capítulo quince.

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Advertencias: omegaverse, fluff y angst mezclado. Jennie!Alfa x Rosé!Alfa x Lisa!Omega

~Dentro de esta locura infantil, tú me salvarás esta noche...

JiSoo era intensa.

Lisa se dio cuenta de eso al día siguiente, cuando estaba siendo arrastrada por su media hermana en el centro comercial hacia el cine, ignorando sus súplicas para que la soltara.

—¡Agarra carácter, Lisa! —le decía JiSoo, sin importarle las miradas que recibían—. ¡Eres una Manoban, así que debes tener el carácter fuerte!

La omega no sabía a qué se refería. ¿Poseer una personalidad fuerte? ¿Y cómo podía hacer eso? ¡Para comenzar, era muy tímida y, porqué no decirlo, apagada! Le costaba demasiado hablar frente a desconocidos sin tartamudear, sus colores eran sólo blanco, negro y gris. Ella no era colorida, expresiva, fuerte y llamativa. Ella prefería esconderse detrás de sus amigas y dejar que hablaran por ella.

—La estás asustando —dijo su padre, más tarde, mientras cenaban fuera, en una barbacoa carísima a la que la llevaron—. Lisa siempre fue un poco retraída, JiSoo. Desde pequeña...

—Pero no lo entiendo —replicó JiSoo, indignada—. ¿Cómo se ha agarrado a dos novias?

Esas palabras la hicieron enrojecer con fuerza, queriendo hundirse en su asiento. ¿Es que acaso su padre le contó a toda la familia? ¿Y en qué momento?

El adulto la miró con disculpa.

—¿Era un secreto? —preguntó.

—No —admitió Lisa, y JiSoo la observó con aprobación—, pero es distinto. Ellas...

Ellas son miles de colores, ellas son lo que yo no soy. Ellas me complementan allí donde yo soy monocroma.

—Lisa —habló JiSoo—, pues está bien que tengas dos novias. En algunos países no es algo nuevo. Por ejemplo, en América es normal, ¿Qué tal si vamos para verano allá? De seguro te consigo otros dos novias Americanas. ¿Qué tal Brasileñas o Chilenas? Esas son las más atrevidas.

¿Cómo podía hablar tan rápido?, se preguntaba Lisa, mirándola con desconcierto. No era desagradable o invasivo, era un poco gracioso verla hablar con tanto entusiasmo, pero no estaba acostumbrada a eso. A tanta intensidad dirigida hacia ella, como si fuera el centro de atención de alguien. Incluso con Jennie y ChaeYoung era distinto, porque ellas tenían problemas que resolver y una carrera que estudiar. Si bien la mimaban y consentían, ella consideraba que no era, todavía, ese centro.

Sin embargo, JiSoo era... Era muy, muy intensa. Y lo comprobó más tarde, al regresar a casa, y la alfa fue a su cuarto con su pijama, acostándose al lado de ella en la cama.

Lisa pensó que se tensaría. Que le pediría que se fuera, que se alejara unos centímetros. Pero al olisquear el suave y cálido aroma de la alfa, la canela acunándola como el hogar que ansiaba, su omega pareció rendirse, y dejó el cómic que estaba leyendo.

—¿Lili? —preguntó JiSoo, amable, y Lisa cerró sus ojos brevemente, acurrucándose al lado de la mayor—. ¿Pasa algo?

—No sé —admitió la omega—. ¿Necesitas algo, Unnie?

—Claro. Cuéntame de tus alfas.

JiSoo la cubrió con las frazadas y la abrazó por los hombros, arropándola contra ella. Casi de forma inevitable, Lisa comenzó a hablar:

—Son amigas —admitió—, se llaman Jennie y ChaeYoung. Las conocí hace varios meses, cuando ellas fueron al café donde trabajo. ChaeYoung era muy rápida al inicio y me pedía salir con ella, muchas veces...

—Suena como una idiota.

