada por completo.

—¿Te despertamos? —preguntó ChaeYoung, estirándose.

—No —la voz de Lisa, otra vez, era apenas un graznido—, ¿Qué hora es?

—Casi mediodía —respondió Jennie, enderezándose—. ¿Tienes hambre? Ven, a comer, Lis.

Lisa no entendía nada de lo que estaba pasando, y menos la forma en que le estaban tratando, como si nada, como si ella no hubiera estado jugando con ellas. Como si ambas no hubieran estado compartiendo a una omega.

Se sobresaltó cuando, repentinamente, ChaeYoung le agarró la mano. La alfa le besó los nudillos, mientras Jennie iba a la cocina a calentar agua.

—Anoche no pudimos hablar mucho —le susurró la mayor, cariñosa—, pero me alegra que estés aquí, Lili —pudo ver la ira en sus ojos—, y lo que te hizo ese hijo de puta, lo va a pagar, te lo prometo.

—Rosie... —murmuró la muchacha, avergonzada.

—Oye, ¡Tráela a comer! Debe estar muerta de hambre. —gritó Jennie desde la cocina.

ChaeYoung rodó los ojos, pero no soltó su mano, y arrastró a una más desorientada Lisa hacia el cuarto. En la mesa de la cocina ya había un plato con tostadas, huevo revuelto y salchichas, y un vaso con leche. Lisa se sentó y olisqueó la leche, y algo cálido se asentó en su estómago cuando se dio cuenta de que era leche de plátano.

—Unnies... —susurró, sintiendo sus ojos llorosos.

—¿No te ha gustado? —saltó Jennie, preocupada—. No soy una gran cocinera, pero...

—De seguro tu comida le ha dado asco. —replicó ChaeYoung.

Esa pelea tan estúpida entre las dos le hizo soltar una risotada, que como el día anterior, se terminó transformando en un suave llanto. Ambas alfas dejaron la tonta pelea que tenían y fueron hacia ella, dándole un abrazo, cada una por un lado. Ese gesto le hizo soltar nuevas lágrimas.

—Lo siento —se disculpó Lisa minutos después, una vez logró recuperarse—, lo siento tanto...

—¿Qué es lo que sientes? —preguntó Chae, atónita.

—Haberlas engañado —sollozó Lisa, desconsolada. Las mayores se miraron—, yo no... Yo no les dije que estaba saliendo con las dos, les escondí...

Oh, oh —interrumpió Jennie, forzándose a no poner una expresión culpable—, no te preocupes por esa tontería, bebé.

—No quería jugar con ustedes —trató de explicarse Lisa, hipando—, es sólo que... Sólo no sabía cómo decirles sin que se enfadaran, no quiero hacerlas pelear.

—Lisa, tranquila, por favor —insistió ChaeYoung, sin perder la amabilidad—, Jennie y yo... Lo sabíamos. —medio mintió.

El llanto de Lisa se detuvo, sorprendida por las palabras que le dijo la alfa. Levantó la vista, mirando las expresiones sin enfado de ellas. Mucho tiempo creyó que, cuando ambas se enteraran, iban a estallar en rabia y celos, y le abandonarían por haberse aprovechado de ellas. Por haberles mentido de forma descarada y haber actuado como una zorra.

—¿Cómo?

—Mira, escúchanos —intervino Jennie, seria—, ambas estamos conscientes de que... De que nos gustas, y cada una quiere cortejarte.

—¿Cor... Cortejarme?

—Cortejarte como corresponde —afirmó ChaeYoung—. Cada una lo hará por su lado, y tú... —hizo una pausa, evitando mostrar un mohín—. Te dejaremos elegir a ti, Lisa. Tú tendrás que elegir a cuál de las dos quieres.

‹‹Las dos. Las quiero a las dos››, pareció gruñir la omega de Lisa, pero tuvo que contenerla, tuvo que ahogarla, porque... ¿Cómo se le podía ocurrir ese estúpido pensamiento? Una omega jamás tendría dos alfas, y menos una omega como Lisa.

—¿Hablan... Hablan en serio? —preguntó, ahogada por la conmoción.

—Nunca hemos hablado tan en serio —contestó Jennie, limpiándole con cariño las lágrimas—. Fue... Fue nuestra culpa que esto haya resultado así, Lisa, y tú no tienes por qué cargar con eso.

—¿Por qué es su culpa? —tartamudeó Lisa.

Jennie y ChaeYoung se miraron un breve instante, en una clara señal de advertencia y promesa.

—Porque las dos nos enamoramos de ti —respondió ChaeYoung—, y te cortejamos al mismo tiempo sin hablarlo antes. Y te hemos confundido con eso, ¿No es así? —Lisa asintió, tímida—. Bebé, si nos lo permites...

—Si tú lo quieres —habló Jennie—, ambas queremos salir contigo y cortejarte. Y tú puedes tomarte el tiempo que desees hasta elegir a una de las dos. ¿Estarías bien con... Con eso?