Esas palabras la hicieron reír apenas, sintiéndose ligero como una pluma en brazos de su medio hermana. Que agradable era, pensó, y es que era distinto a sus novias. JiSoo inspiraba en ella una extraña confianza y tranquilidad, haciéndola reír con naturalidad, funcionando como una especie de imán a su alrededor. Era ese tipo de relación que no te provocaba loca emoción y amor entrañable, sino calma, firmeza y sosiego, sabiendo que no tenías que preocuparte de algo, pues sabes que ella iba a estar allí para ti.

—Sí... —admitió Lisa—. Jennie era más sencilla. Parecía tantear terreno conmigo, como queriendo adivinar mis límites.

Uh, esas son peores.

—Unnie —se quejó Lisa, pero se relajó al sentir la suave caricia en su nuca—. De todas formas, eh... Ellas... Ellas insistieron, a su manera cada una. Y ellas... Ellas son tan buenas conmigo, JiSoo Unnie. Hacen que mi omega se vuelva loca.

—¿Es así?

Claro que sí. Lisa comenzó a contarle sobre ambas, a su manera, mientras se dejaba envolver por las feromonas. Jennie era un poco baja para ser alfa, pero lo compensaba con su actitud dominante y exigente. ChaeYoung, por el contrario, era juguetona y bulliciosa, desordenada y muy distraída. Cada una le gustaba de una forma particular, aunque no con grandes diferencias sobre el amor que sentía.

—Tengo miedo —admitió Lisa—, me da miedo que me hagan escoger, ¿Cómo podría...? —su tono tembló—. Las dos me gustan igual, Unnie. Las dos son...

Son todo para mí. Son lo que quiero y lo que tanto, tanto ansío.

Pero no lo dijo. Le provocaba un extraño miedo decirlo en voz alta, como si de esa forma, materializara sus sentimientos, sus emociones. Pensarlo era distinto a hablarlo, porque al tenerlo en mente, era algo que permanecía en su imaginación, siendo una especie de secreto personal que nadie podría averiguar. Callarlo era mantenerlo suspendido en el aire, como una ilusión, como una quimera que, si fingía lo suficiente, pensaba que podía desaparecer.

Sin embargo, al hablarlo, al ponerlo en palabras concretas y decirlo, provocaba que esa ilusión se volviera realidad. Y Lisa le tenía miedo a la realidad.

Mmm.

La voz de JiSoo sonaba un poco ronca y Lisa cerró sus ojos brevemente. Reconoció, en ese momento, lo que estaba pasando: estaba anidando. El aroma de JiSoo era tan intenso, pero a la vez calmo, que su omega comenzó a crear un pequeño nido entre ambas.

Pudo sentir un breve estallido de miedo enseguida, pues anidar era algo muy íntimo para un omega. Lisa no solía hacerlo con frecuencia, es más, evitaba los nidos, porque era mostrarse más vulnerable y frágil ante un alfa. Un nido era privado para un omega, y si estaba marcado, entonces era para el y su pareja.

Comenzó a quejarse, a revolverse.

Shhh... —susurró JiSoo, dándose cuenta enseguida de su inquietud—. No pasa nada, bebé. Está bien. Muy bien —Lisa mordió su labio inferior, asustada—. No, tranquila. ¿Sabes lo que pasa? Me di cuenta de eso cuando te vi, ¿Conoces a los soulmate?

Parpadeó, ligeramente confundida por sus palabras, antes de abrir la boca y responder con lentitud.

—No.

JiSoo le acarició el cabello con mucho cuidado, como si temiera lastimarla.

—Son almas gemelas —JiSoo liberó más feromonas y Lisa la miró—, pero no es necesario algo romántico, Lisa. Un soulmate puede ser tu mejor amiga, tu hermana o tu pareja. Puede darse, incluso, de alfa a alfa, u omega a omega.

Lisa oía todo en somnoliento silencio, dejando el miedo, los quejidos, la ansiedad. La voz de JiSoo funcionaba, en ese momento, como una especie de calmante, haciendo que los latidos de su corazón se desaceleraran.

—Y quiero protegerte y cuidarte —continuó la alfa—, eres tan linda, Limario, como un pequeño Bambi. ¿Y si esas chicas son sólo lobas queriendo devorarte?

—No, ¿Qué metáfora es esa? —se rió Lisa, sacudiendo su cabeza—. No son lobas. Jennie se parece a un oso, ¿Sabías eso? Una osito panda. El otro día vi uno... —suspiró—. Y ChaeYoung es como una ardillita, a la que quiero abrazar todo el día...

—Ugh, el amor —JiSoo hizo gestos de asco, provocándole más risas descontroladas—. ¿No estás asustada?

—Mucho —admitió la omega, y la mayor sólo la acurrucó contra ella, tan comprensiva, tan dulce y amable—, pero no quiero dejarlas, Unnie. Las quiero demasiado.

JiSoo sólo asintió con la cabeza, fingiendo comprensión, a pesar de que la preocupación por dentro le consumía. No es como que quisiera pensar mal de esas chicas a los que no conocía, no quería juzgarlas, sin embargo, aquello no quitaba la sensación de inquietud que apretaba su corazón ligeramente.

La alfa siempre quiso conocer a su hermana menor, desde que fue consciente de ella, a los siete años. ¿Cómo sería?, se lo había imaginado mil veces, incluso creyendo en la posibilidad de vivir con ella, así ambas podrían jugar juntas. Casi había perdido ya la esperanza de conocerla, cuando su padre llegó con la noticia de que iría en su búsqueda. JiSoo incluso dijo que quería acompañarla, pero su mamá se lo prohibió, pues estaba en medio de sus estudios universitarios. Papá le prometió, sin embargo, que apenas pudiera, se la presentaría, y desde ese momento, todo en ella fue impaciencia y ansiedad.

¿Y si se llevaban mal? ¿Si no era agradable? ¿Si era indiferente a ella?

Para su fortuna, no fue así. Lisa... Lisa cumplió todas sus expectativas, y más, y JiSoo no quería que se marchara al día siguiente. JiSoo quería que se quedara allí, en casa con sus padres, conocerla mucho más y cambiar esa sombra de tristeza que aparecía cada cierto tiempo en sus ojos.

Ella sabía que Lisa tuvo una vida difícil. Su padre le contó algunas cosas, detalles superficiales, y JiSoo no quería imaginarse cuánto sufrió. Ahora, lo único que le preocupaba era que no volviera a pasarla mal.

—Está bien —aceptó la alfa a regañadientes—, de todas formas, si ellas te hacen cualquier daño, tú me dices y les romperé la nariz.

—¡Unnie! —se rió Lisa.

JiSoo sólo observó la sonrisita que tenía su medio hermana, luciendo tan encantadora. Podía entender con facilidad el porqué le gustaba a las alfas, y eso sólo provocó más molestia en su interior.

—No quiero que te vayas —admitió JiSoo, y Lisa dejó de reírse—, me gustaría que te vinieras a vivir acá, con nosotros.

—JiSoo Unnie... —la omega se arrebujó más entre las mantas—, debo pensarlo muy bien. Toda mi vida ha sido siempre en Seúl, allá están mis amigas y mis novias.

—Lo sé —la alfa sólo la abrazó con más fuerza—, pero piénsalo, ¿Vale?

Lisa se lo prometió y eso era, por el momento, suficiente.

—Extraño a Lisa.

ChaeYoung levantó la vista del interior del refrigerador, donde hurgaba en búsqueda de algo para comer, y la posó en Jennie, tirada en el sofá y mirando el techo.

La alfa menor miró la hora. Las tres de la tarde.

—Falta poco para que llegue —dijo, aunque también la echaba de menos—, debería estar aquí antes de que anochezca.

—Sí —Jennie suspiró—, pero quiero que llegue pronto. Me muero por besarla.