Lisa no respondió enseguida, todavía demasiado atónita por lo que estaba escuchando por parte de ambas alfas. ¿Cómo era eso posible? ¿Las dos realmente... Realmente le estaban pidiendo permiso para cortejarla? ¿Para salir con ella? ¿No era una mala y horrible broma?

—¿Están... Están seguras de esto? —siguió preguntando, todavía sin creérselo—. ¿Ustedes...?

—Lisa —dijo Jennie, tomando aire—, estamos muy segura de lo que te decimos. Te lo juramos.

—Por favor, ¿Nos dejarías cortejarte? —preguntó ChaeYoung, sonriéndole con dulzura.

La omega abrió la boca, pero sus labios temblaron y la respuesta sólo se convirtió en un sollozo. Las lágrimas volvieron a correr por sus ojos, incapaz de controlarlo, y sintió como una de las alfas se movió para abrazarla. Por el aroma, identificó que fue Jennie. Acto seguido, otros brazos la rodearon, y lloró con más fuerza por encontrarse rodeada de todo ese amor que no se merecía.

—Tranquila, bebé —consoló Jennie—. ¿Te hemos agobiado? ¿Prefieres que no lo hagamos?

—No... Es decir, sí, sí —Lisa sorbió por su nariz—. Si quiero que... Que lo hagan. Sí, sí —soltó un nuevo sollozo—. Lo... Lo si-siento, lo siento...

—No, no lo lamentes —dijo ChaeYoung—, nosotras lo lamentamos.

—Pero no quiero...

—No te estás interponiendo entre nosotras —aseguró Jennie—, lo hemos hablado, todo está claro entre nosotras.

Lisa dejó salir un nuevo llanto, pero ahora mezclado con una risa.

—Sí, pero... Pero igual lo siento —vaciló un segundo—. Ambas... Ambas me invitaron para el catorce de febrero y yo acepté esas dos invitaciones, ni siquiera lo... Lo pensé... Lo siento, no tuve...

ChaeYoung se rió, aunque sintió los celos corroer por su cuerpo. Para Jennie fue casi lo mismo.

—Bien, ¿Qué tal si salimos las tres, entonces? —ofreció ChaeYoung—. ¿Dónde quieres ir, preciosa?

—A la nieve, a la nieve. —tartamudeó Lisa.

—Iremos a la nieve, bebé. —aseguró Jennie.

Lisa sintió unos suaves besos en las mejillas, dados con todo el amor del mundo, y pensó que eso era lo único que quería. Lo único que deseaba de ellas dos era que le dieran amor.

Lisa quedó tan agotada de todo su llanto, que volvió a caer dormida una vez se calmó lo suficiente. Le dieron un vaso con agua, además de unas tostadas para que se alimentara, antes de que cayera dormida.

Una vez la chica se durmió, ambas alfas sintieron como la tensión volvió a caer en ellas. Apenas hablaron sobre lo recién ocurrido, sabiendo que las cosas quedaron claras entre ambas.

La omega despertó para cuando eran casi la dos de la tarde. Esta vez el almuerzo le tocó a ChaeYoung, y mientras cocinaba, Jennie le limpiaba las heridas a Lisa.

—¿Trajiste mi celular? —preguntó la omega cuando la mayor le entregó el aparato.

—Por supuesto —Jennie, aprovechando el momento de intimidad, se inclinó y le dio un beso en la boca—. Aunque está apagado, porque la batería se salió y no pude encenderlo por la clave.

Lisa asintió, distraída, y lo encendió. Pasados unos segundos, una vez todo se reinició, le empezaron a llegar notificaciones: llamadas perdidas y mensajes. De su mamá, de Mina, de JiHyo y NaYeon.

Mordió su labio inferior antes de hacer un mohín por el dolor.

Marcó el número de su mamá.

¿Lalisa?

La mujer contestó luego de seis timbrados. Su voz se escuchaba muy agotada, temblorosa y algo perdida.

—Hola, mamá. —contestó, y su mismo tono salió quebrado y tiritón. Jennie le dio la mano.

¿Qué es lo que ha pasado? —fue lo primero que preguntó ella—. Anoche llegué a casa y SeungHyun estaba... Estaba en el suelo, inconsciente. Tu cuarto estaba...

—Mamá. —titubeó.

Hoy se despertó con un humor de perros y no quiso... No quiso decirme nada —le escuchó su sollozo—. Se ha ido a tomar ahora, pero él...

—Mamá —repitió, y su voz se ahogó, se perdió—, mamá, él trató de... Él trató de...

Ahora el llanto de su mamá fue mucho más fuerte, más destrozado, y Lisa también quería llorar al escucharla de esa forma.

¿Lo hizo? —jadeó ella—. ¿Lo consiguió, Lisa?

—No —Lisa sorbió por su nariz, evitando llorar—, no, mamá. Yo... Yo hui y... Y estoy en casa de...