ChaeYoung arrugó el ceño levemente al oír esas palabras, con una pizca de celos instalándose en ella. Por supuesto, ella igual deseaba que llegara pronto para así llenarle el bonito rostro de besos, pero la idea de que otra alfa más lo hiciera, le irritaba un poco. No es como si lo fuera a admitir en voz alta, pues tenía claro que eso haría sentir mal a Lisa, sin embargo, tampoco podía evitar sentirse de esa forma.

Además, no era culpa de Lisa. Era culpa de ellas, por haber iniciado esa estúpida apuesta sin pensarlo bien y haberse enamorado como idiotas. Dentro de todo, la omega era el más inocente de las tres.

—A todo esto —agregó Jennie, sentándose en el sofá—, ¿Ya reservaste tu habitación?

—¿Cómo? —ChaeYoung parpadeó—. ¿De qué?

—Para el catorce —la alfa mayor hizo un gesto extraño con su boca, como si estuviera incómoda, sin saber qué decir—. Recuerda que...

—Que iremos con Lisa a la nieve —terminó de decir ChaeYoung—, lo tengo claro. Ya la reservé —sin poder evitarlo, habló antes de que Jennie pudiera responderle—, una habitación matrimonial, para que Lisa duerma conmigo.

—¿Qué? —Jennie saltó, luciendo sorprendida, pero también molesta—. No me jodas, ChaeYoung, ¡Yo ya la tenía reservada! Se lo pedí antes a Lili, así que tengo derecho...

—No tienes ningún derecho —replicó ChaeYoung—, Lisa puede elegir con quien dormir.

Claro que sí, ambas lo sabían. Sin embargo, Jennie no podía evitar sentir molestia, enojo e ira por lo que escuchaba, como si su amiga actuara inocente con ella.

—Me estás saboteando. —acusó.

—¿Yo? —ChaeYoung abrió los ojos exageradamente, aunque había una mueca en su rostro—. ¿Por qué crees eso, Jennie? ¿Acaso me tienes miedo?

La menor sabía que la estaba provocando. Sabía que sus palabras sólo molestarían a Jennie, pero si era sincera, no le importaba demasiado. ¿Quién se creía ella para llamarle la atención, incluso para decir que tenía más derechos que ella? Lisa todavía no elegía a alguno de las dos.

—¿Tenerte miedo? —bufó la mayor—. No me jodas, ChaeYoung. Tengo muy claro que Lisa terminará eligiéndome.

—Si tú lo dices...

Jennie rodó los ojos, conteniéndose para no lanzarse a darle un golpe. Sentía mucha rabia dentro de ella, un tipo de rabia que jamás antes experimentó contra ChaeYoung, y de pronto, se asustó de sí misma. De sentir eso con quien consideraba su mejor amiga. ¿Era eso posible?

Casi como si la otra alfa estuviera pensando lo mismo, vio la mandíbula de ChaeYoung tensarse, desviando la vista con cierto rastro de vergüenza. Y es que ella, de forma inesperada, también comenzó a sentir un torpe miedo ante la situación que experimentaba. No recordaba haberse comportado así con Jennie, porque siempre solían llegar a un consenso con facilidad. Las discusiones, de ese tipo, estaban descartadas en su mayoría, y más cuando se trataba de una omega.

—Jennie —la voz de ChaeYoung era ronca, grave—, nos está arruinando.

—Sí —Jennie trató de mantenerse inexpresiva, a pesar de que en sus ojos se veía cierta nube de angustia—, pero ¿Sabes que es lo peor? Que no me importa. Deseo a Lisa, ChaeYoung. Deseo besarla, marcarla, follarla y hacerla mío —una sonrisa que apenas curvó sus labios—. Y sé que tú también deseas eso.

Ni siquiera iba a atreverse a negarlo, ChaeYoung lo tenía más que claro.

—Dijimos que Lisa tendría la última palabra. —advirtió la menor.

—Por supuesto, pero eso no quita otro hecho, Chae —Jennie, de pronto, se veía muy, muy cansada—. En el hipotético caso de que, por ejemplo, me elija, ¿Te sentirás bien con eso? ¿Nosotras seguiremos siendo amigas?

No. La idea de ver a Lisa con otra chica, con otra alfa que no fuera ella, le ponía los pelos de punta y le hacía gruñir con celos posesivos. Sin embargo, notó que era distinto con Jennie. Es decir, se ponía celosa. Pero eran, de alguna manera, celos tontos e infantiles, pues sabía que Lisa le iría a besar tan pronto pudiera. Era una especie de tácito gesto: la beso porque me gusta, pero tú también me gustas.

La pregunta era, entonces, ¿Podía vivir con eso? ¿Con Lisa besando a Jennie, sabiendo que era suya al mismo tiempo?

La respuesta se desdibujó en su mente. ¿Por qué no consideraba a Jennie como una real amenaza, después de todo? Jennie era la alfa que podía quitarle a su omega. Jennie era, en pocas palabras, un "enemigo". Pero su instinto no la reconocía de esa manera, no totalmente.

—¿Y tú? —cuestionó—. Si estuviera conmigo, ¿Qué harías tú?

Jennie tuvo esa discusión una, dos, cinco, diez, veinte, cincuenta, más de cien veces, y sin embargo, no podía encontrar una respuesta. ChaeYoung era su mejor amiga. Era... Era algo así como su alma gemela, no en un sentido romántico de la palabra, aunque si alguien a quien consideraba fundamental en su vida. Perderla nunca estuvo en sus planes, y mucho menos por una omega.

—Tremendo lío en el que nos hemos metido. —dijo a regañadientes Jennie.

ChaeYoung no pudo menos que darle la razón.

De todas formas, esa pelea pareció pasar a un segundo plano cuando, horas más tarde, Lisa regresó.

Ambas se encontraban sirviendo la pizza que encargaron cuando la puerta se abrió y apareció la omega, envuelto en un abrigo nuevo, cargando su mochila y con las mejillas coloradas por el frío. Se veía...

Se veía preciosa, pensaron los dos, y es que Lisa se veía distinta a la omega que conocieron tantos meses atrás. Sus ojos tenían un brillo nuevo, parecido al de una galaxia, y parecía llevar una estela de luz alrededor de su cuerpo, como si estuviera renovado.

—¡Hola! —saludó, cerrando la puerta, y no pudieron evitarlo: al mismo tiempo, fueron a abrazarla, arrancándole unas risas de sorpresa.

Sin embargo, el impacto inicial pasó cuando olieron feromonas alfas a su alrededor. No de su padre, que ya lo identificaban, sino un nuevo aroma rodeando a la omega, incluso en la zona de su cuello, como si se hubiera estado restregando allí. Olía a canela y coco.

Lisa se sobresaltó en su lugar al escuchar ambas gruñidos contra ella, con la sonrisa tambaleándose, y gimió apenas al sentir los colmillos rozando su piel.

—Hueles a otro alfa. —la primera en hablar fue Jennie, echando su cabeza ligeramente hacia atrás, pero sin soltarla.

—¿Ah, sí? —Lisa trató de pensarlo un poco—. ¡Oh, será de JiSoo! Mi hermana...

—... Mayor —completó ChaeYoung, pero tampoco se veía satisfecha—. ¿Es una alfa? ¿Por qué hueles tanto a ella?

—Sí, es alfa —la omega se veía un poco atónita, sin entender muy bien las reacciones de ambas—. A JiSoo le gustaba molestarme y cargarme para todos lados, como un bebé. Decía que mi aroma...

—No me gusta —le interrumpió ChaeYoung, irritada—. No tenía porqué dejarte marcada en su olor, ¡Apestas!

—Pero...

—ChaeYoung tiene razón —añadió Jennie, viéndose molesta—, no es bueno que haga eso, cuando tienes ya dos alfas que pueden hacerlo en lugar de ella.

Lisa enrojeció con fuerza ante esas palabras, pero ninguno de las dos alfas se perturbó ante lo que acababa de decir la mayor. Por el contrario: ChaeYoung pareció darle la razón.

—Es mi hermana. —insistió Lisa.