¿De Jennie? —aventuró ella, cansada—. ¿Ella te protegió, bebé?

Ahora sí se puso a llorar, porque desde hace mucho su mamá no le llamaba de esa forma. No recordaba la última vez que lo hizo, y ese pensamiento la rompió otra vez.

—Sí, mamá —tartamudeó—, estoy... Estoy en su departamento. Mamá...

Bien. Bien —Jennie se puso de pie, haciéndole un gesto para dejarle sola—. Es... Es mejor que te quedes con ella, Lisa. Con Jennie.

—Mamá, ¿Tú... Tú lo vas a dejar?

¿A dejar? —HyoYeon se rió con agotamiento—. No puedo, Lisa. Sabes que no puedo. Yo tengo... Yo tengo su marca. Estoy esperando a su hijo.

Lisa lo sabía, lo tenía más que claro. Sabía que las cosas no eran fáciles, que su mamá no podía, simplemente, dejar a ese imbécil. La casa en la que estaban era de SeungHyun, y si bien ese imbécil no tenía un trabajo fijo, siempre se conseguía dinero cuando las cosas se ponían difíciles. Y su mamá... ¿A dónde se iría ahora que estaba embarazada? Trabajaría hasta que iniciara su prenatal, y después, los gastos del bebé se incrementarían.

Lisa —habló su madre—, ven ahora a la casa. SeungHyun no volverá hasta la noche, y es mejor que saques tus cosas. Yo debo irme a trabajar en ese momento, pero... Mañana tengo libre, ¿Te parece si nos... Si nos vemos en algún lugar para hablar con más calma?

No le quedaba otra opción que aceptar. Sabía que para su mamá debía ser muy difícil y doloroso, en especial porque ¿Cómo se sentiría que tu pareja quisiera abusar de tu hija? Ella debía estar destruida, y Lisa no podía culparla por elegirlo, porque eso era lo que un omega debía hacer.

Conversó un poco más con ella, hasta que se despidieron y Lisa fue al comedor. Todavía se le hacía un poco extraño eso, en especial el hecho de estar con ambas en la misma habitación.

ChaeYoung estaba sirviendo la comida, mientras que Jennie ponía algo de música. Se quedó de pie al lado de la mesa, como si no supiera qué hacer, y ChaeYoung fue la primero en hacerle un gesto.

—Ven aquí, ¿Tienes hambre? —preguntó la alfa de cabello lila—. Ya está un poco menos hinchado, bebé.

Sintió breve pánico ante el sobrenombre dulce, casi esperando que Jennie se enfureciera porque ChaeYoung actuara tan amorosa con ella.

Pero eso no pasó. Jennie le sirvió jugo y le guiñó un ojo.

—Casi me rompió la nariz. —dijo Lisa, estremeciéndose y recordando los golpes, los insultos.

—Nunca más va a tocarte —habló Jennie, seria—. La próxima vez que se atreva a hacerlo, lo vamos a matar.

Lisa sabía que no estaban bromeando.

Para el almuerzo, les avisó que debía ir a su casa a buscar sus cosas. Al inicio se negaron, diciendo que cualquier cosa que necesitara, ellas iban a comprársela. Sin embargo, después de mucho insistir, terminaron aceptando: ChaeYoung dijo que le acompañaría. Jennie recibió una llamada de su madre para ir a verla, y sabiendo cómo era la mujer, dijo que no podía dejarla plantada.

Así que, después del almuerzo, se subió al auto de ChaeYoung y partieron a la casa de la omega. La alfa quiso distraerla, poniendo música y conversándole sobre varias cosas. A Lisa le gustaba escuchar a ChaeYoung hablar por esa voz grave que poseía, que parecía como si le estuviera contando un cuento para hacerla dormir.

En un semáforo en rojo, ChaeYoung aprovechó para darle un beso suave en la boca.

—Me encantas. —le dijo la mayor, y Lisa quería acurrucarse contra ella.

Llegaron quince minutos después. La casa parecía cerrada y como si no hubiera nadie. Su mamá le dijo que dejaría la llave para entrar bajo el macetero.

Sin embargo, eso no fue lo que llamó su atención, ni la atención de ChaeYoung, sino el hombre de pie ante el portón, llamando por celular.

Lisa no lo reconoció enseguida. Llevaba unas gafas de sol oscuras sobre sus ojos, su cabello estaba ordenado y llevaba puesto un elegante traje gris. Lisa lo recordaba de otra forma.

Se bajó del auto, con ChaeYoung siguiéndola.

—Disculpe, ¿Está buscando a alguien? —preguntó, con su voz tímida y apagada.

El hombre se giró. Lisa le contempló como si fuera un extraño, y es que quizás, eso es lo que era.

¿Lalisa? —dijo el hombre, y la omega sintió el aire escapando de sus pulmones al reconocer el Tailandes.

—¿Pa... Papá? —preguntó, desconcertada y atónita.

Lisa quería volver a huir. 

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