—Medio hermana —corrigió Jennie, y le soltó, antes de suspirar—. Lisa, ¿Y si ella...? —hizo un gesto de desagrado, pero no siguió.

—¿Ella qué? —insistió la menor.

—Bueno, ¿Y si quiere cortejarte? —habló ChaeYoung—. ¿Qué? No me mires así —se defendió, al notar los ojos espantados de Lisa—. Algunas familias lo hacen, en especial los riquillos, casarse entre medios hermanos o primos.

—Sí, pero... —Lisa trató de ordenar sus ideas—, ¡Pero sólo dices eso porque están celosas!

—¡¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeé?! —gritaron al mismo tiempo ambas alfas, y si la situación no hubiera sido ya de por sí muy extraña, estaba segura de que habría estallado en carcajadas.

—Eso —Lisa se forzó a agarrar valor—, las dos... Ustedes ni siquiera conocen a JiSoo, ¡Ella sólo me ve como una hermana! Actúan como tontas alfas posesivas y celosas.

Hubo un breve silencio en el lugar, con Lisa tratando de mantener los ojos en alto, como si no hubiera dicho cualquier cosa, mientras que Jennie y ChaeYoung compartían una mirada.

—Bueno, ¿Y qué si estamos celosas? —preguntó Jennie, y Lisa se sobresaltó ante esas palabras—. ¿No podemos ponerlos celosas? Somos tus novias.

Lisa no tuvo que decirlo, se dio cuenta, porque el tiro le salió por la culata. Enrojeció con demasiada fuerza, avergonzada por las palabras de Jennie. ChaeYoung esbozó una sonrisa perezosa, pareciendo más que complacida con verla así, tímida por ellas.

—No... ¡No di-digas eso! —chilló Lisa.

—Pero si tiene razón —apoyó ChaeYoung—, ¡Si ella vuelve a dejarte marcada, le romperemos la nariz!

—¡ChaeYoung! —regañó Lisa—. ¡Salvaje!

—Y yo le dejaré un ojo morado. —añadió Jennie.

Lisa comenzó a protestar, agarrando su mochila y rabiando hacia su cuarto. Jennie y ChaeYoung no pudieron evitarlo, y sonrieron como si hubieran ganado un premio por haber enojado a la menor.

Aunque poco tiempo estuvo, realmente, molesta. No cuando olió el aroma de pizza, yendo a comer con las dos chicos, que le preguntaron acerca de cómo era Busan.

—Era muy bonito —dijo la omega—, y TaeYeon fue muy amable. TaeYeon es la esposa de papá —agregó—. Ella... Ella no fue mala o dura conmigo. Fue...

Fue casi una madre. Fue dulce, cariñosa y protectora. Ella no tenía porqué ser así conmigo, pero lo fue.

—... La pasé muy bien. —dijo a último momento.

—Pues está bien —ChaeYoung le acarició la mano—, me alegro mucho que hayas podido reencontrarte con tu padre, Lis.

—¿Qué te parece si vemos una película? —ofreció Jennie, queriendo levantarle el ánimo—. He descargado la serie de Loki, para que la veamos juntas.

—¿De verdad? —se entusiasmó Lisa, y no tardaron en llevar la pizza hacia la mesita de centro.

La omega se acurrucó entremedio de las dos, y ChaeYoung reprodujo la serie. Sin embargo, no habían dado ni cinco minutos, cuando Jennie volvió a hablar.

—Lis —la menor la miró, distraída—, recuerda que la próxima semana es catorce de febrero.

¡Oh! —Lisa pareció saltar en su lugar—. ¡Ah, verdad! —sus ojos parpadearon—. Unnies, lo de la nieve, ¿Eso...?

—Por supuesto que va —ChaeYoung pausó la serie—, ¿O no quieres, bebé?

Lisa pareció retraerse ante lo que le estaban preguntando. Ambas habían notado que la omega era una persona más que introvertida, que le costaba agarrar la iniciativa por sí misma y prefería dejarse llevar por el resto. Parecía no estar acostumbrada a ser ella que decidiera las cosas.

—Sí quiero —admitió finalmente, con las mejillas levemente enrojecidas—, me gustaría... Quiero ir mucho con las dos.

Y allí estaba Lisa, hablándole siempre a las dos. Nunca prefiriendo a una por encima de la otra, siendo claro con sus palabras para que no existieran malinterpretaciones.

—¿Quieres dormir sola? —dijo Jennie, ya que, al final, las dos terminaron por concluir eso—. Podemos pedirte una habitación para ti, ¿Qué te parece?

—No —Lisa negó con la cabeza—, no, quiero que ustedes estén conmigo. Las dos —agregó, y pareció callarse ante su atrevimiento.

Pero ChaeYoung sólo le besó la mejilla.

—Está bien, las dos estaremos contigo. —contestó, y Lisa no pudo evitarlo: giró su cabeza hacia la alfa, besándole en la boca.

Fue un beso lento, suave y muy, muy tierno, sin dobles intenciones. La lengua de ChaeYoung delineó su labio inferior antes de entrar dentro de la boca de Lisa, arrancándole un gemido bajo. Sin embargo, se detuvo bruscamente cuando sintió otros labios posándose en su cuello.

Se volteó hacia Jennie, como queriendo hacer algo (¿Reclamarle o decirle que continuara?), pero la alfa también la besó en la boca, impidiendo que pudiera decir algo. Lo que fuera a decir desapareció como el humo en el aire, concentrándose en la sensación del beso recibido, en cómo sus labios se acoplaban tan bien a los de la alfa, y ya ni siquiera se sobresaltó en su lugar al percibir su cuello siendo atacado por ChaeYoung.

Echó su cabeza hacia atrás, con el cuerpo temblando, pero sin que se le pasara por su cabeza el detenerse. Jennie la soltó, aunque su boca fue ocupada inmediatamente por la de ChaeYoung, y Lisa no podía creer que eso estuviera ocurriendo. Que dos alfas le estuvieran besando sin una mirada de duda, sin un gruñido de celos entre ellas. Emitió un nuevo jadeo bajo, juntando sus piernas y sintiendo la humedad: había empezado a lubricar.

—Unnies... —gimió apenas, mareada y con los ojos llorosos de placer, nublados por el deseo—. Unnies...

—¿Mucho? —gruñó ChaeYoung al soltarla, con la voz ronca, y Jennie mordió su cuello de manera superficial—. ¿Demasiado, bebé?

—Sí —lloriqueó, y no quería que se detuvieran, pero Lisa sabía que debían hacerlo—, sí...

No pensó que sería tan rápido o, incluso, efectivo. Incluso creyó que cualquiera de las dos presionaría un poco, le diría que todo podía convertirse en más agradable, sin embargo, ambas se alejaron de sus lugares.

La omega tomó aire, como si de esa forma pudiera calmarse un poco, y fingió que no se dio cuenta de las entrepiernas endurecidas de las dos alfas.

—Será... Será mejor que vaya a mi cuarto... —tartamudeó, y tanto Jennie como ChaeYoung le dieron la razón.

Lisa se puso de pie y casi corrió a la habitación, con el corazón acelerado, las piernas temblando y el rostro demasiado colorado. Cerró con llave, no por temor a que le hicieran algo, sino porque ella misma estaba dudando de su capacidad de control.

Por Dios. Por Dios...

Lo mismo pensaban Jennie y ChaeYoung. La visión de la omega, tan necesitada y siendo un desastre, con los ojos llorosos y su boca hinchada por besos, provocó que se encendieran casi de inmediato.

ChaeYoung miró a Jennie.

—Nos está arruinando. —dijo en voz baja, aunque no había arrepentimiento en su voz.

—Sí —repitió Jennie, y se encogió de hombros—, pero las dos sabemos que no nos importa, Rosé.

Claro que no. Lisa podría arruinarlas si quisiera y ellas estarían bien con eso, lo tenían más que claro en ese momento.

¡Gracias por leer!

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